domingo, 31 de diciembre de 2017

Entre nubes - Capítulo 2 - De azafatas y pilotos

Como cada día paseaba por los vestíbulos del aeropuerto escrutando alguna novedad, pero todo estaba tranquilo, nada especial, era mediados de semana y nada alteraba el ritmo del aeropuerto. Entraban en escena unas  azafatas uniformadas de la World  Transporter, su compañía de vuelos de interior, .hablando y riendo, y de vez en cuando, alguna de ellas echaba la vista atrás  hacia una compañera, que venía  algo distante,  con un piloto, No sabía porqué siguió al grupo  y llegó hasta donde venía la otra chica, y tuvo la impresión, por el gesto enfadado de ella y del piloto,  de que estaban discutiendo bastante enfadados.
 Suponía que sus compañeras de delante  comentaban    algo relacionado con quienes venían detrás. Seguramente serían novios y discutían.. Se fijó en el rostro de ella: joven y bien parecida y de tipo esbelto. Alta de 1'75 de estatura como exige la Compañía.  Ligeramente maquillada. En general se podría decir que era una chica guapa.  El piloto  de bastante más edad que ella, con algunos cabellos blancos en las sienes.  En un momento dado, y a medida que se acercaban hasta donde estaba Alexander, pudo ver que el piloto,  en su mano izquierda , en el dedo anular,  llevaba  un anillo de casado.  Y enseguida dejó volar la imaginación:

- A todas luces se trata de un ligue, pero él está casado. Debe ser un rollo de esos de unas horas entre camaradas.-

Se perdieron en el interior de la puerta de Personal Autorizado, y Alex dejó de pensar en ellos. Sólo había sido una distracción de una mañana corriente y una pelea corriente.  Posiblemente fueran sólo compañeros, y la discusión se produjera por algún cambio de última hora en el trabajo

-  ¿Y qué más me da.?- se dijo él mismo.

Les siguió con la mirada hasta el mostrador de personal y los cinco se identificaron   en él: salían en el próximo vuelo con destino a Seattle Y terminó su inspección,  sin fijarse en nada más.  Consultó su reloj y se encaminó, como siempre a su despacho.  Tenía por delante una mañana  de bastante papeleo:

. ¡ Menos mal que se acerca el fin de semana ! - pensó.  No lo pasaría de visita  en casa de sus padres, con la excusa de tener trabajo atrasado. Necesitaba relajarse, y pensó que escucharía la misma monserga de siempre de su madre, y francamente,  no le apetecía nada. Cualquier día de la siguiente semana, les invitaría a comer fuera de casa, y así cumpliría con ellos.

 Iría con una amiga a navegar en el velero que tenía anclado en el puerto deportivo. Se bañarían y después bajarían a tierra y antes de que anocheciera, regresarían, y ya en su casa seguirían disfrutando del fin de semana.  Y mentalmente dijo a su madre:

- ¿ Ves mamá ?  No necesito casarme para estar con una chica.

Y con esos planes, y con la chica de turno, Alexander pasó el fin de semana. Ya en la cama, repasó mentalmente lo que debía hacer el lunes;  era un día que no le gustaba mucho, pero le apasionaba su trabajo.  En el horizonte no había ninguna complicación, nada más que el día día de un aeropuerto de una ciudad mediana, a pesar de que él también llevaba la dirección de su compañía particular.  Tenía  tiempo y energías para ambos trabajos.  Sonrió, se giró en la cama y en cinco minutos se quedó dormido.

Y nuevamente comenzaba una  semana, pero no había nada de nuevo en el quehacer diario.  Y como en otras ocasiones, vio al grupo de azafatas, y buscó con la mirada a la chica enfadada como él la llamaba.  No estaba en él, aunque sí el piloto que charlaba animadamente con otros compañeros..
Siguió su paseo.  Se sentía satisfecho, bajo su dirección, el funcionamiento del aeropuerto  era excelente.  Se había rodeado de un grupo de profesionales magníficos que le ayudaban a dirigir aquel conglomerado de entradas, salidas, de gentes, equipajes y de problemas que inevitablemente se producían a diario, a veces a cientos, pero nada que no pudiera solucionarse.

Dentro de la semana viajaría a Irlanda; estaba estudiando una ruta  en la isla Esmeralda, en Cork, concretamente   Haría lo mismo que cuando se inició en el negocio de transporte aéreo.  Posiblemente serían aviones de transporte de correo o vuelos baratos para estudiantes, o  mercancía al  interior de la isla, y después si todo marchaba bien, como esperaba, lo intentaría con algo de mayor relevancia: pasajeros en aviones grandes.

Todo eso eran proyectos solamente, pero era alguien que cuando se le metía algo en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo. Se lo propuso con el primer avión que adquirió y que pilotaba él mismo, hasta que compró    un segundo y tuvo que contratar  a otro piloto, y así sucesivamente, hasta conseguir una línea exclusivamente de transporte de pequeños viajes.  Esos serían los cimientos,  de lo que,  pasado el tiempo conseguiría,   su meta: algo más grande.

Lo dejaría todo dispuesto para el miércoles.  Era un día intermedio en el que no había excesivo trabajo.  En Cork hablaría con representantes políticos y autoridades del aeropuerto, tanteando el terreno, para después sacar sus propias conclusiones..  Después de revisar la correspondencia y todo el papeleo que su secretaria le presentó, se tomó un momento de respiro.  Se sirvió un café y comenzó a buscar en sus archivos de personal, a quienes integraban la tripulación de los vuelos a Seattle, y ante sus ojos las fotografías de quienes trabajaban en su línea aérea, y  que  pilotaban los vuelos de una ciudad a otra.

La curiosidad le había impulsado a revisar los rostros de quienes componían el equipo y a ver su ficha.  Eran unos datos personales, guardados en un archivo de su ordenador personal,  con una clave que sólo él conocía.  No vulneraba ninguna privacidad, pero sí debía conocer todo lo concerniente al personal a sus órdenes.

Leyó muy de pasada el curriculum de cada uno, hasta llegar al de la "chica enfadada".  En ese se detuvo  y averiguó que se llamaba  Alyssa, que tenía treinta años, y que permanecía soltera... y a continuación los estudios realizados, y su domicilio actual, teléfono, etcétera.  Se fijó más en su rostro y tuvo que reconocer que era bastante guapa.  Buscaba incesantemente la ficha del piloto, con el que había discutido.  La encontró y como había imaginado, efectivamente estaba casado, padre de dos hijos y tenía cincuenta años.

No iba muy descaminado:  intuía que tenía un rollo con la azafata y las cosas no estaban saliendo como debían.  Siguió leyendo, y comprobó que el piloto había solicitado un cambio de destino y de compañía.  Ese era el motivo de la discusión: él la dejaba plantada.
  Cerró el archivo y nuevamente siguió con lo que estaba haciendo antes de entrar en las fichas del personal.  ¿ Se estaba convirtiendo en un cotilla? Sonrió ante esa idea. Indiscutiblemente no; sólo le había llamado la atención aquel grupo de azafatas que murmuraban algo referente a  dos de sus compañeros que se mostraban totalmente fuera del grupo y con caras de pocos amigos.

De nuevo se enfrascó en los documentos que llevaría a Irlanda y repasó las citas que tenía para entrevistarse en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, así como el director del aeropuerto de Cork.

Había elegido esa ruta porque hasta  allí iban muchos estudiantes y cabía la  posibilidad de establecer una ruta desde Dublín a precios económicos.  No era ese su ideal, pero de momento sería el comienzo de su más ambicioso plan.
-
Llegó el día y subió al avión que le llevaría a Irlanda.  Tenía muchas horas por delante.  Primero iría a Dublín y desde allí enlazaría a Cork.  Llevaba en su portafolios la planificación de lo que quería hacer.  Lo repasó todo nuevamente y cansado, decidió ver  algo de televisión.


Entre nubes - Capítulo 1 - Alexander Colby

Alexander Colby, era en extremo meticuloso en sus planteamientos de vida. Diríamos que algo cuadriculado:  jamás se salía de las normas que él mismo se había impuesto. Era piloto de aviación, aunque en la actualidad no ejercía de ello, pero si estaba relacionado, y mucho, con su antigua profesión.  Era director general del aeropuerto de Augusta,  en Maine, y además dueño de una compañía de vuelos medios  dentro del estado, pero tenía un sueño y una meta a conseguir:: cruzar el Atlántico con vuelos regulares en Europa. Tenía fé en conseguirlo, y su primera escala serían las islas Británicas, cualquiera de ellas..  Para ello, viajaba todas las semanas hasta Londres, Dublin o Edimburgo, para establecer contactos y contemplar las distintas posibilidades de negocio que hubiera.con al adquisición de alguna ruta.

¿ Cómo es físicamente Alexander? . Alto de  uno noventa  de estatura, de complexión fuerte, cabello castaño, y ojos grises; lo que se dice un hombre bien parecido y muy atractivo para las mujeres, pues tenía labia y un gran sentido del humor, lo que se suele decir de alguien simpático.  Era deportista y le gustaba el ejercicio físico al que dedicaba un par de horas diariamente.  Para ello se levantaba a las cinco de la mañana y dedicaba a correr una hora, después al gimnasio que tenía en su casa y a continuación una ducha, vestirse y salir rumbo a su trabajo.  Siempre seguía un mismo patrón, siempre hacía lo mismo, sin que nada ni nadie lo alterase.

