¿Y que fue de la vida de nuestros protagonistas ? El rancho progresó grandemente bajo la dirección del matrimonio. No tenían deudas, los obreros permanecían con ellos y también los hermanos Livingston. Habían recibido pagas extras al terminar la siembra y la cosecha, además de haberles subido el sueldo. Trevor y Morgan, trabajaban en el despacho junto a James y también tenían un salario, lo que les había permitido tomar un apartamento en el que vivieran cómodamente. Eso hacía que ellos se sintieran que eran"normales", y para nada recordaban su vida en las calles de Nueva York, y aún conservaban su sagacidad. Todos estaban contentos y se esforzaran más por el trabajo. Ada crecía normalmente y era inseparable de su padre y el padre de ella; la consentía todo lo que hiciera, algo que molestaba a Rose por malcriarla, pero James, convencía a su mujer con un argumento contundente
-Déjalo, mujer. Estuve siete años sin tenerla, ahora he de resarcirme - Y ante estas palabras Rose le sonreía y le regalaba una caricia y un beso
- Pero hay que poner unas normas, James. Te entiendo, pero no quiero que sea una niña mimada y caprichosa
- Lo sé Rose, lo sé, pero déjame, al menos por una temporada.
James sabía que algo se estaba cociendo en la cabecita de su mujer, pero lo que fuera, no se atrevía a decírselo, así que fue él quién tomó la iniciativa. Era el final del día. La tarea ya había concluido y era el tiempo de ellos dos. La sentó sobre sus rodillas, y besando su rostro, la miró a los ojos y la preguntó por lo que estaba pensando y no se atrevía a contar
- Dime mujer ¿ qué te ocurre? Porque sé que algo estás tramando y los secretos entre nosotros no me gustan, ya lo sabes. Así que dime ¿ qué te pasa?
Ella le miró fijamente dudando, pero al final comenzó a hablar. De todas maneras nada podía ocultar a su marido; sabía en todo momento lo que ella pensaba antes de decírselo, pero en esta ocasión ni siquiera imaginaba lo que estaba ideando
- Hay una vacante en la comisaría de la ciudad y quiero solicitar esa plaza
- ¿ He oído bien ?
-Si, James. Aquí prácticamente no tengo nada que hacer. Serían unas horas, y además el puesto no es el de inspectora, sería un ayudante para revisar el tráfico en las carreteras y a veces en la ciudad,. Nada que entrañe riesgos
- Ni hablar. Tendrías que llevar un arma y eso, en sí, ya es un riesgo. Definitivamente no.
No quería seguir escuchándola. Había peleado siempre con ella por el mismo tema, y ahora que creía haberlo conseguido, sale con esas, que sigue fijo en su cabeza. Sólo de pensarlo, se le ponía la piel de gallina. Era algo que no podía superarlo a pesar del tiempo.
Ella daba vueltas por la habitación y James sabía que estaba furiosa y no sabía como rebatirle, y se mordía la lengua porque no quería armar un escándalo ni discutir con él.Se paró en seco y le dijo
- Pues que sepas que voy a hacerlo. Es absurda esa idea que tienes de que me va a pasar algo. Esto no es Nueva York, a penas hay delincuencia. ¡ Por Dios santo, es para vigilar una carretera y parar el tráfico cuando los niños pasen ! ¿ Te parece eso peligroso ? Eres un neurótico recalcitrante. Pero que sepas que con tu consentimiento o sin él, lo haré
- Ni se te ocurra ¿ me oyes? Ni se te ocurra
Se levantó del sillón en el que estaba sentado, y salió de la habitación con cara de pocos amigos. Rose era testaruda y sabía que se lo había tomado a la tremenda sin razón. James se había dirigido a su despacho sin darla siquiera las buenas noches. Ella subió a su dormitorio y se metió en la cama. Pero las horas pasaban y James no subía. Cuando el sueño la rindió, se quedó dormida esperándole, James subió muy de madrugada. La vió como dormía tranquila y dándola un beso en la mejilla sigilosamente a modo de buenas noches, la dio la espalda, algo que no había sucedido nunca desde que eran marido y mujer. Quería que se enterara que estaba enfadado, a ver si así entraba en razón
Rose buscaba con su brazo el pecho de James, pero sólo encontró su espalda. Se acurrucó en ella y extendió su abrazo sobre él. Ese simple gesto, adormilada, hizo que James se volviera para mirarla. Estaba visto que por mucho que se enfadara, ella siempre conseguía desarmarle y hacer que cediera en sus pretensiones, no sin antes hacer valer sus temores. Finalmente, la beso y la abrazó con fuerza atrayéndola hacia él y sonriendo débilmente. Ella también lo hizo y le besó en la mejilla. Había quedado claro que a regañadientes, daba su consentimiento.
