jueves, 29 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 9 y último -Consejos de amigo ( Relato corto )

Un día, al salir del trabajo,  Patrick la condujo dando un paseo hasta el lugar preferido por Evelyn en el parque.Había vuelto a trabajar, pero no había mejorado en su estado anímico. Conocía lo suficiente a su amiga, para saber que tenía una lucha interior muy grande.Le constaba que amaba a su marido y le echaba de menos, pero también que su orgullo herido le impedía sentarse a hablar con él y tratar de solucionar el problema.  Se iban a ir de vacaciones, en la situación más absurda y rocambolesca que nadie conociera, pero no daba su brazo a torcer. Por eso tomó la decisión de intervenir, aunque Evelyn se lo había pedido miles de veces: " no intervengas.  No es cosa tuya".  y llegaron al lugar tranquilo y hermoso del parque, al rincón que siempre frecuentaba cada vez que se enfrentaba a un dilema   Allí guardaron un momento de silencio mientras contemplaban la dulce danza de las hojas de los árboles al ser mecidas por la brisa. Y Patrick, formuló una pegunta que la dejó por unos instantes sin saber qué decir.

-¿Te has planteado que Robert pudiera ser inocente?-.  Se lo soltó a bocajarro - -¿Nunca te has preguntado si tenías razón para tomar esas medidas tan drásticas.?¿Te compensa lo que estás, lo que estáis sufriendo ? Existe el perdón y el arrepentimiento


Ella le miró fijamente y le respondió:

- ¿ A qué viene eso ahora ?
- Pues sencillamente, estáis los dos locos el uno por el otro, pero ninguno dais el brazo a torcer.
-No puedo olvidar lo que ví
-¿Y que viste? Una mujer abrochándose la blusa?
-Ja, ¡qué fácil lo ves todo!. la gente no va por ahí desabrochándose los botones de la blusa y echándose encima de su abogado. Y él ¿qué crees que hizo?
-Pues me imagino que le pillaría tan bloqueado como me hubiera quedado yo.
-Vamos a dejar esta conversación, por favor. El se encontraba muy seguro de mi amor, y quería probar otra cosa. Así que no insistas yo vi, lo que vi
-¿Y si él te demostrara que no tuvo culpa?
-Si algún día me demuestra que es inocente, le pediré perdón. Y ahora vamos a lo que me querías decir.
-Pues lo que te quería decir es lo del cuadro. Necesito que poses y lo necesito ya.Tengo toda la obra realizada en espera de tu retrato.
-Bien pues empecemos.¿Cuando?
-Mañana. Mañana mismo. Van a ser un par de sesiones porque dibujaré tus facciones y luego las pasaré a color. A qué hora entras a trabajar?
-A las once de la mañana.
-Pues tendrás que madrugar. A las ocho te espero en mi estudio ¿ te parece?
-Bien, me parece bien. Mañana entonces nos vemos. Ahora me disculpas pero tengo cosas que hacer antes de irme de vacaciones.                                      

Evelyn posó para su retrato y al cabo de un mes el cuadro quedó terminado. No quiso que lo viera hasta que no lo colgara en la galería,.  Sería a su regreso de las vacaciones.,, cuando se celebraría la exposición.. Fué la portada de una revista de arte y en alguna página de los periódicos más serios.
A la entrada de la galería,  una fotografía del cuadro de Evelyn indicaba la fecha de la exposición y el título "Mujeres del mundo"

En la pared central destacaba el Cuadro "Mujer latina", en que la belleza de Evelyn destacaba entre todas.Como le había anticipado Patrick le había retratado con el pelo suelto sujeto con una flor roja y una mantilla dejaba entrever su torso .
Patrick se encargó de distribuir las invitaciones, pero hubo una en que quiso llevarla personalmente.
Descolgó el teléfono y a la amable voz femenina que le respondió solicitó hablar con el señor. Robert Morgan.

-Sí dígame, ¿con quién tengo el gusto de hablar?
-Personalmente no me conoce, pero soy el mejor amigo de su ex esposa. Necesito hablar con usted
-¿Está enferma, le ha ocurrido algo?
-No, no, es algo que les concierne a los dos, pero no es para hablar por teléfono. Es largo y deberá ser personalmente.
-Bien, pues yo mañana puedo hacer un hueco, espere.  presiento que es algo urgente por el tono de su voz. Será esta tarde; puedo cancelar una cita y le atenderé. Me deja muy preocupado porque aunque no lo crea mi mujer me importa mucho.
-Ya lo se. Bien pues esta tarde ¿Dónde nos vemos?Mejor, pasaré a buscarle y luego decidiremos dónde charlamos. Ha de ser un sitio tranquilo y sin interrupciones.
-De acuerdo aquí le espero, venga a la hora que quiera. Ahora mismo cancelo todo lo que tengo para hoy.
-Bien, pues buenos dias
-Buenos días - Hasta luego

A las dos de la tarde Patrick se presentó en el bufete de Robert.Una secretaria le condujo hasta su despacho. Sobre la mesa había un tríptico con la fotografía de Evelyn en el centro y la de sus hijos a los extremos. Se estrecharon las manos, y Robert volvió a preguntarle.

-Evelyn ¿está bien? Me tiene muy preocupado. La veo más delgada y sus ojos que siempre fueron alegres y brillantes, están apagados, tristes.  Pensé que con nuestras atípicas vacaciones mejoraría, pero por hacer un bien, creo que volví a meter la pata. A penas si nos dirigíamos la palabra. Me rehuía y sólo podía verla de lejos.  Francamente fue una situación que deseaba terminase cuanto antes.

-¿Desde cuando no la ve?
-No hace mucho, pero nuestras palabras fueron breves y fugaces. Ella no tiene el más mínimo interés en verme, y mucho menos en sostener una conversación por insignificante que sea.

Patrick sonrió al escuchar estas palabras

-¿Sabe que le digo? Que este sería un buen lugar para charlar. Hay paz y ahora no hay ningun empleado que pueda interrumpirnos. Lo que voy a decirle será breve. Y voy a  hablar con la mayor claridad. Le ruego que me conteste con la más absoluta verdad. Ella no va a enterarse de nuestro encuentro, pero necesito contrastar algunas cosas.
-Parece que tiene mucha confianza con Evelyn¿son pareja? - Patrick se rió con una carcajada
-¿Que si somos pareja? No señor. Morgan y no será porque no lo he intentado. En su vida no hay lugar para otro hombre que no sea usted. Ni siquiera admite una caricia de nadie. Por eso es que le ruego me diga la verdad sobre lo que motivó su divorcio. Usted ¿la ama?
-. Patrick, nunca, jamás, he dejado de amar a mi mujer. Nunca. Como nunca me dejó explicarle lo que realmente ocurrió y fué el origen de este desastre de vidas que tenemos.Daría cualquier cosa por poder volver atrás, porque aquella situación se borrara definitivamente de mi vida. No he tenido, ni tengo a mi lado a ninguna otra que a Evelyn. Mis noches son imsomnes. Recorro con la mano el lugar en donde ella dormia esperando un milagro, que nunca se produce porque ella no está.


-Quiero que esta conversación quede entre nosotros dos. No quiero forzarla a nada. Confío en que algún día salga a luz la verdad y entonces podremos sentarnos los dos y hablaremos y ojalá podamos reiniciar nuestra vida en común
-Robert, ¿puedo llamarle Robert? le creo y algo así tuve oportunidad de hablar con Evelyn el otro día. No creo que les compense sufrir a ambos de la manera que lo están haciendo por una tozudez. Es que es un poco terca. Bueno ¿qué le voy a decir si es su marido? después de tantos años de casado la conoce mejor que yo. Le diré que la quiero como a una hermana, aunque mi interés por ella data de tiempo atrás, pero no ha permitido que nuestra relación  fuera más que amistosa. Le ha sido excesivamente fiel, créame sé lo que hablo. A propósito traia esta invitación para la inauguración de mi exposición. No deje de ir, merece la pena, créame. Se alegrará de haberlo hecho.

Toda la alta sociedad estaba allí reunida. El pintor gozaba de buena fama por no ser la única exposición que realizara, pero esta era especial, muy especial. Todo estaba en orden : los catálogos en su sitio, las flores bellísimas, el ágape en su lugar y Patrick esperando recibir a los críticos y visitantes.
Evelyn se había puesto un elegante vestido "palabra de honor" de color negro. No quería fallar escogiendo otro color que no fuera acorde con lo que se estaba celebrando. Maggie no hacía más que decirla

-Estas guapísima. Estás deslumbrante, y mira ¡ los ojos te brillan!
-Anda Maggie, no me pongas nerviosa. El cuadro me pesa
-El cuadro ¿qué te pasa con el cuadro? Es una belleza de pintura. Será el que primero se venda, verás

Patrick estaba tranquilo, sereno y sonriente. Se acercó a Evelyn y le dijo bajito

-Estas deslumbrante. La realidad supera a la ficción. Verás como algún crítico lo saca a relucir.

