La tarde sería la primera ocasión en que fueran presentados a sus otros nuevos jefes quienes formaban ese departamento. Aunque normalmente vestían de forma informal, la inmensa mayoría de ellos, pensaron que sería adecuado guardar algo más de etiqueta; al menos traje y corbata. Por ese día dejarían a un lado los pantalones vaqueros y el suéter que a diario llevaban.
Aunque no quisieran
darlo a entender, estaban nerviosos por conocer a la otra parte de la jefatura,
máxime siendo de un lugar tan lejano, no sólo en distancia, sino en costumbres
y forma de pensar. Ellos eran más cuadriculados, más tranquilos, pensaban más las cosas antes de ponerlas en práctica. Todo lo contrario a los irlandeses. Pero sería una experiencia a descubrir tan sólo por tres meses. Todos
aprenderían de todos y saldría algo positivo de ese encuentro tan inusual y
extraño.
La excitación y los nervios,
tampoco eran ajenos a nuestras chicas. Las tres, como si se hubieran puesto de
acuerdo, revisaban sus armarios respectivos, pensando en qué sería lo más
adecuado para esa reunión tan importante para su futuro.
Amy no era ajena a ello. Era como si se presentara a un examen de revalida, como si en lugar de aprobar su gestión la fueran a dar un suspenso de los que hacían época. Repasaba mentalmente su presentación del proyecto, por si acaso se lo pidieran hacer. Todo estaba controlado, todo y exacto. Todo estaba en orden dentro de su cerebro, pero había algo en lo que no había pensado y ahora lo tenía delante.
Había abierto las puertas de su
armario y ahí estaban las faldas, las blusas, los suéteres y uno. ¡Tan solo... un
vestido! ¿Cómo no se había dado cuenta de ello?. Conocía por las revistas que están
creando una moda especial coreana y que sus mujeres eran exigentes en seguirla.
Su único vestido, era totalmente inadecuado porque, a pesar de hacer buen
tiempo, era una ropa comprada para unas vacaciones veraniegas, así que fue
desechado en el acto. No le quedaba más remedio que recurrir a lo clásico: una
falta negra y una blusa… o mejor un suéter.
Cada prenda se la puso por encima y
el espejo le devolvía la respuesta: si, no, no, si… Al final eligió una especie
de chaquetita de lana de media manga con cuello abotonado en pico que marcaba
ligeramente, sin estrecharla su silueta en determinada parte del cuerpo. No se
la veía provocativa, pero ella no estaba conforme y pensó en una blusa. Pero
tampoco estaba conforme con esa idea. Por momentos se contrariaba ella sola. Al
final recurrió a la primera elección el suéter de lana de color rosa palo que
la favorecía bastante.
Se maquilló ligeramente, pero con
cuidado de no exagerar. No quería dar la impresión de que se estaba “decorando”
sólo para los extraños, aunque entre sus compañeros, había alguno que bebía los
vientos por ella. Pero hoy, la decoración no era para una vieja obra, sino para
un estreno de gran gala.
La molestaba no causar buena
impresión la primera vez que conocía a una persona y, las de hoy, eran muy
especiales.
Se encontraban agrupados a lo largo
de la gran mesa de la sala de juntas, tal y como les habían dicho que hicieran.
Mientras, su jefe sería el anfitrión de sus huéspedes y sería él mismo quien les
dirigiría a la reunión e hiciera las presentaciones de los distintos
departamentos y de sus jefes.
Aunque trataban de disimularlo,
todos, sin excepción estaban nerviosos. Sería importante causar buena impresión
la primera vez que se vieran. Era un acto demasiado importante para todos,
incluso para los forasteros.
Las conversaciones entre ellos eran
más bien susurros, comentando con quién estaba a su lado en voz muy baja.
Nuestras chicas estaban calladas, quizá por primera vez. Serias y retorciéndose
las manos y furiosas, porque a alguna de ellas, motivado por los nervios,
comenzaban a sudarles, algo que a la que eso le ocurría la ponía frenética.
Amy, aparentaba tranquilidad, aunque
estuviera, lejos de sentirla, pero no podía demostrarlo ante sus más directos
colaboradores ¿Qué clase de jefa sería si, por un acto tan pequeño, lo notaran?
Tenía que mostrar, ante todo, seguridad ante los extraños, si es que en algún
momento llegase el caso de mostrar los planos y explicar lo conseguido en el
nuevo proyecto.
Pero al mismo tiempo tenían
curiosidad, mucha curiosidad, ante esos personajes impensados y extraños,
exageradamente puntuales al horario de su cita.
Salieron de toda duda cuando, de pronto la puerta de la sala de juntas se abrió. Al frente de la delegación iba su propio jefe sobradamente conocido por todos que, se hizo a un lado para dar paso a los huéspedes y proceder a la presentación.
Uno por uno, así lo fue haciendo y, uno por uno estrecharon sus manos dedicándoles una sonrisa e inclinación de
cabeza por parte coreana y sonrisa por la irlandesa.
Las chicas, de inmediato, al ver quien venía en cabeza, suponiendo que era la máxima autoridad como ya les
anunciara su director, le hicieron un análisis que después, a solas
comentarían.
Ya estaban a la altura de Amy que
estaba sumamente nerviosa y pendiente de todos los detalles para no fallar en
ninguno.
