viernes, 18 de enero de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 2 - Noche loca en Nueva York

Ya estaba en Nueva York.  La borágine de gente que iba y venía le mareaba un poco.  Sacramento era más tranquilo, pero aquí la vida palpitaba constantemente. Tomó un taxi y pidió que le condujera al Hotel Plaza.  Hubiera querido hospedarse en el Waldorf, pero lo habían cerrado.  Su madre le había hablado mucho de ese mítico hotel neoyorquino en donde  sus padres se hospedaban cada vez que viajaban a esa ciudad.  No le importó demasiado;  no guardaba buenos recuerdos de su familia por parte de madre.  Ni tampoco de la de su padre, ya que había sido criado en una casa de acogida.  Se podría decir que era un chico sin a penas familia; bueno en realidad sólo tenía a su madre y a Willy.

En alguna ocasión, de pequeño, Alice le habló que tenía abuelos, tíos y primos, pero no conocía a ninguno y tampoco tenía interés en ello, y esa circunstancia no le alteraba el pulso en lo más mínimo.

Entró en la recepción del hotel con paso seguro y se dirigió al mostrador  y solicitar la habitación que tenía reservada desde hacía días. Era el regalo de su madre por su buen comportamiento y como premio a su palabra dada. Quería lo mejor para él, y para ello le abrió una tarjeta platino  para que dispusiera de todo el dinero que precisase:  era un buen chico y merecía su total y absoluta confianza en que no lo mal gastaría, pero tampoco se privaría de nada.  Se lo merecía.

Una vez instalado sacó de la maleta el libro que le regalara Willy y en el índice buscó con impaciencia las discotecas, sus direcciones y cuáles eran las más afamadas .  Tras repasar una por una en internet de su portátil el aspecto que tenían, se decidió por  Lavo, ya que era de las más acreditadas.  Estaba impaciente por sumergirse en la noche  de la ciudad que nunca duerme.  Se duchó  y se puso una ropa más aparente que unos simples vaqueros y una camiseta, que había llevado durante el viaje.

James era un chico alto que había practicado deporte en la universidad, y por tanto su cuerpo estaba bien formado.  De cabello castaño oscuro, ojos azules y un hoyuelo en la barbilla que le daba un aspecto muy atractivo.  Era de sonrisa fácil, simpático y cortés.  Todos quienes le conocían le decían que era un chico de los que hay pocos en la actualidad.  Respetuoso y sumamente educado cuando trataba con las chicas.  Por todo ello, era el preferido por ellas en su círculo de amistades, además de una excelente posición económica.
 Cuando llegó al vestíbulo, más de una mirada femenina se volvió para mirarle creyendo que se trataba de un actor de Hollywood, incluso la recepcionista,   que ahora permanecía en el mostrador atendiendo a los huéspedes.

Al portero de la entrada solicitó le buscara un taxi que le llevase primero al restaurante Cipriani.  De ese modo haría hora para acudir después a la discoteca.  Estaba acostumbrado a la carne, y por este motivo, pidió pescado para cenar.  Observaba que alguna dama de las mesas cercanas a él, de vez en cuando le miraban con extrañeza,  seguramente intrigadas porque  un hombre tan apuesto cenase solo en Nueva York.  Quizá pensaran que era extranjero, y en cierto modo  no se equivocaban ya que era la primera vez que visitaba esa ciudad.

Se paró ante la entrada  de la discoteca que lucía rótulos luminosos de cambiantes colores. Entró y de lleno se encontró con la estridente música y las convulsas parejas que bailaban al ritmo que marcaba  la agitada canción que en ese momento hacía las delicias de todos.  Un gentil camarero le condujo hasta una mesa en un rincón de la sala.  Pensó que si hubiera vestido con otra clase de indumentaria, hubiera tenido que pasar la velada sentado en la barra, y creyó que el refrán castellano de que " el hábito hace al monje " era verdad en toda su extensión.  Pidió un Gintonic y dio al camarero una suculenta propina  por haberle situado en un lugar preferente.

