sábado, 8 de enero de 2022

Mundos opuestos - Capítulo 30 - Una comida familiar

 Dae, saludó a su primo cariñosamente, pues hacía tiempo que no se veían. Tomaron una copa a la salida del trabajo y se pusieron al corriente de lo acontecido durante el tiempo de ausencia. Pese a todo, se querían y ambos se alegraron de poder charlar durante un buen rato. Después se dirigieron a su casa para ver al resto de la familia.

El corazón de Dong Yul daba saltos dentro de su pecho, sobre todo, cuando se abrazaron ella y él. Deseaba conocer a los chicos, que en esos momentos estaban ausentes. Era el primer abrazo y no solo eso, sino que Dae estaba presente y se le veía satisfecho. Ignoraba lo que sentía por su mujer y lo que aquél abrazo significaba para él. Sabía de sobra que la línea no debía traspasarla y no lo haría.

— Cenarás con nosotros — dijo Alba— Se alegrarán de verte.

— Si es que me recuerdan — dijo el primo — Hace tiempo que estuve la última vez. Estarán muy mayores

— Imagínate  Aera, al próximo año, entra en la universidad y los chicos, Dae Hyun y Min Ho están ya en la secundaria— comentó el padre orgulloso de su prole.

El tiempo había pasado rápidamente y mientras preguntaba y escuchaba las explicaciones del matrimonio, echó la vista atrás y a su mente llegó la imagen de Alba muy joven y asustadiza y, él mismo tratando de convencerla para que trabajara en su empresa. Cuando eso sucedió, no tenían más que Aera. Sin darse cuenta, la miraba fijamente y se daba cuenta de que su rostro poco había cambiado. Seguía siendo la mujer preciosa, su pelo seguía oscuro y su cuerpo igual de bonito, quizás algo más redondo, pero sin perder la silueta. No le extrañó que su primo siguiera loco por ella.

Y de sus imágenes de entonces, le sacó Alba al ofrecerles tomar un aperitivo, para hacer hora hasta que los chicos llegasen y conocer lo cambiados que estaban.

Inevitablemente salió la conversación de su prolongada ausencia que no era motivada porque sus padres estuviesen enfermos:

— ¡ Oh no ! Rebosan vitalidad. Ni atados desean regresar. Y lo cierto es que en España han formado su vida a lo largo de todos estos años. Tienen amigos, acuden a un club social internacional, ya que son varias las nacionalidades de residentes. Pero nadie les rechazó nunca. Los naturales del país— dijo dirigiéndose a ella— ya sabes cómo sois. Nunca se sintieron diferentes, al contrario les respetan y les quieres. Mi madre más inquieta, colabora en el dispensario del lugar y mi padre juega al golf con sus amigos. Viven bien, afortunadamente.

— ¿Y tú ? — preguntó Alba

— Bueno... Yo también. Tengo mi peña de amigos y de vez en cuando salgo con alguna muchacha. Me atraéis mucho. Creo que por ser diferentes. Pienso que lo mismo os ocurre a vosotros. La prueba la tengo delante de mí.

— Tienes razón, primo . Me sentí atraído por ella, a los cinco minutos de verla. Tienen un magnetismo especial. Son muy vitales, directas, sin remilgos. Lo que sea te lo dicen a la cara. Nosotros somos más comedidos. Creo que es su forma de ser mediterránea.

—Bueno chicos. Os veo embalados en halagos y eso me gusta. Me agrada que allí no te sientas solo. Pasas demasiado tiempo fuera ¿ No echas de menos Seúl?

— No, en absoluto. Aquella tranquilidad, el clima, el sol,  "la siesta...". Creo que terminaré viviendo definitivamente allí. Además están mis padres. Se hacen mayores. Yo, aquí, no tengo nada. Así que me lo estoy pensando.

Su conversación fue interrumpida por unas voces que discutían sobre algo. Habían llegado los benjamines de la casa. 
Dong Yul sonrió al imaginarse de qué se trataba. Entre las voces alteradas de los chicos, sobresalía otra femenina, quizá más autoritaria, o posiblemente porque tuviera la razón: se trataba de Aera. Sentía curiosidad por conocerles. ¿A quién se parecerían, a la madre, al padre? Recordaba a la chica que de pequeña tenía los rasgos orientales ¿habrá cambiado? Pero a los chicos nunca les había visto. 

Uno de ellos  subía las escaleras dando voces llamando a su madre. Los otros dos se habían callado. Dong Yul intuyó que quién voceaba sentía adoración por su madre. Probablemente fuera el más pequeño. Poca diferencia de edad entre los chicos y, algo más con la niña.
¡ La niña ! ¿Cómo sería? De pequeña era igual que una muñeca de porcelana. Imaginaba que al crecer y afianzarse más su naturaleza, sería igual de bonita que la madre. 

