Se despertaron demasiado pronto, pero la impaciencia de Stella no la dejaba dormir. Tardarían poco en llegar . Irían por la autopista y en poco tiempo estarían en Corpus Christi. Era una ciudad mediana, pero cómoda para realizar algunas compras con toque especial, y el traje para el baile del instituto para su hija era muy especial. Desayunaron y madre e hija se pusieron manos a la obra
- No se a que hora regresaremos, mamá. No te preocupes si tardamos, porque presiento que nos vamos a recorrer toda la ciudad. Me gustaría que vinieras con nosotras. Por un día que la tienda no se abra...
- No hija, la tienda ha de cumplir su horario si queremos tener una clientela fiel. Andad, andad no se os haga tarde. Te recuerdo que tienes que llevar los pedidos.
- Ya lo sé mamá. Vendremos lo antes posible. Si surge algo llámame.Ahora nos vamos. ¡ Venga Stella date prisa ! - y dando un beso a Deirdre, salieron contentas y felices- Por la complicidad que tenían, más parecían hermanas que madre e hija.
Mientras conducía iba recordando lo que había sido su vida durante estos años. Y sonrió al recordar el nacimiento de su hija, la orfandad en que se sentía y la incertidumbre ante el futuro. Y ahora, aquí estaban, las dos, y a poco tiempo de entrar en la universidad. A la misma edad que ahora tenía Stella, ella había sido madre y se había convertido, sin quererlo en una incipiente mujer de negocios, que trabajaba en una oficina para sacar adelante a su pequeña familia de tres miembros.
- ¿ De qué te ries ? - la preguntó su hija
-Estoy recordando que a tu edad tenía la vida muy complicada y ya me ves, ahora vamos en busca de un vestido para ti.
- ¿ Me contarás algún día cuál fue mi origen ? - preguntó su hija
Esa pregunta le pilló desprevenida. Lo esperaba . Sabía que en cualquier momento la preguntaría por su padre, pero no estaba preparada para contarle la verdad. Eran días muy especiales para ella y no deseaba fueran enturbiados por decirle que ni siquiera sabe que estás en este mundo porque salió huyendo. Pero algo le tenia que decir, y respondió:
- Lo sé Stella. Sé que lo he demorado mucho, pero cuando pasen estos días de alegría para nosotras, nos sentaremos tranquilamente en el porche y te contaré todo cuanto desees saber. Pero ahora no, . te lo pido como un favor
- Está bien, mamá. Hemos vivido tods estos años sin saber nada, podemos hacerlo un poco más.- Y ambas mujeres soltaron una sonora carcajada. La de Stella alegre y feliz. nada empañaría su felicidad. La de Rose nerviosa y triste porque sabía que no tardando mucho debía contar a su hija la verdad sobre su nacimiento.
En algo más de dos horas entraban por la calle principal de Corpus Christi. Les encantaba ver los comercios de toda clase y el trasiego de gentes mirando escaparates, o en alguna terraza tomando algo y los chiquillos corriendo entre la gente. Era una ciudad llena de vida, muy diferente a donde vivían, siempre tranquila, en donde nunca pasaba nada.. Imaginó que ellas serían la atracción del lugar cuando llegaron a instalarse allí con una jovencita embarazada. ¡ Qué digo jovencita ! Era casi una niña. Pero todo es cuestión de costumbre y ellos se hicieron a su presencia y dejaron de ser la comidilla de los hombres y de las mujeres en la cafetería. Cuando nació la niña, a su puerta llegaban vecinas con frutas y dulces para la recuperación de la parturienta, que al tener a su hija en brazos, más parecía que sostenía a una muñeca que a un bebe recién nacido.
- Vas muy callada, mamá - la dijo Stella
- Estaba distraída con las tiendas. Buscaremos donde aparcar y nos recorreremos la calle de arriba abajo, pero hoy nos vamos con los vestidos. Los nuestros también, el de tu abuela y el mio. Va a ser un día grande y tiraremos la casa por la ventana.-. Madre e hija, a una, rompieron a reír alegremente, mientras Rose aparcaba el coche.
Era en la tercera tienda en la que entraban. Miraban distraídas los vestidores con las prendas a elegir. Stella rebuscaba entre las tallas de gente joven y Rose buscaba algo adecuado para su madre. Se arriesgaría a comprarlo. Si no la gustaba o no le sentara bien, lo cambiaría, pero esa vez sería Deirdre la que viniese.