Ella sonrió y vió cómo Patrick depositaba en el cuadro una pequeña tarjeta de ADQUIRIDO

-¿ Adquirido ? quién lo ha comprado ?
- No sé, me lo acaban de comunicar por el móvil

Patrick sabía que Robert había comprado el cuadro
Evelyn estaba de espaldas a la puerta y no vió que  se acercaba hacia ella

-¡Evelyn! sabía que eras hermosa, pero Patrick ha sacado de tí todo lo más bello que posees.Estás bellísima - La cogió una mano y sin dejar de mirarla a los ojos, la dijo
-Este no es el momento oportuno, se que estarás muy cansada cuando todo esto acabe, pero tenemos que hablar hoy sin falta y no admito excusas. Hasta ahora has sido tu la que has marcado las pautas, ahora seré yo quién lleve la batuta. Lo siento mi amor, pero esto tiene que acabar.

Evelyn le miró extrañada no sabiendo muy bien a qué se refería. Pasó la noche muy nerviosa al saberse observada constantemente por Robert. Sentía calor y decidió salir a la terraza a tomar el fresco Estaba viendo el jardín y no se dio cuenta que una alta figura se aproximaba. Ella sintió un ligero escalofrio, pues la diferencia de temperatura en el exterior era grande. El se quitó la chaqueta y la depositó sobre los hombros de ella, entonces se volvió. Sintió la calidez de la prenda y el perfume que habitualmente usaba su marido.Robert la miró fijamente y cogiendo la solapa de la chaqueta la acercó hacia él que depositó un beso y un abrazo en su mujer.

-¿Cómo he podido vivir sin ti, cómo he podido respirar? No hay otra, nunca la ha habido.Solamente tú, mi amor, has ocupado mi vida; no había sitio para otra. Déjame que te explique todo y comprenderás que yo no provoqué aquella situación. Era una mujer deseperada porque su marido la había dejado por otra y quería saber si todavía era atractiva. Quería seducirme para averiguarlo, y justo en ese momento llegaste tú. Fué la misma que viste en Cipriani. Me estaba pidiendo disculpas avergonzada...Bien es cierto que debí cortarlo en se mismo instante, pero me pilló  desprevenido, tan inesperado que no pude reaccionar. Creo que de no haber llegado tú, no hubiera ido a más la insólita situación, pero eso no lo sabremos nunca y tendrás que darme el beneficio de la duda. No tenía ningún interés en ella, créeme, por favor. Fue algo... insólito.
- No digas nada más. Conozco la sensación de esa mujer porque yo misma estuve a punto de entregarme a un hombre que no quería y deseaba averiguar si todavía podía enamorar a los hombres. Pero no pude, no pude y no pasó nada. Nunca pasó nada.
-Espero haber disipado tus dudas Deseo con toda mi alma volver a formar mi familia. Haremos un viaje solos tu y yo.  De nuevo otras vacaciones, pero éstas serán de verdad, sin malos rollos entre nosotros.  Como cuando éramos jóvenes. viviremos nuestra segunda luna de miel. Se acabaron las incomprensiones y los malentendidos. Buscaremos un lugar solitario en el que sólo haya amor y felicidad, y con un poco de suerte igual tenemos otro hijo.

Ambos rieron felices abrazados. La exposición había concluido y ya no quedaba más que Patrick que al ver la escena de los enamorados, discretamente esperó sentado en el interior. Descolgó el cuadro y lo depositó en el suelo. Robert y Evelyn entraron sonrientes, felices de estar de nuevo juntos y fueron directamente a comunicarle a Patrick que volverían a ser marido y mujer

-Bien pero os tendréis que volver a casar. . ¡ Ah! y sere yo quién te entregue a Evelyn, seré vuestro padrino.

Los tres rieron y lentamente charlando apagaron las luces y salieron de la galería.Robert le dijo a Evelyn ya a solas en su coche

-Ven a casa. Necesito, cuando mañana amanezca , ver tu rostro lo primero, por favor.
-Si mi vida estaremos juntos de nuevo. Pero que nunca más haya silencios entre nosotros, que nunca más nuestros desayunos sean en silencio. Quiero que me cuentes absolutamente todo y yo también lo haré. Nunca más silencios entre nosotros.

Entraron en casa. Robert rodeaba los hombros de su mujer y ella apoyaba su cabeza en el hombro de él. Por fin las risas volvían a oirse en aquella mansión.


                                                         F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición  Junio de 2011
Ilustraciones: Archivo de 1996rosafermu

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

miércoles, 28 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 8 - Diagnóstico ( Relato corto )

 El médico habló con Robert y le contó sus impresiones y pensaba que no había motivo para alarmarse, pero que para confirmarlo, debía hacerle unas pruebas diagnósticas, y para evitarla molestias, había decidido ingresarla y hacer todas al mismo tiempo.


- No hay ningún motivo, pienso, para la alarma. Pero si he de decirte que me preocupa mucho la depresión que tiene.  La menopausia está llamando a la puerta y esa depresión y el estrés nervioso que padece, podría complicar más las cosas.  La noto muy alterada anímicamente, algo que deduje al separaros , que ese sería el origen.  Pero ha pasado el tiempo, y no mejora en absoluto.  Es más hay veces que se echa a llorar sin saber por qué. Eso es lo que me preocupa. Así que pensé también en consultar con el psiquiatra para que me diera el diagnóstico.  Pero tampoco descartamos que sea alguna anomalía en el cerebro...
- ¿ Te refieres a algo tumoral?
- No lo creo posible, pero tampoco lo descarto.
- ¿ Debo avisar a mis hijos?
Creo que debes esperar hasta   hacerle las pruebas. Si vemos algún indicio  sospechoso, te lo comunicaríamos de inmediato.
- ¿ Puedo pasar la noche aquí con ella?
- No veo porqué no. En definitiva eres su marido, por mucho que diga un papel que ya no estáis casados.
- ¿ Puedo verla ahora?
- Me temo que no.  La bajaron para hacerle un tac, electros, en fin... todo lo que estimen oportuno.
- Está bien. Esperaré en la habitación.

Tardaron horas en volverla a subir. Estaba adormilada. Le habían dado un sedante para que estuviera tranquila y pudiera descansar.  Había sido una mañana larga y pesada.

Robert se sentó junto a ella, y esperó pacientemente a que despertara.En un momento dado, Evelyn giró la cabeza al lado contrario del que estaba sentado Robert.  Por un instante abrió los ojos y paseó la mirada por el entorno, y a Robert le dió la impresión de que estaba despierta, pero no quería verle. No la habló, no hizo ningún movimiento para no perturbarla;  pasados unos instantes, se volvió a quedar dormida.

La entrada súbita de una enfermera, despabiló a Robert que dormitaba en el sillón junto a la cama.  Lo que suponía acababa de confirmarlo la enfermera

- ¿ Has llamado Evelyn ? - le dijo la enfermera mientras tocaba su frente
- Si, por favor, tengo mucha sed
- Enseguida te doy a beber, pero tienes aquí a tu marido, podías habérselo pedido a él
- No.  Estaba dormido y no he querido molestarle
-¡ Qué cosa más absurda !¿ Para que crees que me he quedado contigo?- Evelyn le miró sin decir nada y procedió a beber del vaso que le ofrecía la enfermera.

Hacia mediodía, el médico entró en la habitación para darla el alta y citarla en la consulta diez días después, con el fin de tener todos los resultados de las pruebas efectuadas.  Evelyn se levantó dispuesta a vestirse para irse a su casa. Con voz firme, se dirigió a su marido:

- Te agradecería que salieras de la habitación: voy a vestirme
-¿ Qué ?
- Lo que has oído. Actualmente no tenemos ningún lazo que nos una, y francamente no me apetece quitarme la ropa delante tuya
- ¿ Hasta cuando va a durar ésto? Quieras o no, soy tu marido. Pero no te preocupes,. Esperaré fuera
- No te molestes.  Puedes marcharte.  Tomaré un taxi
- Te llevaré  a casa. Me da lo mismo si te gusta como si no - Y dicho ésto salió de la habitación, no sin sentir infinita tristeza.  Mientras ella se vestía, habló con el médico para pedirle le notificara la hora y el día de la consulta a la que debían acudir para conocer los resultados.
- Mucho me temo, que en vista de nuestra situación, no me diga nada, y yo necesito saber lo que ocurre- le dijo al doctor
- No te preocupes.  Conozco vuestra situación; te tendré informado de todo. Y ahora, tened paciencia y cuidaros

El médico se despidió de Robert y al instante, Evelyn abandonaba la habitación portando el bolsón que había traído. Robert se lo cogió para que ella no lo llevara.  Sólo recibió una fría mirada de Evelyn y un escueto "gracias".  Pero Robert no se daba por vencido.  No quería darse por vencido.  Estaba muy preocupado por ella y además se sentía responsable de todo lo que la ocurriera.  La llevó hasta su casa, pero Evelyn le pidió que no subiera; la dejó en el ascensor mientras veía que se alejaba cada vez más de él.

