viernes, 20 de abril de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 2 -Entre padre e hija

Albert Freeman no había dormido bien aquella noche.  Echaba de menos su cama, su almohada, en definitiva echaba de menos la que, hasta el día de ayer, había sido su casa.  Hasta los ruidos que se producían en la calle los extrañaba.  A cambio en el hotel, todo era silencio, y pensó que fue eso, el silencio, lo que hizo que no terminara de conciliar un sueño descansado.  Tras el aseo, bajo hasta el aparcamiento a recoger su coche. La consulta, en la que él ejercía de médico,  . por las mañanas,  no estaba muy alejada del hotel.  Sin embargo el hospital de por las tardes  estaba más lejos.  Hacía tiempo que había cambiado su turno a por las tardes- noches, precisamente para evitar estar en casa  mucho tiempo; así ahorrarían choques y enfrentamientos.  Pero ahora, todo había cambiado y le daba igual.  Agradecía tener la cabeza siempre ocupada en asuntos relacionados con su profesión, y así evitar pensar en los asuntos familiares.

Más entrada la mañana llamaría a su ex mujer para saber cómo había amanecido la niña, y a ser posible zanjar ese mismo día el asunto que le estaba mortificando.   Stephanie le contó que se había levantado de muy mal humor y poco habladora, por tanto le desengaño de hablar con ella

- Yo trataré de allanarte el camino - le dijo ella - Deja pasar unos días en que vea que todo se ha calmado y que nosotros no tenemos problemas, que fuimos nosotros los que llegamos a un acuerdo. Yo también deseo hablarle  de mi relación con Geoffrey, pero tampoco lo haré en unos días.

 No estaba de acuerdo, como otras tantas veces, con el criterio de Stephanie.  Pensaba que cuanto más tiempo transcurriera, peor sería todo, así que se decidió a hacerlo en esa misma mañana.

Pediría a un compañero que pasara la consulta por él e iría a buscar a su hija al instituto.  Y así lo hizo, y pensó, después de comprobar el resultado obtenido, que había sido una buena decisión

- Las cosas hay que aclararlas cuanto antes.- se dijo

Volvió a llamar a su ex y la dijo que no contara con Amelie para comer.  Lo harían juntos en un restaurante.  Y acudió al instituto con bastante tiempo, así que recapacitó sobre lo que tenía que hablar con ella, si es que, al fin, podía verla.  Y la vio, y la chica, aunque con disimulo, se alegró al ver a su padre, y no pudo evitar abrazarse a él llorando

- No mi niña, por favor, no llores.  Eso me hace daño y he venido aquí, lo primero porque quería hablar contigo de ciertas cosas, y lo segundo para que me ayudes.- La tendió un pañuelo para que se sonase la nariz y así calmar el llanto de la muchacha
- ¿ Ayudarte ? No sé en que´
- Tengo que buscarme un apartamento y había pensado que vinieras conmigo a la agencia a ver si vemos alguno que nos guste
-
Ella torció el gesto y trató de despegarse de su padre, pero él la tomó del brazo e hizo que le mirara.

- Vamos a ver Amelie.  Eres mayor como para darte cuenta de lo ocurrido.  Quiero a tu madre, la respeto mucho, pero no estamos enamorados.  Ha sido una buena esposa mientras duró el amor, pero ya no funcionamos como matrimonio, sin embargo, aspiro a que seamos buenos y leales amigos.  Ella está nuevamente enamorada y desea organizar su vida.  Y eso es lo que debe hacer, es bueno para ella y también para ti, aunque pienses que nos odias, que odias al mundo entero.  Hay cosas en la vida de las personas  que, por mucho que te esfuerces, no funcionan.  Nos casamos muy jóvenes sin saber muy bien lo que eso conllevaba, y durante un tiempo nos fue bien, funcionábamos bien, pero la ilusión del noviazgo y del matrimonio después, se esfumó y no regresó  por mucho que nos esforzamos.
-Fuiste una hija deseada y querida y nos trajiste ilusión y amor.  Por eso es que hemos durado más tiempo del que pensamos, por ti.  Lo intentamos de nuevo muchas veces, pero era una misión imposible: a las primeras de cambio surgían las discusiones.
Acordamos separarnos y después, solicitamos el divorcio, Creímos que era lo mejor.  Y ahora te explicaré lo de la foto en el móvil, que creo has pensado más allá de lo que debías: no tengo amantes, ni soy un pedofilo, ni nada parecido.  Esa foto es de una compañera de instituto de la que me enamoré.  Estuvimos saliendo durante cierto tiempo, pero eso terminó, con un gran disgusto por mi parte; fue algo repentino que se les ocurrió a mis padres. No la he vuelto a ver más desde entonces  Tus abuelos, mis padres, pensaron que sería mejor cortar cuanto antes esa relación que cada vez iba consolidándose con más fuerza, y me metieron en un colegio mayor hasta que fui a la universidad.

-Ella era una chica buena y dulce, pero pertenecía a la clase obrera, y en aquella época, tener una novia pobre, no estaba bien visto.  Fui a la universidad y conocí a tu madre.  Ella estudiaba Políticas y yo Medicina.  Nos enamoramos, olvidé a Rose, que así se llamaba y nos casamos sin terminar los estudios.  La carrera y el mantenimiento del hogar, lo costearon mis padres.  Nueve meses después naciste tú, la alegría de aquél hogar que comenzaba a hacer aguas.


-Esta es la historia, mi niña.  Como ves nada nuevo, ni nada oculto.  Todo de lo más normal.  Cuando conocí a tu madre y antes de casarnos, le conté mi historia con Rose, así que para ella no es ningún secreto.  Puedes preguntarla.
- ¿ No volviste a verla ? ¿ En serio ?
- No.  Cuando salí del Colegio Mayor, fui hasta su casa para al menos darle la explicación del por qué no había vuelto.  Había pasado mucho tiempo desde el último encuentro, y en su vida muchas cosas:  Su padre estaba delicado de salud y no podía atender la granja.  Vendieron la parcela de terreno  que poseían.  Con el dinero obtenido se marcharon a otro lugar a empezar de nuevo.  Esto al menos es lo que me dijeron algunos de los chicos de la pandilla.  Pero no sabían a donde habían encaminado sus pasos, así que no la volví a ver nunca más.  ¿ Te ha quedado todo claro? ¿ Estás tranquila ? - La muchacha, afirmó con la cabeza y colgándose del brazo de su padre, se dirigieron al coche
- Me alegro de haber podido aclarar las cosas.  Y ahora vayámonos a la agencia, que dentro de dos horas entro en el hospital
- Gracias papa por habérmelo dicho.

Albert respiró tranquilo y se alegró de haber seguido su primer impulso.  Se lo comentaría a Stephanie, porque creyó que también para ella había llegado el momento de comentar con su hija su proyecto con Geoffrey.

domingo, 15 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 19 y último - Un planteamiento de vida

Juntos, sopesaban los pros y los contras del nuevo planteamiento.  Por un lado, estaba su verdadera vocación de ayudar a los demás, pero también tenía una responsabilidad con su familia.  Al nacer el bebe, Alice necesitaría ayuda, y además estaba su deseo de pasar más tiempo con ellos.

- Es tu pasión, vives para ella.  Por mucho que lo comprenda y egoístamente lo quisiera, creo que al cabo de un tiempo, te arrepentirías.  No lo dejes, sigue como hasta ahora y si, más adelante ves que es incompatible con nostros, estonces, pon en marcha tu plan B.  Yo también quisiera tenerte en casa todas las horas del día, porque estoy aterrorizada con lo que va a llegar dentro de unos meses, pero sé que ellos te necesitan, y nosotros ya nos las arreglaremos.

De momento los planes quedaron aparcados.  Ahora tocaba cuidar a su mujer y a su hijo.  Estaba constantemente preocupado por ellos, no porque hubiera algo anormal, pero sabía que la edad de ella era un impedimento.  No quería ni pensar que algo motivase que el embarazo no siguiera adelante

- Tranquilo. Es una mujer sana y aún está en edad fértil.  Todo está bien y marcha como debe.  No estés intranquilo; todo sadrá bien - Le repetía el médico y compañero.

Pero él no podía evitarlo:  sí lo estaba.  La colmaba de regalos, de amor y paciencia.  Porque algunas veces llegaba a casa y la encontraba llorando sin saber porqué.  Con infinita paciencia y amor, la estrechaba en sus brazos y trataba de calmarla, hasta que al fin lo conseguía.  Otros,  la encontraba comiendo con verdaderas ansias, como si nunca lo hubiera hecho.  Y también entonces se preocupaba.  Estaba nervioso y deseando de que llegara el momento y todo pasara.

Y el momento llegó y un muchachote fuerte, totalmente normal, con el peso normal, vino a este mundo llorando a pleno pulmón.  El estaba a su lado.  No la dejo sola ni un sólo instante; se mostraba orgulloso de su mujer y de su hijo:  ya eran una familia.  Una preciosa familia que nunca soñaron tendrían, pero he aquí el milagro del amor entre las personas:  el milagro se había producido.