Para ella eligió un vestido estampado juvenil y en varias tonalidades de azul. Entró en el probador y vio que la quedaba como un guante y le sentaban perfectamente.los tonos elegidos No buscaría más. Empezaban a doler los pies y a embotarse la cabeza de tanto ver ropa.
Rose estaba indecisa entre dos de los vestidos, los miraba y remiraba una y otra vez. Se los había probado y ambos la sentaban bien y la favoreciían mucho, pero estaba indecisa por cuál llevarse. La sacó de su duda, una vocecilla juvenil que no conocía, pero que permanecía cerca de ella observándola
- Yo que tú me llevaría los dos - la dijo. Hizo que levantara la cabeza y vio a una chiquilla sonriente de unos catorce o quince años, no sabía precisar, que la sonreía mientras ella sostenía el que había elegido
- ¿ En serio te llevarías los dos ?- respondió Stella
- Vamos, ni dudarlo. Son preciosos y seguro que estarás guapísima con cualquiera de ellos. ¿ Vas a alguna fiesta ?
- Si. He terminado el bachiller y el Instituo nos dará un baile dentro de pocos días. Es mi primer baile en serio. Bueno tanto como serio, pero si es el final de una etapa y deseo divertirme mucho
- Pues, ya lo verás. Volverás locos a los chicos. Eres muy guapa y tienes un pelo precioso.
- Tu también lo eres, y mira, nuestro cabello es muy parecido.
Una voz grave de hombre, cortó la conversación acercándose a ellas.
- ¿ Ya te has decidido ? - le preguntó a la jovencita
- Si, papá ya lo tengo. Es que me he entretenido con esta chica que también irá a un baile. Por cierto ¿Cómo te llamas? preguntó la menor
-- ¡ Cierto, ni siquiera nos hemos presentado. Perdona soy Stella
- Yo Amelie, encantada.
- Bueno si ya os habéis presentado, debemos irnos. Lo siento señorita pero hemos de ir a Austin y se nos va a hacer tarde
- Desde luego. Mucho gusto y que te diviertas Amelie
- Lo mismo digo Stella. Pásalo bien
Sonreia moviendo la cabeza, cuando Rose llegó hasta donde estaba su hija
- ¿ Que te pasa, de que te ríes? ¿ Alguien te ha contado un chiste ?
- No, es que he conocido a una mocosa pero muy simpática. Se llama Amelie y acaba de marchar con su padre.
- No se a que hora regresaremos, mamá. No te preocupes si tardamos, porque presiento que nos vamos a recorrer toda la ciudad. Me gustaría que vinieras con nosotras. Por un día que la tienda no se abra...
- No hija, la tienda ha de cumplir su horario si queremos tener una clientela fiel. Andad, andad no se os haga tarde. Te recuerdo que tienes que llevar los pedidos.
- Ya lo sé mamá. Vendremos lo antes posible. Si surge algo llámame.Ahora nos vamos. ¡ Venga Stella date prisa ! - y dando un beso a Deirdre, salieron contentas y felices- Por la complicidad que tenían, más parecían hermanas que madre e hija.
Mientras conducía iba recordando lo que había sido su vida durante estos años. Y sonrió al recordar el nacimiento de su hija, la orfandad en que se sentía y la incertidumbre ante el futuro. Y ahora, aquí estaban, las dos, y a poco tiempo de entrar en la universidad. A la misma edad que ahora tenía Stella, ella había sido madre y se había convertido, sin quererlo en una incipiente mujer de negocios, que trabajaba en una oficina para sacar adelante a su pequeña familia de tres miembros.
- ¿ De qué te ries ? - la preguntó su hija
-Estoy recordando que a tu edad tenía la vida muy complicada y ya me ves, ahora vamos en busca de un vestido para ti.
- ¿ Me contarás algún día cuál fue mi origen ? - preguntó su hija
Esa pregunta le pilló desprevenida. Lo esperaba . Sabía que en cualquier momento la preguntaría por su padre, pero no estaba preparada para contarle la verdad. Eran días muy especiales para ella y no deseaba fueran enturbiados por decirle que ni siquiera sabe que estás en este mundo porque salió huyendo. Pero algo le tenia que decir, y respondió:
- Lo sé Stella. Sé que lo he demorado mucho, pero cuando pasen estos días de alegría para nosotras, nos sentaremos tranquilamente en el porche y te contaré todo cuanto desees saber. Pero ahora no, . te lo pido como un favor
- Está bien, mamá. Hemos vivido tods estos años sin saber nada, podemos hacerlo un poco más.- Y ambas mujeres soltaron una sonora carcajada. La de Stella alegre y feliz. nada empañaría su felicidad. La de Rose nerviosa y triste porque sabía que no tardando mucho debía contar a su hija la verdad sobre su nacimiento.