Y llegó el día en que sabrían los resultados y el diagnóstico a seguir.  No había tumores, pero sí estrés acentuado y depresión posiblemente incrementado por la cercanía de la menopausia. No la recetó medicamentos, sólo tranquilidad y unas vacaciones. Y Robert decidió tomar las riendas aunque ello le costara una discusión con su mujer.  No la dejó en el ascensor como hiciera la vez anterior, sino que se introdujo con ella en él,   decidido a entrar en el apartamento, que hasta ahora  tenía vetado. Una vez dentro, habló con Evelyn muy seriamente:

- Escúchame bien lo que voy a decirte, porque no lo voy a repetir. Nos vamos de vacaciones.  Si has oído bien " nos vamos de vacaciones, tú y yo". Entiendo que no quieras estar conmigo, no te lo impondré, pero si estaré en el mismo hotel que tú, en habitación separada, pero no te perderé de vista ni un momento. Yo me encargo de los billetes y de la reserva del hotel. Ahora sólo dime qué día quieres marchar
- Has debido perder el juicio. Ni lo pienses. No soy una enferma que necesite cuidados intensivos. Y no me voy a suicidar, si es en eso en lo que piensas.  Así que,  ni lo sueñes
- Esta vez no. No te saldrás con la tuya. No voy a meterme en tu vida, podrás hacer lo que quieras, pero estaré cerca.  Todo ésto ha sido culpa mía, y al menos permíteme que cuide de tí.   Por favor.

Ante la insistencia de él y la angustia reflejada en sus ojos, sólo respondió :

- Está bien, pero podremos hacer cada uno de nosotros lo que se nos venga en gana. Si no es así, no aceptaré
- De acuerdo. No diré nada, no me mezclaré en nada si deseas salir con alguien.  Seré invisible, como un fantasma, pero si me necesitas estaré cerca de ti.

En el fondo Evelyn se sentía halagada por su marido, aunque diera a demostrar todo lo contrario. Hablaban por teléfono para informarla del vuelo, del hotel y del día de la partida hacia el lugar por ella elegido.  Robert se sintió aliviado y Evelyn estaba contenta en el fondo, por ser acompañada por Robert. Aún quedaban rescoldos en las brasas.Dos días después, Evelyn volvió a la Galería, a su trabajo diario, a su rutina diaria.

Silencios - Capítulo 7 - Algo insperado ( Relato corto )

Evelyn no quería ver a nadie de manera que por la mañana temprano salió de su casa sin rumbo fijo. Ya en la calle llamó por teléfono a su hijo y le dijo que no estaría en casa hasta mediodía.

-¿Vas a venir a comer ? Bueno, pues hacia la una pide algo de comida. Hoy no tengo ganas de cocinar, a menos que te sientas generoso y lo hagas tu. Yo volveré sobre esa hora.
-¿ Qué te pasa?, te noto extraña ¡Te encuentras bien?
- Oh si,si. Sólo me duele la cabeza y voy a tomar un poco el aire, eso es todo.
-Mamá, llevas mucho tiempo doliéndote la cabeza, deberías ir al médico. Eso no es normal en ti.
-Hijo mio, no te preocupes, son rachas que pasamos las mujeres. Ahora quizás estoy un poco más deprimida, eso es todo. Te quiero Hasta luego.

Pero al persistir los dolores más asiduamente, Evelyn acudiría esa mañana  a la consulta de su doctor.. No dijo nada a su hijo; no quería inquietar a nadie.

- No será nada. Posiblemente estrés o nervios motivado por las circunstancias por las que habéis pasado.  Pero para estar más tranquilos, te voy a ingresar y te haré un chequeo a fondo. Te llamaré para darte cita. Al estar ingresada, todas las pruebas se te harán enseguida y al día siguiente estarás de nuevo en casa
- ¿ Sospechas que puede ser algo grave?
- No en absoluto, pero tenemos que asegurarnos.  Te llamaré esta tarde para darte el día de tu ingreso. Cuando lo hagas,, ven en ayunas. Por la analítica, ya sabes.

Robert pasaba en ese momento por la biblioteca desde donde estaba hablando Michael con su madre. Preocupado le preguntó:

-¿Ocurre algo, está enferma tu madre?
-No sé, la he notado muy rara. Ella dice que le duele la cabeza, pero últimamente le duele con mucha frecuencia. Estoy preocupado cada vez que vengo la encuentro más delgada y el brillo de sus ojos se ha esfumado completamente. La he dicho que vaya al médico, pero no quiere ir. Estoy preocupado, papa.
-¿Está ahora en casa?
- No, iba a salir pero a mediodía si estará.
-Está bien, no te preocupes. Hablaré con ella
-¿Vas hablar con ella?
-Si, ¡ qué tiene de extraño! Ha sido mi mujer durante muchos años, tenemos dos hijos, es natural que me preocupe.
-¿La sigues queriendo, la echas de menos?
- Hijo, a tu madre nunca la he dejado de querer, y naturalmente que la echo de menos. Daría cualquier cosa porque esta situación no se hubiera dado.
-¿Pero que ocurrió? Nunca nos lo dijísteis; ya somos mayores y tenemos la necesidad de saber lo que sucede en nuestra casa.

Susan estaba delante de la puerta escuchando atenta la conversación entre padre e hijo. No se atrevía a entrar, presentía que por fin iban a enterarse de lo que pasó en sus vidas.

Reflexionó sobre lo que había de contar a su hijo. Creía que había llegado el momento de que ellos supieran lo que había ocurrido. Se sirvió un vaso de whisky como para infundirse valor ante la explicación y comenzó a pasear pausadamente por la estancia hasta deternerse frente a su hijo:

-Verás: yo estaba pasando por la época en que un hombre se acerca a la madurez y cree que ya no es lo mismo que cuando es joven. Necesita afirmarse en que todavía es capaz de conquistar a una mujer que no sea la suya. Entre mamá y yo se había abierto cierta distancia; ya no existía apenas comunicación entre nosotros. A mi despacho acudió una mujer que acababa de divorciarse al haber sido engañada por su marido con otra más joven. No sé cómo pudimos llegar a eso, el caso es que empezó a coquetear conmigo y a sugerirme algo ... Yo perdí la cabeza, perdí el sentido común.... Se sentó en mis rodillas y comenzó a desabrocharse la blusa. A mi no me gustaba aquello, sabía que no estaba bien, pero... los hombres a veces perdemos la cabeza y eso me pasó a mi. En el momento en que ella se aproximaba a mi para besarme, tu madre entró en la habitación y presenció la escena. El resto puedes imaginarlo. Por mucho que la pedí perdón, que traté de explicarle, no hubo forma de convencerla y me pidió el divorcio. Desde aquel momento nuestra separación se hizo efectiva en todos los sentidos. Tiempo después coincidimos en Cipriani, pero esta vez fue porque mi "ligue" quería pedirme perdón. Se había enterado de la repercusión que había tenido en mi vida, pero el mal ya estaba hecho. Otro error que cometí: no debí aceptar esa comida, pero me llamó llorando suplicando esa cita, y aunque tenía mis reservas, acepté para zanjar el problema.
El resto ya lo conocéis. Te aseguro que nunca, nunca he sido infiel a tu madre. Ella siempre ha estado presente en mi vida, ha sido el motor de ella y daría cualquier cosa porque nada de esto hubiera ocurrido.
Quizás,  últimamente,  por nuestras respectivas profesiones, nos hemos mantenido más alejados de lo normal. Es cierto y ella se quejaba que hablábamos poco; yo creía que mi amor era sabido por ella y que no podía amar a ninguna otra mujer, pero veo que no fue suficiente, y la perdí. Fuí torpe porque no me di cuenta de lo que ella me reclamaba: un poco más de atención.

 Supongo que el habernos quedado solos hizo que se sintiera algo deprimida que os echara de menos y yo no me di cuenta a tiempo de ello. Eso es todo, dolorosamente cierto, pero así ocurrió. Es una culpa que llevaré toda la vida porque he hecho daño a la persona que más he querido en mi vida y la que me dio todo el amor del mundo. No tenía ningún motivo para serle infiel, jamás me rechazó. La única explicación, ya te lo he dicho: mi crisis de entrar en la madurez. No tengo otra excusa.

Michael le miró y poniendo una mano en el hombro de Robert, le dijo

-¡ Papá ! ¡ Qué metedura de pata tuviste! Pobre mamá. Ella nunca nos contó nada, nada.Me pregunto ¿ qué hubiera pasado si mamá no llega en ese momento?
-No lo sé. Quizá hubiera llegado hasta el final... aunque después me hubiese arrepentido, y de eso estoy seguro. Afortunadamente tu madre entró y nunca lo sabremos. Pero siempre he amado a tu madre, aunque, como tú dices, metí la pata hasta el fondo.

En ese momento Susan corrió escaleras arriba llorando. Ahora su madre estaba enferma y ella no había estado a su lado ni un solo día.Debía estar mal, sentirse mal y estaba sola.
Se vistió enseguida y salió a la calle en busca de su madre, pero no la encontró. Evelyn ya había salido y se dirigia hacia el parque. Allí frente al estanque se sentía a gusto y en paz. Era un lugar solitario en el que el único ruido era el canto de los pájaros. Tenía que reflexionar. Pediría un adelanto de sus vacaciones y se iría lo más lejos posible. Necesita encontrar la paz que buscaba. Ingresaría al día siguiente ¿ qué saldría de ese chequeo?  Lo analizó y a pesar de que no quería morir, tampoco le importaba tanto la vida.  Le asustaba el estar enferma y que todos cuantos estuvieran a su alrededor sufrieran.