Se levantaba cada mañana con el ánimo renovado, feliz, contento y marchaba al hospital  totalmente positivo.  Si la felicidad absoluta era lo que sentía, pues él era absolutamente feliz.
Sin embargo Alice, cada vez que él salía por la puerta, ella se recostaba en la pared, y tomaba aire para coger fuerzas la esperaba todo un día de cambio de pañales, amamantar, y preocupación, al menor movimiento del bebe.  Se le quedaba mirando extasiada ¡ era tan bonito !.  Se arrodillaba al pie de su cuna y se pasaba todo el tiempo contemplando aquella carita que tanto recordaba a la de su padre.

Se querían y se comprendían.  No tuvieron más discusiones que las justas y normales.  El amor que sentían rompía todas las barreras que salieran a su paso.  Era difícil recordar sus principios, de cómo comenzó todo. Parecía ahora tan lejano que se perdía casi en la memoria.  A veces, cuando Alice, disfrutaba algún momento de tranquilidad, entre toma y toma, al mirar a su hijo, sentía que el destino, o la vida, habían sido generosos con ella.  Bien es cierto que se lo había ganado a pulso, pero el resultado obtenido compensaba de todo lo pasado anteriormente.

Adoraba la familia que habían formado. Inimaginable en dos cuarentones como ellos. El casado,  profundamente enamorado de su primera mujer, y perderla tan pronto, por la que sufrió mucho..  Ella ¿ cómo se casó ella ? Ahora veía que no había sido amor lo sentido por Thomas en ningún momento, sino influencias por logar una posición acomodada, por ambas partes, menos por la de ella, que fue como una res al matadero:  sin saber a quién entregaría su vida.

 Pero no deseaba reprochar a nadie  absolutamente nada, porque todo ello había conducido a lo que ahora tenía.  Además el pasado, pasado está y no hay vuelta atrás´.

Y los días transcurrían rápido y los meses, y algún año.   Willy junior ya iba al colegio.  Comenzaba la primaria, y ella volvía sus ojos hacia la fundación.  William seguía ayudando a los enfermos, pero ya no volvió a tener los temores de aquel día antes del nacimiento de su hijo.  Había aprendido a dejarlos en el hospital cada vez que salía de él.  No se había deshumanizado, muy al contrario, se volcaba en ellos, pero tenía un incentivo en casa que le hacía olvidar todos los malos ratos que pasaba.

Siguió haciendo lo mismo de siempre y Alice volvió a la fundación, con la misma ilusión del primer día.  Ahora apreciaba aún más el estar con los niños, porque ella tenía un hijo y se ponía en la piel de esos padres que tuvieran algún hijo enfermo.  No quería ni pensarlo.  Willy crecia sano y fuerte.  Su carácter era parecido al de su padre:  fuerte, voluntariosos y muy cariñoso.

 Disfrutaban los tres juntos de los fines de semana que papá no tenía guardias.  Hacían excursiones.  Padre e hijo elegían senderismo, mama en casa preparando la comida para cuando llegasen  los  hombres más importantes de su vida.  Hubieran podido aún tener un hijo más, pero William se opuso a ello rotundamente: no la expondría a un embarazo difícil y complicado.  Sería mejor conformarse con el que tenían, en definitiva porque no  esperaban  ser padres, y la Naturaleza les premió con Willy, así que no jugarían con fuego.  Y de este modo su vida transcurría tranquila y feliz.

William se jubiló siendo aún joven. Hizo oposiciones a catedrático en Oncología, y sacó plaza sin dificultad, debido en gran parte a su experiencia conseguida a lo largo de su vida profesional.  De esta forma, no abandonaba su gran pasión y tendría tiempo para estar con su familia.  Inculcaba en sus alumnos el afán  que él sintiera por ayudar a los demás en esa especialidad tan difícil como la que eligió al licenciarse.en medicina

Nunca se arrepintió de ello, aunque le ocasionara grandes preocupaciones y dolor, cada vez que no podía sacar adelante a cualquier enfermo.  Les había dedicado la mitad de su vida y ahora era justo que fuese para Alice en exclusiva.

Aunque sin tanto ardor, pero intensos y amorosos, seguían siendo sus encuentros íntimos.  Había transcurrido el tiempo y ellos envejecían juntos amándose aún más, si cabe, que al principio.  Willy estaba a punto de entrar en la universidad y andaba ennoviado con una muchacha de su misma clase. Y ellos, muchas veces tomados de la mano, se quedaban en silencio, sin duda recordando la trayectoria de cada uno de ellos a lo largo de la vida.  William especialmente el primer día que la vio y ella  al igual que él, su primer encuentro.

Y Willy terminó su carrera y tenía el pensamiento de unirse a Mildred, su novia de siempre.  Ellos con el pelo blanco, hacían proyectos de realizar algún viaje y en ser abuelos algún día no muy lejano.Aunque al comienzo fue una historia tortuosa, a su final fueron compensados.  En su ánimo no había cabida más que para seguir juntos y amarse hasta el final

                                                         F    I    N

Autoría:  1996rosafermu
Edición:  Enero de 2018
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

sábado, 14 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 18 - Un gran acontecimiento

Tras haber sido servido el aperitivo solicitado, y sin soltar las manos de ella, la miraba fijamente a los ojos buscando los de Alice. Ella bajaba la mirada ante la intensidad de la de él. ¿ Qué le ocurría ?  ¿Qué le atormentaba? ¿ Cuál era su secreto ?  ¿ Por qué no hablaba de una vez ?  Y como si la leyera el pensamiento, comenzó a disculparse.

- Sé que durante estos días no he sido el compañero ideal.  Me he comportado contigo como un estúpido trasladando  mis preocupàciones hasta tí. He sido incapaz de disculparme contigo y explicarte la verdadera razón de lo que me ocurría.  En parte estaba relacionado contigo. Con el terror inmenso que me produce la idea de que pudiera perderte. Vi, nuevamente de cerca, lo que la enfermedad provoca en el cuerpo humano, y lo delgada que es la línea que separa la vida de la muerte.  Y a mi cabeza volvieron viejos recuerdos que creía ya superados, y te veía en casa, triste, preocupada por lo que me ocurría, y no era capaz de confesarte que lo que me tenía así era la preocupación de volver a vivir lo pasado.  Y por mucho que me repitiera que no era oportuno pensar así, no podía evitarlo.  No me daba cuenta de que te rechazaba en lugar de estar más cerca de ti.  No sé cómo explicar lo que sentía, y por mucho que quisiera reaccionar, cuando me encontraba frente a frente con la enfermedad y el dolor que causa en una familia, era superior a mi.  Y en lugar de, cuando llegaba a casa, abrazarte y decirte lo mucho que te quiero, me encerraba en mi propio dolor y temores.  No había otra mujer, si es que lo has pensado.  Nunca la habrá, pero no soporto la idea de que pudieras caer enferma.  Esta vez no lo soportaría.
- ¿ Por qué piensas en esas cosas   ¿ Era eso lo que te atormentaba?  Soy una mujer sana, no estoy enferma y vamos a envejecer juntos. Mi amor, yo creía que ya no me amabas.  Verdaderamente has tenido una reacción extraña.  Comprendo que recuerdes lo que pasaste anteriormente, que te duela, porque la amaste y no puedes borrar eso de tu vida ni de tu corazón.  Tampoco debes hacerlo.  Ella ocupó parte de tu vida; una vida que se truncó con su muerte, y debes seguir amándola y a mi también.  Y si así no fuera, consideraría que no tienes sentimientos.  Y los tienes y son nobles y puros.  Así que desecha todo lo que te haga daño, porque no me voy a ir a ninguna parte.
- Cariño, no sabes el peso que me has quitado de encima. ¿ Que es eso tan importante que tenías que decirme? No será que te has cansado de mi y me abandonas por lo sucedido en estos días.  Que soy un tipo insoportable  de aguantar mis neuras - Ella soltó una carcajada y acarició la mejilla de su marido
- Ni mucho menos.  Vas a tenerme a tu lado hasta que te hartes de mi.

- Creo que eso va a ser imposible. Dime ¿ qué tenías que contarme?  Me tienes en ascuas
- Sólo te pido una cosa:  no te subas por las paredes cuando lo sepas y trates de asimilarlo.
- Habla de una vez, demonios.  me pones nervioso
- Vamos a ser padres - El tardó unos instantes en reaccionar ¿ había escuchado bien? ¿ Está embarazada?- Dime algo, por favor.  Sabía que te disgustaría, lo sabía y por eso me demoré tanto en decírtelo
- ¿ Disgustarme? ¡¡¡ Nooo  !!!  Muy al contrario, sólo que no lo esperaba.  ¿ No somos mayores para eso ?
- Hoy día las mujeres pueden concebir sin riesgo hasta casi los cincuenta años, y yo sólo tengo cuarenta y tres.  Para los hombres no hay problema. Dime que lo quieres, dímelo, por favor. Creí que al menos te habrías hecho la idea de ser padres.
- En eso te equivocas, no me la hice.  Y no es por falta de deseo, pero pensaba en tí, en los riesgos que pudieras correr por la edad.  Pero el tener un hijo nuestro, es le mejor regalo que podías hacerme. Lo quiero, lo quiero, lo quiero.