Cuando entraba en el aeropuerto, desayunaba en cualquiera de las cafeterías y a continuación se daba un paseo revisando las entradas y salidas de los constantes pasajeros del recinto.  Tenía ojos de águila, y nada se le escapaba.  Percibía cualquier cosa extraña y fuera de contexto del transcurrir ordinario del aeropuerto.  Si no percibía nada extraño, se dirigía a su despacho, y desde allí conectaba con sus más directos colaboradores, es decir, iniciaba su jornada.  Y así día tras día, y año tras año, y ya eran cinco los que estaba al cargo.

También era un amante del cine y de la música, aunque pocas veces podía disfrutar de sus aficiones favoritas. Al terminar su jornada diaria a las siete de la tarde, iba a su casa, veía un poco de televisión mientras cenaba un sandwich, o algo de fruta y yogur,   y a las nueve de la noche se iba a dormir.  Sus amigos más íntimos hacían chistes de su horario de ermitaño, pero a él le tenía sin cuidado que pensasen que era un "jóven-viejo".

En la actualidad, no tenía novia y no se le conocía un compromiso serio con ninguna mujer, y eso tenía un porqué: había sido plantado por su novia un mes antes de celebrarse la boda. La explicación que dio su prometida fue: <incompatibilidad con los horarios >.  Estuvo a punto de caer en una depresión, porque amaba a Ruth, y lo que menos esperaba era que le dejaran al pie del altar.

Como alguien de fuerte carácter, supo superar la prueba y seguir con su vida y sus planes adelante, y aunque salía algunas veces con chicas, se hizo el firme propósito de no confiar en ninguna y no formalizar  alguna relación con las féminas.

Su familia gozaba de buena posición, y ellos fueron sus animadores, cuando terminó su carrera como piloto, y quienes le influyeron a cumplir su sueño y su gran deseo: una línea de aviones comerciales. trasatlánticos.

Hemos descrito quién era Alexander, y posiblemente, más adelante,  resaltaremos de nuevo,  cualquier faceta de su carácter, pues eran muchas y muy variadas.   Pero será  cuando vayamos conociéndole más. En tiempos, antes de que su futuro como casado se desvaneciera, apreciaba salir con amigos y correrse alguna juerga que otra, pero después de aquello todo cambió, y se volvió un solitario triste y aburrido.

En ese fin de semana acudiría a casa de sus padres y comería con ellos.  Sabía de antemano la conversación mientras almorzasen : su situación sentimental.  Era aburridísimo, siempre lo mismo, siempre la misma pregunta, siempre insmiscuirse en su vida privada. Y siempre la misma respuesta paciente de Alexander

- Mamá... ¿ Sabes los años que tengo ?
- Si hijo. ¡ Claro que lo sé: !. Camino de los cuarenta Te lo digo por tu bien; va siendo hora de que pienses en formar tu casa
- Ya la tengo formada, y si te refieres a que entre en ella una mujer, desengáñate, ni la quiero ni la necesito.  En ningún sentido ¿ me entiendes?
-Eres muy cargante, Evelyn. Acabas de recordarle la edad que tiene ¿ Crees que no es suficiente para saber lo que quiere?  No me extraña que no venga más a menudo.  Eres muy pesada, querida, con el tema casamiento
- Además, mamá, hoy día no hace falta casarse. Si conociera  a alguien de la que llegase a enamorarme, bastaría con que viniera a vivir conmigo, sin más complicaciones.  Si nos separásemos no tendríamos problemas ni reclamaciones
- Cada día te entiendo menos, hijo
- Déjalo ya, mamá.  Por mucho que insistas no voy a hacerte caso. - la respondió dándola un suave apretón en la mano.

A media tarde, pensó que ya era hora de regresar a casa. Por esa semana había cumplido con el rito obligado de visitar a sus padres.  Tendría una semana por delante hasta la próxima cita.  Sonreía mientras conducía de regreso a su casa.  Le resultaba muy cansado siempre la misma historia, pero lo perdonaba, porque sabía que su madre lo hacía con la mejor intención. Le quería ver con una familia y convertirla en abuela, algo que ni siquiera se le pasaba por la imaginación.  No se veía cambiando pañales, ni aguantando a una mujer recién parida e histérica porque el tiempo no le alcanzaba, siempre pendiente del bebe.  Ante la imagen de ese cuadro , se dijo así mismo:  < No ni hablar >.  Y así,  analizando el panorama que acababa de visionar, llegó hasta su casa , y entró en el garaje en el que aparcaría su lujoso automóvil.

martes, 10 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 20 y último - Perdón para Worwick

Las horas se sucedían lentamente y no había cambios experimentados en la recuperación de Erin.  No se separaba de su lado; cogía sus manos, acariciaba su frente, besaba sus mejillas, y a ratos lloraba.  Lloraba clamando por su mala suerte, ahora que habían recobrado, al fin la felicidad y la calma en sus vidas.  No terminaba de creer lo que estaban viviendo.

 Habían pasado las primeras veinticuatro horas desde que fuera atendida, todo evolucionaba favorablemente, menos  su consciencia. Le hicieron un nuevo tac, y al fin un alivio:  el coágulo se estaba disolviendo y la presión en el cerebro había descendido visiblemente.


Por fin un respiro en la inquietud.  Las noticias que le daban los médicos eran esperanzadoras. Se sentía más tranquilo y sólo deseaba que pasaran las horas y el progreso en la salud fuese efectivo aunque fuera poco a poco.Y por fin despertó de su inconsciencia al filo de lo que se consideraba peligroso y se hiciera efectiva una intervención.  Pero no fue necesaria.  La sometieron a diversas pruebas y todo  volvía a su normalidad y,   todo marchaba como esperaban, la trasladarían a planta al día siguiente, si todo transcurría normalmente..

Se sentía agotada, pero estaba feliz de verle a su lado, de que no la dejara sola ni un sólo instante, y junto a los médicos Aidan la  anunció que estaba embarazada.  Ella sonrió al tiempo que las lágrimas acudían a sus ojos.  Efectivamente, como sospechaban, ella no lo sabía; estaba de tan poco tiempo que lo achacó a un simple retraso.

Al quedarse el matrimonio a solas, él acariciaba su rostro con infinita ternura.  Atrás quedaban las horas de angustia y zozobra.  Ella estaba recuperándose y era lo que importaba.  Los bomberos supieron el origen del incidente que se debió al defecto en el cierre de una de las bombonas de oxígeno y un soplete de un obrero que estaba efectuando una reparación.  Afortunadamente  no hubieron pérdidas humanas, aunque sí cuatro lesionados, entre ellos Erin.

  Y por fin, la dieron el alta.

- Tendrás que cuidarte.  Tendremos que cuidarte mucho, recuperarte. Tienes un encargo importante en tu interior. Hay que contárselo a Aisling.
-Tengo unas ganas enormes de abrazarla
- Ten paciencia, mi amor.  Saoirse la traerá más tarde y nunca nos volveremos a separar.  No sabía lo que te quería hasta que te ví inconsciente.  Creí volverme loco al ver que no te recuperabas.
- Yo a ratos sentía algo en mi mano, una ligera presión. Pero estaba sumida en una completa oscuridad ... ciega. Ni siquiera pensaba, no podía pensar.  Era como estar muerta pero sabiendo que no lo estás. Ignoraba lo que había ocurrido y el por qué me encontraba en esa extraña situación.  Pero todo ha pasado ya.  Empecemos de nuevo nuestra vida.
- Dejarás de trabajar.  No quiero que tengas el estrés  de urgencias.  Tenemos que cuidarte y cuidar al bebe. ¿ Te parece que sólo te ocupes de nosotros?
- Aidan, te quiero... muchísimo. Y si crees que debo quedarme en casa para cuidar de vosotros, lo haré encantada.  Será una misión extraordinaria.

Hacía más de un mes de su accidente y ya estaba totalmente recuperada.Y expresaron su amor incondicional, que al fin pudieron sentir después de tanto tiempo y tantas alteraciones en sus vidas.
Estaban desayunando un domingo por la mañana y hacían planes para pasar la jornada, cuando Aidan recibió una llamada de teléfono

- Aidan, es para ti- dijo Erin que la atendió
- ¿ Quién es ? - preguntó a su mujer
- No lo sé. Ha dicho que es personal
-Soy Aidan Brooks ¿ quién llama ?
- Perdone la irrupción en su día de descanso, pero tengo necesidad de hablar con usted.  Soy Ralph Worwick

- ¿ Worwick ? ¿ Por qué quiere hablar conmigo ? ¿ Para qué ?
- Tengo que pedirle un favor importante para mi:  Puedo hacer una sola llamada y se la he dedicado a usted. Le ruego venga a verme a la cárcel.  Tenemos que hablar
- Señor Worwick, creo que nosotros no tenemos nada de lo que hablar.
- Es importante Aidan. Tengo poco tiempo y he de poner mi conciencia al día.  Por favor venga a verme

Aidan no lo comprendía ¿ qué era lo que quería hablar con él ? ¿ De qué ?  No había vuelto a verle, ni lo deseaba tampoco.  Los malos recuerdos volvían, origen de todo lo  padecido por el matrimonio.  Esa noche no hizo más que dar vueltas en su cabeza a la petición de WorwicK.  No le dijo nada a su mujer, pero decidió que iría a verle; solicitó el permiso de visita que le fue concedido para tres días después.

Sentados ante una mesa, estaban frente a frente Worwick esposado y con una indumentaria color naranja.  Aidan trajeado, muy serio y sin comprender lo que habría de decirle aquel extraño personaje que había complicado, tiempo atrás, su vida.