- Si el diagnóstico es malo, me iré a algún lugar lejano, lejos de todo y allí viviré mis últimos días.  Y de nuevo lloró, lloró amargamente.  No era así como había imaginado vivir hasta el final. Lejos de todos, de sus hijos y de él. Lejos de los que más amaba en el mundo, pero por ese amor, ellos no debían saber nada, al menos mientras pudiera ocultárselo.

A la hora de la comida tal y como había prometido a su hijo, volvió a casa. Allí estaban los dos hermanos. Estaban preocupados. Cuando oyeron la llave en la cerradura se abalanzaron sobre ella y la cubrieron de besos y abrazos.

-¿Qué ocurre, qué pasa? ¿Por qué este recibimiento? Sólo me duele la cabeza, nada más. Y soltó una carcajada. Su hija estaba allí y por primera vez en mucho tiempo con lágrimas en los ojos la había abrazado y muy bajito le había dicho

- Mamá, te quiero.

Se sentó a comer con ellos y rieron, fingiendo una felicidad que ninguno de los tres sentían.  Estuvo tentada de decirles que al día siguiente sería ingresada para un chequeo, pero lo pensó mejor y lo ocultó:

- Sería adelantar acontecimientos.  Si resulta algo grave, tendré tiempo de decírselo.- Y calló nuevamente.


Se levantó temprano y se preparó para su ingreso.  Un pequeño maletín con las cosas de aseo personal y un cambio de ropa. A las ocho de la mañana tenía la hora fijada en la clínica en donde sería chequeada.  Llamó un taxi, y el conserje al verla salir con el maletín la preguntó si se iba de viaje:

- No Thomas. Voy a hacerme un chequeo.  Hace un tiempo que no me encuentro bien.  Cosa de tipo nervioso, pero me vendrá bien.  Serán como unas pequeñas vacaciones.

Thomas la deseo buena suerte y la vio partir algo extrañado.

Era  primera hora de la mañana, cuando Robert llegó al domicilio de su mujer. Thomas le puso en antecedentes, pensando que él lo sabría, y nervioso le dio las gracias y llamó al teléfono de su amigo personal y médico de siempre.Y fue él, quién le puso al corriente del ingreso de Evelyn, perplejo cuando le dijo que lo había ocultado a su familia.

- Creo que me lo debes explicar en persona.  Salgo inmediatamente para la clínica. Quiero saber la verdad de lo que ocurre.

Y a toda velocidad partió preocupado, asustado y nervioso.  Lo que menos imaginaba es que ella tuviera que ser ingresada. Conocía por sus hijos que durante una temporada sufría fuertes dolores de cabeza.  No quería ni imaginar si se tratara de un tumor. Desechó esa idea y pronto llegó a la entrada del hospital.  Bastante alterado se dirigió al despacho del médico que ya le esperaba.



martes, 27 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 6 - No puedo hacerlo ( Relato corto )

La impresión de volver a ver a Evelyn dejó a Robert desconcertado

-¿Habrá visto que estaba con una mujer?

Por compromiso continuó la comida que estaba haciendo con Jennifer, que ese era su nombre. Y en cuanto pudo la dejó en su casa. Necesitaba andar, despejar su atormentada cabeza. Había pasado tiempo desde que no vivian juntos, pero Evelyn siempre estaba presente en su vida, y ahora al volverla a ver, su remordimiento se acrecentaba más.

-¡ Qué bonita está! Está más delgada y sus ojos no tienen el brillo que tanto me gustaba. Debí negarme a concederla el divorcio. ¿Pero cómo negárselo si tenía razón? ¡ Qué estúpido fuí ! ? En que estaría pensando, si además no me interesaba. Las mujeres saben jugar muy bien sus cartas y ese día me pillaron un poco con la moral baja. ¿Será por la edad, será por la crisis de los cuarenta? Sea por lo que sea he perdido a mi esposa y sin esperanzas de reconciliación. Y luego está Susan.. ¡ Qué complicado es todo ! Me preocupa mucho el comportamiento que tiene con su madre. ¡ Por Dios, es su madre, y además no tiene culpa de nada!

Seguía andando sin rumbo fijo. Únicamente su pensamiento estaba en la presencia de Evelyn aquella noche en Cipriani. Estaba cerca de casa, pero no quería entrar. Seguramente Susan habría salido con alguna amiga y Michael estaba con una medio novia.

- ... Y yo solo, nosotros solos. Justo ahora que los chicos empiezan a volar , justo cuando más nos necesitamos andamos cada uno por un lado. ¡ Ay, señor, señor.

Evelyn recibió una llamada de teléfono

- Si, dígame
-Hola princesa ¿sabes quién soy?
-Claro, el loco de Patrick ¿ qué se te ocurre ahora?
-Esoy pensando que mañana me voy a pasar por la galería, voy a recoger a una preciosa dama y me la voy a llevar a comer a un sitio especial. ¿Te apetece?

Evelyn se quedó pensativa y se acordó del encuentro con su marido días pasados y el dolor que la produjo. Sin pensarlo dos veces, contestó:

-Me parece de fábula. Si, acepto y espero poder divertirme, porque no ando muy bien de ánimo.
-¿Otra vez? Creí que desde nuestra última conversación había conseguido que vieras la vida de otra forma. Todo es mucho más sencillo Evy, tienes que tomar las riendas de tu vida. Eres una criatura dulce, cariñosa, preciosa y tienes derecho a poder vivir en paz y hacer lo que todo el mundo hace...
¿ A qué hora te recojo?
-Cuando termine mi trabajo, como a la una ¿te parece bien?
-¿Que si me parece bien, que si me parece bien? A la ... , bueno antes de la una estaré allí. Quiero proponerte algo. A ver si aceptas.
-Dime qué es
-No, mañana te lo explico. Chao princesa hasta mañana.-  Evelyn sonrió:

-Siempre consigue hacerme reir. Es tremendo...

Como a las doce treinta Patrick estaba en la galeria. Al entrar vió a Evelyn guapísima con un bonito vestido, arreglada para la ocasión. Se había convertido en un buen amigo, en el depositario de sus penas y alegrías.Ella sabía que Patrick sentía por ella algo más que amistad, pero para evitar malos entendidos le dejó claro que lo suyo no podía ser más que eso: amistad.
Cuando entró fue derecho hacia ella y como saludo depositó dos besos en ambas mejillas, al tiempo que la decía:

- Cada día estás más guapa. me vas a volver loco..-.Y soltó una carcajada.

La concedieron la tarde libre con lo cual salieron a comer tranquilamente y sin prisas alargaron la sobremesa mientras charlaban de mil cosas intrascendentes. Poco a poco la conversación derivó hacia Robert y él la escuchó pacientemente con el rostro serio porque se daba cuenta de la lucha interior que ella libraba día a día.  Para cambiar el tono de la conversación, exclamó:

Bueno, ahora te propongo un trato. Deseo que poses para mí; quiero hacer un retrato de una mujer latina y tú eres la elegida. Te he ideado de medio cuerpo con el pelo recogido resaltando una gran flor a la altura de tu cuello. Estarás desnuda de medio cuerpo,  cubierto con una mantilla por la que se adivinarán tus formas, que no se verán. ¿Qué te parece?
-Pues que estás loco. Yo posar, y desnuda...
-No, desnuda del todo no, aunque sería perfecto, pero ni siquiera te lo digo.
-¿Te imaginas si mi hija me ve así, encima del criterio que tiene formado, lo que me diría?
-Pero tu hija es mayor, y tu tienes derecho a hacer lo que tú quieras. Tampoco es que poses desnuda, no se te va a ver claramente. ¿ Te puedo hacer una pregunta personal?
-¡Claro! tu ya sabes que te cuento casi todo lo que me pasa
-Espero que en este "casi todo", la respuesta sea total.
-¿Cuánto tiempo hace que no estás con nadie?
¿ Qué quieres decir?
-Tu ya me has entendido.¿Tienes pareja?
-Noo. Yo estoy enamorada de mi marido y no hay otro hombre en mi vida. De haberlo tu lo sabrías.
¿ Por qué?
¿Por qué, qué? No te entiendo.
-Pues es muy fácil. Todos tus problemas han venido porque tu marido buscaba otra cosa...Ahora eres una mujer libre¿ No has pensado, siquiera por probar, en pasar una noche con otro hombre que no sea tu esposo?
-Por supuesto que no.Y creo que debemos cortar esta conversación, me está violentando.

Patrick de improviso se puso serio y mirándola le dijo.

-¿Crees que es fácil para mi escuchar tus quejas, verte sufrir, y quedarme impasible? Tu conoces mis sentimientos. Eres una mujer libre, adulta y yo te deseo con todas mis fuerzas¿por qué me rechazas? No sabes nada. Quizá fueras más feliz si lo intentas. No te digo conmigo porque me ves como a un hermano, pero por amor de Dios ¡vive! Eres una mujer deseable, acomplejada por la traición de tu marido. Devuélvele la jugada, que sepa lo que duele, en sus propias carnes. Inténtalo al menos.

Ella apuró la copa de vino que tenía delante y se sirvió otra

-Tienes razón, tienes razón. Llévame a tu casa...