Ella respiró aliviada.  Le había dado la noticia y la había aceptado, le había explicado el porqué de su malhumor en estos días   y la seguía queriendo, y también al bebe que venía en camino.  Era tan feliz que no pudo evitar el echarse a llorar.  El,  alarmado se levantó de su silla y se acercó hasta ella para tratar de averiguar lo que la ocurría

- No es nada.  Es que me daba miedo  tu reacción.  Son las hormonas que están alborotadas y ha sido la tensión entre nosotros de estos días . Nada más.  Creí que no lo ibas a aceptar y eso me atormentaba, porque si quiero este hijo que es tuyo y mio
- Vida, eres lo que más quiero en el mundo  ¡ Cómo no iba a querer a este bebe que es parte nuestra !  Vamos, vamos, cálmate.  De ahora en adelante te mantendré entre algodones. No tienes ni idea de cómo te amo . Adoro a los niños, y la prueba es la fundación, así que desecha toda idea descabellada de que no iba a quererlo- La besó suavemente y más calmada regresó a su sitio.


El camarero les miraba sorprendido y sonriente.  No parecían tener edad para romanticismos, y sin embargo si lo demostraban.  Ajeno a la realidad, pensó que sería un ligue ocasional.  Se acercó prudentemente a la mesa cuando fue reclamado por William y pedir el menú.

Y regresaron a casa.  Tenían mucho que celebrar.  Ya todo estaba claro entre ellos.  William se juró así mismo que la situación pasada no se repetiría, y para ello, comenzó a fraguar una idea en su cabeza.

- Tengo cuarenta y ocho años, dentro de no tantos habré de jubilarme como cirujano. Tendré que pensar seriamente en una retirada, pero la medicina es mi segunda pasión. Deseo pasar el mayor tiempo posible con mi familia, sin tormentosas ideas de enfermedades y muertes. Podría seguir con la fundación y al mismo tiempo hacerme investigador.  Tendría un horario sin guardias, ni llamadas a medianoche.  Estaría más con Alice y con el bebe, que va a necesitar a su padre.  Lo hablaré con ella.  No deseo hacer nada sin consultarle, pero creo que sería una buena idea ; así no trasladaría al hogar los sobresaltos del hospital.  No quiero que se repita lo del pasado .

Maduraría la idea y averiguaría el camino para investigar  la misma enfermedad que trataba en el hospital y en la fundación, pero no tendría cara a cara a los enfermos y a sus familias, sino sólo unas células y su estudio en profundidad.   sentados uno al lado del otro, con las manos juntas., William explicó a su mujer lo que estaba madurando en su cabeza.  Sería una forma de seguir con lo que le apasionaba, pero sin tratar directamente con los enfermos.  Ella escuchacba atentamente, pensando en lo que él la explicaba.  Después daría su veredicto.

viernes, 13 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 17 - Otros recuerdos, otros tiempos

La salida extemporánea de William, dejó a su mujer desorientada e incrédula.  No entendía nada de lo que estaba pasando ¿ desde cuándo el le había dicho cosas tan duras y tan sin sentido ? Nunca.  Siempre había sido cariñoso en extremo con ella, condescendiente y paciente .  Pero ésto no lo entendía.  Sabía que algo no estaba bien, pero no la diría nada. Y ella si tenía algo que decirle, importante, muy importante para ellos, al menos para Alice.

Esperó paciente a lo largo del todo el día.  Ni una llamada de teléfono, ni nada que la hiciera sentir que seguía queriéndola y que todo había sido un arrebato por un mal humor.  ¿ Había cometido algo que le ofendiese?  No le había dado lugar a ello:  ya vino así del hospital.  De pronto recordó que tenía guardia de veinticuatro horas, de modo que no le vería hasta el día siguiente.

Esa certeza la angustió aún más.  No tenía a nadie con quién hablar de ello.  No podía volver a llamar a su secretaría, porque tendría que contarle  lo que les ocurría, y por mucho que se conocieran , lo que pasaba era algo que tenían que resolver ellos, sin interferencias de nadie.  Se sintió angustiada y depresiva.  Si al menos supiera qué era lo que había hecho mal.

En vano esperó una llamada de él, pero ella no pudo resistir la tentación y comunicó con su consulta.  La enfermera la dijo que estaba en urgencias, pero que le daría el aviso en cuanto subiera.

- No importa, no le diga nada.  Es algo sin importancia- respondió ...

Pero esperaba en vano.  No la llamaría ni a casa ni a la fundación, así que procuró olvidar sus problemas y trabajar como si nada ocurriera. No quiso volver a su casa para el almuerzo; comería un sandwich en la cafetería y aprovecharía el tiempo para poner al día el papeleo que se había retrasado por su luna de miel.  Cuando llegó por la noche, la casa se la venía encima.  Pulsó el contestador por si la hubiera dejado algún recado, pero nada había.  Lloró durante largo rato, no solo por la tristeza que sentía, sino por no saber qué había hecho mal que le doliera tanto.

Concluyó la guardia y fue directamente a casa.  Alice estaba en la fundación.  Decidió llamarla; sabía que no se estaba portando bien con ella, que era inocente a lo que le pasaba, pero tampoco podía decirla que la enfermedad del hombre que estaba tratando, le recordó tiempos muy dolorosos vividos en sus propias carnes.  Sabía que ella no tenía culpa de nada, pero estaba seguro que si la decía lo que le ocurría, se lo tomaría como que se acordaba de su primera mujer.  Y en parte era cierto, porque la había amado mucho, pero ahora a quién amaba era a Alice, con todas sus fuerzas, y lo único que le recordaba de ese tiempo, era el dolor inmenso de la enfermedad.

Al mismo tiempo comprendía que ella estuviese disgustada.  No había sido un ejemplo de marido, precisamente, durante esos días.  Iría a buscarla al trabajo y la llevaría a cenar a un restaurante.  Trataría de olvidar lo vivido en el hospital y no llevárselo a casa.  Necesitaba hablar con ella, oir su voz, pedirla perdón por lo sucedido y decirla que nada ni nadie podria impedir que la quisiera más que a nada, más que a nadie.

Descolgó el teléfono y la voz conocida de Felicity le respondió anunciándole que Alice estaba con un niño que había sufrido una recaída.  El se alarmó. No quería que se involucrase tanto con los niños.  No deseaba que se repitiera la historia de Richard.  Decidió que no aguardaría hasta la tarde.  Se daría una ducha e iría a buscarla ahora mismo.  Quería protegerla de todo, hasta de él mismo.

Al llegar a la fundación preguntó a Felicity dónde estaba y ella misma le condujo hasta la habitación de Philip, que permanecía en cama por un simple catarro, pero que al tener las defensas bajas y debido a su problema de salud, tenía que tener un control más exhaustivo.  La vio sentada a su cabecera, leyéndole el cuento preferido del niño.  Y clavó su mirada en ella, sin avanzar por la habitación deseaba contemplarla sin que se diera cuenta de ello.  La ternura le invadía y se apesadumbró aún más por los días pasados, sin advertirla de lo que estaba pasando en el hospital, y de que no era ella la culpable, sino los recuerdos tristes de otra experiencia vivida.

En ese momento, ella levantó la cabeza y le vio en el dintel.  Interrumpió su lectura. ¿ Qué hacía él allí ? ¿ Le ocurría algo?   Se levantó presurosa y se acercó a William

-¿ Qué pasa ¿ Qué haces aquí ?
-He venido a buscarte, y no pasa nada.  No te alarmes, además dijiste que teníamos que hablar.  Tengo dos días libres, ¿ será suficiente para nuestra charla ?
- Pues eso depende
- ¿ Depende ?

- Si.  De cómo tomes lo que tengo que decirte.  Pero no corre prisa, no te preocupes. Como soy el
ombligo del mundo...   No es urgente, puede esperar
- Soy yo quién no puede esperar.  Así que recoge tus cosas y vayámonos.  Y no seas tan sarcástica y rencorosa.  Cuando te lo explique lo entenderás
- No es mi hora
- Es tu hora si tu jefe superior te lo pide

Ella bajó la mirada pensando que aún estaban mal.  Desconocía la reacción que tendría cuando le dijese lo que tenía que anunciarle.  Le daba miedo porque no entraba en sus planes y posiblemente se incrementara el disgusto que tenía con ella.  Pero era algo que no podía ocultar.  La tomó del brazo y la condujo hacia el control de enfermeras, allí habló con la enfermera jefa y la anunció que su esposa saldría antes de lo previsto por asuntos personales.  ¿ Qué problemas personales eran?  Ella era su problema personal, estaba segura.  Ante esa idea, buscaba en su cabeza sin parar qué es lo que le había podido enfadar tanto.  Ella había respondido como esposa en todo momento, o sea que no sería ese el problema.  Y de repente se dio cuenta:

-   Ha hablado con algún compañero y se ha enterado antes de decírselo yo..  Pero ¿ cómo iba a hacerlo si a penas me dirigía la palabra ?