- Y bien señor Worwick, aquí me tiene.  ¿ De qué tenemos que hablar?  No hay nada pendiente entre nosotros más que malos recuerdos de los que no deseo hablar
-  Eso es precisamente lo que tengo que decirle. Sé que para usted parecerá incomprensible mi actitud referente a la muerte de mi esposa. Lo que deseo es que me perdone porque le hice participar en algo urdido por mi como venganza.  Fue una victíma inocente en un plan, que rebotó en usted o en cualquier otro si le hubiera tocado aquel turno.  Pero usted fue el elegido porque es apuesto y veía los ojos con que mi mujer le miraba.. No voy a justificarme, ni tampoco me arrepiento de lo que hice.

Simplemente, Frida se estaba riendo de mi y mi orgullo no lo pudo soportar.  La amaba más que a nadie; sabía a lo que me exponía cuando me casé con ella.  Era una mujer ambiciosa que vio el cielo abierto cuando la propuse matrimonio. Lo que yo  no esperaba es que se acostara con todo el que se la ponía delante. Al principio lo hacía a escondidas, pero después... le daba igual si yo me enteraba o no. He de decirle que a duras penas conseguía que tuviera relaciones conmigo, con su legítimo marido.  Favor que a otro no regateaba.  Y entonces fue cuando comencé a idear mi plan.  He de decirle que lamenté profundamente que fuera usted el chivo expiatorio.  Inyecté en el corcho del champán un tranquilizante que les dejara dormidos a los dos y a continuación, cuando había hecho su efecto, fue estrangulada.  No voy a delatar a quién lo hizo, pagado por mi, naturalmente..  Tenía una coartada sólida, de manera que me desharía de ella sin correr riesgos. Para cubrir las espaldas sembré de dinero a cómplices que envié al extranjero; no quería dejar ningún rastro.
Se preguntará a qué viene todo ésto, y la respuesta es muy sencilla: me estoy muriendo  señor Brooks, y usted fue correcto con nosotros, respetuoso y además estaba loco por su esposa, algo que yo envidiaba,   al ser correspondido por su mujer en igual medida.
Es por eso que deseaba verle.  Hubiera sido sencillo escribirle una carta, pero debía decírselo personalmente.  También he escrito una carta a su esposa solicitando el perdón por todo lo que aquello acarreó en sus vidas. En serio que lo lamenté.  Me queda poco tiempo de vida, es por ello que le anuncio que mis abogados tienen un documento en el que lego a usted y a su familia una cantidad de dinero a modo de compensación, al mismo tiempo que, si lo desea tengan protección sin que ello altere para nada su día a día.
- Señor Worwick, no necesito ni dinero ni protección. Tengo un buen empleo y nuestra situación es desahogada.  Somos felices, mi familia me compensa sobradamente de todo lo pasado.  Creo que debemos dejar zanjado este asunto aquí y ahora
-¿ Puedo darle un consejo?
-Si sólo es un consejo, de acuerdo
- Coja a su familia, vayanse a un lugar tranquilo y disfruten de la vida.  Agárrese a ella con todas sus fuerzas.  La vida es preciosa , y tiene razón :  el dinero no lo es todo mientras posea el amor de su esposa y de sus hijos.  Ahora me doy cuenta de todo, pero ya es demasiado tarde.  Cometí el mayor error  al casarme con Frida, pero el más grande fue eliminarla de mi vida de esa forma.  Pude divorciarme, pero estaba dolido y despechado, y quise que si no era para mi, no lo fuera para otro.  Lo siento señor Brooks, es todo lo que puedo decirle.

Cuando salió a la calle, no dejaba de analizar la extraña entrevista que acababa de tener, pero algo si le había calado:  "váyanse a un lugar tranquilo...".  Posiblemente había llegado el momento de dejarlo todo atrás y empezar algo nuevo, en un pueblecito tranquilo, sin complicaciones y disfrutar de su familia, siempre en continua preocupación por su seguridad.  Se lo propondría a su mujer; era cuestión de pensarlo.

Y se lo propuso y Erin aceptó.  En ese fin de semana recorrerían los pueblos cercanos a Nueva York buscando un lugar y una casa, para empezar una nueva vida.  Presentaría su renuncia en el gabinete del fiscal; ya encontraría algo en lo que trabajar, pero nada relacionado con policías , jueces o delincuencia.  Tres meses habían transcurrido desde su entrevista en la cárcel, cuando  recibieron la visita de un desconocido para ellos. Dijo ser abogado y tenía que comunicarles algo importante.

-Soy el abogado del señor Ralph Worwick, y lamento comunicarles que ha fallecido hace quince días. En su testamento les deja a ustedes una cuantiosa cantidad de dinero para hacerla efectiva en el momento que crean oportuno.

 Y no teniendo otra cosa más que decir, el atildado personaje, salió de su casa ante el estupor de Erin y Aidan.   Se miraron sin hablar,  y ambos se dijeron mentalmente " punto final ".  Y decidieron de común acuerdo que ese dinero no lo necesitaban y no lo querían.  Acordaron donarlo íntegramente a algunas organizaciones benéficas, que sacarían más utilidad que ellos.  Y así fue.

Y como tenían proyectado, junto con su mujer y su hija, además de Saoirse y Pepe, tomaron la carretera adelante en busca de un nuevo hogar.  No estaban muy lejos de la ciudad, pero sí lo suficiente para llevar una vida más tranquila que en Nueva York.

 Pararon en dos pueblecitos y deambularon por el lugar.  Tomaron notas por si les interesaran y emprendieron de nuevo el viaje hasta llegar a Saranac Lake, un lugar encantador y precioso,  que entusiasmo a los dos matrimonios.  Decidieron que : su nuevo hogar estaría allí, y una vez establecidos verían la forma de ganarse la vida.

Y compraron su casa y se mudaron desde Nueva York.  Hicieron amistades con sus vecinos, y cada vez más pensaban que habían hecho la elección perfecta para vivir. Nació Aidan junior y el tiempo pasaba, más lentamente que en la ciudad, pero no detenía su desfile.  Aisling iba al colegio y el niño a la guardería. Erín seguiría siendo enfermera en el consultorio del pueblo y Aidan, que echaba de menos su antigua profesión, hizo oposiciones al puesto de sheriff, que consiguió, pero en realidad no tenía mucho trabajo, ya que era un lugar tranquilo y sin complicaciones  Dos años más tarde Saoirse y Pepe fueron vecinos suyos y presentados a los matrimonios amigos de nuestros protagonistas,  como eran un médico compañero de Erin,y Saoirse,  otra pareja  formada por un profesor y directora del instituto, unos granjeros y ahora sus entrañables amigos  llegados de Nueva York.

Sentados en el pequeño jardín de su casa, Aidan y Erin, uno junto al otro, miraban el horizonte satisfechos de haber conseguido aquella paz, que tan difícil les había parecido tiempo atrás, pero que ahora  disfrutaban plenamente.  Él ,  pasó su brazo por el hombro de ella y se besaron.  Aidan la dijo junto a su oído: te quiero y siempre ha sido así.  No lo olvides.   Siempre.




                                                                  F    I    N

Autoría:   1996rosafermu
Editado:    Abril 2017
Ilustraciones:  Internet

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Vidas separadas - Capítulo 19 - Prometo amarte

Y todo quedo encauzado para estabilizar sus vidas.  Aidan compró un pequeño chalet en una urbanización alegre y nueva en las afueras. Sólo faltaba un trámite por cumplir , y sería al cabo de unas pocas horas.  Erin estaba nerviosa como si fuera la primera vez que se casara, y en cierto modo lo era.  Habían pasado una época  de separación larga y dolorosa, pero afortunadamente, todo estaba resuelto y olvidado.

Y les casó el mismo juez que les divorció y como testigos fueron el fiscal y Pepe.  Saoirse se hacía cargo de la niña que era quién portaba los anillos. Y de nuevo hicieron sus votos, pero los de Aidan no fueron los mismos.  Tenían tal contenido de amor y emoción que entre los asistentes, al finalizar, no se escuchaba ni el vuelo de una mosca:

- De nuevo, esposa mia.  De nuevo volvemos a estar juntos y esta vez para siempre. No habrá fuerza humana que pueda separarme de ti. Mi amor es inquebrantable, siempre lo ha sido, pero ahora aprecio lo que perdí y pensé que nunca recuperaría.  Siempre tendrás en mi un abrazo para secar tu llanto si lo tuvieras, mis besos para acariciarte y todo yo para protegeros a tí y a los hijos que tengamos. Te amo y siempre será así hasta el fin de mis días

Para romper el silencio, el juez carraspeó y dijo las consabidas palabras: " puedes besar a la novia ".  Y ellos mirándose profundamente, se fundieron en un abrazo lleno de amor y ternura.

Tuvieron unos días de descanso en sus trabajos y junto a Aisling, los pasarían en una cabaña en pleno bosque que les brindó su amigo el fiscal. Allí comenzarían su entrenamiento como familia, los tres.  Sería una experiencia nueva para todos, ya que aunque se vieran con anterioridad, nunca habían estado los tres solos y en  un único papel familiar.

Fueron solamente unos días , pero tan intensos y felices que valían por media vida.  Con ilusiones renovadas  volvieron a su nuevo hogar.  Todo era nuevo para ellos, es como si el tiempo que estuvieron casados con anterioridad, se hubiera borrado de sus vidas. Era ahora cuando comenzaban a vivir de verdad, a amarse de verdad, a disfrutar ambos de su hija a un mismo tiempo. Se repartieron las faenas domésticas. Aidan llevaría a la niña al colegio y Erin la recogería por la tarde  Y por la noche, sería su espacio, únicamente de ellos.


Aquella mañana Erin fue la primera que se metió en la ducha; Aidan seguía dormido.  Era pronto para él, sin embargo ella, iba con la hora un poco justa.  Cuando hubo terminado su arreglo personal, besó a su marido y salió disparada rumbo al hospital.