Y si n más se levantó dejando boquiabierto a Patrick que no supo que responder. Llegaron a su casa. Un apartamento de soltero, pequeño, amueblado con buen gusto como corresponde a la sensibilidad de un artista

-¿Quieres un café, o una copa? Más que nada porque sé que no va a ser fácil...
- Sí dame una copa, es igual,  de lo que sea

Patrick le sirvió la copa y después de dar un sorbo, se acercó a ella. La cogió por la nuca y la besó suavemente en los labios, en la frente, en la mejilla, en los hombros. Ella permanecía inmóvil con la cabeza un poco ida. No sabía muy bien lo que estaba ocurriendo y por qué se comportaba de esta manera.
Patrick la rodeó con sus brazos y ella apoyó la cabeza en su hombro. No supo el tiempo que había transcurrido, solamente sintió que los dedos de él bajaban la cremallera del vestido, que se deslizó lentamente hasta el suelo.
De repente ella reaccionó y tapándose con ambos brazos rompió a llorar. Bajó la cabeza y le dijo.

-Perdóname, perdóname. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo. Debí estar loca cuando acepté. No quise hacerte daño, pero compréndeme no puedo hacerlo con otro hombre que no sea mi marido. No puedo, no puedo.

Evelyn cayó de rodillas a los pies de Patrick y él quitándose la camisa le cubrió el cuerpo al tiempo que la cogía la cabeza obligándola a mirarle

-No pasa nada, no ha pasado nada. No te avergüences, no es malo sentir tanto amor por una persona aunque no lo merezca. Es muy afortunado porque nunca nadie le dará tanto amor como tu le das. No te preocupes por mi, yo ya contaba con ésto. Me lo imaginaba; aceptaste muy rápido. Anda vístete, voy a llevarte a casa.

Al llegar al portal ella le volvió a pedir perdón y él acariciándola la mejilla le sonrió y le dijo:

-Pero el cuadro sigue en pie ¿verdad? Hay quién se va a morir de envidia cuando lo vea colgado en la galería. Es como un revulsivo. En aquel momento Evelyn no le entendió.Ignoraba que esa acción iba a cambiar su vida.

Silencios - Capítulo 5 - Una dolorosa entrevista ( Relato corto )

Evelyn instalada en su casa, repasaba una y otra vez la situación que habían vivido durante la firma de los documentos. Echaba de menos la llamada de sus hijos, que habían sido informados días antes.
La última vez que vio a Susan,   su hija, fue cuando en la universidad les comunicó la dolorosa determinación que había tomado. No les explicó los motivos, no quería que sus hijos pensaran mal de su padre; evitó en todo momento extenderse en las explicaciones:

-Simplemente la rutina ha hecho mella en nosotros. Discutimos con frecuencia y muy agriamente, por este motivo hemos decidido separar nuestras vidas.

No quiso decir nada más. Su hija la miraba fijamente con una mirada de acero que la dejó helada, sin embargo su hijo, Michael, corrió a abrazarse besándola en el rostro.

Evelyn sabía que su padre gozaba de toda su predilección, pero nunca imaginó que no fuera capaz de darle una palabra de comprensión, como si todo lo que la importaba fuese  la situación en que se encontraba Robert.

Michael había vuelto a ver a sus padres a la siguiente semana, mientras que Susan se había limitado a una lacónica llamada telefónica, aunque sabía que con su padre había mantenido una larga conversación.  Hoy necesitaba más que nunca una voz amable, cariño en definitiva y solamente se lo había dado la persona de la que acababa de divorciarse, origen de toda su pesadumbre.  Se sirvió una copa de Jerez y secó las lágrimas que corrían por sus mejillas.

-Tienes que empezar de cero, pero ahora ya va a ser muy difícil. De tu vida anterior no te queda más que dos hijos, y de los cuales uno no te quiere, y tu trabajo. Refúgiate en él. Conoce nuevas gentes, quién sabe,  igual todavía no es tarde para vivir.-  Se dijo interiormente.


Pasó el fin de semana esperando una llamada de la hija que la culpaba de todo, pero no se produjo. A media mañana el timbre de la puerta la sacó de su meditación y al abrir vio a su hijo que sonriente se abalanzó hacia ella portando un ramo de rosas blancas. La abrazó cogiéndola en volandas y girando.No pudo por menos de reír  :una costumbre heredada del padre cuando eran más jóvenes.

- Mamá, mamá ¿ cómo estás?
-Bien hijo, estoy bien ¿ y tú y tu hermana?
-¿No te ha llamado o ha venido por aquí?
-Pues no ¿Dónde está
-Me ha dicho que venía a veros
-Ah, ya. Estará con papá. ¿Vas a ir a verle?
-Si, pero primero mi madre me va a hacer el desayuno más fabuloso que he tomado jamás. Desde que me fuí a la universidad no he vuelto a desayunar como en casa.¡Cómo lo echo de menos! Así que quiero tortitas, huevos y ese café que sólo tu sabes hacer.-.  Evelyn rió abrazando la cabeza de su hijo.

-Después de desayunar iré a ver a papá, porque esta tarde he quedado con una chica para ir al cine¿Te importa?
-Pues claro que no. Pero primero ve a casa de papá. El os necesita, no lo dejes para última hora.
-Y tú mamá ¿nos necesitas?
-Naturalmente que si, pero las mujeres tenemos más resistencia. Anda, desayuna que se te va hacer demasiado tarde.

Y llegó el lunes. Estaba enfrascada en su trabajo cuando un ciclón llamado Patrick entró en la galería con un cuadro bajo el brazo.

-¿ Es usted la señora Morgan?
-Bueno lo fuí hasta hace unos días. Ahora de nuevo soy Evelyn González
-¿González, Evelyn? ¡ Qué mezcla tan extraña!
-¿ Por qué ? Evelyn me lo puso mi madre mejicana por una novela que había leido y el personaje le robó el corazón. González el apellido de mi padre, también mejicano. ¡ No hay nada extraño ! yo nací en Nueva York. Asunto aclarado.¡ Ah! y si.  Mis padres fueron emigrantes mejicanos
Bueno ya tiene mi curriculum completo, y ahora dígame ¿qué desea?
- Pues verá me han recomendado esta galería para exponer mis cuadros, que como puede comprobar son excelentes. Y soltó una carcajada.

Evelyn también sonrió. Le agradaba aquel hombre resuelto y decidido a luchar por lo que más deseaba,  y era ser pintor.

-Veamos, enséñemelo.

Y efectivamente, era muy bueno. Tenía ante si un retrato de una desconocida, un rostro bello expresivo y decididamente una extraordinaria pintura. En los rasgos de la muchacha retratada había una nota de tranquilidad, pero en sus ojos resaltaba la luz de picardía que quería reflejar.

-¿Es así en verdad esta muchacha?
-¡ Oh , desde luego! Mire el retrato de ella.

Era exacto a la fotografía. Evelyn se quedó pensando y al cabo de un rato le contestó:

-¿Puede volver más tarde, cuando mi jefe llegue? Tiene que ser él quién apruebe la exposición y la fecha.
-Pero usted ¿ qué opina?
-Que si por mi fuera en la primera fecha libre colgaría sus cuadros, y créame entiendo un poco de pintura.

Era la primera vez que se veían, pero la influencia de aquel encuentro iba a tener una gran significado en sus vidas.


Al siguiente fin de semana, Susan llegó después de comer a visitar a su madre. Fría y con señales de enfado en su rostro. Se notaba que le habían obligado a ir.

-¿Cómo estas? veo que bien.¿ Ya has superado la crisis?

Evelyn con todo el dolor del mundo, dijo a su hija:

-¿Para qué vienes, a echarme en cara lo inevitable?
-No tienes ni idea el dolor que has causado a papá. Tu estás tan tranquila, te has salido con la tuya. Habrás de saber que un divorcio no es la compra de un vestido. Papá siempre se ha comportado bien contigo Pienso que le has debido hacer algo si no es inexplicable lo que habéis hecho. No habéis pensado en nosotros. No has pensado en nosotros y todavía te quejas de que no vengo a verte.Papá me necesita, tu estás muy tranquila.
-Bien, si piensas eso quédate con él. Tienes razón soy una mujer caprichosa que no sabe lo que quiere. Me levanté esa mañana y pensé : hoy no tengo nada qué hacer, me voy a divorciar. ¿ No es eso?
No tienes ni la más ligera idea de la verdad, pero tampoco te la voy a decir. Lo que tengamos entre tu padre y yo no es cosa tuya, pertenece a nuestra intimidad. Si quieres saberlo tendrá que ser él quién te lo explique, porque yo no pienso hacerlo ¿está claro?. Así que no insistas porque nunca sabrás por mi lo que hay entre tu padre y yo.  Y ahora si me disculpas, he quedado con alguien y llego tarde.¿Quieres venir conmigo? voy al teatro.
-¿Pero cómo tienes el valor de decirme que vaya contigo...? Adiós, me voy no quiero estorbarte. No se cuando voy a poder volver.

Y dando un portazo, Susan salió del apartamento de su madre, dejando a Evelyn sumida en una profunda tristeza.

Había quedado con Maggie para acudir a ver una obra de teatro que deseaba , pero de repente se le había ido la ilusión. La llamaría y cancelaría su cita.  Además los dolores de cabeza eran más frecuentes y persistentes.  Tendría que ir pensando en acudir al médico.