Quedó sorprendido al comprobar que ninguno de los tres hermanos habían sacado los rasgos de su madre, sino que eran mitad y mitad. Sobresalían los rasgos orientales, pero no tanto como por ejemplo tenía el padre y él mismo. Era una conjunción de ambas razas. Aera tenía los ojos expresivos de la madre, algo rasgados, pero no tanto como sus hermanos. Era la que más parecido tenía con Alba. 
De su misma estatura y complexión. El pelo negro y algo rizado. Espontánea como era Alba. Los chicos eran más parecidos al padre, no obstante, uno de ellos parecía sentir predilección por la madre. Probablemente tenía el sentido de protección como el padre y más acusado que su otro hermano. Alba estaba en minoría y seguro que eso sería el motivo de inclinarse hacia la madre.

La adolescencia de Aera era espléndida. Quizá por ser la mayor, era más responsable y la que daba las órdenes a sus hermanos más pequeños para controlarles más. Se la quedó mirando analizando sus rasgos, es decir buscando otros, que en esa cara se entremezclaban y como resultado: un rostro de porcelana, con unos rasgos suaves y delicados, de ojos profundos y sabios, analizando cada momento de la otra persona que tenía enfrente. No era excesivamente alta; en eso había salido a su madre cien por cien. Sonreía poco y observaba mucho. Se la notaba vivaracha e inteligente. Dae la miraba con orgullo. Sabía que era su ojito derecho probablemente, buscaba compensarla del tiempo que no supo de su existencia. Se recreaba en ella y al parecer la consentía mucho, algo que disgustaba a la madre que se quejaba de que a veces mandaba más que ella sobre sus hermanos.

En general, Dae tenía una familia fantástica. Le envidió. Se había casado con la mujer que amaba y le había dado tres hijos espléndidos. Claro, que también tuvieron sus problemas y, seguramente los seguirán teniendo, aunque de otro calibre.  Sabía por la propia Alba, que el principio de su matrimonio no fue tan de luna de miel. Pero eso ya lo conocemos todos.

Centrémonos en el presente, porque nunca sabemos lo que la vida nos tiene preparado.


Los ojos de la muchacha y los de Dong Yul, se encontraron durante unos instantes y entre ellos surgió un silencio que fue roto por Alba, al creer que estaba sorprendido por la joven , de su cambio tan radical en ese tiempo.

El primero en desviar la mirada fue él, quizá sorprendido, él mismo, del cambio de Aera; se había convertido en toda una brillante mujercita de casi dieciocho años. De no ser por la diferencia de edad, pensó que bien podría enamorarse de ella. Algo que no ocurriría por varios motivos: porque era hija de su primo hermano, hijo de la mujer que siempre había amado y de ella ser casi una niña.

Estaba seguro que, cuando madurara algo más se la rifarían los muchachos. Era tan bella como la madre pero al mismo tiempo distinta, dado que se mezclaban unos rasgos muy definidos de los padres. 

— Verdaderamente han mejorado la especie— pensó para sí.

Desvió la mirada para fijarla en los otros dos muchachos, espléndidos ambos. Eran alegres y espigados como su padre y, al igual que la hermana, tenía genes de ambos mezclados, mejorando la especie. 

— Habéis mejorado la raza — dijo sonriente a su primo, que rió a carcajadas orgulloso de sus descendientes— En el tiempo que he faltado, no me imaginaba el cambio tan brutal que han tenido los tres. Si les hubiera visto por la calle, no les hubiera reconocido.  Brindemos por los buenos descendientes y sus progenitores.

Los tres, riendo, alzaron sus vasos e iniciaron una conversación que había sido interrumpida a la llegada de los chicos.


              

                                                                    Dae Hyun - Min Ho

Y todos juntos, parloteando los jóvenes a un tiempo, se sentaron a la mesa. Sería una comida familiar, con unos familiares casi desconocidos, ya que la juventud crece tan aprisa que si tardas en verlos, se te hacen extraños, aunque lleven tu misma sangre.

Dong Yul asistía disfrutando con las disputas de los más pequeños y la seriedad de la más joven. No podía evitar mirarla de vez en cuando, y debido a eso, sus miradas coincidían. Al hacerlo, ella sonreía, pero no apartaba su mirada.