 Se presentaba como  un día normal, como siempre, con prisas y con pocos descansos ni para tomarse un café.  Tenían  intervenciones programadas y cuando llegó al hospital,  miró en el panel a que quirófano debía dirigirse  para asistir junto a Rowling.  Nunca lo hacía,  pero era algo tarde y quiso tomar una especie de atajo para llegar antes,  desvió su camino y pasó junto al cuarto en el que estaban depositadas las bombonas de oxígeno.  A penas la dio tiempo de cubrirse la cabeza con las manos, cuando una fuerte explosión hizo que la puerta del cuarto reventara y la diera de lleno en la espalda derribandola y dejándola inconsciente, junto a dos personas más que por allí estaban.

Las ayudas no tardaron en llegar y atenderles, pero  la primera impresión era que Erin estaba mal herida aunque sin determinar el alcance de lo que pudiera sufrir.  La trasladaron inmediatamente al quirófano y procedieron a su reconocimiento.  Tenía una herida en la espalda, otra en un lado de la cara y varias heridas en las piernas y brazos, pero lo que más les alarmó fue una fuerte conmoción que la mantenía inconsciente..

Todas las pruebas precisas se las hicieron con toda prontitud,  curaron las heridas  mientras  avisaban  inmediatamente a su marido, que no se encontraba en el despacho, sino en una inspección, pero quedaron en localizarle inmediatamente.  Pero había algo más:  estaba embarazada y eso complicaba más las cosas.  El feto estaba en perfectas condiciones, y en general Erin estaba aceptablemente bien, exceptuando la conmoción.  Después del tac, comprobaron que tenía  un hematoma producido por la contusión.    Además de la medicación, no cabía más que esperar su evolución, y que el coágulo se disolviera por la medicación.

Fue el fiscal quién localizó a Aidan. No le quiso dar más que las precisas  informaciones, que no eran muchas, pues él tampoco sabía nada de cómo había ocurrido el accidente:

- Aidan, ve de inmediato al hospital donde trabaja Erin
-¿ Qué ocurre? ¿ Ella está bien ?
- Aidan, no pierdas tiempo. Ha habido una explosión. No te demores. Los inspectores ya están en camino para averiguar lo sucedido.

Aidan no podía, no sabía articular palabra. Cortó la comunicación e inmediatamente dijo a sus ayudantes que tenía que irse rápidamente.  No se entretuvo en dar más datos.  Entró en su coche y partió a toda velocidad hacia el hospital.  Cuando llegó los bomberos actuaban diligentemente, pero nadie le decía lo ocurrido ni le dejaban pasar.  Tuvo que esgrimir que era policía para romper la barrera que le impedía entrar en el recinto.  En el interior era un caos de bomberos, enfermeras que corrían, pacientes asustados...  Al fin  un celador le contó lo ocurrido y le informó que una de las accidentadas era su mujer y que estaba en el quirófano de la planta cuarta.

Ni siquiera intentó utilizar el ascensor, que probablemente no funcionaría.  A grandes zancadas subió hasta la cuarta planta por la escalera interior hasta llegar a la sala del quirófano.  Había bastante gente, familiares de los heridos.  Preguntó a una enfermera que conocía si sabía algo de Erin, y ella nerviosa le dijo:

- Aidan están con ella.  No puedo decirte nada.  Supongo que saldrán a informaros
- Pero ¿ está bien ?
- Lo siento, de verdad.  No lo sé.-  No quiso decirle nada para no impacientarle más, porque tampoco ella sabía gran cosa, sólo  lo que le había dicho.

¿ Qué había ocurrido ? Se lo preguntaba, pero nadie sabía nada y los sanitarios, tenían la boca cerrada.  ¿Había sido en quirófano?  ¿ Algun loco les había amenazado y disparado?  Y sin saber muy bien porqué Ralph Worwick llegó a su cabeza.  ¿ Por qué pensaba en él ? Había pasado mucho tiempo y la palabra atentado cobraba fuerza en su mente.  No creía haber hecho nada para  que tomara represalias con él. ¿ O quizá si?  Si no averiguaba algo pronto se volvería loco.


El reloj se había detenido, acaso porque lo miraba cada segundo y no parecía que las manillas corriesen. La sala se había despejado de familiares al saber que sus seres queridos estaban bien o habían sido trasladados a planta.  Sólo otra persona y él, permanecían esperando, clavando la mirada en la puerta abatible que les separaba de ellos.  Habían pasado varias horas, y por fin, la puerta se abrió y un médico preguntó por la familia de Erin.

- Dígame ¿ cómo está ?
- Bueno...
-¿ Alguien puede explicarme lo ocurrido ?
- No sabemos el motivo, posiblemente alguna válvula mal cerrada o una bombona defectuosa junto a un cigarrillo mal apagado.  No sabemos, eso es cosa vuestra., pero hubo una explosión en la dependencia del oxígeno. Erin pasaba por allí, y recibió de plano lo ocurrido.  Tiene algunas heridas sin importancia: una en un brazo, otra en una rodilla, en un lado de la cara...  Hemos procedido a curarla y a darle algunos puntos de sutura. No revisten demasiada importancia, pero...
- Pero hay algo más ¿ verdad ?
- Si.  Tiene una profunda conmoción. ..     Un hematoma...  y  un coágulo.  Está inconsciente por el golpe recibido. El bebe está bien, no hay que preocuparse por ello.
- ¿ El bebe ?
- Si. ¿ No lo sabía ?  Está embarazada, de muy poco tiempo; posiblemente ni ella misma lo supiera

- Aidan se echó las manos a la cabeza al tiempo que exclamaba:

- ¡ Dios mio ! No me dijo nada. Ambos lo deseamos con todas nuestras fuerzas.  No lo sabia, no lo sabía
- Bueno trate de calmarse. Cuando terminen de hacerle las pruebas, la llevaremos a la UCI, así que lo mejor que puede hacer es irse a casa y tratar de descansar
- ¿ De verdad cree que puedo descansar?  Me quedaré aquí.  Sé que no puedo estar junto a ella, pero al menos estaré más cerca.  ¡ Cielo santo, me he olvidado de mi hija !  Perdone doctor he de avisar para que vayan a recogerla.

Llamó desesperado a Saoirse que llorosa atendió la llamada

- Pepe me lo ha contado.  No te preocupes por Aisling, nosotros la atenderemos. ¿ Necesitas algo?  Pepe va ir para allá
- Gracias amigos. No necesito más que ella vuelva. Por favor ocúpate de Aisling. Os tendré al corriente de todo en cuento sepa alguna novedad.

Vidas separadas - Capítulo 18 - Una nueva situación

El fin de semana de Aisling  con Aidan, tocaba a su fin. Habían sido días intensos, de novedades.  Por primera vez él la había tenido casi cuatro días seguidos. Rechazó la presencia de Jocelyn.  Las cosas habían cambiado el día del cumpleaños de la niña.  Ya nada sería igual.  Ahora sabía con certeza que seguía amándola y ella le correspondía de la misma forma.  No podía aceptar la compañía de otra mujer y mucho menos seguir con la vida que hasta ese día había llevado.  Lo solucionaría, pero antes debía hablar con Erin y lo haría cuando  dejase en casa a la pequeña.  Ahora ya no la recogería nadie en el portal, ahora él subiría hasta la casa de ella y podrían charlar tranquilamente.  Tenía oportunidad de volver a verla y preguntarla cómo se sentía después de su encuentro sexual.  No habían hablado en dos días. El deseaba hacerlo y estaba dispuesto a ir a su encuentro al hospital.  Imaginaba que su estado de ánimo no estaba en las mejores condiciones; la conocía bien y sabía que creía que no habían obrado correctamente, y en realidad así había sido.  Pero eran libres, aunque tuviera una relación esporádica con Jocelyn, debía guardar cierto respeto por ella. Pero no le importaba.  A nadie le preocupó cuando le enviaron a una misión que destrozaría su vida ¿Por qué habría de guardar consideraciones con nadie?  Y él mismo se daba la respuesta : " porque nadie tiene la culpa de lo que te sucedió.  No pagues con la misma moneda."  Y decidió que no sería oportuno acudir al hospital; debían tener paciencia y dar pasos firmes para que todo funcionara correctamente.

Lo mejor sería que lo hablaran tranquilamente frente a frente.  Que entre los dos analizasen la situación y la salida que tenían para volver a estar juntos.  Dejaría el empleo: no le parecia correcto tener tan cerca a Jocelyn pues sabía de antemano que cuando le platease la ruptura, no iba a ser una escena agradable.  Estaba destinado a tener relaciones conflictivas, aunque él no lo fuese.

Indeciso, marcó el número de Erin.  Necesitaba escuchar su voz, conocer su estado de ánimo.  Y con la excusa de quedar a una hora para llevar a la niña, eligió la hora en que posiblemente ella estuviera descansando para poder hablar, siquiera unos minutos.   

