Capítulo 29 – Confesiones
Perdieron la noción del tiempo,
tanto el padre como la hija. Una, había colmado sus esperanzas de poner rostro,
voz y expresión a ese padre tanto tiempo esperado. Una nueva cosa de agradecer
a su madre, porque si ella no hubiese querido, hubiera puesto cualquier excusa
y no hubiera viajado hasta Corea, con lo que eso suponía, sentimentalmente para
ella.
Amy, continuaba en el vestíbulo,
inquieta, nerviosa. La ofrecieron algo de beber y ella sólo pidió agua. A ratos
se levantaba y comenzaba a dar paseos por el lugar. La seguían con la mirada
las señoritas que, de reojo no la perdían de vista intrigadas por saber quién
era y a qué había venido.
Se retorcía las manos y estaba
deseando salir de allí. Pensaba que plantas más abajo, había estado su puesto
de trabajo, breve, pero que le había hecho inmensamente feliz por varias
razones y, en todas estaba él.
Miraba continuamente el reloj
impaciente, como si se les estuviera haciendo tarde para ir a cualquier sitio,
y no era el caso. Hubiera dado cualquier cosa por saber de lo que estaban
hablando. Se imaginó antes de acudir a esa reunión, que sería larga entre padre
e hija. Tenían muchas cosas de las que hablar y que saber. Pensó que debían
aclarar hasta el último vestigio si hubiera alguna duda de lo que les había
llevado hasta tan lejos. Nada pedían, nada querían, tan solo cumplir con algo perfectamente
legítimo en su hija. Ella no quería nada, nada necesitaba, pero Aileen si y por
ella haría cualquier sacrificio.
Al fin se abrió la puerta y en el
umbral aparecieron esas dos figuras. Kwan abrazaba el hombro
de su hija. Le miró instintivamente a la cara y vio un rictus de ansiedad y al
mismo tiempo un atisbo de satisfacción e incredulidad.
Ambos se miraron intensamente.
Las miradas no engañan y en la de él, percibió un brillo de emoción. Con una
leve sonrisa se unieron a ella que, parecía le habían clavado los pies en el suelo al verlos
salir. Miró también a la jovencita y en ella vio emoción en la sonrisa que
partía su cara en dos. Sus ojos brillaban extraordinariamente; creyó que a
punto de llorar de emoción.
Necesitaba a los dos, a su padre y
a su madre. Sin ellos estaría perdida. Se habían confesado abiertamente. La
niña, ya no lo era tanto y deseaba saber lo que ocurrió en sus vidas y en
la situación en la que se encontraban.
Aileen sintió lástima por su padre
al conocer el fracaso de su matrimonio, del que se libraba su hermana. Ella no
tenía la culpa de nada, e incluso era ignorante de las causas y, sin embargo,
sufría las consecuencias. Se alegró cuando supo que estaría en Irlanda una
larga temporada. Iría a verla con frecuencia, pero primero debía ser el padre
quién hablara con ella explicándole la situación.
Kwan, cuando estuvo frente a Amy,
buscó su mano y la apretó ligeramente. Le preocupaba el verla tan pálida y con
ojeras profundas. Sin duda se debía a haberse desvelado por la noche y además la
tensión del momento, ella sola en el vestíbulo y ellos aclarando situaciones,
pero olvidándose de que había alguien afuera bastante preocupada.
— —Con la niña ya está todo claro. Pero necesitamos aclararlo nosotros. No te preocupes por nada, ni pienses que he dudado por un momento de lo dicho. Se parece muchísimo a su hermana, por si acaso tuviera dudas. Sé que llevas mucho rato aquí sola sin saber como iban las cosas. No te preocupes. Aunque es un poco temprano, iremos a comer y nos relajaremos, porque tanto ella como yo, también necesitamos tranquilizarnos. Son emociones muy fuertes e inesperadas.
— —Creo que yo debo irme al hotel. Necesitáis estar solos,
poneros al día de todos estos años. Nosotros ya tendremos tiempo de hablar de
todo porque, no solo tú tienes preguntas. Yo también las tengo. Ambos tenemos reproches
que hacernos y hoy ha sido un día muy intenso y estoy a punto de derrumbarme.
— —¿Estás enferma? ¿Qué te ocurre?
— —No estoy enferma. No me pasa nada. Nervios,
preguntas, incertidumbre y lo que más importa ¿Os aceptáis?
— —Creo que la pregunta está de más. Sé que es mi hija,
y punto. He de solucionar cosas en casa con mi mujer. He de hacerlo cuanto
antes. Hacía tiempo que lo venía madurando, pero hoy me he decidido: la pediré
el divorcio y esta vez aunque se oponga el mundo entero lo llevaré
adelante. Mi vida ha sido un infierno.