Ya dentro del coche dispuesto a marchar, William se volvió hacia ella y tomando su cara entre las manos, la besó como hacía días no había hecho.  Sus corazones se aceleraban, y ella respiró tranquila.  Lo que fuera que le molestara, lo había olvidado y de nuevo volvía a ser su William, el hombre cariñoso y protector con quién se había casado.

La llevó a un restaurante en el que nunca había estado.  Él si lo conocía, pero le parecía un marco ideal para mantener la charla  en la que le explicara su forma de proceder durante esos días y por qué.  Ella, le contaría eso tan importante que debía decirle tras las varias intentonas hechas sin aclararle nada, porque él no escuchaba debido a su forma de comportarse.

Era un lugar precioso, a las afueras de Londres.  Un restaurante pequeño, familiar, pero con un entorno bellísimo, rodeado de flores y abundante zona verde.  El comedor era recoleto y amueblado con buen gusto, íntimo, ideal para charlar tranquilamente en una sobremesa agradable después de una buena comida.

Alice estaba inquieta y cada vez más nerviosa.  pero al mirar el rostro de William veía la ternura de su mirada y su corazón palpitaba fuertemente al coger sus manos y llevárselas a los labios.  La estaba pidiendo claramente perdón por su comportamiento.


Los largos días perdidos - Capítulo 16 - El problema

Pero lo bueno pronto termina, y de nuevo volvían a Londres de regreso de su felicísima luna de miel.  Su amrido le había enseñado a ser amante  y esposa.  Ahora sabía la diferencia de una cosa y otra.  Sería esposa cariñosa y feliz a unas horas, y amante en la cama en la que ambos gozaban del placer de sentirse dos en uno.
.Después de llegar a Londres, a los dos días, cada uno de ellos se reintegró al trabajo y aguantar las bromas de los compañeros más cercanos que le hacían sonreír.  Pero también se encontró con la realidad de su profesión; de nuevo la enfermedad, el quirófano y ...  la muerte para algunos.  Era la peor parte sin duda: el no poder ayudar más.  Personas a las que había tratado durante mucho tiempo, veía que se le iban de las manos sin poder evitarlo.  La ciencia había llegado al límite, y todo lo que podía hacer era que fuera más llevadero, y,  dentro de lo que cabe,   que su calidad de vida les permitiera seguir con sus familias y no en la fría sala de un hospital.

Aquella noche, William llegó desmoralizado y triste.  Alice le esperaba como siempre sonriente y llena de amor.  Le recibió con un abrazo y un beso, ambos correspondidos por él.  Pero su ánimo no estaba para más fiestas.  La cena transcurrió con bastante silencio y continuado.  El no levantaba la vista del plato y jugaba con la comida y con el cubierto.  Ella se daba cuenta de que algo ocurría y no sabía si debía preguntarle, hacer que se comunicara con ella, porque lo que fuera le estaba atormentando y aunque no pudiera evitarlo, al menos descargar el peso que llevaba consigo

- ¿ Qué te ocurre  - le decía mientras acariciaba su mano
- Nada que puedas remediar - le contestaba él cortante, como indicándola que no quería hablar de ello.
- A penas has probado bocado. ¿ Has tenido algún problema en el hospital ?
- No quiero hablar de ello - la respondía

Ella se levantaba a quitar la mesa y él la ayudaba, pero sabía que su cabeza estaba en otro sitio.  Había pensado darle una noticia, pero tal y como estaban las cosas, decidió aplazarlo para otra ocasión.  Sin duda algo grave debía ocurrir.  Nunca había estado ni tan callado, ni tan hermético.  Tampoco en la cama se mostró como siempre:  Respondió a las caricias que Alice le hacía, pero no con la pasión de otros días.

Se levantó muy temprano, cuando aún habían estrellas en el cielo, se vistió y marchó al hospital.  Seguro que se debía a  algún paciente que estuviera ingresado y lo estaba pasando mal.  Ni por lo más remoto pensó que era por alguna aventura.  Ella conocía muy bien cómo era William y como era el comportamiento de un hombre cuando tiene algo fuera del matrimonio, y no era el caso.  Sabía que la amaba y que le gaustaba su cuerpo. Eso no era.  Eran problemas hospitalarios.-.   Llamó a su secretaria y la preguntó si había algún problema

- Si lo hay, Alice.  Se trata de un paciente que ...  bueno, está llegando a su final.  Todos teníamos la esperanza de que se recuperaría, pero algo ha fallado en su organismo.  Nos tiene a todos desconcertados, porque hace mucho tiempo que le conocemos y es entrañable con todos nosotros.  No te extrañe que tu marido esté raro, porque estaba seguro que remontaría
- Lo siento

No sabía  qué hacer. El la necesitaba ahora más que nunca ¿ era el momento oportuno para decírselo?  No quería aumentar más su preocupación, ni su mal humor ¿ Qué hacer ?  Aguardó a que llegara  y comprobó que todo seguía igual, y al contrario que el día anterior, él llegaba más preocupado .

Se miraron a los ojos, con esa mirada de desesperación, por parte de él, y apremiante para que hablara,  en ella .  Sólo permanecía abrazado a su mujer y la estrechaba contra él fuertemente, como temiendo que se le escapara.  La tomó de la mano y la dijo:
- ¿ Estás haciendo la cena ?
- ¿ Deseas cenar ? Ya está casi lista- respondió ella
-Pues apaga el fuego.  Quiero hacerte el amor ahora mismo
- Pero... ¿ ahora ?
- Si, ahora ¿ Acaso no lo deseas ?
- Sabes que si, pero ¿ qué te ocurre? ¿ Es por el paciente que está tan grave ?
- No hablemos ahora de eso

Y la condujo hasta el dormitorio.  Pero Alice estaba preocupada.  Se comportaba de un modo extraño, apremiante. Se desnudaba nervioso y la apremiaba para que ella hiciera lo mismo.  Por un instante  recordó otra situación, y por una fracción de segundo sintió miedo, pero automáticamente lo desechó.  Era la hora de ser amante y librar a su marido de las preocupaciones, aunque sólo fueran durante unos minutos.

Y el preámbulo fue más corto que de costumbre, sin dejarla respirar. Sus movimientos eran frenéticos, angustiosos y ella deseaba corresponder, pero se imponía el miedo y las dudas y no podía, por mucho que lo intentara.  Esperó paciente a que él terminara de desahogarse y acurrucada en su pecho, pensó que era el momento de decirle algo

- Tenemos que hablar
- ¿ Qué te pasa ahora ? - le dijo con voz disgustada.-  ¿ Había interrumpido su pos coito ?
- Da igual, te lo diré más tarde
- Está bien - y se quedó dormido.

No entendía lo que estaba ocurriendo. Nunca había estado tan implicado  con un enfermo como con éste, hasta el punto de deteriorar su relación personal.  Entendía que se sintiera fracasado ante la enfermedad pero no hasta este punto.   de repente recordó a su primera mujer. ¿ Era eso ? ¿ De quién se trataba esta vez ?  Creyó entender a su secretaria que era un hombre.  Su mujer había muerto de cáncer de ovarios, luego entonces no era eso.

 De repente todo se había venido abajo.  Entendía que tras la luna de miel y al volver a la realidad de la vida diaria, todo volviera atrás.

 Pero no quería pensar en que hubiera dejado de significar todo para él.  Se lo había repetido hasta la saciedad, y sin embargo ahora...   Se levantó de la cama, no podía dormir después de pensar en eso.  Bien es verdad que de noche todo se magnifica.  No debía tener esos pensamientos absurdos; de sobra le había demostrado que la quería y que habían comenzado otra vida juntos, dejando atrás todo lo vivido con anterioridad.  Tapó su boca con la mano para que los sollozos que escapaban de su garganta no le despertaran.  Estaba rendido, necesitaba descansar.  Seguramente cuando amaneciera todo sería más sencillo.  Volvió a la cama y se acurrucó a él, y sonrió cuando William extendió su brazo abrazándola, y en un susurro la dijo:

- Te quiero.

