viernes, 9 de febrero de 2018

Cuando los árboles se visten de amarillo - Capítulo 17 - Decisión definitiva

Cuando estuvo sola, dentro del taxi, todo la euforia que sintiera a penas unas horas antes, se había desvanecido por completo. Posiblemente fuese la primera y la última vez que estuviera con él. Por ese sentido que desarrollan las madres, presentía que su hija no había cambiado de opinión respecto a Cedric.  Hacía dos semanas que se habían visto por última vez, pero en ese tiempo, todo había dado un vuelco, todo había ocurrido muy deprisa.  sabía que para ella iba a ser un mazazo el saber que sus padres estaban a punto de divorciarse y eso sería triste para ella.  Si al menos hubiera olvidado al profesor y se hubiera refugiado en otro chico de su edad, que la enamorara y la protegiera...
No la diría nada, esperaría a otro momento más oportuno  Y como imaginaba, al llegar a su aprtamento, conecto su teléfono y en el buzón de voz, tenía dos mensajes una de Stephan y otro de Linda.  Escuchó primero el de Stephan:


- Esta es la tercera vez que te llamo ¿ Dónde estás ?  Estoy preocupado.  Llámame en cuanto llegues. Un abrazo-.  Seguía siendo el mismo de siempre, gruñón y al mismo tiempo protector.

- Eres bueno, Stephan.  Coralyn ha tenido mucha suerte al encontrarte. Yo también la tuve, pero no fue posible.- se dijo con una media sonrisa

A continuación escuchó el de Linda, que con voz imperiosa también la reprendía por su ausencia

- ¿ Dónde estás? Te he llamado y no atiendes.  Nunca sales de casa ¿ Estás bien ?  papa me ha llamado y me ha dicho que mañana sábado coma en casa porque tenemos que hablar ¿ De qué ? Ha estado muy misterioso.  Llámame en cuanto llegues. Un beso.

Se quedó pensativa.  Hubiera dado cualquier cosa por no tener que celebrar esa reunión.  No le apetecía ponerse a cocinar; no tenía el ánimo para ello, así que llamó a un restaurante cercano que sirven comidas a domicilio y le encargó un menú que sabía les gustaba.  Se cambió de ropa y aguardó paciente a que su familia llegara.  Previamente les había llamado para que estuvieran tranquilos; la excusa que les dio es que estaba en casa de una amiga celebrando su cumpleaños.  Se había hecho tarde y se quedó a dormir en su apartamento.
Si todo se desarrollaba con normalidad, le diría a Stephan la verdad de su ausencia, pero no antes de tranqulizarse.

Y llegaron padre e hija, puntuales, como habían acordado.  Alexa ya había puesto la mesa y tenía todo organizado.  No iba a ser una comida cualquiera; sería trascendental, sobre todo para ella.  En otra ocasión hubiera estado contenta de estar los tres juntos, pero en esta ocasión no era sí, inclusive hubiera dado cualquier cosa porque no celebrarse.

Hablaron poco mientras almorzaban, y Linda les miraba de soslayo extrañada del silencio de esa comida.  Por lo regualar siempre eran alegres y se contaban sus cosas, pero no hoy. ¿ Qué les ocurría a sus padres?

- Posiblemente, la salida de anoche de mamá, tiene algo que ver con la situación de ahora ¿ Por qué tienen que hablarme ? ¿ De qué ? ¿ Qué les pasa? - No paraba de hacerse preguntas entre bocado y bocado.  Se le ocurrió que para rebajar la tensión comentaría algo de sus estudios, por ejemplo.  Hacía dos semanas que no se veían, y hasta ese momento su madre no le había preguntado nada referente a ello, y referente a otro asunto que la hizo ir hasta la Universidad en día no acostumbrado para las visitas.

Les hablaría de Pierre, ese chico francés que acababa de incorporarse a las clases, a pesar de estar casi terminado el curso.  Mientras comía con él,  Linda se lo hizo notar, pero él no le dio importancia.  Pierre se encogió de hombros, y la dijo:

- Así me pongo al día un poco.  Total tengo que repetir cuando comience de nuevo...

Era un chico extraño, elegante, con ese saber estar que tienen los franceses.  Se notaba a simple vista que era de clase adinerada.  En lugar de vivir en el campus, sus padres le habían comprado un apartamento en la ciudad, aunque tratándose de un lugar no muy grande, se puede decir que estaba muy cerca de la Universidad.  Habían congeniado desde el principio, y en parte era mérito de él.  Se notaba que había recorrido bastante mundo, pero lo que no entendía era por qué había recalado en Oxford a estas alturas del año, próximo al verano y en las clases de biología y medicina interna.

- Es muy posible que quiera ser médico - se dijo -. Bah, me da igual, que sea lo que quiera.

Cortó sus reflexiones y siguió rebuscando no sabía qué en el plato. Levantó la vista, y se dió cuenta de que su padre miraba a su madre casi constantemente.  Pero ninguno de los dos tenía el ceño fruncido, lo que la indicaba que no estaban enfadados, al menos entre ellos.  Entonces ¿ sería ella el problema ?

Al fin terminaron la comida, que es posible que los tres lo estuvieran deseando.  El matrimonio se miraba de vez en cuando, y como personas que se conocen bien, se transmitían la preocupación que sentían por la reacción de su hija al enterarse de que se estaban divorciando, y que su padre tenía otro amor desde hacía tiempo.