- Hola, soy yo
-Ya te he conocido.  Te conozco bastante bien como para no recordar el timbre de voz que tienes. ¿ Ocurre algo ?
-No. Sólo quería oirte y quedar para llevar a la niña.  Debemos hablar, con tranquilidad de nuestro futuro
- ¿ Nuesto futuro ?  No tenemos futuro juntos y lo sabes.  Lo ocurrido es un suceso , nada más Algo que no deberá repetirse
-¿ Por qué ? Yo te quiero, tu me quieres ¿ qué lo impide ?
- Tienes una relación y desconozco su intensidad.  Pero sea la que fuere, estás con ella.  Creo que lo mejor para ambos será que no volvamos a vernos, nada más que cuando Aisling precise de la presencia de ambos.
- No, me niego.  No puedes hacerme esto
- Aidan.  No quiero hacerlo, pero es necesario. Piensa por un momento que me quedase de nuevo embarazada ¿ cómo lo explicaríamos?
- Usaré protección.   Todo menos dejar de vernos. Pero además, si ocurriera  sería una bendición. ¿ Te imaginas otro bebe en casa ?.  
- Es demasiado arriesgado.  No me fío de las reacciones de ninguno de los dos.  Sé que será difícil controlarnos si llega el momento.  Tengo miedo y preocupación.  Hay cosas por resolver
- Pero ¿ tú me quieres? ¿ Me quieres lo mismo que antes?
-No Aidan, te quiero más porque ya te he perdido una vez y he conocido el dolor más profundo dentro de mi.  Los días de angustia pensando en que me habías olvidado, y cargando con la culpa de no haberte dicho la verdad sobre Aisling.
- Entonces no hay más que hablar. Resolveré la situación. Viviremos en un lugar alejado de todo esto. Volveremos a casarnos y al fin podremos estar juntos los tres, o los cuatro ¿ quién sabe ?
- Todo eso es cierto y sería maravilloso, pero hasta que eso suceda, no debemos volver a vernos. Las cosas se precipitarían. Créeme. Es difícil, pero si hemos estado tanto tiempo sin contacto, podremos esperar a que todo sea normal. Hay que tener cabeza, Aidan.  Hay que tener cabeza.

Y tras mucho forcejeo, Erin consiguió salirse con la suya.  Sólo se verían si fuese necesario por su hija.  Mientras tanto seguirían con su vida en solitario.

Pero Aidan no paraba de pensar en la manera de solucionar su situación. No aguantaba más, quería que estuvieran juntos, con su hija, como una familia, y además la niña debía ver normalidad en casa entre su padre y su madre. Vivir sólo del recuerdo de una noche no le era suficiente; quería más, la quería a ella como aquél día.  Esa mañana, cuando acudió al despacho, decidió hablar con su jefe y presentar su dimisión

- ¿ Puedo saber por qué quieres irte ?- le dijo el fiscal
- Es una historia que conoces, pero sólo en parte.  Deseo volver con mi mujer, que volvamos a ser una familia.  Nos queremos, pero hay ciertas barreras que ella no quiere "saltar", es demasiado estricta y yo, en parte estoy de acuerdo con ella.  Como sabes, desde hace tiempo Jocelyn y yo, hemos salido juntos.  No me parece correcto decirle ahora que vuelvo con mi mujer, y trabajar en el mismo lugar, sería bastante violento.  Así que he pensado ir a vivir a otro sitio y dedicarme a otra cosa.
- ¿ Otra cosa  ¿ Vas a volver a ser detective privado?
- No lo sé, pero si es necesario, si, lo seré.  He de recuperar a mi mujer, que perdí por ya sabes la causa.  Con Jocelyn aquí..., no puede ser
- Si es Jocelyn el impedimento, no te preocupes, dentro de un mes se irá a otra fiscalía. Hace días me pidió el traslado. Me extrañó al principio, pero ahora conozco la causa.  Así que lo primero que tendréis que hacer es normalizar vuestra situación.  Os recuerdo que estáis divorciados.


- Ya lo estoy tramitando.  Será lo primero que hagamos. No sabes el peso que me quitas de encima. Erin no quiere verme mientras trabajemos juntos.  Se siente responsable de la ruptura, cuando en realidad no he dejarlo de quererla nunca y tú lo sabes bien.
- Bueno, pues entonces, asunto terminado. Ahora ponte a trabajar, tenemos un caso bastante peliagudo y necesito todos los recursos que tengamos.

Salió del despacho y se dirigió a la mesa de Jocelyn: debía hablar con ella lo antes posible.  Había compartido parte de su vida y la debía una explicación, aunque ella últimamente se imaginaba lo que  ocurría desde el día del cumpleaños de Aisling.  Desde entonces, las cosas no marchaban bien entre ellos.  Conocía los sentimientos de Aidan, aunque pensó que con el tiempo transcurrido conseguiría olvidar a su mujer, pero no había sido así, y a pesar de que le quería, sabía que tenía todas las de perder.  Al menos que su orgullo no saliese herido.

Hablarían por la tarde, cuando salieran de trabajar.  Requería una explicación larga y detallada, desde el principio.  Debía contarle lo que motivó su rompimiento, que nadie conocía, excepto su pequeño círculo más íntimo.  Nunca había hablado de ello con nadie; era demasiado doloroso para recordarlo, pero estaba obligado contárselo a Jocelyn, y así lo haría.  Y así lo hizo, quedando la chica asombrada por todo lo sucedido hace ya tiempo.  Comprendió su postura y le aseguró que solamente quedaría una buena amistad. La dejó en su apartamento y se dirigió al suyo: recogería a Aisling y la llevaría con su madre, y de paso la explicaría que el tema Jocelyn había quedado resuelto.  Ya no había barreras que les impidiesen estar juntos, iniciando una nueva etapa en sus vidas.

lunes, 9 de octubre de 2017

Vidas separadas - Capítulo 17 - Sin freno

Y entraron en el edificio de Erin sin hablar.  Se volvió hacia Aidan, cuyos ojos tenían destellos que ella no acertaba a comprender.Seguían en silencio, sólo las miradas hablaban ¿ Qué se proponía ? Ni siquiera debía pensar en ello. Había pasado el tiempo y él había olvidado todo lo que en su día existió entre ellos.  Rebuscó las llaves en su bolso y él se las quitó de las manos. Abrió la puerta y esperó

-¿ No vas a dejarme pasar ? - la preguntó muy serio
- Es tarde. Yo mañana madrugo y en tu casa te esperan

Todo ocurrió rápidamente: La empujaba para entrar sujetando su cabeza con ambas manos besándola. Cerró la puerta sin dejar de besarla.  Lo hizo como entonces, apretando sus labios contra los de ella tan fuerte, que hasta le hacía daño.  Tiró el bolso y enlazó los brazos alrededor de su cuello respondiendo al beso de Aidan. Jadeaba nervioso y ansioso por poseer nuevamente aquella boca tan amada y tan deseada. No podía ocurrir.,  no debía ocurrir,  pero ocurría y sin dejar de besarse comenzaron a despojarse de la ropa con los nervios a flor de piel

Aidan repetía su nombre una y otra vez, y la miraba para convencerse de que nuevamente la tenía entre sus brazos y sería suya de nuevo.  No era un espejismo, estaba ocurriendo lo que tantas veces había imaginado en sus noches de soledad.  Nunca la había olvidado, en ningún momento, aunque estuvieran separados.  Erin trataba por todos los medios, de que aquello no fuera más allá y con la voz entrecortada, trataba de frenarle, pero era imposible puesto que ella también lo deseaba.

- No puede ser.  No está bien. Tienes a Jocelyn
-Te tengo a ti. Me importan un pimiento los convencionalismos ni lo que piensen si está bien o mal. Al diablo las normas. Eres mi mujer y yo soy tuyo, aunque un maldito papel, diga que ya no lo somos. Dime que no me amas, que no quieres esto, que deseas que me vaya.  Si ese es tu deseo me iré. Pero si no lo es, no pienses en nada más que en nosotros y al menos por esta noche volvamos a ser uno del otro.

No dijo nada, no podía decir nada. sólo se abrazó a él y sus cuerpos se juntaron. Y ocurrió.   Las caricias, las palabras, todo volvió a repetirse en perfecta sintonía;    habían retrocedido en el tiempo: era su primera noche, aquella en que ya eran marido y mujer. Erin levantó los brazos en señal de rendimiento y él enlazo sus manos con las de ella y el ritual se cumplió una vez más.

Después de la demostración de que eran el uno para el otro, que siempre se habían pertenecido, y con los últimos rescoldos de la pasión, llegaba el momento de volver a la Tierra, de enfrentarse a la realidad.  Hasta ese momento, habían frenado sus sentimientos.  Se habían alejado uno del otro, quizá temiendo el choque de esos trenes irrefrenables, de esa velocidad desenfrenada que era su pasión, la que trataban de que no aflorase.  Pero tenía que suceder un día u otro, y había sucedido allí en ese momento.