Para ella también porque no nos queremos. Sólo nos une Suni pero ahora ella no
está, así que estoy decidido. Para que te conste, no ha sido por lo acontecido;
desde hace bastante tiempo lo vengo pensando. No hay nada que nos una. Cada uno
hacemos nuestra vida y nos evitamos en casa y en la cama, como puedes
imaginarte. No sé si ella se habrá enamorado de otro hombre y si le frecuenta,
pero, créeme, no me importa. Tanto ella como yo, fuimos al matrimonio a la
fuerza, por esos pactos entre familias que sólo a ellos favorecen. Cuando me
dejaste, ya en mi cabeza rondaba esa idea. Había conocido en ti lo que era
amarse sin medida y sin condiciones y sabía que con Young Mi sería diferente. En
todos estos años casi no hemos tenido relaciones sexuales. Ignoro si ella tiene
algo fuera de casa, además de no importarme. Yo sí las tengo esporádicamente.
Por tanto, sería un cínico si pensara de distinta manera. Necesito saber si en tu vida hay alguien.
— —No es lugar ni momento para estas confidencias.
Aileen nos mira interrogándose: ¿Qué les pasa? No podemos mandarla a la calle
porque no es una niña y, además, no conoce la ciudad. Podríamos hablar en la
cafetería del hotel y que ella permaneciera en la habitación viendo la tele
mientras hablamos.
— —Si las cosas fueran más normales, te diría de llevarla a casa de mis padres, pero no es una buena idea. No se entenderían y nos armarían un escándalo con vuestra aparición y a continuación informarles que me voy a divorciar. Nadie, por ningún motivo, mirará mal a mis hijas. A ninguna. Creo que es mejor: ella en la habitación y nosotros en cafetería.
— —Eso suponiendo que no nos arañemos —dijo con una sonrisa Amy.
Era la primera sonrisa que le
dedicaba desde que se vieron. Seguro que llevaba escondidos en su interior
miles de reproches que hacerla. Habían ocurrido cosas muy graves para darlas
por buenas a las primeras de cambio. La reprocharía el no haberle dado una
oportunidad para explicarse. Pero también ella tenía su pregunta ¿Por qué no la
dijo desde el primer momento que estaba prometido y se casarían? ¿Por qué dio
lugar a enamorarse y acostarse juntos?
El único reproche que podría
hacerla sería el no haberle anunciado que tenían un hijo. ¿Pero cómo? Su mujer dejó muy claro que, no sólo no le diría nada referente a su llamada, sino que
la prohibía terminantemente se pusiera en contacto con él, ni en casa ni en el trabajo.
¿Acaso ella debió obviar la prohibición y comunicárselo directamente? Recordaba que estaba de viaje. ¿Debió insistir más? Seguramente pero, bastante tenía con organizarse con una niña recién nacida y la depresión post parto para pensar en llamar.
¿Adónde iba a llamarle si se deshizo del teléfono? No sabía que estaba en Irlanda. Lo cierto es que se lo había puesto muy difícil. Estaba dolida por todo, máxime cuando el médico le dio la noticia de su embarazo. Tenía otro frente abierto y nadie a su lado para desahogarse. Aguantaría como pudiera. No le volvería a ver más.
Pero no contó con que su
hija crecería y se haría preguntas para las que no tenía respuestas y llegaría un
día en que tendría que explicarse.
Y allí estaban en el mismo escenario
en el que se desarrollaron los hechos, y ante sus protagonistas. Se había
convertido en una mujercita y ya no se calmaba su curiosidad por sus orígenes.
Si al menos tuviera otros rasgos… Pero hasta en eso la influencia del padre
había sido patente.
Comprendió que ahora, a partir de
este momento, su cariño estaría repartido y, seguramente tomaría partido por él,
ya que a ella la vería a diario o, al menos, con mas frecuencia que al padre.
Pero aún había una cosa pendiente y no menos importante. Suni estaba interna en
Irlanda. Tenían que conocerla. Aunque ella no tuviera ningún nexo de unión con la muchacha, estaba su hija y seguramente deseaba conocer a su hermana. Había sido una
sorpresa inesperada, por otra parte, normal al estar casados. Demasiadas cosas
en las que pensar e inesperadas.
Su vida había cambiado radicalmente. De nuevo tenía que volver a empezar y esta vez con más protagonistas en escena. Se sentía totalmente aturdida, nerviosa y triste. De repente había pasado de ser una de las protagonistas, a tener un papel secundario al que debería acostumbrarse.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer
Edición . Julio 2022
Fotografía: Internet
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