El pariente residente en España, estaba asombrado de toda esa vida familiar que su primo había logrado y la solitaria que él mismo llevaba. Como compensación, él no tenía problemas con los hijos.  No así Dae, sobre todo por Aera que se convertiría en una bella mujer, con el mismo temperamento indomable que la madre, pero con la dulzura de Corea. ¿Cuál de los dos atributos vendería? Pensaba que sería el genio de la madre, dependiendo de a lo que se enfrentara. Alba había demostrado tener mucho coraje ante la vida. Esperaba que la hija lo tuviera.

Lentamente iba pasando la tarde. En la sobremesa los chicos se despidieron, pues debían estudiar. Habían hecho "buenas migas" con su recién estrenado primo. Aera se hizo la rezagada, pero las órdenes de papá debían cumplirse y, por tanto, también tuvo que subir a su habitación para hacer sus tareas.

Aera no tardó mucho en incorporarse nuevamente a la tertulia que sus padres y su primo mantenían animadamente, que se sorprendieron al verla aparecer tan pronto en escena. Normalmente remoloneaba en hacer  los deberes. Alba la miró detenidamente, analizó su cara y se dió cuenta de que se había arreglado cuidadosamente, con algo de maquillaje, e incluso se había cambiado de vestido.  

Nunca lo había hecho y si ocurría eso ahora, no había más que una razón: quería deslumbrar a su primo segundo. Conocía muy bien a su hija y, estaba en la edad peligrosa en la que las adolescentes dejan de serlo para convertirse en mujer. Pero ¿ Dong Yul? Era una diferencia abismal. Podía ser su hija ¿ es que no se daba cuenta? Tendría unas palabras con ella cuando la reunión terminase.
Esperaba que el primo no se hubiera dado cuenta de las "expresiones" de su hija, casi una niña.

— Pero no tan niña — se repitió —Está despertando a la vida y el primo ha sido el detonante. Confío que en un par de días se le haya pasado la fiebre y, que él no se de cuenta de ello. Aunque con él nunca se sabe. Los hombres se dan cuenta enseguida cuando una chica coquetea más o menos, disimuladamente ante el varón que les guste. A ella la pasó con un chico en la universidad, pero duró lo que el agua de lluvia en verano.

Pero inesperadamente y, cuando menos lo esperaba, un apolíneo hombre llegado de tierras lejanas, puso su corazón, su cerebro y su vida entera patas arriba. Pero eran de edades semejantes, aunque tuvieron que luchar contra unos molinos demasiado grandes. Pero lo de  Aera ... Una idea descabellada que cortaré de inmediato. Además el vivirá en España y la distancia no es buena consejera para los amantes.
¿ Pero en qué ideas tan descabelladas estoy pensando? Primero que termine la carrera y después... Además son parientes muy cercanos. No imposible, no puede ser. Ella es comprensiva y me hará caso ¿Seguro Alba?

Ella se preguntaba y se respondía al mismo tiempo. Estaba inquieta y nerviosa hasta que pudiera hablar con su hija y dejar bien claro lo que la convenía y desde luego enamorarse de un hombre que podía ser su padre, no era lógico y además imposible.

Al fin Dong Yul, dio por terminada su visita y la presentación de sus nuevos parientes. No sabía cuanto tiempo permanecería en Seúl, pero prometió llamarles, al menos para despedirse. La joven Aera, torció el gesto al ver que tendía su mano hacia ella a modo de despedida, en lugar de besarla como hacía con su madre. 

Alba no perdía ningún detalle del rostro de su hija. Estaba furiosa y a la vez muy preocupada por ella. Nunca hasta ahora, había mostrado algún interés por un chico, algo que sería natural ¿pero con un hombre pasada la cuarentena y con múltiples aventuras a su espalda? ¿ Su hija? ¿Su perla de Oriente? No, ni hablar. Lo cortaría de raíz esa misma noche.

Lo cierto era que él, no había hecho nada por despertar en ella ese entusiasmo. No podía ser que se hubiera enamorado. Esas cosas no ocurren ¿estás segura?, se decía evocando su primer encuentro con Dae.

— Él no ha hecho nada para que eso ocurriera. Ha sido ella que tiene la cabeza a pájaros. Espero que no se haya dado cuenta, aunque con lo experimentado que es, lo habrá percibido lo mismo que yo. Hablaré con Dae `para que tome cartas en el asunto. Esto no puede continuar. Menos mal que enseguida se marchará.

Lo comentó con Dae, quién restó importancia a lo ocurrido:

— Se marchará enseguida y ella lo olvidará. ¿No te acuerdas de cuando tenías su edad?

Estaba claro que Dae no le había hecho caso. El cerebro de los hombres va paso a paso. Sin embargo el de las mujeres lo perciben desde lejos, por eso son más intuitivas que los hombres y ella lo había visto claro. Su hija nunca se había comportado de esa forma y eso era señal de disgustos en puertas. 


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