Pero no había nada nuevo.  Se levantó malhumorado y hablando muy poco.  De repente recordó que le había dicho que tenían que hablar,.  Bien había llegado la hora

- Me dijiste anoche que teníamos que hablar ¿ Qu´deseas decirme ?
- Puede esperar, no te preocupes
- Si, si me preocupo. Dime lo que sea de una vez.  He de irme
- De verdad que no es nada. Ve al trabajo y ojalá todos tus problemas se soluciones, hoy.  Si, hoy mismo


- ¿ Crees que se  solucionarán hoy mismo ? No tienes ni idea
- Pues dímelo
- Mira se me hace tarde.  Ya hablaremos
- ¡ Claro !
- ¿ Qué quieres decir con ese ¡ claro ! ¿  Te crees acaso el ombligo del mundo? ¿ Crees que no tengo otra cosa en que pensar que tus cotilleos con tus amigas? Adiós

Y dando un portazo salió de la casa, dejando a su mujer lívida y sin poder articular palabra.

jueves, 12 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 15 - Luna de miel

Y al fin pudieron seguir con sus vidas y poco a poco fueron olvidando los amargos momentos que vivieron.  William seguía con su trabajo y ella en la fundación: todo lo mismo., pero al despertarse cada mañana todo era nuevo y diferente.  Dormían abrazados sintiendo  su piel y por las mañanas, al despertar un beso era la primera caricia .  Se duchaban juntos , como aquella su primera vez de sexo que volvían a realizar con el mismo entusiasmo, pero ahora con la tranquilidad de conocerse mejor y amarse aún más.  Algunas veces se les hacía tarde porque el entusiasmo amoroso se repetía hasta dos veces.  Parecía como si desearan saciarse de todo lo que anteriormente Alice no había tenido. Compensar los largos días perdidos sin esperanza, pero que ahora lo arrollaba todo a su paso, convirtiéndose en amantes deseosos de posesión absoluta.

William admiraba a aquella preciosa mujer que tenía frente a sí y se embebía de aquel cuerpo, aún joven que se mostraba en plenitud.  Ambos se contemplaban sin reservas y sus caricias transcurrían a lo largo de sus cuerpos, para al final tomar posesión de ellos.  Sin restricciones.  William le mostraba  algunas caricias especiales que ella desconocía pero que la hacían vibrar aún más.  Algunas veces  se tornaba tímida ante la técnica que William empleaba para estimularla .  El había estado casado, y conocía todos los rincones de placer que una mujer tiene en su cuerpo.  Sin embargo ella, era totalmente virgen en este aspecto.  A William le encantaba que Alice disfrutara del sexo al igual que él.  No hacían nada fuera de lo normal, pero para ella todo era desconocido y extraordinario.  Nunca imagino que unas caricias tuvieran tanta sensualidad y les hiciera llegar al clímax a un tiempo y de forma extraordinaria.  Todo era nuevo y tenía el mejor maestro a su lado, que combatía su timidez con besos y ternura.

A  penas les daba tiempo a desayunar porque se les hacía tarde, y entonces iban todo el camino riendo y se hacían guiños maliciosos por lo que acaban de vivir. William la dejaba en la fundación y él se dirigía al hospital,  Nada alteraba su rutina, pero que ellos hacían que no fuera tediosa, sino todo lo contrario.  Los días que William tenía guardias, Alice lo pasaba mal porque le echaba de menos

- La cama es demasiado grande para mi sola - repetía en voz baja.

A veces le esperaba levantada a que él llegara del hospital para desayunar juntos. Otras veces ella también hacía guardia en la fundación para hacer más llevadera la ausencia de él..  No es que sintiera miedo de quedarse sola, sino simplemente que se había acostumbrado a tenerle a su lado y cuando no estaba era como si le faltara el aire para respirar.

Ya tenían todo organizado: se casaban en una semana.  Al fin conseguirían lo que con tanto trabajo deseaban tener, y habían logrado.  Ambos pidieron vacaciones para ir de luna de miel y la felicidad reinaba entre ellos.  Fue una ceremonia sencilla, con los asistentes justos como eran sus compañeros de trabajo respectivos, más íntimos.  Una novia emocionada daba el sí quiero a William que no dejaba de mirarla con ternura.  El sello final del acto un largo y apasionado beso como si les fuera la vida en ello.
Tenían quince días de luna de miel.  William lo había preparado todo con esmero; quería que fuera lo mejor.  Todo se le hacía poco para obsequiar a su mujer.  Harían una ruta costera por Inglaterra, Escocia e Irlanda.  Por lugares románticos, misteriosos y bellos. Buscó los mejores paradores de los lugares a recorrer y los hoteles con más estrellas que el firmamento.  Se había casado con la mujer más bella del mundo y quería que lo supiera.

Algunas mañanas, cuando el clima era lluvioso se quedaban en la cama festejando por su cuenta sus vacaciones.  Pedían el desayuno en la habitación y después se dedicaban a "jugar" hasta la hora de la comida.  Si el tiempo mejoraba, saldrían a dar un paseo o alguna excursión, si no era así, "dormirían" la siesta.  Era como si tuvieran veinte años, como si recuperaran la edad  en que todo es romántico y apasionado.  Ellos por distintos motivos, habían perdido esos años, pero ahora los recuperarían con creces.

Y poco a poco, de la mano de William aprendió todo lo que una mujer casada debe saber respecto a su marido y que algunas prácticas no era horribles ni pecaminosas, sino que eran normales en el ritual amoroso en una pareja.  Poco a poco fue perdiendo su timidez y a veces era ella la que llevaba la iniciativa, bajo la mirada feliz y satisfecha de su marido.  ¡Cuanto tiempo perdido y recuperado al fin, con alguien que conocía el terreno que pisaba y la ignorancia de ella !

Al principio, Alice se mostraba incómoda ante una nueva caricia de su marido.  Se extrañaba de que fuera así.  Desconocía si era normal en un matrimonio o simplemente perversión sexual.  El la calmaba y la decía:

-Cielo, es normal.  No debes asustarte.  Estamos casados y todo lo que hagamos en nuestra intimidad, es totalmente normal.  Y no, no es perversión, es el ritual amoroso que todas las especies de la tierra hacen de una forma u otra para su unión. ¿ Cómo es posible que a estas alturas me creas capaz de hacerte algo anormal !
- No te enfades, por favor. Me he criado en una casa en donde todo eran tabúes.  Nunca nadie me informó de nada ni de mi comportamiento frente a mi marido ni el de mi esposo referente a mi.  Luego caí en brazos de ...  Bueno ya sabes lo que pasó.  Sólo quiero estar segura, nada más.  Ten un poco de paciencia hasta que me vaya acostumbrado a la idea de que todo entre nosotros está permitido.
- Lo sé, mi amor, lo sé.  No te preocupes. Ni me he enfadado ni puedo hacerlo. Irás aprendiendo pòco a poco.  Es sólo que me asombro de que habiendo estado casada y con la edad que tienes, no conozcas nada de lo que debe existir en un matrimonio, máxime si se aman como nosotros lo hacemos.  Eres una chica lista, en cuanto rompas tus ataduras, no necesitarás mi guia, ya lo verás.  Es más, a veces serás tú quien pidas que te haga esta o cuál cosa..  Ya lo verás.
- No lo sé, hay ciertas cosas que me dan vergüenza.  No creo que te las pida

Y William rompió a reir, pues estaba seguro que se cumpliría su predicción tarde o temprano.  Y la besó y la abrazó contra él.  A veces no comprendía que hubieran dejado a esta mujer sin ningún tipo de información. En definitiva, tuvo suerte de dar con un hombre que no la amaba, porque de lo contrario la hubiera hecho pasar muy malos ratos con su egoísmo.

Y no hicieron falta más clases sexuales.  Al fin se convenció que tenía que perder los prejuicios y que ambos tenían que complacerse con lo que ellos creyeran que les haría felices.  Se sintió liberada de ataduras, y comenzó a comportarse como una mujer rendidamente enamorada de su marido


Los largos días perdidos - Capítulo 14 - El tramo final

Y el inspector Morgan no desistió de su empeño y fue hasta el domicilio de la muchacha que había pasado la noche con Thomas.  A pesar de que había sido amaestrada por él, cayó en contradicciones, sin duda debido a la precipitación con que le dieron las instrucciones.  Se equivocó varias veces y se desdijo de otras tantas, hasta que terminó diciendo que había regresado a su casa en la mañana del veinticinco.  A Morgan no le cabía ninguna duda  de que sus sospechas habían resultado ciertas..

No obstante esperaría a que las pruebas concluyentes dieran por autor del hecho al marido, tal y como había sospechado desde el principio.  Esperaba que Alice se recuperara y declarase cómo había ocurrido todo.  Y al fin recobró la consciencia y aunque torpemente, lo primero que hizo fue preguntar por William que aguardaba con impaciencia ese momento.  Y allí estaba,  a la cabecera de su cama, tomándola de la mano y con cara de mucha preocupación.  Poco a poco se daba cuenta de que no la había abandonado, que allí estaba junto a ella.  Recordaba como en una película todo lo acontecido, pero aún no estaba preparada para relatar lo que ocurrió.   Y todo se confirmó rotundamente.  Thomas fue detenido y llevado ante un juez que le mantuvo en el calabozo de la comisaría.

  Dos días despues de su recuperación, Alice declaró,  ante el inspector y ante el juez,   que se hizo presente en el hospital, ya que aún no la habían dado el alta.  Y narró los hechos de cómo ocurrió todo hasta que recibió el golpe, a partir de ahí no recordaba nada.  Ya estaba todo claro:   iría a juicio y estaría detenido.  Su abogado consiguió sacarle de la prisión provisional, mediante una fuerte fianza, pero no podía acercase a ella mediante una orden de alejamiento.