La música cambiaba, las parejas en la pista también, y era la hora de las baladas de la música suave en que las cabezas se juntan, los cuerpos se acercan y el silencio reina entre la pareja, o sólo habla el hombre al oído de la mujer.  Conocía la balada que sonaba en la orquesta pequeña que actuaba en ese momento.  Era la música de Lord Hurón The night we met.  La tenía en su coche y cada vez que viajaba la ponía en la radio. Le gustaba esa música y cada vez que se duchaba, la entonaba con su estruendosa voz. ¿ Hablaba de amores perdidos? Posiblemente, pero le encantaba.  Y sus notas le hicieron mirar al frente, hacia una mesa ocupada por tres chicas que no sabía muy bien si discutían o reían de algo.  Se fijó en una de ellas, la más joven.  Era un chica preciosa ¿ cuántos años tendría ?  ¿veinte acaso?.  El llevaba su copa a los labios, cuando ella miró al frente también, y sus ojos se cruzaron. Con un movimiento instantáneo, sin pensarlo, alzó su copa en dirección a la muchacha en un brindis., que ella premió con una fugaz sonrisa.

Las amigas se dieron cuenta de lo sucedido y se quedaron mudas suspendiendo lo que quiera que hablasen. Una de ellas cuchicheó algo al oído de la muchacha y la azuzaba el brazo como indicándola algo que la hizo fruncir el entrecejo en señal de disgusto

- No deja de mirarte- la decía su amiga- Y le has sonreído. Es un bombonazo y quiere ligar contigo
-- No seas absurda. ha sido simplemente un cumplido
- Yo que tu le daría las gracias.  Un especímen como ese no se ve todos los días
- Queréis hacer el favor de callaros. No voy a responder.  Se ha terminado la cuestión
- No me digas que aún piensas en el bobo de Stephen
- No, no pienso en él, ni mucho menos.  Pero tampoco me voy a enrollar con el primero que se presente
- Te digo que si yo fuera, con ese me enrollaría de inmediato - dijo dirigiéndose con la barbilla a James
-Puedes hacer una cosa. Vamos a ver ¿ te gusta ? - comentó la otra amiga
- No está mal- respondió ella
- Bien, pues acércate hacia él mostrándote ofendida por el gesto y remarcando que no eres de esas chicas que desea ligar a la primera.  Eso no falla

James estaba intrigado, pues presentía que la conversación se tornaba algo enrarecida, lo que menos podía pensar es que fuera él,  el centro de ese huracán.  Al cabo de un rato, Se levantó de la mesa y fue en dirección a James, que con sorpresa se puso de pié cortésmente.

- Buenas noches ¿ puede decirme que ha querido decir con el brindis?
- ¿ Con el brindis? ¡ Nada ! Era un simple homenaje a su belleza, nada más
- Yo no soy de esas chicas que desean ligar a toda costa ¿ sabe ?
- Por favor.  No he querido ofenderla  en absoluto.  Fue, como la he dicho una simple galantería
- ¿ Es usted inglés?
- No en absoluto, soy americano.  De California. ¿ Por qué no se sienta y tranquilamente trato de explicarla lo sucedido ?
- Estoy con mis amigos, y además parecería que es cierto que lo que busca es ligar conmigo.
- Está bien. De nuevo la pido perdón.
- De acuerdo, le perdono.

Se giró para marcharse, pero se detuvo a medio camino y girándose le dijo


- ¿ Por qué no vienes a nuestra mesa con nosotras. Mis amigas son muy divertidas y así las explicas lo que ha significado todo este lío
- Por mí encantado.  Como podrás ver, estoy solo.  Está bien

Llamó al camarero y le indicó que se cambiaba de mesa y que sirviera a  las señoritas lo que ellas desearan, pero rectificó al instante

- Oh mejor, lleve una botella de champán y cuatro copas ¿ Te parece ? - dijo dirigiéndose a la muchacha.
-Si, muy bien

Las amigas no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Venían hacia ellas y a pocos pasos detrás, el camarero con una botella de champán  y cuatro copas. ¿ Sería verdad, que al fin, había ligado con ese guapo hombre?


