miércoles, 16 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 30 y último - Y la vida siguió

Poco a poco los protagonistas de esta historia, fueron encauzando sus vidas y paulatinamente se fureon reintegrando a sus quehaceres que habían quedado interrumpidos cuando ocurrió el accidente.  Vayamos paso a paso:

Dos semanas permaneció ingresada Rose en el hospital, y durante ese tiempo no le faltó la visita de Amelie y de su madre.  Tarde tras tarde iban las dos a hacerle compañía mientras Albert ejercía su profesión en el mismo hospital.  Por eso nunca se quedó sola, ya que los compañeros de Albert entraban constantemente a ver cómo se encontraba.  Se había corrido el rumor del por qué estaba ingresada allí. Y es que Amelie se lo dijo a una enfermera y de ahí corrió como la pólvora.  La chiquilla lo comentaba con emoción y con orgullo de tener una segunda mamá como ella misma explicó a sus padres:

- Creo que si Rose arriesgó su vida por salvar la mía, es justo que la llame también mama. ´Tanto Stephanie como Albert, se quedaron mudos ante la afirmación de la chica. Y su madre la abrazó emocionada y Albert con un nudo en la garganta no podía decir nada.  Su hija no era insensible, sólo estaba desorientada.
- Me parece muy bien, cariñó- la dijo Stephanie- Es justo y ella te lo agradecerá.

Stella ingresó en la universidad de Dallas.  Allí pasaría los dos primeros años y después se trasladaría a la de Driscoll y allí terminaría su carrera.  Había elegido pediatría.

Amelie continuó con sus estudios y los fines de semana los pasaba con Albert y Rose, con la que tenía complicidad  y no tenía que fingir cuando de repente se levantaba de lo que estuviera haciendo y corría a darla un beso y un abrazo.  A Rose ese gesto le llenaba de satisfacción y alegría. Había quedado todo muy lejos, como si se tratara de una pesadilla  que no deseaban recordar.  De momento vivían en Austin, pero en cuanto le aceptaran su traslado a Driscoll vivirán allí

Deirdre, ayudada por Patrick seguía atendiendo el negocio familiar e incrementado su volumen.  El padre de Albert se había ofrecido como administrador y también pasó a engrosar la plantilla de la tienda, aunque él generosamente lo hacía sin cobrar ningún sueldo.

- Me sirve de distracción-.    - solía decir riendo  a sus amigos - Además, hay que ayudar a la familia

Emily y  Deirdre  iban a un gimnasio, de compras o simplemente comían en algún restaurante.  Se habían hecho inseparables.

Stephanie y Geoffrey, al poco tiempo, contrajeron  matrimonio y actualmente  esperan un hijo, que colma de alegría a Amelie.

 Y ¿ qué había sido de todos ellos ?

Tras serle dado el alta, Rose terminó su convalecencia en su casa acompañada en todo momento de Albert, que había pedido una excedencia para cuidar de su mujer. ..  No habían vuelto a tener relaciones íntimas por temor a que la perjudicara, pero Albert consultó con el médico que llevaba el post operatorio, y le dijo : " haced vida normal.  Normal en todos los sentidos ¿ me entiendes ? ".  Y ese día volvieron a sentir la pasión del primer día.

A Albert le concedieron el traslado al hospital de Driscoll. Había sido inaugurado hacía poco y contaba entre sus pacientes a infinidad de vecinos mejicanos.  Crearon un pabellón en el que se estudiasen las enfermedades que les afectaban  según su alimentación y forma de vida.  De esta manera se instalaron en Driscoll y estaban  todos más cerca.

Patrcik había terminado su carrera y trabajaba en una gran empresa como ingeniero informático, pero también ayudaba en la tienda. El negocio había subido de volumen y tomaron a un muchacho exclusivamente para los repartos a domicilio, y comenzaban los envíos a otros estados.  Stella estaba a falta de un año para terminar la carrera y hablaban de boda puesto que el sueldo de Patrick llegaba para vivir desahogadamente y ella podría licenciarse sin problema alguno.' y ejercer en el mismo hospital de Driscoll en donde cursaría la Residencia bajo la tutela de su padre

Poco a poco el edificio familiar que habían ido construyendo se afianzaba en sus cimientos. Todos era parte de un gran árbol de cuyo tronco irían saliendo fuertes ramas que a su vez darían  sus frutos.

Ya  tenían todo cuanto ambicionaban: amor, familia, trabajo salud... Pero les faltaba algo importante para ellos:  un  hijo.  El accidente estaba ya lejano y su vida conyugal la vivían con toda normalidad y entusiasmo, así que no fue extraño que al poco tiempo Rose se quedara embarazada.

Cuando el médico se lo confirmó ellos lo celebraron  a su modo: cena íntima en el Parador y después fresas y chocolate.   Y lo disfrutaron plenamente, porque prácticamente estaban recién casados y ese ritual formaba parte de la luna de miel, que fue corta y como ya hemos sabido, plena de tropezones.

Tumbados en la cama, Albert acariciaba el vientre de su mujer, y la miraba directamente a los ojos como para transmitirla el inmenso amor que sentía por ella. El encontrarla había sido un regalo de la vida y así sería siempre, hasta envejecer y más allá.

A pesar de ser médico y de estar acostumbrado a ello, cuando Rose se puso de parto, estuvo a punto de desmayarse, cuando el alumbramiento se prolongaba más de lo esperado.  No podía soportar el ver los esfuerzos por traer al mundo a su hijo.  Porque esta vez fue un chico que nació más grande de lo deseado.

  Pero también es mal rato quedó en el olvido y Albert resultó ser el mejor padre del mundo.  Quería estar con él en todo momento porque a pesar de que  Amelie fue también un regalo para él, el nacimiento de este pequeño era especial por las circunstancias acaecidas.  Rose se lo merecía.  Le había dado, no sólo esos dos hijos que eran su orgullo, le había dado estabilidad y felicidad. Adoraba a sus tres hijos, pero en este concurrieron muchas cosas y muchos problemas que finalmente se solucionaron todos.

- ¿ En qué piensas ? - le dijo Rose al comprobar que no despegaba la mirada de ella, pero que al mismo tiempo parecía ausente
- En nada y en todo, amor mio. En todo lo que he de agradecerte, que me has brindado, que has hecho que la vida merezca la pena vivirla.  Y que agradezco haberte encontrado y que el destino se cruzara en nuestro camino para hacernos valorar más el amor que sentimos y de los hijos que hemos creado. Que me siento orgulloso de la otra hija, que aunque no sea de tu misma sangre, ella te ha adoptado como madre y no se puede decir nada en contra tuya estando ella presente.  Porque te has ganado su cariño y respeto, y porque la salvaste la vida con riesgo de la tuya y no te importó. Y que quiero a esa niña con todo mi corazón porque fuiste tú quién evitaste que la perdiera para siempre. Y por todo eso y mucho más te quiero, te quiero y te querré siempre.
- Albert, vas hacerme llorar
- De eso nada.  En todo caso de placer.

Y abrazándola fuertemente la besó y así se quedaron dormidos.



                                                           F    I    N

Autoría:  1996rosafermu
Edición:   Marzo de 2018
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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