Thomas parecía que había envejecido en unos pocos días.  No mostraba señales de arrepentimiento, y conservaba la altanería que le caracterizaba.  Ella no quiso verle; aún tenía el miedo metido en el cuerpo.  No quería volver a su casa, y William la llevó a la suya. La cuidaría y la protegería.

Todo marchaba a su propio ritmo y presentaría la demanda de divorcio que fue admitida a trámite y cuya resolución se  vería dentro del plazo más breve posible.. Ya todo estaba encauzado y ellos comenzarían en breve una vida juntos.  Thomas no podía digerir que todo acabase de esa forma.  Su soberbia no se lo podía admitir, y poco a poco, las amistades le fueron dando de lado, y sus negocios cayeron en picado.

Había pasado el tiempo desde todos estos sucesos, y no andaba muy bien de salud.  Posiblemente los disgustos, la pérdida de prestigio y el verse repudiado de esa sociedad hipócrita que hasta entonces le bailaba el agua,  Tenía molestias en el estómago que creyó serían nervios por todo lo pasado.  No había vuelto a ver a Alice.  Tampoco la echaba de menos, sencillamente no la quería, la detestaba,  pero sí sus amistades, el club, el golf con algún hombre de negocios...  Todos al saber la verdad, habían dado la espantada.  Hasta su última amante, había dejado de acudir a sus llamadas.  Estaba absolutamente solo.

Pero cada vez las molestias iban en aumento y con mayor persistencia.  Decidió acudir al médico. Tras unas pruebas le dieron la fatal noticia:

-  Cáncer gástrico, con metástasis.  - Le quedaba poco tiempo.

Al salir de la consulta, decidió dar un paseo.  No se metería en casa solo; se volvería loco.  Y entonces se acordó de ella, de la que fuera su mujer.  Y la furia y la rabia, que nunca le abandonaron, salieron nuevamente a la superficie, y la odió, haciéndola responsable de todo cuanto le ocurría.  No admitía que todo hubiera sido distinto si se hubiera comportado como marido correctamente.  No había vuelto a saber de ella, ni quería  saber.

Tres meses, una cama de hospital y la sola compañía de las enfermeras.  Pero ni siquiera entonces se planteó el porqué de esa soledad.  Con una última lucidez, horas antes de morir, pensó en ello. Pero el tiempo se le había agotado.   En la mesilla tenía una agenda con los nombres de su abogado y de su esposa.  El divorcio no había llegado a tiempo, por lo que aún era su mujer.  Al no conocerse más familia que le hubiera visitado, avisaron del fallecimiento al nombre que estaba en la agenda y que entre paréntesis ponía "abogado".  El se haría cargo de notificárselo a Alice.

  Acudió al tanatorio una hora antes del entierro.  William la acompañó, muy a pesar de Alice.  No sentía más que piedad por el que fuera su esposo..  Definitivamente, junto a él, se enterraban muchas penas, desilusiones y temores.  No tenía  ni un sólo recuerdo agradable de su vida con él, una vida de más de veinte años de unión infeliz y de egoísmo.  No quiso recordar la última vez que estuvieron juntos y que la llevó a un hospital por una paliza.  El corazón se le había endurecido y no sentía nada por el hombre que yacería bajo tierra.  Simplemente suspiró y se dijo "  Fin de la historia"  Era, junto con el abogado,  quienes  componían el cortejo fúnebre, y hasta el cementerio le acompañaron. Por un instante le dio lástima tanta soledad, pero era algo que él había cultivado durante toda su vida.

Se despidió del abogado y salió del cementerio. con William del brazo.  Se sentía extraña, y al fin liberada de toda su vida anterior.  Hoy, en aquel sitio extraño y lúgubre, empezaba una nueva vida, junto al hombre que verdaderamente la amaba y hacía feliz. Que siempre permanecía a su lado,  con quien tenía un proyecto de futura  vida en común.  Ya no hacía falta esperar el divorcio; podían unirse ya, ahora . Sólo algunos trámites y se casarían a la mayor brevedad posible.
Desde que salió del hospital convivían y se reían juntos, algo que nunca había hecho desde que se uniera a Thomas. Hablaban, reian, se amaban y la felicidad reinaba en su vida y en su corazón.

Lamentaba que el final hubiera sido ese, en lugar de haber llegado a una separación civilizada y sin problemas como hubiera debido ser, ya que no se amaban y Alice no le pedía compensación alguna.  Sólo quería verse libre del yugo que Thomas había creado con su despego hacia ella. Y pensaba

- ¿ Por qué ese desamor ?  No nos debimos casar, fue el mayor error de mi vida.

Muchas veces comentaba con la amiga que la acompañó aquel primer día al restaurante, de cómo la vida juega con todos nosotros

- Cada vez me asombro más de cómo sucedió todo, sin pensarlo, pero ahí estaba él, destinado para mi. - Ambas reian y procuraban no recordar la etapa final de no hacía mucho tiempo en la que todo era total y fatalmente diferente

miércoles, 11 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 13 - Al descubierto

La policía llegó a la fundación y preguntaron por Felicity.   La muchacha algo asustada, salió a su encuentro. Tenía miedo por lo que le hubiera podido ocurrir a su compañera y amiga. Le impresionaba la presencia del detective, hombre de mediana edad, muy corpulento, imponente.  Pero no era debido a su presencia física el motivo de su temor, sino lo que hubiera podido ocurrir a Alice.

¿ Es usted la señorita Felicity ?
- Si,  yo misma
- Necesito que me diga todo lo que sepa del día de Nochebuena referente a la señorita Alice
- Ella estaba sola en casa.  Uno de los niños con el que ella jugaba, llevaba días que había empeorado de su enfermedad, y el día veinticuatro supimos que era el final.  Al no tener a nadie que la esperase, se brindó a hacer la guardia con nosotros y con los padres del niño.  Murió a medianoche y ella se llevó un gran disgusto.  Estuvo acompañando a los padres del niño a realizar los trámites pertinentes, y entonces se vino abajo.
El doctor  se la llevó a su despacho e hizo que se acostara en el sofá.  Como a las cinco de la mañana, se la llevó a casa.
- Se refiere al doctor Sorenson
- Si.  El la quiso acompañar hasta su domicilio
- ¿ Dónde está el mencionado doctor ?
Supongo que en el hospital.  Hoy tenía guardia
- ¿ En qué hospital trabaja ?
- En el universitario.  Es cirujano y oncólogo
-Muchas gracias Felicity. Su amiga se pondrá bien.  Hay una agresión muy seria y muchas dudas, por eso estamos haciendo la investigación.  Si recordara algo más , llámeme lo antes posible.  Aquí tiene mi tarjeta

El inspector y su ayudante se despidieron y se dirigieron al hospital universitario donde Sorenson estaba de guardia.  Al llegar, preguntaron por él en recepción:

- Señorita ¿ podemos hablar con el doctor Sorenson ? Somos de la policía

La recepcionista se asustó al comprobar que lo que decían era cierto ¿ Qué había pasado ? Sorenson no era un hombre que se metiera en lios ¿ a qué se debía esta visita inesperada?

- Tendrán que esperar.  Está en quirofano practicando una operación delicada
- Muy bien, pues esperaremos.  Dígame ¿a qué hora entró a trabajar el doctor esta mañana ?
- A las siete y media, como acostumbra ¿ por qué ?
- No se preocupe, es rutina - El inspctor no quiso dar más explicaciones.  Desde que entrara a trabajar hasta la hora en que fue encontrada, podía haber sido él perfectamente.  Y el médico , presuntamente, fue el último que la vio antes de que fuera agredida.  Estaba indeciso, había dos hombres que podrían ser los culpables, aunque seguía inclinándose por el marido.  Había algo extraño en él que le confundía.

Pasaron dos largas horas hasta que la puerta de la antesala del quirofano se abrió y aparecieron dos cirujanos charlando animosamente entre ellos.  El inspector Morgan penso:

 -Se ve que todo ha salido bien, se les ve eufóricos..  Me alegro por el paciente.  Y ahora vamos allá. Perdón por la interrupción. ¿ el doctor Sorenson ?
- Si, soy yo.  ¿ Qué desea ?
- ¿ Podría hablar con usted un momento?  En privado, si es tan amable.
- Desde luego.  Venga a mi despacho, por favor

Y hacia allí se encaminaron.  El rostro de Sorenson se mostraba extrañado y el del detective expectante.  Era una situación insólita: uno escudriñando hasta el menor gesto que pudiera expresar el médico.  El otro pensando " ¿qué será lo que quiere ?.  Ni siquiera podía imaginar la noticia que le aguardaba.

Entraron en el despacho del médico y éste le ofreció sentarse frente a su mesa, mientras él hacía lo mismo en su sillón.