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición < Enero  2019
Ilustraciones: Henry Cavill < Internet

lunes, 7 de enero de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 1 - Fin de carrera

Los birretes lanzados al aire era la señal de que habían terminado sus estudios, su carrera.  Sus sueños, sus ilusiones,  o sus imperativos familiares, habían llegado a su culminación.  Todo era alegría y gritos de " lo hemos conseguido " entre ellos y sus familias, que habían asistido a la celebración.  Ese año daría su discurso de despedida  James, un alumno disciplinado que había sacado su carrera brillantemente, que había cumplido su sueño de convertirse en abogado, aún a sabiendas de que no ejercería como tal, ya que su destino sería llevar las riendas de la propiedad familiar, que hasta ese momento regía su madre,  Alice  Mulligan,  al haber fallecido el cabeza de familia;  ella lo dirigía , hacía ya varios años.

No obstante, a pesar de saber que no sería letrado, su entusiasmo no decayó con la esperanza de que algún día pudiera convencer a su madre para tal fin.  Sería una tarea muy difícil,ya que ella se sentía  mayor para llevar las riendas de todo, y había depositado su confianza en su único hijo:   James.  El,  impuso como condición aceptar sustituirla, a cambio de que le dejase hacer la carrera de Derecho, en lugar de ingeniero agronomo como ella quería.

James se había salido con la suya.  Debía tomar la dirección del rancho, y  lo haría muy a su pesar. Pero antes realizaría el viaje de sus sueños : Nueva York.  No sabía exactamente el por qué había elegido esa ciudad para disfrutar de unos días como fin de carrera.  La mayoría de sus compañeros, habían elegido Europa para celebrar que ya tenían un título. James iría a Nueva York .
 Para orientarse en la gran urbe, se había provisto de un libro en el que venían los lugares más turísticos, los museos, las discotecas, restaurantes y lugares más emblemáticos a visitar.  Se lo había regalado Willy conocedor de la idea del muchacho

El,  sólo deseaba divertirse, así que obviaría los museos y sitios turísticos, en cambio  conocería las más afamadas discotecas visitadas por la gente famosa de distintos estamentos:.  Empacó sus pertenencias  y por última vez paseó su mirada por aquella habitación de la universidad de Berkeley, que había constituido su hogar durante tanto tiempo, a excepción de las fechas clave en las que pasaba junto a su madre, viuda desde hacía tiempo.  Su compañero de habitación ya se había marchado, pero él quería pasar sus últimos momentos de permanencia allí, rememorando lo vivido.  las novatadas, su llegada al campus y el conocer a los que serían sus compañeros  durante tantos años.  Había sido un excelente estudiante que sacó muy buena puntuación  durante toda  la carrera.  Pensó con tristeza que tanto esfuerzo había sido inútil puesto que no ejercería, pero al menos podría exhibir su título en el despacho del rancho, aunque nadie se fijara en él.

En la puerta le aguardaba su madre y Willy, el capataz y ocasionalmente  chófer de su madre de toda la vida, que entró al servicio del rancho  antes de  morir su padre..  Él había sido su confidente en ausencia de su progenitor.   Quién le dio las primeras instrucciones en la adolescencia para tratar con las chicas y quién le explicó cómo debía comportarse  la primera vez que estuviera con una mujer.  Había hecho las funciones de un padre, al no tenerlo y la madre negarse a esos menesteres.

Quería a aquel hombre y sabía que  su madre no le era indiferente, pero la autoritaria  y severa  Alice, ni siquiera pensaba en una relación con él,. Creía  que estaban perdiendo el tiempo, puesto que ambos congeniaban a la perfección . pero la distancia de pensamiento,  entre una y otro era tan abismal, que sería imposible pensar ni siquiera algún escarceo amoroso entre ellos.