- No, ni hablar. Me ha costado mucho conseguir las entradas y ahora no me vas a dejar colgada. Hoy más que nunca necesitas salir. Así que ya te puedes poner elegante porque después nos vamos a ir a cenar y quién sabe a dónde más. Dentro de media hora estoy, alli. Así que anda, muévete rápido..

Evelyn insistió en que no le apetecía, pero su compañera era tozuda y no se dio por vencida.
Una llamada del portero automático avisó que ya estaba Maggie aguardándola abajo. Cogió su bolso y su chaqueta y bajó a regañadientes. Al encontrarse con su amiga, recibió un abrazo que era justo lo que necesitaba en aquel momento.

La obra fue todo un éxito y las dos amigas cogidas del brazo salieron comentando lo que acababan de ver.

-¡ Dios mio, qué actor. Está como un tren ! ¡ Qué interpretacion !
-Si es cierto, muy buena
-Y muy guapo. Y riendo se encaminaron al aparcamiento en donde recogerían el coche.

-Iremos a Cipriani, comentó Maggie
-¡Maggie, es carísimo !
-Bueno, un día es un día. Decidido iremos a Cipriani

Y hasta allí se encaminaron. Maggie había reservado mesa por lo que no tendrían problema. Durante la cena las dos amigas hicieron sus confidencias y Maggie escuchó con atención la tensa discusión que había tenido con su hija. Empezaba a sentir que los ojos se inundaban de agua y decidió ir al tocador antes de que el rimel hiciera de las suyas. Al levantarse observó que en un rincón algo apartado y muy privado había una pareja riéndose. A ella no la conocía, pero la espalda de él se la sabía de memoria. Robert estaba con la mujer de la oficina. Ahora había recordado, aunque aquel día solamente la había visto de espaldas.

-Vamos a pagar y nos vamos
-¿Que?
-Que nos vamos, acabo de ver a alguien no deseado. Por favor váyamonos.
-De eso nada.¿Por qué vas a salir huyendo? Muy al contrario, te va a ver
¿ Cómo?
-Ya lo verás

Levantándose, Maggie se apartó y fue a hablar con un camarero

-Por favor en voz muy alta, pregone el siguiente nombre Evelyn Morgan. Lo tiene que escuchar la pareja que está al fondo. Tenga para que aclare la voz, y alargando un billete volvió a su asiento.

Habían transcurrido unos minutos cuando el camarero voceó tan fuerte el nombre de Evelyn que todo el restaurante se entero de que a la señora Evelyn Morgan la llamaban `por teléfono.  Robert demudado, interrumpió su comida y se giró para comprobar si la persona a la que reclamaban se trataba de su mujer. Evelyn había alzado un brazo y el camarero se dirigió hacia ella portando un teléfono, una vez instalado, le guiñó un ojo a la amiga que sonrió complacida.

-¿Quién es? Oiga ¿quién es?, no contestan,- dijo a su amiga - ¡Qué raro !
-Hija ¡ qué inocente eres !
-No me digas que....
-Pues claro y mira viene hacia aquí

Efectivamente, Robert se dirigía hacia la mesa de Evelyn con semblante entre serio y complacido. Hacía mucho tiempo, desde el divorcio, que no se habían visto.

- Hola Evelyn ¿cómo estás?
-Bien, bien ¿ y tú?
-Sorprendido, ¡ qué casualidad venir los dos al mismo sitio!
-Antes lo frecuentábamos mucho. No tiene nada de extraño
-¿ Necesitáis algo, permitís que os invite?
-¡Oh no, no !, gracias es una invitación por cumpleaños de Maggie.
-Me he alegrado de verte. Cuídate.-  Y tomando la mano de cada una de las mujeres, depositó un beso en ellas.

lunes, 26 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 4 - Divorcio ( Relato corto )

No pudieron dormir en toda la noche ninguno de los dos. Apenas la luz del día se vislumbraba en el horizonte, Evelyn decidió arreglarse para ir a su trabajo.N o quería pensar más; le dolía la cabeza hasta la saciedad,  y la angustia y el dolor le atenazaban el pecho. Decidió tomar una ducha rápida, vestirse y se marcharía; desayunaría en la calle, no quería estar con él en la misma habitación.

Se pondría en contacto con sus abogados y a poder ser en esa misma mañana trataría de solucionar su situación matrimonial. Entró en la ducha bajando su cabeza y dejando que el agua golpeara sobre su nuca.Sintió un poco de alivio y que la tensión de los hombros se relajaba un poco, pero al mismo tiempo la tristeza subió a su garganta y un sollozo apagado salió de ella. Permaneció bajo el agua durante bastante rato y no percibió que la puerta del cuarto de baño se abría, ya que lo compartía con la habitación de al lado, que era donde Robert había pasado la noche: se olvidó de cerrar con llave.
El dirigió la mirada hacia la mampara que cerraba la ducha, la miraba fijamente reflexionando:

-He cambiado el oro por ...¡ Dios mio ! Debía estar loco, ¿qué me pasó por la cabeza, por qué decidí tener una aventura, si ni siquiera me siento atraído por esa mujer?¿ En qué estaba pensando, qué fue lo que paso?

En ese momento la puerta de la ducha se abrió y apareció ante el Evelyn. Sin inmutarse, ella recogió su albornoz y se envolvió en el dándole la espalda. El la abrazó dejando su cabeza recostada sobre la de ella, y entonces sollozando exclamó:

-Perdón, perdón. Por favor, escúchame. No significó nada, nada en absoluto. No entiendo lo que pasó; no me estoy excusando, estoy tratando de no perderte.

Ella se volvió desasiéndose de sus brazos, y mirándole le dijo:

-Mi sangre es distinta a la tuya; la nuestra está permanentemente viva, es visceral, muy celosa de lo que es nuestro. No nos gusta compartir con nadie al ser que amamos, y cuando eso ocurre, cortamos por lo sano aunque en ello se nos vaya la vida, aunque se nos rompa el corazón y perdamos la confianza en el ser humano. Vuestra sangre es distinta, más calmada, más fría. Por eso no lo entiendes. Cariño, no hay marcha atrás, debiste pensarlo antes de embarcarte en esa aventura. Y ahora, sal por favor, tengo que vestirme y no deseo estés presente.-  Robert salió dándose cuenta de que su decisión no tenía vuelta atrás.

El abogado la recibió rápidamente y la consulta no duró mucho

- No deseo ninguna compensación, de ningún tipo. No quiero nada; solamente me importan mis hijos. Si quiere contribuir en algo a su educación, que les abra una cuenta en un banco y  la deposite hasta su mayoría de edad, entonces ellos decidirán lo que quieren hacer con lo que su padre les asigne.
¿Es posible orme  de casa ahora, o tengo que esperar a la sentencia?

El abogado la miró pensativo, tratando de disuadirla de que renunciase a su subvención, pero ella firme se negó

-No quiero tener ningún vínculo con él, ninguno
-Bien, pero no podrá marcharse de su casa. Podría alegar abandono del hogar y obligarla a vivir en él. Mejor espere a que se resuelva el contencioso, y convivan lo mejor que les sea posible.

Abandonó el despacho después de firmar el documento para iniciar los trámites de separación. Lo que sí le pidió al abogado, es que agilizara al máximo las gestiones. Ya era bastante doloroso todo lo que ocurría.
Se dirigió a su trabajo. Al llegar se abrazó a Maggie llorando

-Hoy es el día más triste de mi vida.¿Te das cuenta?, en cinco minutos con una firma sobre un frio papel, he roto con parte de mi vida, he roto con el hombre al que amo por encima de todo, pero¡ me ha hecho tanto daño!....

Maggie abrazada a ella, acariciaba su cabeza al tiempo que la introducía en el interior del recinto, para que nadie pudiera contemplar el llanto de su amiga.

Pasaron dos meses y Evelyn recibió la llamada de su abogado citándola para acudir al despacho. El divorcio estaba concluido y había que ratificarlo por ambas partes.

-¿Le viene bien mañana a las once? De acuerdo, se lo notificaré al otro letrado.¿Está segura de lo que va a hacer?, todavía está a tiempo
-No, no. Lo tengo muy pensado. Adelante. Mañana estaré a las once. Muchas gracias por todo, hasta mañana.

La noche fue larga, angustiosa y pensó preparar su equipaje porque quería salir de aquella casa inmediatamente después de haber firmado la sentencia de divorcio. Había alquilado un apartamento cerca de la galería. Ganaba un extraordinario sueldo y podía permitirse pagar su alquiler. Era bonito, alegre y no muy grande. Tenía tres dormitorios : para sus hijos, por si alguna vez venían a pasar algún día con ella.  Un salón, un pequeño despacho,. el cuarto de baño y la cocina.

-Hasta es grande, para mi sola

Lo que más le gustaba era una pequeña terraza, que al ser el último piso del edificio le permitía disfrutarla en soledad. La llenó de plantas, de flores y hasta pensó en comprarse un perro

-Así tendré alguien que se alegre cuando llegue a casa.