El descansaba su cabeza sobre el pecho de ella, que acariciaba con suavidad. Si aquello era el Paraíso, estaba en él.  A partir de ahora nada sería igual ni entre ellos ni en su actitud ante la situación que tenían.  Fue Erin la que primero deshizo el hechizo que vivian:

- Has de irte
-¿ Por qué ? ¿ Acaso no estamos bien ? Todo lo que ha sucedido durante todo el tiempo transcurrido, ha sido un espejismo, no podíamos separarnos.  Era más fuerte que nosotros mismos.
- Si, es cierto, pero nos separamos.  Entonces era tu esposa, y ahora soy tu amante.  Ha pasado demasiado tiempo; tú tienes una vida hecha con otra persona, y yo no entro en ella.  Esto no podemos repetirlo.  Hemos de alejarnos nuevamente, porque después de lo que ha ocurrido aquí, el siguiente encuentro sería más de lo mismo. Y te repito no soy amante de nadie, aunque seas tú.  Además está Aisling ¿ qué pensaría si nos sorprendiese alguna vez besándonos, por ejemplo? En su infantil cabeza no cabría explicación.  Ella se ha acostumbrado a Jocelyn; a nosotros nunca nos ha visto juntos, así que si, debes irte

- No, no.  No voy a perderte de nuevo.  En todos estos años me moría de deseos de ir a tu encuentro y proponerte olvidar todo. Cometimos errores serios, ambos, pero el precio que hemos pagado es excesivamente alto.  No he querido ni podré querer a nadie más que a tí. Lo arreglaremos, pero seremos una familia nuevamente.
- No lo sé, Aidan. Mi cabeza es un caos.  Por un lado quiero que te quedes, pero por otro pienso en lo que vas a encontrarte cuando regreses a tu casa.  Hasta ahora transcurría tu tiempo sereno, tranquilo, pero a partir de ahora  ¿cómo vas a mirar a los ojos a Jocelyn? Trabajáis juntos, vivís juntos...
- Para, para. Trabajamos juntos, pero no vivimos juntos, sólo... en ocasiones esporádicas.  Cada uno de nosotros tenemos nuestra vida separada.  Ella tiene libertad de movimientos al igual que yo
- Pero ella te ama. No te mira con ojos de aventura ocasional, sino con proyecto de futuro.  Además, en este momento está cuidando de nuestra hija ¿ Cómo vas a enfrentarte a ella habiéndote acostado conmigo? Son las dos de la madrugada y vinimos hacia aquí a las siete de la tarde. ¿ Qué vas a decirla ?
- Nada. No voy a decirla nada; no tengo porqué
- ¿ Crees que ella es tonta? Se imaginará con quién has estado
-Pues que se imagine lo que quiera.

Siguieron discutiendo. Erin no conseguía hacerle entrar en razón y Aidan tampoco la convencía. Se vistió y tras besarla nuevamente la dijo :

Piensa lo que quieras, si has de ser mi amante, serás mi amante, pero ten por seguro que no te perderé nuevamente.  Y salió de la habitación hecho una furia..  Erin rompió a llorar, pero no era un llanto desgarrador, sino suave, silencioso, y en su rostro asomó una sonrisa de complacencia.  Había sido una noche increíble por inesperada.  Sabía que la seguía amando, que siempre lo había hecho, al igual que ella, pero...  Escondió la cara en la almohada que Aidan había ocupado, aspirando su olor durante tanto tiempo ausente de sus sensaciones.  No podía conciliar el sueño y la hora de acudir al hospital se la echó encima, pero no era una mañana más, era un día diferente, una noche diferente que no debía repetirse, pero que no rechazaría si volviera a presentarse la ocasión.

Se sentía diferente, la mañana era diferente. Hasta canturreó en la ducha y la sonrisa no abandonaba su cara. Mientras enjabonaba su cuerpo no dejaba de pensar en lo sucedido, y la palabra "amante" jugueteaba en su cabeza.  Pero no la importaba ser la amante de su "marido".  Al llegar a ese punto, rió abiertamente.  antes lo habían sido otras ¿ por qué ella no ? Había sido su mujer, nunca había estado con otro hombre que no fuera él.  Creía tener perfecto derecho a sus encuentros sexuales.  Hasta se dijo que  llegarían a gustarle el morbo de esa situación.

Se miró al espejo mientras peinaba su cabello, y al ver reflejada la imagen, se detuvo y de repente supo que lo que estaba pensando era una locura.  No se veía entrando a hurtadillas en la habitación de un hotel o en su propio apartamento con él.  No era lo correcto, no podía ser y tomó la decisión firme de que no lo sería.  No podía ser; tenían la responsabilidad de una hija.  Y de repente esa palabra la hizo volver a la realidad al recordar que Aisling está en el mundo precisamente por un encuentro furtivo antes de la separación.  ¿ Y si volvía a ocurrir lo mismo? Cuando tienes una vida estable sabes qué días puedes tener sexo y qué días no. Pero ¿ en un encuentro casual ? Imaginó si volviera a ocurrir lo mismo ¿ y si había ocurrido ya ?  Buscó inmediatamente su calendario menstrual, y comprobó con alivio que no era la fecha indicada. Pero si así fuera¿ lo rechazaría?.   Estaba segura que no, al contrario lo amaría con todas sus fuerzas porque sería el fruto de su amor eterno, pero si se diera el caso, no volvería a cometer el mismo error, por muy conflictiva que fuera la vida de Aidan, se lo diría inmediatamente y seguro que él se alegraría también.

Vidas separadas - Capítulo 16 - Una mujer en su vida

Aidan formaba parte del equipo de fiscalía, siendo él quién estaba al mando de otros dos investigadores más.  Tenía una buena amistad con el fiscal del distrito, desde los tiempos de su percance con Worwick, y con la abogada adjunta al fiscal. Jocelyn.  Parecía que su vida iba serenándose. Se llevaba a rajatabla lo dispuesto en la sentencia de divorcio, y esperaba ansioso que su hija cumpliera los cinco años para poder disfrutar más de ella  los fines de semana.

Faltaba poco para que así fuera .  Preparaba con toda ilusión el cumpleaños. de Aisling ayudado por su compañera y amiga del despacho.  Invitaría a sus amigos  de colegio y algún que otro padre con hijos pequeños, compañeros de la fiscalía.  Se sentía feliz; estaba entusiasmado con la niña que, a medida que crecía, se parecía a su madre.  Con Erin a penas se veia; hablaban por teléfono alguna vez si es que la ocasión lo requería, pero nada más.  Habían roto todos los lazos que en otro tiempo les uniera.

Lo único que enturbiaba su entusiasmo, era el que Erin no estuviera presente en ese momento tan esperado para él.  Sabía que lo pasaba mal.  Estaba indeciso en decirla que esa tarde la pasaran los tres juntos, pero al mismo tiempo temía la reacción de la que fuera su esposa.  No obstante, decidió, un día salir a su encuentro a la salida del hospital.  Y  después de tanto tiempo se vieron frente a frente.  No pronunciaban palabra alguna, sólo se miraban.  Fue Aidan quién tomó la palabra, entre otras cosas porque tenía que justificar su presencia allí

- ¡ Hola !
-¡ Hola !
- ¿Ocurre algo? ¿ Cómo tú por aquí?
-Verás... Como está cercano el cumpleaños de la niña, estoy organizando una fiesta con algunos de sus amigos. Nos gustaría que estuvieras tú también
-¿ Seguro ? ¿ Es buena idea ?
-Estoy seguro que le darías una gran alegría volver a estar los tres juntos, aunque sea por unas horas.  Es un día especial para ella. Va siendo mayor y se da cuenta más de las cosas
- Está bien. Acepto. ¿ Necesitas que te ayude en algo?
- No, no te preocupes.  Está todo organizado. Entonces ¿ vendrás ?
- Si, claro, iré. ¿ A qué hora debo estar?
- ¡ Por Dios Erin ! A la hora que quieras. Vas a tu casa. No estás entre extraños
- Gracias.  No deseo crearte violencias
- ¿ Por qué dices eso ?

- Saoirse me ha comentado que sales con alguien. Es lógico, pero pienso que tanto a ella como a mi, sería algo violento.  Aunque... ya no represento nada en tu vida, pero ella tiene que darse cuenta de ello.  Será difícil para ambas
- ¿ Por qué ? Ella..., salimos juntos, es cierto, pero tú eres la madre de mi hija y fuiste mi mujer. No pretenderá borrar eso de mi vida.  No es una página que se arruga y se lanza a la papelera.  Son momentos de la vida que tuvimos.  Siempre serás bien recibida en mi casa.  No lo olvides
- De acuerdo.  Nos vemos entonces. -.  Se besaron en la mejilla y cada uno se dirigió a su casa respectiva, o a donde quiera que fuesen.

 Elegiría su mejor vestido, el más juvenil, el que mejor la sentaba.  De repente su actitud cambió radicalmente:  iría al cumpleaños de su hijs y estaría junto a él.  También se daba cuenta de que a partir de ese día. habrían fines de semana en que no la tendría, y que habría de repartir las vacaciones.  Ese pensamiento, hizo que se detuviera en la elección del vestido que llevaría. Nada volvería a ser lo mismo y pensó en el tiempo que había transcurrido desde su separación y lo distinta que estaba siendo su vida desde entonces.

Nerviosa, excitada y contenta a un tiempo, llegó el momento de dirigirse a la casa de Aidan para celebrar el cumpleaños de Aisling.  Vivían en un pequeño chalet en una urbanización tranquila, a las afueras de Nueva York.  Desde la calle, se escuchaban las risas de los niños, los aplausos y los gritos  de ellos cada vez que algo se producía.  Erin, se paró un momento antes de llamar a la puerta.  Una mujer, desconocida para ella, le franqueó la entrada.

- Tu debes ser Erin ¿ verdad ?  Yo soy Jocelyn, amiga de Aidan
- Encantada - respondió Erin, mientras en una fracción de segundo analizaba el rostro y la silueta de la mujer que tenía enfrente.

- Pasa, por favor. Avisaré a Aidan

Mientras se alejaba la observaba.  Se trataba de una mujer de su misma edad aproximadamente. no muy alta, pero con un cuerpo bien formado. Ojos expresivos y andar resuelto y firme. Todo ello acompañando a una cara bonita,  de rasgos suaves y delicados. Era una mujer bella.

Erin, querría haberse encogido en ese momento.  Esa chica, desconocida para ella, ejercía de ama de casa, en el cumpleaños de su hija.  Si no hubiera sido por la niña, hubiera dado media vuelta y se hubiera marchado. ¿ Cómo se había atrevido Aidan a decirla que sería siempre bien recibida en su casa ? Era también la de esa preciosa chica.  Y en ese instante supo que les unía algo más que amistad o compañerismo.  Ocupaba el lugar en su vida que antes había sido de ella.  Permanecía a la entrada de la casa, con el regalo en la mano, para su hija, sin atreverse a dar ni un solo paso.  Allí estaba sobrando;  aquella no era su casa: era la de Jocelyn.