- ¿ Desea tomar algo, algún cafe ?-le ofreció Sorenson
- - Gracias, un poco de agua si es tan amable
-¿ No entiendo a qué viene su visita que yo recuerde no tengo ninguna multa de tráfico ni demanda alguna de algún paciente- repitió el médico con sorna
- Es algo delicado, doctor.  ¿ Conoce a  la señora Alice Britges ?
- Por supuesto que la conozco ¿ Qué pasa ? - William comenzó a alarmarse temiéndose lo peor
-Esta mañana ha sufrido una agresión seria y está hospitalizada.  Parece ser que la encontró su marido cuando llegó, y estamos haciendo las indagaciones con las personas que estuvieron en contacto con ella desde el día de Nochebuena
- Dígame que está bien. ¿ Quién la ha agradido ? ¿ Está aquí hospitalizada ?
- Cálmese, por favor.  Esta es una investigación rutinaria, así que no le extrañe las preguntas que le formule.  Tengo entendido que la acompañó a su casa amaneciendo el día veinticinco ¿ no es eso ?
Si, estuve con ella, pero no se quedó en su casa.  Fuimos a un hotel porque su marido no llegaría hasta la noche del día de Navidad y no deseaba estar sola.  Habíamos perdido a un niño muy querido por ella y se encontraba destrozada.
- ¿ Estuvo con ella todo el tiempo ?
- Si inspector estuve con ella hasta que el día veinticinco en que  regreso a su casa. Y antes de que lo pregunte le diré que sí, tuvimos relaciones íntimas. Dígame ¿ qué tipo de lesiones tiene?

 - Una conmoción, rotura del labio y golpe en la mejilla, amén de intensos cardenales en un brazo.
-Estuvimos en el hotel Majestic, puede preguntar allí.  Ella se inscribió con el nombre de soltera.  Pero no es aquí dónde debe indagar sino en su propia casa: con su marido.  Ha sido él, estoy seguro
- Comprobaremos su coartada, y perdone, es mi trabajo. Y estoy con usted; desde el principio sospeche de su marido.  Ahora he de  demostrarlo.
- ¿Puedo visitarla ?
- Por mi parte si. No obstante, si tuviera necesidad de hablar con usted ....
-Sabe donde trabajo y mi dirección aquí la tiene.-. Y tendiéndole una tarjeta se despidió a toda prisa de él.

Solicitó a un compañero que le sustituyera durante un rato.  Tenía que ir a verla, necesitaba ver que estaba bien.

- ¡ Maldito Thomas ! No te ha bastado denigrarla, sino que ahora la pegas.  Pero esta vez no te saldrás con la tuya.  Ella esperaba que llegara de noche, pero no debió ser así.  Será ella la que aclare todo..

Salió como alma que lleva el diablo.  Y llegó al hospital e hizo valer su autoridad como médico y pudo verla, aunque no hablar con ella que permanecía sedada.  No dejaba de contemplar su rostro herido.  Su boca hinchada y el pómulo de la cara con abrasamientos y un gran moratón en ella.

- ¿ Qué te ha hecho ese canalla  Yo tengo la culpa de todo.  Yo te retuve en el hotel.  Perdóname, lo hice porque no quería separarme de tí.  Ha estado a punto de matarte.  ¡ Canalla !  Estoy seguro que ha sido él.

Se quedó durante largo rato, pero allí no hacía nada y tenía enfermos pendientes de atención.  A la enfermera la dejó el número de su teléfono privado para que le avisaran en cuanto hubiera alguna novedad del tipo que fuera.  Regreso al hospital desmoralizado y con el corazón encogido.  Le dolía profundamente esa injusta agresión, e imaginaba el motivo de ello, algo que no pòdría ser comprobado hasta que ella no estuviera en condiciones de declararlo.

Los largos días perdidos - Capítulo 12 - Agresión

No sabría decir el tiempo que estuvo golpeando la puerta y tratando de entrar en la habitación. Alice sentía miedo de él.  Nunca había mostrado tanta ira, tanta furia como en aquella ocasión.  Se sentía humillado y su propio egoísmo no reconocía que estaba tomando su misma medicina.  Ella sabía que aquella noche no dormiría por estar alerta por si Thomas volvía a la carga.  Puso contra la puerta un pesado butacón para que hiciese más fuerza si es que pretendía de nuevo volver a entrar.

Era de madrugada cuando, al fin el sueño, la rindió.  Durante la noche había oído las voces de Thomas deambulando por la casa como un alma en pena.  Pero no se lamentaba de que su mujer no le abriera, sino que los insultos se repetían una y otra vez.  Al fin, se rindió y entro en su habitación; desde entonces el silencio reinaba en la casa.

Se vistió y se preparó para acudir a su trabajo, procurando no hacer ruido para que Thomas no se enterase, pero Thomas dormía con un ojo abierto y otro cerrado, y cuando se disponía a salir, cuando quiso darse cuenta, él estaba agarrándola de un brazo e impidiendo que abriera la puerta de la calle.

- ¿ Dónde crees que vas ? Te has convertido en una cualquiera que deshonra mi nombre, y eso no lo voy a consentir
-  Qué nombre, ¿el tuyo? Dí más bien que quién lo ha deshonrado has sido tu mismo.  Y ahora suéltame.  me haces daño y voy a llegar tarde al trabajo
- No te vas a ir a ninguna parte.  Primero has de cumplir con tu primera obligación que es satisfacer a tu marido , cosa que anoche te negaste a hacer.  .Voy a ponerte una denuncia por abandono de tus deberes conyugales.   a ver si así se te calman esos aires de víctima que tienes
- No se te ocurra ponerme la mano encima. Quién ha faltado durante todos estos años, has sido tu.  Y ahora apárta de la puerta.

No se lo esperaba, la pilló desprevenida. De un empujón la lanzó contra la pared al tiempo que se abalanzaba sobre ella.  Trataba de defenderse como podía, pero él era más fuerte. Al resistirse y hacer que fracasara su intentó de avasallarla, levantó la mano y la descargó sobre su cara haciéndo que cayera al suelo y diera con su cabeza en un mueble cercano.

Perdió el conocimiento, mientras un hilo de sangre salía de su boca.  Y fue entonces al verla inconsciente en el suelo y sangrando, cuando se asustó al creer que la había matado.  Subió corriendo las escaleras, se vistió a toda prisa, y volvió a salir de su casa rápidamente. Habían estado solos desde el día anterior, y no habían testigos de su discusión de ahora y de los golpes en la puerta de la noche anterior.  Llamaría a la policía, pero diría que acababa de llegar a su casa y había encontrado a su mujer en ese estado.

Era respetado y conocido en las Altas Esferas, por tanto nadie pondría en duda su palabra.  Y así lo hizo.  Estaba en la puerta fingiendo impaciencia, cuando llegó el coche patrulla y una ambulancia

- Dense prisa, por favor. Está muerta. ¡ Dios mio, la han matado !

Mientras esto ocurría, los paramédicos procedían al reconocimiento de Alice y ellos mismos certificaron que estaba inconsciente, pero no fallecida.  Fingió sentir alivio, pero en realidad hizo una mueca de contrariedad que no pasó desapercibida para el agente que observaba hasta el más mínimo detalle de lo que podría haber ocurrido en esa casa.

Alice fue atendida y llevada urgentemente al hospital. Sangraba no sólo por la boca, también en la mejilla tenía un desgarro y comenzaba a hincharse su cara

- Vamos, llevémosla cuianto antes - dijo uno de los paramédicos
- Iré con ellos - dijo Thomas
- No, señor.  Usted se viene con nosotros a comisaría
- ¡ Yo ! ¿ por qué ?
- Debe poner la denuncia y relatar cómo la encontró. Si ha observado se haya cometido  algún robo. Si se han llevado algo de valor, en fin...  Puro trámite.  Después podrá acudir a su lado, pero lo primero es la denuncia.  A fin de cuentas, mientras la examinan no va a poder hacer nada y nosotros necesitamos con la mayor urgencia el relato de los hechos.

Ese resultado no lo esperaba.  Mientras iba en el coche patrulla, repasaba mentalmente todos los pasos que había dado y los que a partir de ahora debía seguir..  No podía cometer ningún fallo o le echarían la culpa.  Pero antes debía hablar con alguien,  como coartada, porque seguro que sería a quién primero llamasen.  En el primer momento libre que tuviera, conectaría con ella.  Fingiría aturdimiento y preocupación por Alice, de esta manera podría ganar tiempo para que le dejaran a solas  durante un rato y en ese intermedio hablaría con ella.

- Pediré ir al lavabo.  Eso es, en el váter la llamaré y la diré lo que ha de decir.

A los policías les pareció sumamente extraño todo lo explicado por Thomas.  Por su rutina diaria, conocían a la perfección cuando alguien mentía o decía la verdad, y en esta ocasión  creyeron que el tal  Thomas no les había contado cómo había ocurrido.

