Todo volvió a la normalidad en la vida de cada uno de ellos, una vez pasada la primera impresión de tan inesperados acontecimientos. El verano llamaba a la puerta y el miedo a ello en Alana, que temía la hora de que su hija las pasase con su padre. Se le hacía extraño pasar unas vacaciones sin ella, pero por otra parte comprendía que así tenía que ser. Alba iría a Edimburgo, aunque creía que su padre la tendría preparada alguna sorpresa, quizás algún viaje más allá de las islas británicas. Esperaba que se lo comunicaran, mientras tanto, ella lo pasaría en Connemara, en su refugio, y con un poco de suerte emborronando renglones para una nueva obra.
Volvería a firmar con su nombre las nuevas novelas que crease, ya que lo que la hizo renunciar a ello, era que no quería ser localizada, pero ya nada importaba, lo sabía, así regresaría a ser ella misma, con su fotografía en la contraportada, en lugar del símbolo escocés.
No dejaba traslucir el estado de ánimo que tenía casi siempre. Porque su cabeza no paraba de dar vueltas entorno a Alastair, y ¡cómo no!, a Alba. Tendría que acostumbrarse, porque en el futuro eso sería así.
Alastair le anunció que, efectivamente, deseaba darla una sorpresa. sólo ella lo sabía, y debía guardar silencio. La llevaría a que conociera Italia. Sabía que la gustaría, así que serían sus primeras vacaciones juntos y debían ser por todo lo alto.
-Quiero darla una sorpresa, por eso te ruego no digas nada. Que lleve el pasaporte, por si acaso. Deseo que conozca la Europa continental, aunque sea poco a poco, sólo podrá ser en vacaciones, pero me hace ilusión ser yo quién se lo muestre. Me hubiera gustado que... Bueno da igual, tu ya me entiendes.
- No, no te entiendo, o quizá no quiero entenderte. Le contesto Alana muy secamente.
No tenía ninguna esperanza de que pasando el tiempo sus relaciones fueran diferentes, pero estaba visto que había perdido completamente el carácter alegre y jovial que en otro tiempo tenía. Se había vuelto amargada y lo disculpó en parte, porque a ella le había tocado la parte más difícil. Criar un bebe sin tener a nadie que la ayudara, debió ser difícil, muy difícil. Y lo había hecho bien. Tenía una hija extraordinaria y se lo debía a su madre. Por eso la disculpaba a veces que estuviera fría y hasta antipática con él. Si hubiera sido a la inversa no sabía cómo habría podido salir adelante.
Le dolía que ella se quedase sola por primera vez desde que nació Alba, pero debía acostumbrarse, porque de ahora en adelante no tardaría en decirles que las vacaciones las pasaría no con su padre o con su madre, sino con su novio.
Y al pensar eso, sintió un puntito de coraje; apenas la había recuperado y pasando no demasiado tiempo, tendría que dejarla ir a los brazos de otro hombre del que estuviera enamorada. Esa sería la parte más difícil. ¿ Estaría preparado para ese momento? No lo creía, claro que aún tenía unos años por delante, pero pasaban ¡ tan rápido !. Suspiró y dejó de pensar en ello. Aún estaba lejano, todavía estaba bajo su tutela.
Llegó el día de la partida hacia las vacaciones. Alba daba saltos de alegría acompañada por Alastair, sin embargo Alana les miraba con envidia y su sonrisa quería ser de alegría, pero sólo era una mueca de difícil disimulo. Le miraba, no con envidia por ir con su hija: ella la había disfrutado muchos años, era justo que le tocase a él. No era eso lo que sentía, sino la nostalgia de otros momentos con él, inolvidables, marcados a fuego en su retina y en su vida.
Si se pudiera dar marcha atrás a la vida, lo haría sin dudarlo y sin reprocharse nada. Ahora que sabía que su matrimonio había fracasado y el viaje lo realizó para escapar de la realidad que le tenía prisionero, y que ella fue la llave que abrió esa cárcel en donde estaba encerrado. Que su relación de amor inquebrantable había sido la válvula de escape para él, y sin embargo el tormento mayor para ella.
Pero todo había terminado, y ahora lo que tenía de él, no era amor, sino quizá comprensión o lástima. Por eso siempre estaba alerta a la más insignificante manifestación de acercamiento por parte de él. No quería inspirar lástima por nada del mundo. Eso sólo quedaría para ella cuando estuviese a solas. Reconocía que siempre había sido de un carácter muy reconcentrado debido a su vida en parte truncada por la muerte de sus padres. Había influido en su carácter retraído y poco comunicativo. Al menos había conocido el verdadero amor, pero no estaba destinado para ella y debió renuncia una vez más.
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