Lentamente revisó lo que se quería llevar en el momento y el resto lo dejaría para que la agencia de transportes lo embalase y se lo llevara. Cogió un retrato de Robert y lo metió junto con el de sus hijos en el bolso que llevaría a mano. Paseó la mirada por la habitación y finalmente en la cama en donde había dejado un montón de vestidos que ni siquiera tenía claro quererse llevar.

A las ocho bajó al salón y estuvo hablando con Pierre, el mayordomo, dándole instrucciones de lo que la agencia tendría que llevarse. Arriba de la escalera, un apenado Robert la observaba. Su cara descompuesta hacía presagiar el momento por el que estaba pasando. Bajó lentamente la escalera y se cruzó con ella a la mitad. Robert suavemente la detuvo por el brazo.

- Quiero que sepas que esta casa estará siempre abierta para tí. No cambiará nada, seguirá siendo tu casa, y aunque un papel diga lo contrario, yo siempre me consideraré tu marido. Siempre estaré cerca de ti y si alguna vez me necesitas llámame, esté donde esté, acudiré a tu lado. Siempre te amaré, siempre,  y siempre serás mi esposa, aunque tu no lo quieras.

La mirada de ella se clavó en la de él y no supo o no pudo qué decirle. La angustia le impedía que le saliera alguna palabra y subiendo la escalera desapareció de la vista de Robert. Recogió su pequeño equipaje y se fue, cerrando la puerta suavemente, dejando a un Robert totalmente angustiado.

Puntuales todos llegaron al bufete del abogado. Sentados uno frente al otro firmaron con decisión los papeles que les presentaron, con lo cual al estar todo en orden, la ceremonia fue breve.

En un aparte Robert la condujo a un rincón y la dijo:

- Evelyn, te deseo la mayor felicidad del mundo. Que consigas la paz que yo involuntariamente te he robado, y recuerda que siempre estaré contigo, siempre. Recuerda solamente los ratos felices que pasamos, que fueron muchos, y olvida si puedes, esta última etapa de nuestra vida porque de esta manera alcanzaré tu perdón.

Depositó un beso en su frente y se marchó rápidamente con su abogado.

Silencios - Capítulo 3 - Separación ( Relato corto )

No podía creer lo que estaba sucediendo, lo que acababa de ver. Salió todo lo deprisa que pudo del edificio no dándose cuenta de que su coche estaba aparcado en el garaje del bufete.
Con los ojos llenos de lágrimas paró a un taxi y le indicó la dirección de su casa. Estaba aturdida, no podía pensar. La imagen de su marido jugueteando con aquella mujer se repetía en su cabeza una y otra vez; le producía un dolor tan intenso que no podía respirar.
Al llegar apenas si podía introducir la llave en la cerradura para abrir la puerta, al cabo de unos instantes la abrió y subió corriendo las escaleras para encerrarse en su cuarto ¿ Qué es lo que debía hacer, irse de casa, llamar a Thomas, su suegro que siempre le había demostrado cariño,?¿ Qué?
De repente sintió unos pasos acelerados que subian las escaleas en dirección a su habitación, y al poco,  unos golpes en la puerta:


- Abre Evelyn, abre por favor. Déjame que te explique. Por amor de Dios, no es lo que tu crees. Vamos déjame entrar. Hablaremos. ¿Cómo puedes pensar otra cosa?, yo te quiero y tu lo sabes. Abre, vamos.
- Márchate, por favor. No quiero verte. Eres un canalla. No quiero ni oir tu voz, me hace daño el escucharla.Déjame en paz, vete, vete,vete, y rompió en sollozos.

Robert no paraba de hablarle repitiendo una y otra vez que no había ocurrido nada, que estaba confundida que ella era su único amor, pero Evelyn no paraba de llorar y no pensaba en abrir la puerta.
No insistió y bajando las escaleras entró en la biblioteca. Allí delante de una fotografía de ambos, pasó sus dedos por la cara de Evelyn acariciando y preguntándose cómo podía solucionar el problema surgido con su mujer. Las horas pasaron lentamente; la casa totalmente en silencio. Ya de madrugada, se oyeron unos pasos tenues bajar las escaleras. Evelyn se dirigió a la cocina. La cabeza le  iba a estallar-   De tanto llorar la escocían los ojos, , por lo que decidió tomar una aspirina.

Buscó en el armario donde solían estar y se sirvió un poco de leche, entonces se dió cuenta de que no estaba sola. En un rincón semi a oscuras, estaba Robert con un vaso de whisky en la mano. La miró fijamente y se le partió el corazón de verla con aquella cara demudada.
Las facciones de Evelyn habían cambiado en pocas horas; se habían endurecido y un rictus de amargura marcaba las comisuras de los labios.
Antes de salir de la habitación él se levantó, se dirigió hacia ella y la abrazó, pero Evelyn de un empujón le apartó de si bruscamente.

-¿Cómo has sido capaz de hacerme esto, y ahora vienes a pedirme perdón? No tenías bastante con mi cariño, tenías que buscarlo en otra parte. Pues muy bien, de ahora en adelante nuestras vidas se separan aquí y ahora. No quiero volverte a ver en mi vida.No podría soportar que tus manos me acariciaran pensando que horas antes, quizá hubieras acariciado a otra mujer y posiblemente le habrás dicho las mismas palabras de amor que a mi me dedicas. ¿Qué clase de amor es el tuyo?, si es que alguna vez me has querido, claro.
¿No significo nada el día de ayer para ti? ¡ Cómo te habrás reido de mi ! Habrás pensado: mira esta tonta, se cree todo lo que la digo, se cree que es la única m ujer de mi vida.

De golpe se acordó de que llevaba la pulsera que él le había regalado el día anterior. La desabrochó, se quitó la alianza y el anillo que llevaba y ambas cosas las puso sobre la mesa al lado de Robert.

-Tu y yo no tenemos nada en común. Quiero el divorcio. Mañana mismo me pondré en contacto con un abogado, por supuesto no con uno de tus compañeros que siempre estarían a tu favor. El próximo fin de semana me desplazaré para ver a los chicos y contarles la decisión que he tomado. La explicación del por qué se la tendrás que contar tú.
Te pido por favor que te traslades a otra habitación. Quedará la puerta cerrada con llave, así que si tienes que coger algo, hazlo porque después no podrás entrar.

Fué tajante y tan segura de si misma que Robert no fué capaz de articular palabra sabiendo además que tenía razón para proceder así.

-Por favor, Evelyn, se que merezco ésto, que tienes razón, pero no es como te lo imaginas. No ha habido nada entre nosotros, simplemente era una broma. Inexcusable por mi parte, pero yo te quiero, eres lo más importante que he tenido nunca y no es posible que rompamos algo tan grande como lo que existe entre tu y yo.Anoche volvimos a vivir algo muy especial¿crees acaso que fingía, me crees capaz? Si lo piensas así es que a pesar del tiempo que llevamos juntos aún no me has coocido.

Ella se volvió y mirándole a los ojos, le preguntó:

-¿Y si hubiera sido yo la que "jugaba" con otro hombre, pensarías que era una tontería? Lo que ocurre es que estás muy seguro de mi. No te das cuenta de que soy atractiva para los hombres, y si ,me miran cuando voy por la calle y en la galería más de uno me ha invitado a cenar. Nunca, oyelo bien, nunca acepté ni permití ninguna "broma", porque tú has estado presente siempre en mi vida. Pero ahora va a ser distinto, voy a salir y entrar cuantas veces desee, y por qué no, si se tercia me acostaré con alguno. Tú lo has hecho, la diferencia está en que yo te he avisado.No tienes nada que reprocharme puesto que quién ha roto las reglas del juego, has sido tu. Así que desde ahora viviremos separados. Buscaré un apartamento cuando mis abogados me lo aconsejen, mientras tanto para mi es como si no existieras y procuraré cruzarme contigo lo menos posible. Ya no tengo más que decir.

Y dando media vuelta salió de la cocina, dejando a Robert en la más absoluta desolación

domingo, 25 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 2 - Infidelidad ( Relato corto )

Amorosamente cogidos del brazo se dirigieron al coche que Robert había dejado por un momento aparcado en la puerta de la galería. Evelyn estaba contenta y al despedirse de su compañera le anunció que se tomaría la tarde libre, y mirando a su marido le dijo:

-Y tú ¿te la tomarás libre también ?

Robert la miró sonriendo y haciéndola una caricia en la barbilla, le dijo:

¿Tú qué crees? Es una fecha muy señalada para nosotros, estoy con mi esposa y lo tenemos que celebrar. Tiene que ser un día especial.


Riendo los dos, felices de estar juntos, entraron en el coche y partieron rumbo al restaurante. La llevó a un lugar de increÍble belleza, al aire libre, repleto de flores y con un estanque en el que nadaban algunas aves. Era la primera vez que la llevaba y se quedó asombrada. Estaban solos, Robert lo había contratado así. Se sentaron en una mesa al borde del jardín y el camarero solícito se acercó por si deseaban tomar algo antes de comer:

- ¿Qué deseas beber, cariño?
-Lo mismo que tú

Un Martini fuE lo elegido y mirándose a los ojos se dijeron sin palabras que eran felices de estar juntos. Robert sacó un estuche del boLsillo de su chaqueta y se lo ofreció a Evelyn. Ella le miró con ojos asombrados y abrió el estuche quedando ante su vista una pulsera en oro blanco en cuyo reverso leyó la siguiente frase:
-"Llévame siempre contigo"

Ella nerviosa se levantó un poco de la silla y poniendo las dos manos en el rostro de su marido, le besó largamente y a continuación le indicó la muñeca para que se la pusiera.