En la fundación les extrañó que Alice no se presentara aquella mañana al trabajo. Al morir Richard la vieron tan afectada, que pensaron que quizá estuviera enferma o desistido de seguir trabajando.  Decidió su compañera más inmediata, llamar a su casa.  Le respondió una voz extraña y le dijo que era la policía

- ¡ Oh Dios mio ! ¿ La policía ?  ¿Qué ha ocurrido ? - preguntó intranquila - Alice ¿está bien ?
- Si Alice es el ama de esta casa, la diré que no está muy bien. Y usted  ¿quién es ?
- Soy una compañera del trabajo.  Nos extrañó que no hubiera venido y creímos que podría estar enferma
-Dígame su nombre y donde está su trabajo, por favor
 - Si, si, desde luego Soy Felicity.

Después de dar sus datos, le  pidió la dirección del hospital en el que había sido ingresada para ir a visitarla.
  Thomas había contactado con la chica con la que había pasado la Nochebuena y tenía la coartada perfecta, pero al darle el bofetón, también había dejado su ADN en la cara de Alice y en unas horas se sabría con certeza  si era el autor de la agresión, o simplemente al verla la había tocado y lo había dejado en ella.

martes, 10 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 11 - La cruda realidad

Y se inclinó sobre ella y la besó dulcemente acariciando su rostro.  ¿ Se daba cuenta en ese momento de lo dulce de sus facciones, o es que sentían la paz que se reflejaba en ellas? ¿ Estaba crispada antes? No, sencillamente estaba triste. Y al darse cuenta de que él había sido el artífice de ello la atrajo hacia sí, abrazándola y besándola de nuevo.  Y de nuevo volvieron al ritual amoroso inevitable.  Y ella reia con las cosquillas que él le hacía; nunca la habían hecho cosquillas.  Bueno, en realidad, nunca le habían hecho ningún juego erótico ni sensual que desembocara en algo tan maravilloso como era el encuentro con el otro cuerpo.

Ahora lo sabía, y entendía porque los amantes se aman, precisamente por esa comunión tan importante de entrega y comprensión.  Nunca había tenido un preludio tan estimulante como el que William le hacía, y que poco a poco su sangre corriera a borbotones por todo su ser. Eran ambos ambiciosos de amor y de entrega, y lo habían descubierto poco a poco, en los pocos días en que se habían tratado, pero equivalía a toda una eternidad.  Alice sabía que no podría querer a otra persona que no fuera William y que todo lo demás se desvanecía como el humo.  Sólo importaba él y nadie más.

Pero también sabía que cuando pasase ese día, le seguiría necesitando, aún más si cabe, y no le podría tener porque Thomas estaría en casa, aunque fuese igual que un trasto viejo para ella , máxime ahora que había conocido lo que era amar verdaderamente y pertenecer a otra persona sin reservas.  Y comparó lo distinto que había sido aquella noche y este día, con los años largos de su matrimonio. Se le habían hecho eternos, pero en ellos había perdido la juventud que hubiera querido entregar a William. ¡ Cuandos días perdidos y tan largos !  Y sin embargo lo que vivía con su amor, eran instantes, segundos que pasan rápidos.  Por eso quería más y más de él, porque en unas pocas horas, tendrían que separarse y no sabían cuando volverían a estar juntos de nuevo.  Había subido al cielo, ahora conocía y sentía lo maravilloso de estar allí.  Necesitaba recobrarlo, no quería perderlo, y sin embargo tendría que fingir que había estado sola y aburrida.

Tendrían que buscar algo para estar juntos, si no todos los días, al menos alguno de cada semana.  Trabajaban juntos, pero William no siempre acudía a la fundación, y aunque así fuera, tendrían que disimular ante sus compañeros.  Estaba segura de encontrar alguna excusa que les permitiera reunirse y amarse.

- ¿ En qué piensas ? - la dijo él rompiendo así sus reflexiones
- En lo difícil que va a ser el volver a vernos
- Encontraremos el momento.  No te preocupes ahora de eso.  Aprovechemos que estamos juntos, sin pensar en lo que haremos mañana, sino en el ahora.

Pero el reloj corría inexorablemente se acercaba la hora de la despedida. Si a la llegada iban expectantes, a la salida iban desmoralizados.  Trataban de disimularlo, pero ambos sabían que se abría una etapa de dificil solución.

- Tardaremos un par de días, como mínimo en vernos.  Mañana tengo guardia de veinticuatro horas, pero te llamaré en cuanto tenga un minuto libre
- Acudiré como siempre a la fundación.  Allí al menos, con los niños, estaré distraída, aunque recuerde con dolor a Richard.  No deseo permanecer en casa.  lo menos posible.  No deseo verle, ahora menos todavía.  No podría soportarle.
-Trataré de hablar con mis abogados a ver qué posibilidades tenemos para el divorcio, si es que tu lo quieres, claro
- ¿ Que si lo quiero ? ¿ Cómo eres capaz de preguntarme algo así ?  Ahora compruebo que he vivido en una cárcel y no deseo volver a ella.  Me repugna ese hombre.  Le odio con todas mis fuerzas, no le soporto.
- Cálmate.  Todo se solucionará; habrás de tener un poco de paciencia y seguir como hasta ahora, siempre que puedas, claro
- ¿ A qué te refieres?
-Dejemoslo ya.  Aprovechemos el tiempo que nos queda.  Trata de serenarte, que no note nada de lo que ha pasado durante su ausencia, porque eso te facilitará las cosas, de lo contrario se mantendrá en guardia y te hará la vida más difícil.
- ¡ Oh William ! ¿ Que he hecho mal para pasar por todo esto ?
- Hiciste mal casándote con él.  Eras muy joven y no sabías cómo era en realidad.  hora es inútil mirar al pasado.

William detuvo el coche frente a su casa:  había llegado el momento en el que debían decirse adiós.  Se abrazaron y besaron y la vio adentrarse en el portal con la cabeza baja.  Le partía el corazón verla de ese modo, y pensó en lo felices que habían sido hacía unas pocas horas.  Pero lo que le preocupaba era Thomas.  Iba a tener una situación muy dificl de soportar, y aunque no la había dicho nada, le preocupaba el momento en que él quizá, quisiera acostarse con ella.  Mucho se temía que en ese instante se negase y se precipitarn las cosas.  Interiormente pedía que no regresara hasta mañana, al menos que le diera tiempo para hablar con los abogados y ver la solución que tenían.

Tal y como él lo veía, era que Alice se marchara de su domicilio.  Que no supiera donde vivía y de este modo estuviera tranquila y viviese con cierta normalidad.  Si llegaba a descubrir que está con otro hombre, seguramente dificultaría la separación, haciendo la vida más difícil aún.  Su preocupación era ella.  Sabía que iban a tardar en verse; acababan de abrir la caja de Pandora y se daba cuenta de que a ella le iba a resultar insoportable mantener, si lo hubiera, algún acercamiento de vida íntima con su marido.

Sentado en su casa, no paraba de pensar en ella y en todo el dolor que tenía aún que soportar. Y sintió rabia y tristeza, porque él no estaría allí para defenderla ni protegerla.  Y se sentía culpable por haber mostrado ante sus ojos los verdaderos sentimientos que experimentas al estar con la persona adecuada y en el momento adecuado.  Le daba miedo la maltratase, por eso debían evitar a toda costa que no se enterase de su relación, porque siempre sería ella la perdedora.

Pero, desafortunadamente, Thomas ya estaba en casa cuando Alice entró.  Con cara de pocos amigos la esperaba y a modo de saludo, la dirigió con malos modos, esta pregunta:

- ¿De dónde vienes, dónde has estado?  Vengo pronto para pasar este día contigo, y cuando llego a mi casa compruebo que mi mujer no está y aparece cuando ya la noche se ha echado encima.  Responde ¿ dónde has estado ?

Haciendo acopio de tranquilidad, procuró contestarle con sorna, lo que le enfureció aún más

- ¿ Has venido pronto para pasar conmigo el día de Navidad, en serio ?  Lo que tenías que haber hecho es no haberte ido en Nochebuena.  No voy a contestarte, así que déjame en paz
- Te exijo una explicación
- ¿ Dónde crees que he estado ? Pase la  Nochebuena en la fundación .  Murió un niño y estuve con sus padres toda la noche.  No me apetecía venir a casa y me quedé allí
- Eso no es cierto.  Te llamé cuando vine y me dijeron que no estabas
- Pasé el día en un hotel.  La casa se me venía encima.  Eso ha sido todo. Si me hubieras llamado....Ahora, voy a acostarme.  No me encuentro bien

Y dando media vuelta le dejó con la palabra en la boca.  Thomas no salía de su asombro. ¿ Cúando había ocurrido aquello ? No se creyó la explicación de ella, de modo que cuando reaccionó subió hasta el piso de arriba.  Alice había cerrado la puerta con llave: no permitiría que entrase en su habitación.  Si lo hacía sabía de antemano con fin lo haría, y no estaba dispuesta a pasar por ello.  Los golpes en la puerta resonaron en todo el edificio.  La rabia congestionaba su rostro y la llamaba a voces  para que abriera.   Estaban solos, ya que el servicio tenía vacaciones en esos días.  Nadie le escuchaba, sólo Alice, que se tapaba con ambas manos la cabeza para no oirle..