Y en el desayuno, él se mostraba más silencioso de lo normal y sus respuestas eran más escuetas de lo que acostumbraba. No podía evitarlo; algo tenía en su interior que le intranquilizaba.
Y la miraba de soslayo y la veía tan contenta e ilusionada, que poco a poco fueron olvidados sus temores. Tenía razón, si es que su labor sería la que había dicho
Se puso un traje de chaqueta y pantalón de color marrón y zapato plano, el cabello recogido en una coleta y sin a penas maquillaje . Estaba preciosa., y en la mirada un brillo muy especial. Era como si fuera la primera vez que solicitaba un trabajo, y posiblemente así se sintiera ella, aunque estaba en plena forma a pesar de hacer tiempo en el que ya no era policía. Pero seguía conservando sus inquietudes. Suspiró hondamente con resignación y pensó
- ¡ Dios mio las mujeres ! Hacen de nosotros lo que quieren y el caso es que sin ellas estamos perdidos. Sólo hace falta un pestañeo de sus ojos para que nos volvamos de gelatina. Y me gusta la influencia que ejerce sobre mi, y me doy cuenta, de que antes de conocerla no tenía nada, sólo artificio, y ella me hace inmensamente feliz, con su entrega y amor incondicionales. Ya no sabría qué hacer sin ella y sin mi niña.. Esa pequeña mujercita, que a nada que me descuide me traerá por la calle de la amargura espantando a los moscones que tendrá a su alrededor. Por difícil que nos pareció al principio, al final hemos conseguido formar una familia increíble, Vivimos en un magnífico lugar y nos rodeamos de gente maravillosa. Pero, a veces tengo miedo de tanta felicidad. Me da miedo., mucho. Y no puedo evitarlo
Movió su cabeza como para ahuyentar los pensamientos que al final de sus reflexiones se habían vuelto algo pesimistas. El ruido de unas pisadas rápidas, le hizo volver a la realidad. Era ella que con su cartera parecía una ejecutiva más que una inspectora de policía en excedencia y posiblemente sheriff de carreteras y de escuelas. Pero temía que en cuanto conocieran su valía, su destino fuese otro y a la vez más arriesgado, y eso es lo que le hacía preocuparse y evitar alegrarse del contento de su mujer.
Mientras tanto ni James, ni los hermanos Livingston, habían olvidado el tema de Chiquito, pero las pesquisas se complicaban una y otra vez, así que decidieron explorar sobre el terreno. Irían a la ciudad. Hablarían con el banco aún a sabiendas que no le dirían nada, entraría en los bares a ver si conseguían alguna pista por vaga que fuera. Cada día que regresaban a casa sin nada, era un disgusto para los tres,. Tenían orden expresa de James, de que Rose no se enterara de nada hasta haber agotado todas los recursos.
Y Rose regresó a casa con su nombramiento bajo el brazo. Comenzaría al día siguiente por la mañana revisando el estado de las carreteras. Tenían que prepararlas en condiciones para cuando llegasen las lluvias y el mal tiempo.
- Pero hay que poner unas normas, James. Te entiendo, pero no quiero que sea una niña mimada y caprichosa
- Lo sé Rose, lo sé, pero déjame, al menos por una temporada.
James sabía que algo se estaba cociendo en la cabecita de su mujer, pero lo que fuera, no se atrevía a decírselo, así que fue él quién tomó la iniciativa. Era el final del día. La tarea ya había concluido y era el tiempo de ellos dos. La sentó sobre sus rodillas, y besando su rostro, la miró a los ojos y la preguntó por lo que estaba pensando y no se atrevía a contar
- Dime mujer ¿ qué te ocurre? Porque sé que algo estás tramando y los secretos entre nosotros no me gustan, ya lo sabes. Así que dime ¿ qué te pasa?
Ella le miró fijamente dudando, pero al final comenzó a hablar. De todas maneras nada podía ocultar a su marido; sabía en todo momento lo que ella pensaba antes de decírselo, pero en esta ocasión ni siquiera imaginaba lo que estaba ideando
- Hay una vacante en la comisaría de la ciudad y quiero solicitar esa plaza
- ¿ He oído bien ?