Entre los tres recogieron la mesa y pasaron a la sala. Alexa portaba una bandeja con el café de sobremesa.  Stephan se sentó junto a su mujer, de frente a la hija, que cada vez estaba más nerviosa porque sabía que algo pasaba y no sería nada bueno.  Y fue el padre quién, tras un sorbo de café, comenzó por hablar, relatando la situación que  tenían y la decisión que habían tomado.  Aprovechó también para anunciarla que estaba viviendo con una mujer que había conocido hacía tiempo.  Linda les miraba con los ojos desmesuradamente abiertos, sin comprender lo que escuchaba.  Al fin recobró un poco la calma y procedió a pronunciar las preguntas que venían a su mente sumamente confusa

- Pero... ¿ desde cuándo estáis así ?  Nunca os he notado nada anormal.  Vi vuestra vida como siempre. Suponía que érais felices.
- Y lo éramos, hija - dijo Alexa- Pero habíamos llegado a un punto de indiferencia.  Quiero que sepas que nos hemos querido mucho, y que hemos sido felices, pero ahora el amor está como adormecido y a ninguno de los dos nos apetece seguir viviendo en la monotonía
- Amo a tu madre y la repeto muchñísimo.  No sabes cuánto, pero nuestras relaciones no son las mismas.  Seguiremos queriéndonos como siempre. Yo siempre estaré a su lado, siempre, cada vez que me necesite, pero...Conocí a una mujer en un momento muy bajo en nuestras relaciones y soy feliz con ella.  Nunca hemos tenido secretos el uno para el otro, y de común acuerdo estamos tramitando el divorcio.  Siempre estaré aquí; seremos excelentes amigos, pero sólo eso, cariño.  Sólo amigos.

Linda , en un ataque de ira, se levantó y comenzó a reprocharles a gritos que se lo hubieran ocultado

- Resulta que ya no vivís juntos y yo sin saberlo.  No teníais derecho a ocultarme algo como eso. ¿ Y decís que me queréis? - Estaba a punto de llorar.  Nunca sospechó que la relación de ellos fuese tan rutinaria e indiferente, pero eran sus padres y le dolía que se separaran.  Pero también comprendía que se trataba de sus vidas y si no eran felices viviendo juntos, mejor separados.  Porque de otra manera, llegaría un punto en que por cualquier cosa insignificante tendrían el primer choque serio, y después vendrían más.  Era mejor así.  Con el mejor recuerdo de su vida juntos, porque sabía que se querían, pero quizá no fuera suficiente el cariño entre marido y mujer, cuando no existía el amor.  Porque esa palabra que aparentemente parece cursi, abarca otras muchas situaciones que conlleva el amor entre dos personas, y por lo que estaba deduciendo "eso" ya no existía.  Y se lo había demostrado su padre al confesar que tenía otra mujer en su vida.  Pero ¿ y su madre?  Estaba confusa y perpleja.  Daba vueltas por la habitación sin saber qué decir ni qué hacer. No había notado nada por lo que dedujese que aquel hogar era un fiasco. Se paró de golpe y dirigió la mirada hacia su madre, pero no dijo nada.  Mientras a Alexa el corazón se le partía por Linda.

- No, ella no.  Nunca sale de casa sola, y tampoco acompañada.  Siempre está melancólica, pero es tierna con papá.  Claro que también es tierna con Lucy, pero probablemente no lo será suficientemente con papa - se repetía mentalmente buscando desesperada la comprensión para lo que acababa de saber.

Comenzó a llorar silenciosamente abrazada a ambos, que la acariciaban y la colmaban de besos y dulces palabras de consuelo.  Tendría que pasar un tiempo para hacerse a la idea. Y además, algún día conocería a la amante de su padre ¿ Se casaría con ella cunado estuviera libre?  No veia a ninguna otra mujer en el opapel de su madre, pero indiscutiblemente tendría que acostumbrarse.

Al cabo de una hora, ya no podía más y decidió regresar a Oxford.  Necesitaba estar sola y madurar lo que había ocurrido esa tarde de sábado cmo habían habido muchas, pero que ésta había sido extraordinariamente especial.

Con la partida de Linda, quedaron frente a frente los que todavía eran esposos, pero que no transcurriría mucho tiempo en que dejaran de serlo.  Stephan resopló un poco como aliviado de haber pasado tan amargo trance.  Miraba fijamente a su mujer y ella, con la vista baja, no decía nada.  Tenía la cara impenetrable, pero sabía que pensaba en algo.  Que no estaba completamente  tranquila, y eso era señal de que tenía algo más que decir. Podía haberlo hecho, si así fuera, delante de su hija, y eso le hizo pensar que era para él exclusivamente.  Y no se equivocó. Se levantó para recoger las tazas de café y al mismo tiempo poner dos copas encima de la mesita de fumador.  Del mueble bar, sacó una botella de wshixky, de la marca preferida de Stephan y para ella un Baileys, su licor preferido, aunque temía se le subiera a la cabeza si se excedía.  Necesitaba ese refuerzo, para decirle a Stephan lo ocurrido la noche anterior, y para ello necesitaba ánimo y valor.  No quería dañarle ni que se sintiera herido por lo ocurrido con Cedric., en definitiva él lo hacía con Coralyn y ella lo supo desde casi el primer momento, por un alma " caritativa " que la informó, y ella siguió durmiendo con él y correspondía a los requerimientos amorosos que Stephan la pedía de vez en cuando.  Pero también sabía que sólo ella tenía la culpa de su desamor, que hizo intención, en su día, de terminar con ese recuerdo, pero era más fuerte que ella. Y entonces se hizo una coraza para que nada la afectara, pero también sabía que a su marido no le iba a hacer ni pizca de gracia su escapada de la noche pasada.

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