La idea de que la niña conviviera con ella, era una punzada en su maltrecho corazón. Hacía tiempo que daba por perdida la batalla, pero nunca supuso que él la hubiera reemplazado tan rápido.  Sabía que ya no podía contar con él.  Había formado una familia, otra familia con ella y sobraba en esa casa.  Se asomó sigilosamente y vio a su hija que reía rodeada de todos sus amigos.  Dio media vuelta, dejo el regalo sobre una mesa y se disponía a abrir la puerta para marcharse, cuando la voz de Aidan la detuvo

- ¿ Dónde vas?
- Estáis muy ocupados y yo aquí no pinto nada.  He visto a la niña feliz con su fiesta, y debo marcharme
-¿ Por qué ?
- Acabo de decírtelo. Estoy incómoda. No es mi lugar, es el de otra persona.  Lamento haber venido, nunca debí aceptar tu ofrecimiento.  No sé cómo no me dí cuenta antes.
- Pero no puedes irte.  Eres su madre y parte de la familia
- No Aidan, no te engañes. Ahora tu familia está con Jocelyn. Soy una anécdota en una parte de ella, nada más.  Me alegro que, al menos, uno de nosotros, haya encontrado la felicidad.  Graciias por la invitación, pero tengo que irme
- Estás haciendo una montaña de un grano de arena. Es cierto, ahora Jocelyn forma parte de mi vida, pero tú siempre estarás en ella: me has dado una hija, y eso, por mucho que te empeñes, no se puede borrar. Entra y si quieres irte, hazlo cuando Aisling apague sus velas.  Se lo debemos como sus padres. No querrás que piense,  cuando sea mayor, que no quisiste asistir a su cumpleaños.

Erin bajo la cabeza y asintió con ella.  Quería ocultar que las lágrimas acudían a sus ojos. Que no viera la tristeza infinita que sentía. Lo que lamentaba era no haber sido más inteligente para  no llegar a esta situación.  Pero ahora ya no había solución, lo había perdido todo, y probablemente, con el tiempo, también perdería la mitad del cariño de su hija. Y se quedó hasta que la niña apagó las velas.

- He de irme
-Es pronto
- Si, lo sé. Mañana entro temprano en el hospital  y no quiero acostarme  muy tarde. Ha sido una tarde fantástica.  Gracias
- Espera, te llevo a casa
- No es necesario. Gracias
- No. Yo te llevaré

Entró, habló con Jocelyn y volvió a reunirse con Erin.  La tomó de la mano y la condujo hasta el coche

. -El mio está ahí - dijo señalando con la mano
- Oh bien
- No, no está bien ¿ Por qué vas a acompañarme? Soy mayorcita y ando sola por la vida.  Además cómo vas a volver después
- No te preocupes.  Llamaré a un taxi. Yo te llevo
- De verdad  que no hace falta
- Lo sé, pero quiero hacerlo.  Entra

Se metieron en el coche y Aidan puso rumbo al domicilio de Erin. No hablaban.  Ella miraba por la ventanilla, y él llevaba la mirada fija en la carretera, pero su rostro estaba crispado, tenso.  Erin sabía que algo no estaba bien; repasaba mentalmente si había hecho o dicho algo que le hubiera molestado, y no encontraba nada que lo motivase

- Posiblemente haya discutido con Jocelyn. Seguro que no le ha hecho ninguna gracia acompañarme.  ¿Debo hacer referencia a eso ? - Se preguntaba, hasta que no pudo más y se dirigió a Aidan
-No debí ir. ¿ Has discutido con ella por mi causa?

Aidan no respondió.  Al cabo de un rato y cuando ya estaban llegando dijo

- No, no he discutido y tu sitio estaba allí, con tu hija, con nosotros. Eso es todo. Y no vamos a hablar más del asunto-.

 Y aparcando el coche, ayudó a salir a la que fuera su mujer y la acompañó hasta el ascensor que la conduciría a su apartamento.

Vidas separadas - Capítulo 15 - Cada uno por su lado

Se sentía desplazada, como si hubiera dejado de pertenecer a su vida, y lentamente, avanzó hacia donde Aidan estaba teniendo  a la niña en brazos.  Se paró en el dintel de la puerta, y contemplaba la escena con emoción  el padre apretaba contra sí,  el pequeño cuerpo de la niña que lloraba llamando a su madre. El quería retenerla como diciendo "soy papa ".  Se giró miró a su mujer y se acercó hasta donde ella estaba devolviéndole   la niña

- Ni siquiera me conoce. ¿ Cómo has podido hacer algo semejante? Quiero tenerla, quiero que se acostumbre a mi, que me conozca y que sepa quién soy.  En cuanto pueda manejarme mejor, acudiré a un abogado y trataré de solucionar la situación que tú has creado
-¿Qué quieres decir ?
- No digo nada.  Ya no,  Erin. Ahora tomaré cartas en el asunto.  Creo que mi deuda contigo ha quedado saldada con creces por tu innoble acción.  Ahora serás tú la que me deba algo.  Pero sobran las explicaciones;  tendrás que darlas en un juzgado.  Mañana iré a recogerla a tu casa.  Quiero pasar la tarde con ella.

Erin permanecía callada tratando de procesar todo lo que estaba escuchando. ¿ Significaba el divorcio? ¿ La custodia de la niña? ¿ Qué amenaza le había lanzado?  Al cabo de un rato salía de la casa con la niña en brazos nuevamente.  La angustia la invadía y unos ojos detrás de un cristal, observaban como se alejaban.

 Sentía furia, angustia, disgusto y sobretodo desilusión.  No habría forma de recomponer su matrimonio.  Habían ocurrido muchas cosas y muy graves.  Sería mejor que cada uno siguiera su camino, y esperar a que el tiempo cierre las heridas, si es que alguna vez podrían cerrarse. Aidan observaba cómo se metían en el coche y se alejaban .  Había imaginado esa escena de muy distinta manera a como había ocurrido en realidad.  Apretó los puños y las mandíbulas sin poder contener su  malhumor.

Transcurridos unos días, se puso en contacto con un abogado y le expuso lo que tenía en mente: quería la custodia compartida, pero era remiso al divorcio.  Es como si aún esperarse algún milagro.  Y el abogado le convenció de que era pertinente la separación y anulación del matrimonio y un acuerdo entre ambos para disfrutar de la niña.  Estaba inquieto, no podía dormir.  Sabía que el paso a dar era decisivo y que la causaría un gran dolor Pero, ¿ acaso él no estaba sufriendo? Acababa de enterarse que era padre, cuando hubiera sido tan fácil haberlo confesado  cuando se produjo, y todo hubiera cambiado entre ellos.

Diversos sentimientos se entremezclaban.  Comenzaba a verla de otra manera: vengativa, calculadora...  Ella no era así; sin duda había sufrido mucho para tener un cambio tan radical y de eso él había sido el culpable, en parte.  Lo mejor era lo que su abogado le aconsejaba.  Abandonaría su trabajo, se mudaría de casa y se consagraría por entero a su hija.

Visitó su comisaría y estuvo hablando con el capitán.  Su decisión era firme:  no volvería a ser policía.  Por mucho que trataron de disuadirle, no lo consiguieron. Su decisión era firme.  El cambio en su vida sería radical, en todos los sentidos.  Viviría en una zona cercana  a Nueva York, pero sería un lugar tranquilo en donde nadie supiera nada de él.  Comenzaría una nueva vida y trataría de olvidar por todos los medios su etapa de casado.

El fiscal le ofreció un puesto de trabajo en su equipo:

- Podrás disfrutar de tu hija y no correrás los riesgos de patrullar por las calles. Harás las investigaciones pertinentes para los casos que se nos presenten. Será un trabajo menos estresante que el que tenías, y sin riesgos.

Lo pensó durante unos días, y al fin se decidió: aceptaría la oferta del fiscal. Le ofreció un buen sueldo y sería un trabajo de despacho en su mayoría, pero también contaba con un equipo a su mando, y con ello "mataría " el gusanillo,  si es que tuviese nostalgia de su anterior empleo.

Pasaron los días.  Las visitas  de recogida de la niña se sucedieron,  pero ellos a penas  se hablaban.  Y un día Erin, recibió la citación del abogado para la tramitación de divorcio.  Se presentó en el lugar en que fue citada, sin abogado, no lo necesitaba. Estaba segura de que él no la perjudicaría, algo que molestó a Aidan al verla tan indefensa.

- ¿ Cómo se te ocurre ? Necesitas a alguien que te aconseje lo más beneficioso para ti
- ¿ Serías capaz de perjudicarme ?
- Naturalmente que no, pero deberías poner tus condiciones
-Estoy segura que lo habrás hecho de forma que ninguna de los dos salgamos heridos de esta engorrosa situación.  No tengo abogado, no conozco a ninguno y no me lo puedo permitir. Confío en ti.  Sé que lo habrás dispuesto de la mejor manera posible.

Y el abogado de Aidan, ante su solicitud, también la aconsejo, aunque naturalmente, mirando más por los intereses de él.  Y el documento fue firmado.  Desde ese momento eran nuevamente libres. Había conseguido la custodia compartida.  Vería a la niña todas las semanas hasta que cumpliera cinco años, y después de esa edad, además del día de visita, tendría derecho a disfrutar de un fin de semana con él, en semanas alternas.