-Si, James. Aquí prácticamente no tengo nada que hacer. Serían unas horas, y además el puesto no es el de inspectora, sería un ayudante para revisar el tráfico en las carreteras y a veces en la ciudad,. Nada que entrañe riesgos
- Ni hablar. Tendrías que llevar un arma y eso, en sí, ya es un riesgo. Definitivamente no.
Ella daba vueltas por la habitación y James sabía que estaba furiosa y no sabía como rebatirle, y se mordía la lengua porque no quería armar un escándalo ni discutir con él.Se paró en seco y le dijo
- Pues que sepas que voy a hacerlo. Es absurda esa idea que tienes de que me va a pasar algo. Esto no es Nueva York, a penas hay delincuencia. ¡ Por Dios santo, es para vigilar una carretera y parar el tráfico cuando los niños pasen ! ¿ Te parece eso peligroso ? Eres un neurótico recalcitrante. Pero que sepas que con tu consentimiento o sin él, lo haré
- Ni se te ocurra ¿ me oyes? Ni se te ocurra
Se levantó del sillón en el que estaba sentado, y salió de la habitación con cara de pocos amigos. Rose era testaruda y sabía que se lo había tomado a la tremenda sin razón. James se había dirigido a su despacho sin darla siquiera las buenas noches. Ella subió a su dormitorio y se metió en la cama. Pero las horas pasaban y James no subía. Cuando el sueño la rindió, se quedó dormida esperándole, James subió muy de madrugada. La vió como dormía tranquila y dándola un beso en la mejilla sigilosamente a modo de buenas noches, la dio la espalda, algo que no había sucedido nunca desde que eran marido y mujer. Quería que se enterara que estaba enfadado, a ver si así entraba en razón
Rose buscaba con su brazo el pecho de James, pero sólo encontró su espalda. Se acurrucó en ella y extendió su abrazo sobre él. Ese simple gesto, adormilada, hizo que James se volviera para mirarla. Estaba visto que por mucho que se enfadara, ella siempre conseguía desarmarle y hacer que cediera en sus pretensiones, no sin antes hacer valer sus temores. Finalmente, la beso y la abrazó con fuerza atrayéndola hacia él y sonriendo débilmente. Ella también lo hizo y le besó en la mejilla. Había quedado claro que a regañadientes, daba su consentimiento.
Y la miraba de soslayo y la veía tan contenta e ilusionada, que poco a poco fueron olvidados sus temores. Tenía razón, si es que su labor sería la que había dicho
Se puso un traje de chaqueta y pantalón de color marrón y zapato plano, el cabello recogido en una coleta y sin a penas maquillaje . Estaba preciosa., y en la mirada un brillo muy especial. Era como si fuera la primera vez que solicitaba un trabajo, y posiblemente así se sintiera ella, aunque estaba en plena forma a pesar de hacer tiempo en el que ya no era policía. Pero seguía conservando sus inquietudes. Suspiró hondamente con resignación y pensó
- ¡ Dios mio las mujeres ! Hacen de nosotros lo que quieren y el caso es que sin ellas estamos perdidos. Sólo hace falta un pestañeo de sus ojos para que nos volvamos de gelatina. Y me gusta la influencia que ejerce sobre mi, y me doy cuenta, de que antes de conocerla no tenía nada, sólo artificio, y ella me hace inmensamente feliz, con su entrega y amor incondicionales. Ya no sabría qué hacer sin ella y sin mi niña.. Esa pequeña mujercita, que a nada que me descuide me traerá por la calle de la amargura espantando a los moscones que tendrá a su alrededor. Por difícil que nos pareció al principio, al final hemos conseguido formar una familia increíble, Vivimos en un magnífico lugar y nos rodeamos de gente maravillosa. Pero, a veces tengo miedo de tanta felicidad. Me da miedo., mucho. Y no puedo evitarlo
Mientras tanto ni James, ni los hermanos Livingston, habían olvidado el tema de Chiquito, pero las pesquisas se complicaban una y otra vez, así que decidieron explorar sobre el terreno. Irían a la ciudad. Hablarían con el banco aún a sabiendas que no le dirían nada, entraría en los bares a ver si conseguían alguna pista por vaga que fuera. Cada día que regresaban a casa sin nada, era un disgusto para los tres,. Tenían orden expresa de James, de que Rose no se enterara de nada hasta haber agotado todas los recursos.
Y Rose regresó a casa con su nombramiento bajo el brazo. Comenzaría al día siguiente por la mañana revisando el estado de las carreteras. Tenían que prepararlas en condiciones para cuando llegasen las lluvias y el mal tiempo.
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