Era muy alto, de buena planta, atlético y bien formado, la persona que se detuvo una fracción de segundo, frente a ella, haciendo un breve recorrido por toda ella, algo que la incomodó sobre manera ¿Qué se ha creído este cretino? Pensó para sí. No obstante, sostuvo la mirada que la dirigía sonriendo y estrechando su mano al tiempo que efectuaba la consabida ceremonia de la inclinación de cabeza. Y fue al levantarla cuando, de refilón, miró la cara de él. “Santo cielo qué guapo era”. Una nariz perfecta, afilada, ni muy grande ni pequeña. Unos pómulos marcados y unos ojos más bien grandes pero almendrados. Su pelo muy negro y liso. Vestía con un traje gris oscuro, hecho a medida y camisa azul, corbata del mismo color, pero más intenso. Sus manos grandes de largos dedos, retenían por un instante las de Amy. Estaba a punto de perder la compostura y nerviosa no podía apartar la mirada de su cara algo y ligeramente entre amarillenta y pálida. Era la primera vez que tenía frente a sí a una persona de raza amarilla y, pensó que la definición de las razas que había leído en su enciclopedia de bachiller, estaba totalmente acertada y no era una forma de hablar de ellos, sino una catalogación académica.
¿Cuánto tiempo había durado su
presentación? Pensaba que horas de larga que le había parecido, pero en
realidad había durado a penas unos segundos, el mismo tiempo dedicado a los
demás.
—¿De qué se ha reído al verme? —se
repetía Amy una y otra vez. Ni por lo más remoto se imaginaba que ese elegante
personaje que había tenido delante era la misma persona que uno que la abroncó
en el ascensor.
A continuación, callaron las voces
y se escucho el ruido al correr las sillas para sentarse en ellas. A ambas
cabeceras, estaban los jefes supremos frente a frente y a cada lado de la
mesa todos los componentes de los distintos departamentos, intercalándose los
foráneos y los naturales del país.
Todo estaba medido y pensado para
que los extranjeros se sintieran cómodos con quienes iban a colaborar con ellos
codo con codo. Mejor hacerlo desde el principio. Una vez sentados y con
exquisita cortesía los coreanos estrecharon la mano a los irlandeses que tenían
a su lado. Los jefes, esperaban a que todos cumplieran el ritual. Amy estaba
sentada a la derecha de su jefe y eso la infundía más seguridad, aunque el otro
jefe de vez en cuando la dedicaba alguna que otra mirada y, eso la ponía
nerviosa, pero no mucho.
— —¿Terminará por gustarme? — se repetía para sí.
La reunión fue una de tantas,
tediosa y monótona, pero todos prestaban mucha atención a pesar de que las
explicaciones que les estaban dando ya eran conocidas. La novedad era una cinta
que habían llevado los coreanos de una panorámica de su sede en Seúl y del
interior de las dependencias, en especial de aquellas que concernían directamente
a los que viajarían hasta ella en el breve espacio de unos días. Todos los veían
con curiosidad y admiración al mismo tiempo. Pensaban que, efectivamente eran
gentes muy constantes y meticulosas. No es que ellos no lo fueran, sólo que, al
no conocerlos, cada uno forma en su cabeza la imagen que se desea.
El presidente, había resultado un
tipo dicharachero y simpático. Para nada envarado. No era de extrañar que
hubieran hecho buenas migas ambos responsables.
La reunión se extendió en el tiempo
más de lo programado y, al final de la misma todos charlaban entre sí. Entre
los coreanos, había uno que hablaba en un perfecto castellano aprendido durante
un intercambio de estudiantes en Méjico. Él sería el intérprete entre sus
compañeros. El resto de la expedición extranjera, tenía en sus teléfonos
móviles la aplicación traductora a cualquier idioma, así que tanto unos como
otros, no tendrían problemas. Para eso eran los “reyes” de las nuevas
tecnologías.
El jefe supremo, chapurreaba
algunas palabras sueltas en español que, intercaló en el breve discurso, en
inglés, que dio a su presentación.
Había llegado el momento de dar por terminada
la reunión que se había extendido en el tiempo más de lo pensado debido, no
solo a las dilatas explicaciones de cada departamento que habían puesto encima
de la mesa, sino a la camaradería que se palpaba a lo largo del tiempo de presentación.
Al lado de una de nuestras chicas,
se había sentado uno de los coreanos. Se habían entendido desde el principio.
Ambos estarían en el mismo departamento así que Alyssa se ofreció para no sólo
darle alguna clase de inglés, sino para mostrarle lo más relevante y
extraordinario que Dublín tiene que ofrecer a los forasteros.
Era la hora de la despedida. Ambos
anfitriones volvieron a situarse en la puerta para despedir a sus operarios uno
a uno. Llegaba el turno de Amy. Estaba frente al coreano después de saludar a
su propio jefe. Al estrechar su mano, se la retuvo un instante y la dijo
bajito:
— —Espéreme a un lado. Cuando termine quiero hablar con
usted.
No dijo más, ni ella tampoco. Sólo
miró a su alrededor en dirección al lugar que la había indicado con la cabeza
y, hacia allí se dirigió, esperando paciente a que se despidiera de su ahora
amigo irlandés, colega de los negocios.
A paso ligero, se dirigió hacia Amy
que, sorprendida e intrigada aguardaba paciente a que se reuniera con ella.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: 1996rosafermu / rosaf9494
Edición: Mayo 2022
Fotografía: Internet
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