Bajó corriendo los escalones que le separaban de su madre y al llegar se abrazó a ella y a Willy.  Se mostraban orgullosos de aquel chico que ya era todo un hombre.  Había ido a la universidad siendo un muchacho y salía con su título de abogado bajo el brazo..  No importaba que no ejerciera, lo había conseguido y Willy le demostró lo orgulloso y satisfecho que se sentía de ello. Y fue él quién le mostró la emoción que sentía, ante la frialdad de su madre.  En el fondo sabía que ella también se sentía orgullosa, pero pensaba que si lo demostraba perdería autoridad.  Y es que su vida había sido muy dura; se había quedado viuda muy joven y se encontró de la noche a la mañana con un hijo pequeño, sin marido y con un rancho del que no sabía absolutamente nada.

James la escuchaba muchas noches llorar en su habitación y hablando con  su imaginario padre, pidiéndole instrucciones de cómo dirigir todo.  Era inteligente y pronto se hizo con la situación ayudada por su capataz, en el manejo del rancho, y con habilidad, consiguió agrandarlo.  Su nivel económico subió al cabo de mucho tiempo e hipotecas, pero consiguió salir a flote, pagar deudas y comenzar a  ahorrar dinero. James sabía del esfuerzo que había hecho su madre y la renuncia a llevar una vida más acorde a su edad y posición, por eso admitió la imposición materna, y se juró así mismo que jamás la dejaría en la estacada.

Decidieron que bien merecían una celebración, y de este modo fueron al restaurante más lujoso de la ciudad y los tres, sentados en la misma mesa reían jubilosos  del éxito alcanzado.

Alice pertenecía a una familia acomodada y ella había recibido una educación exquisita.  Sus padres  destinaron  casarla con un chico de su misma posición, Más concretamente con el hijo del hacendado más rico de la zona.  Pero ella se enamoró del capataz que tenían, y él de ella.  Eran muy jóvenes y la familia jamás aceptaría que se uniese a un hombre de una baja esfera social, por guapo y eficiente que fuera.  Tuvieron su primera relación sexual cuando ella había cumplido con creces la mayoría de edad  y de esa relación se quedó embarazada de James. Sabiendo que jamás lo aceptarían decidieron casarse  y formar su hogar en Sacramento. Y allí nació James.. Alice trató de hablar con sus padres y anunciarles que eran abuelos, pero ellos se negaron a recibirles y ni siquiera conocieron  al nieto.
Tuvo que pasar bastante tiempo, a la muerte de su padre,  para que Alice, con James de la mano, pudiera acudir al sepelio, pero nunca más volvieron a recibirla.  Consideraban que tenían un nieto bastardo y por muchos intentos que hizo James senior,  para que al menos recibiesen a su mujer y a su hijo, el hermano mayor de ella, se negó con rotundidad a hacerlo.  James guardaba un remoto recuerdo de aquel día en que por primera vez conoció a su abuelo dentro de un ataúd.

Fallecido también su propio padre,  el niño se refugió en Willy y a él pedía consejo y orientación a medida que los años iban pasando y necesitaba la figura de un hombre que le explicara los cambios que iba notando en su cuerpo.  Hubiera sido feliz si su madre se hubiera unido a él, pero Alice, llevaba en su sangre el orgullo de  su familia y ni por lo más remoto le admitiría en el lugar de su marido, por muchos deseos que tuviera  de algo de intimidad.

Pero volvamos al actual momento en que James planificaba su escapada a la ciudad de los rascacielos.  Al cabo de los tres días, un entusiasmado James se vio volando rumbo a Nueva York.  Para él, representaba toda una aventura.  Le habían hablado maravillas de esa ciudad y aunque solamente estaría una semana, pensaba conocer hasta el último rincón de los lugares en los que hubiera algo en que divertirse.  A su regreso a Sacramento le esperaba el rancho y las cosechas, de modo que apuraría hasta el último instante de su estancia en la gran ciudad.

RESERVADO DERECHOS DE AUTOR < COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición< Enero 2019
Ilustraciones<   Henry Cavill < Emma Thomson < Tom Elliot< Internet