En algo más de dos horas entraban por la calle principal de Corpus Christi. Les encantaba ver los comercios de toda clase y el trasiego de gentes mirando escaparates, o en alguna terraza tomando algo y los chiquillos corriendo entre la gente. Era una ciudad llena de vida, muy diferente a donde vivían, siempre tranquila, en donde nunca pasaba nada.. Imaginó que ellas serían la atracción del lugar cuando llegaron a instalarse allí con una jovencita embarazada. ¡ Qué digo jovencita ! Era casi una niña. Pero todo es cuestión de costumbre y ellos se hicieron a su presencia y dejaron de ser la comidilla de los hombres y de las mujeres en la cafetería. Cuando nació la niña, a su puerta llegaban vecinas con frutas y dulces para la recuperación de la parturienta, que al tener a su hija en brazos, más parecía que sostenía a una muñeca que a un bebe recién nacido.
- Vas muy callada, mamá - la dijo Stella
- Estaba distraída con las tiendas. Buscaremos donde aparcar y nos recorreremos la calle de arriba abajo, pero hoy nos vamos con los vestidos. Los nuestros también, el de tu abuela y el mio. Va a ser un día grande y tiraremos la casa por la ventana.-. Madre e hija, a una, rompieron a reír alegremente, mientras Rose aparcaba el coche.
Era en la tercera tienda en la que entraban. Miraban distraídas los vestidores con las prendas a elegir. Stella rebuscaba entre las tallas de gente joven y Rose buscaba algo adecuado para su madre. Se arriesgaría a comprarlo. Si no la gustaba o no le sentara bien, lo cambiaría, pero esa vez sería Deirdre la que viniese.
Para ella eligió un vestido estampado juvenil y en varias tonalidades de azul. Entró en el probador y vio que la quedaba como un guante y le sentaban perfectamente.los tonos elegidos No buscaría más. Empezaban a doler los pies y a embotarse la cabeza de tanto ver ropa.
Rose estaba indecisa entre dos de los vestidos, los miraba y remiraba una y otra vez. Se los había probado y ambos la sentaban bien y la favoreciían mucho, pero estaba indecisa por cuál llevarse. La sacó de su duda, una vocecilla juvenil que no conocía, pero que permanecía cerca de ella observándola
- Yo que tú me llevaría los dos - la dijo. Hizo que levantara la cabeza y vio a una chiquilla sonriente de unos catorce o quince años, no sabía precisar, que la sonreía mientras ella sostenía el que había elegido
- ¿ En serio te llevarías los dos ?- respondió Stella
- Vamos, ni dudarlo. Son preciosos y seguro que estarás guapísima con cualquiera de ellos. ¿ Vas a alguna fiesta ?
- Si. He terminado el bachiller y el Instituo nos dará un baile dentro de pocos días. Es mi primer baile en serio. Bueno tanto como serio, pero si es el final de una etapa y deseo divertirme mucho
- Pues, ya lo verás. Volverás locos a los chicos. Eres muy guapa y tienes un pelo precioso.
- Tu también lo eres, y mira, nuestro cabello es muy parecido.
Una voz grave de hombre, cortó la conversación acercándose a ellas.
- ¿ Ya te has decidido ? - le preguntó a la jovencita
- Si, papá ya lo tengo. Es que me he entretenido con esta chica que también irá a un baile. Por cierto ¿Cómo te llamas? preguntó la menor
-- ¡ Cierto, ni siquiera nos hemos presentado. Perdona soy Stella
- Yo Amelie, encantada.
- Bueno si ya os habéis presentado, debemos irnos. Lo siento señorita pero hemos de ir a Austin y se nos va a hacer tarde
- Desde luego. Mucho gusto y que te diviertas Amelie
- Lo mismo digo Stella. Pásalo bien
Sonreia moviendo la cabeza, cuando Rose llegó hasta donde estaba su hija
- ¿ Que te pasa, de que te ríes? ¿ Alguien te ha contado un chiste ?
- No, es que he conocido a una mocosa pero muy simpática. Se llama Amelie y acaba de marchar con su padre.
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