La sobremesa transcurrió entre risas y anécdotas de los años de su noviazgo, de la forma en que se conocieron y del primer beso, cuando eran apenas unos adolescentes. Volvieron al día de su enlace, a la culminación de sus deseos y a las dificultades que tuvieron que pasar en los primeros años de matrimonio, antes de que Robert empezase a trabajar en un bufete importante.

Luego los años pasaron rápidamente . Durante el primero, ella se quedó embarazada, tuvieron a la niña y después al niño. Eran felices, muy felices. Se amaban y tenían dos hijos maravillosos. Lo compartían todo, se reían por cualquier cosa y cada vez que se miraban se reflejaba en sus ojos lo enamorados que estaban.
Poco a poco fueron consiguiendo las metas que habían trazado para sus vidas, pero a medida que iban quemando etapas, sin apenas darse cuenta , se iban distanciando; al principio muy poco y después empezaron a incomunicarse hasta llegar al día de hoy en que los desayunos eran silenciosos.

Su amor seguía ahí, pero ya no era con la misma vehemencia del principio. Evelyn de sangre más viva se lo recriminaba y él pacientemente la dejaba desahogarse, la escuchaba, sonreía y la daba un beso que la aplacaba completamente. Al verles se diría que ella amaba más a su esposo que él a ella, sin embargo al ser de un carácter más tranquilo no significaba que no la amase, nada más lejos: estaba loco por ella; por eso Evelyn no entendía porque no se comunicaban como antes.

Al día siguiente de la celebración de aniversario,  la rutina les invadió de nuevo, pero estaban más cariñosos, más sonrientes e intercambiaban caricias cada vez que tomaban una tostada, se echaban el café o se pasaban el azúcar. La noche la pasaron como en los buenos tiempos, y eso animó a Evelyn a proponerle que volviera pronto a casa y podrían acudir al teatro o a bailar, a lo que Robert le dijo:


- Humm, mi amor, creo que esta noche terminaré muy tarde. Tengo que enfocar  unos alegatos para un juicio de la semana próxima. Tendré que repasarlos una y otra vez. No te lo confirmo, si acaso te llamaría para que te prepararas ¿ de acuerdo?
-¡ Oh! no se puede tener todo¿verdad? El día de ayer fue grandioso y hoy sin embargo me temo que voy a estar sola. Bueno mi amor, lo primero es lo primero. Te quiero ¿lo sabes?
-Yo te quiero más, eres mi latina preferida, mi fierecilla. Ah! estás en plena forma ¿Eh?, y riendo besó a su mujer y salió hacia el coche.

Ella también partió al trabajo, pero no tenía ganas de trabajar. Era feliz, habían sido muy felices aquel día y quería guardar en su memoria todos los momentos vividos.Ya sabía lo que iba a  hacer:

- Iré a Cambrinus, me prepararán unas ostras, langosta y cualquier otra cosa que me apetezca. Un buen vino y comeremos los dos en la oficina. Será rápida, pero bueno al menos no lo haremos solos cada uno por un lado.

Al llegar la hora hizo lo que había pensado y con el paquete en la mano, tomó el ascensor que la conduciría al despacho de su marido. Los empleados se habían marchado a almorzar y solamente se oia un rumor cercano al despacho y se encaminó hacia el lugar.


- Robert, llamó bajo a su marido

No obtuvo respuesta pero unas risas ahogadas y unos pasos apresurados hizo que se alarmara y pensara que algo raro estaba allí ocurriendo y decidida empujó la puerta y vio que su marido estaba sentado en el escritorio atusándose el cabello y de pié, de espaldas había una mujer que se abrochaba los botones de un vestido.
No necesitó ver más. Ella presentía que en su matrimonio ocurría algo, pero se resistía a pensar en lo que acababa de ver. Miró a Robert fijamente y con la voz entrecortada le dijo:

-¿Cómo has podido hacerme esto después de lo de anoche? Toma, he sido tan tonta que hasta he elegido el menú con que pensaba que comiéramos los dos. Es a base de marisco, os vendrá muy bien . Que os aproveche.

Y dando un portazo salió de la estancia a toda prisa, yendo su marido detrás de ella. La alcanzó en el ascensor y agarrándola de un brazo quiso retenerla, pero la mirada de ella le dejó petrificado y soltándola, la dejó ir.

Silencios - Capítulo 1 - Distancia ( Relato corto )

Robert y Evelyn constituian el típico matrimonio americano con mucho poder adquisitivo. El era un prestigioso abogado y ella una galerista de arte de la Quinta Avenida de Nueva York.
Llevaban casados varios años y habían tenido dos hijos: la chica, la mayor, por nombre Susan y el chico Michael tres años más pequeño que su hermana. Estaban en la universidad y Robert y Evelyn disponían de mucho tiempo para dedicarlo a sus respectivos trabajos.

Se habían casado muy jóvenes y enamorados. Estaban entrando en esa edad algo conflictiva en que a medida que vas cumpliendo años te aferras a la juventud con todas tus ansias.

Robert era un hombre muy atractivo con una madurez espléndida y bastante éxito entre las mujeres. Evelyn algo más joven que él era descendiente de emigrantes mejicanos y su sangre latina asomaba a veces en forma de celos, lo que desembocaba en alguna que otra pelea con su marido.

¿ En qué momento la pareja empezó a distanciarse? No lo sabían.   Fue sin darse cuenta: una cena fuera de casa con algún compromiso inaplazable referente a algún caso que Robert tenía entre manos. Una comida con algún marchante...  No supieron precisarlo, pero el caso era que su relación se había enfriado; no tenían a penas comunicación.

Los desayunos empezaron a hacerse silenciosos y la falta de ruido en el hogar se hacía cada vez más pesada. Cuando los chicos estaban siempre había risas, discusiones, había vida, pero desde que ellos se fueron los silencios se hicieron más prolongados, hasta llegar a no pronunciar palabra alguna.

Robert,  mientras tomaba su café,  leía alguna noticia destacada en el periódico  ; Evelyn le observaba silenciosa preguntándose si su marido la encontraría aún atractiva. No se daba nunca cuenta si se cambiaba de peinado, o de color del tinte o simplemente si llevaba un vestido nuevo.
Algunas veces harta de esperar que Robert le dirigiera la palabra, se levantaba de improviso sin desayunar y con un ligero beso en la mejilla se despedía de su marido rumbo al trabajo.
El la miraba extrañado de esa repentina forma de despedirse, pero no le daba apenas importancia:

-¡ Es que tiene un genio!...pensaba

Es todo lo que se le ocurría decir. Ni siquiera se paraba a pensar que ella le había estado esperando la noche anterior hasta muy tarde, hasta que el sueño de madrugada la venció. Esperaba que por lo menos le contara cómo había ido la reunión con el cliente, pero dedujo que el periódico era más interesante que lo que pudiera comentar con su mujer.


Llegó a la galería enfadada y dolida. Comentó con su compañera el comportamiento de Robert y lo enfadada que estaba con él. Hacia las 11 de la mañana llegó un recadero de una floristería con un magnífico ramo de rosas blancas y una tarjeta en la que se leía:" Perdón. ¿Comemos juntos? Te quiero. Robert "

A ella se le pasó el enfado inmediatamente y pulsó el teléfono para contactar con él. Al otro lado se oyó la voz de la secretaria que a modo de saludo recitaba el nombre del bufete.

-Por favor Lucy ¿puede pasarme con mi marido ?
-Oh señora Morgan, buenos días. Espere un momento por favor -.  Instantes después sonó la voz de Robert
- A ver fierecilla ¿se te ha pasado el enfado? ¿Comemos juntos?
-Bueno, no del todo. Te estuve esperando hasta muy tarde y hoy yo esperaba que me contaras algo, y ¿qué has hecho?, enfrascarte en el periódico. Ni siquiera te has acordado del día de hoy
-¿Qué tiene de especial el día de hoy?
-Lo ves, ni te acuerdas. Tal día como hoy nos conocimos.
-Ya lo se mujer, ¿cómo me iba a olvidar? Anda que tengo mucho trabajo. Pasaré a buscarte a la una. Te quiero mi latina.

Y lanzándola un beso por el teléfono colgó. Evelyn sonrió complacida al tiempo que suspiraba. Comentó con su amiga:

- Tengo el marido más guapo y simpático del mundo. Le quiero, le quiero, le quiero.-.  La amiga se echó a reir y le dijo
-Estás loca, pero tienes razón es muy guapo y te quiere mucho. ¡ No sé de qué te quejas!

Ella reflexionó para sus adentros pensando:

- Es que hay algo que no funciona, no sé lo que es, pero presiento algo que no me gusta.

Un rato antes de que Robert llegara, retocó su maquillaje y vertió unas gotitas de perfume que tanto gustaba a su marido en el reverso de las muñecas y en el escote.

-Bueno pues ya estoy lista

Robert llegó y se saludaron dándose un beso. Era completamente feliz