Estaba desolada.  Todo hubiera debido ser diferente, pero ahora ya no había remedio. El se mostraba frio e impersonal, frente a una mujer desolada y triste como era la que hasta hacía poco había sido su esposa.  Sin embargo, a pesar de mostrar esa cara, interiormente estaba destrozado sabía el daño que la había producido, y lo lamentaba profundamente, pero por otra parte estaba su hija, y tenía derecho a que conociera a su padre y él a disfrutar de ella.

- Nos acostumbraremos - pensó - En realidad llevamos separados mucho tiempo, y aquí estamos. Sólo hace falta que pasen los días para volver a la normalidad.

Y pasaron los días y también los meses. Erin seguía su rutina en el hospital.  Alguna vez Allan Rowling la invitaba a cenar o al teatro.  Realizaron alguna excursión cercana aprovechando que la niña estaba con el padre.  El cirujano trataba de acercarse , pero ella interponía una barrera invisible entre los dos.  Le había hablado sinceramente: " nunca podré amar a otro hombre que no sea Aidan", le dijo, y él acepto su criterio.  Se conformaba con ser su amigo; al menos sería su hombro en el que llorar, si alguna vez lo necesitara.

Vidas separadas - Capítulo 14- Regreso a casa

Diez largos días fue lo que Aidan permaneció internado en la clínica de Belice.  La fiscalía puso a su disposición un avión  que les trasladó a Nueva York.  fue conducido nuevamente a un hospital en el que le harían pruebas para darle el alta y trasladarle a su domicilio

Le encontraron bien, dentro de lo que cabía esperar.  Las costillas le molestarían aún durante un tiempo, pero el resto de las lesiones estaban curando dentro de lo normal.  Poco a poco debía pasear e ir incorporándose a su vida cotidiana.  Sin prisas, pero sin pausas

Pepe, había ido a acompañarles y debía trasladarle a algún sitio, para lo que les preguntó dónde debía dejarles : si en el apartamento de Aidan o en el de Erin

-¿ Dónde quieres ir  ? -le pregunto ella
-Después de lo que que me demostraste en el hospital...  creí que volveríamos a estar juntos. Pero ya veo que no es así. Déjame en mi apartamento, por favor -.   La miraba  no entendiendo su actitud después de las muestras de cariño que había tenido en Belice
- Tenemos que hablar, Aidan y cuanto antes mejor.
-Bien, pues cuando lleguemos así lo haremos
- Necesito respuestas y por mi parte decirte algo importante, que he demorado durante mucho tiempo.

 Erin echaba de menos a su hija, pero Aidan seguía sin saber que era padre desde hacía algo más de un año, y que nadie le había hablado de ello. Pepe les dejó en el apartamento, y sentados frente a frente, Erin, mirándole fijamente le dijo:

-Dame tu versión.  Necesito saber en realidad lo que ocurrió. . ¿ Por qué te acostaste con ella . ¿ Es que ya no me amabas? Entiendo que era una mujer deslumbrante y yo soy... Pero hasta ese momento no parecía importante que yo te deslumbrara   Necesito saber por qué.
/ Yo te quiero, Erin.  Siempre te he amado y te sigo amando. Eres una mujer preciosa, con una esbelta figura que me enamoró. No fue la belleza de ella la que me hizo perder la cabeza.  Como dice el informe  nos drogaron a ambos. Es cierto que era una mujer tentadora, pero de no ser por la circunstancia que te he dicho, nunca, óyelo bien, nunca me hubiera acostado con ella por hermosa que fuera. Te echaba de menos, te quería a mi lado y no estabas, pero te hubiera sido fiel a no ser por lo que te he explicado. Se mostró seductora...  Yo hacía tiempo que no estaba contigo, y de repente sentí la necesidad de estar con una mujer; sin duda la droga o le que fuera que pusieron en la copa, empezaba a surtir efecto. y una cosa llevó a la otra.  Lo siento, lo siento muchísimo.  No pude resistirme. .  El resto ya lo sabes.  Estamos de confesiones, y quiero dejar limpia mi conciencia ante tí.   Sé a lo que me arriesgo, pero también espero que lo entiendas y de una vez me otorgues tu perdón y podamos volver a vivir nuestras vidas lejos de todo esto.  Podría ocultar lo que voy a contarte, pero no deseo que haya ningún secreto entre nosotros.

-¿ Qué quieres decir ?  ¿ Hay algo que no conozco ?
- Cuando llegamos a Belice, indagábamos por todos lados y por todos los medios, pero no obteníamos respuestas, hasta que alguien nos indicó un lugar en el que podríamos averiguar donde vivía.  Era una especie de bar de alterne.   Allí conocí a una chica que creí pudiera darme la información que necesitaba.  Pero no era una misión fácil, y para lograrlo tuve que .....
/¿ De nuevo ?  |¿Otra vez ? -  Aidan, ante la respuesta airada de su mujer, bajó la cabeza y guardó silencio otorgando veracidad a lo dicho

Se levantó furiosa del sillón dispuesta a salir de allí enseguida y con una firme resolución: no volverían  a vivir juntos.  No estaba dispuesta a que cada vez que tuviera que cumplir una misión hubieran extras de acostarse con él.  Ignoraba si esas eran las normas, pero no pasaría por ello.

- Está bien Aidan. Has sido sincero y yo debo serlo contigo.  Lamento la situación en la que te hallas, pero seguiremos así.  No podría dormir contigo, sabiendo que tus caricias han estada sobre otro cuerpo de mujer. No lo soportaría. Quizá tú lo encuentres que eso era un gaje de tu misión, pero yo sólo veo que mi marido va acostándose con otras ¿ Te imaginas que fuera a la inversa?  ¿Serías capaz de besarme sabiendo que había besado a otro hombre ? Y no digamos nada de cosas más íntimas.  Por eso, y sintiéndolo mucho, tendrás que buscarte otra enfermera que pueda atenderte, porque yo no estoy dispuesta a hacerlo.  Pero también tengo mi secreto y es que debido a nuestra última noche juntos ¿ recuerdas?
-Si, claro que lo recuerdo
- Exacto.  Hicimos el amor y de ello resultó que me quedé embarazada y tuvimos una niña
-¿ Cómo dices ? ¿ Que tuvimos una niña ?
- Si. Ha estado con Saoirse durante el tiempo que estuve atendiéndote. Te lo quise decir en repetidas ocasiones, pero en vista de nuestra situación lo fui demorando

El se levantó furioso acercándose a ella y zarandeándola por los brazos

- ¿ Cómo has podido ocultarme algo así ? ¿ Cómo has podido hacerlo ? ¿ Cómo has podido ser tan vengativa? Fue algo que yo no busqué.  Pero veo que ni informes, ni pruebas ni mi confesión te han convencido.  Efectivamente, tu acabas de decirlo. Nunca podremos estar juntos de nuevo.  Pero voy a luchar por ella .  Quiero verla ahora mismo
-Es tarde.  Te prometo que mañana la traeré para que la veas
- He dicho que ahora mismo.  No te conozco Erin ¿ Qué nos ha pasado? ¿ Cómo has podido hacerme algo así ? No te lo perdonaré nunca . Óyelo bien, nunca  Vamos. Tomaremos un taxi e iremos a buscarla.  Quiero verla y tenerla.  Es lo menos a lo que tengo derecho.

 Lo dijo tan resuelto, que Erin no pudo negarse.  Pero estaba mal.  Con el rostro desencajado y las mandíbulas prietas. A ratos se tambaleaba, y en ese momento sintió el peso de su culpa sobre ella y una angustia y tristeza la invadió ¿ Por qué se había comportado de esa forma si le amaba profundamente?  ¿Era venganza?  Le había dado toda clase de explicaciones y hasta le había confesado la otra infidelidad, que otro en su lugar hubiera callado.  No sabía qué decir;  nunca le había visto tan furioso como ahora. Y rompió en sollozos pidiéndole perdón.

- No estás en condiciones de salir ahora.  Todo esto no te conviene. Yo te la traeré, lo prometo
- No la quiero ahora.  En realidad pienso que tu amor no era tan grande, y que sólo necesitaste un espacio de tiempo sin mi, para darte cuenta de que tu sitio estaba en el hospital con   Rowling. Os vi en la cafetería un día que fui a buscarte ¿ cómo no me di cuenta antes ? Pero mi amor por ti era tan grande que siempre pensé en una reconciliación, y luego en Belice ... Ve a por la niña. Si no la traes las consecuencias serán grandes. He pasado por muchas cosas en poco tiempo y me creo capaz de todo, hasta de quitártela, aún a sabiendas de que sufrirías.  Algo que tú no tuviste en cuenta.  Así que te conviene traerla.
-Ahora volveré con ella. Créeme por favor.  No sé lo que me ha pasado para obrar así.  Estaba dolida, despechada.  Pensando que esa mujer te había hechizado, que  ya no te gustaba.  Que tu vida a mi lado te parecería anodina.  No lo sé; te juro que no lo sé

Aidan no se movió.  En otras ocasiones la hubiera abrazado y el problema hubiera terminado en ese instante, pero permanecía frío y con la furia reflejada en el rostro.  Erin cogió su bolso y con unas palabras, se secó el llanto y dijo:

- Ahora vuelvo - Y salió cerrando la puerta tras de sí.


Al cabo de dos horas, llamaba de nuevo a la puerta llevando en brazos a Keira, una niña preciosa que balbuceaba algunas palabras y daba los  primeros pasos.  Aidan abrió la puerta y al verlas no sabía lo que hacer. La emoción le ahogaba.  No dijo nada a su mujer.  Tomó a la niña en brazos y se dirigió a la sala, dejando a Erin clavada en el suelo, en la puerta de entrada.