Capítulo 35 – Dos hermanas
Y llegaron frente al local en el que habían
quedado citados y, efectivamente, desde lejos se veía la silueta de Amy, quizás
algo cabizbaja mirando al frente a algo indeterminado. Tenía las manos encima
de la pequeña mesa y frente a ella un vaso grande con al parecer sería un
refresco sin tocar. ¿Qué pensaría su cabeza en esos instantes? Seguramente lo
que todos imaginaban. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se despidieran para
acudir a la cita con los abuelos? ¡Más de tres horas! Daba la impresión de que
no se había movido de la postura que adquiriera a su llegada a esa cafetería.
A Kwan se le agarrotaba el corazón
por momentos. Nunca antes la había vista tan sola, tan desamparada y con el
rostro tan contraído como estaba ahora. ¿Qué pensaría? Seguramente lo más
alejado de lo que en realidad estaba ocurriendo. Porque el paso que había dado
su padre era digno de tenerlo en cuenta. Iba a dar una explicación a esa
muchacha que le había hecho el regalo más grande sin conocerlos: su nieta
mayor, de la que ya se sentía orgulloso sin saber apenas nada de ella.
La miraban de una forma especial,
pero cada uno de ellos diferente: Kwan y Aileen con lástima y admiración, el
abuelo con expectación, analizándola a marchas forzadas porque iba a tener con
ella la conversación más delicada y difícil de toda su vida. Al mismo tiempo le
inundaba no sabía muy bien si lástima o ternura, porque de pronto la vio joven
y, mucho más joven que sería años atrás y la valentía que tuvo al enfrentarse
ella sola a esa situación desconocida para ella totalmente.
No le extrañaba la forma de ser de
su nieta. Había formado a una joven fuerte y sana de carácter, afrontando las
cosas en su justa medida. Se necesitaba mucha fuerza interior para abordar
temas tan delicados como los que ellas dos tenían. Ya no era tiempo de
reprocharse nada, pero sí de tenerlo en cuenta para otra ocasión que, esperaba
no se diera nunca más. Se volvió a su hijo y nieta y les dijo:
—Esperad un momento. He de hablar
con ella a solas. Es aquella muchacha ¿verdad? Inconfundible con el color de su
cabello
— -Papa, ¿no crees que sería mejor…?
— -☺No lo sé Kwan, pero he de hablar con ella a solas. Después
te haré una seña y será tu turno.
Kwan sonrió aceptando porque
comprendió perfectamente la actitud de su padre y la buena situación que se
plantearía entre ambos. Porque a los dos conocía bien y sabía que, si su padre
se había dado cuenta del error que cometieron con su boda, había llegado el
momento de cambiar y, la única manera de arreglo, sería analizar junto a ella
la situación y tratar de volver atrás en el tiempo rectificando el error y
facilitando que al fin su hijo y esa muchacha encontraran su punto de
encuentro. Sin olvidar que aún había otra brecha abierta: su otra nieta.
Debían ser los padres quienes
intervinieran ya que era un asunto que solamente a ellos competía. Y no sería
fácil, sobre todo para la chiquilla. Confiaba que el saber que tenía otra
hermana sería beneficioso, pero a largo plazo, porque el choque emocional que
iba a producirse sería grande.
De repente una oleada de ternura se
agarró a su garganta. No lo hubiera deseado nunca si se hubiera dado cuenta del
daño que proporcionó a estas criaturas inocentes que ahora tenía frente a él,
unas y otra con el pensamiento.
Se irguió tragó saliva y avanzó
decidido unos pasos hasta llegar frente a Amy que, sorprendida al no esperarle,
pegó un ligero respingo. Era la primera vez que se vieran, ya que ella le
conocía de oídas por Kwan, y le había imaginado probablemente mayor de lo que
en realidad era.
Indudablemente tenía el mismo aire
señorial que su hijo, aunque imaginó que físicamente se parecería más a la madre
que, imaginó bella. Giró la cabeza entorno suyo para tratar de localizar, entre
las personas a Kwan y a su hija, pero sólo le vio a él. ¿Dónde estaba Aileen? De momento se asustó, pero la sonrisa de él y
el rostro relajado del señor que tenía delante, la tranquilizaron.
Ella recordando la etiqueta de
ellos, se levantó enseguida de la silla e inclinó su cabeza en señal de
respeto. Algo que gustó al que sería sin duda, no tardando mucho, su suegro.
Pero hasta llegar a eso, aún tenían
mucho camino que recorrer, ya que tenían que contar con otras dos personas más:
su nuera y su otra nieta. ¿Qué diría la primera y qué la segunda?
De una lo sabrían pronto, puesto
que Kwan quería resolverlo cuanto antes, pero su nieta tardaría más ya que
deberían decírselo en persona, al menos Kwan así lo había decidido y era lo
correcto. Sabía lo doloroso que sería para todos el dar esa noticia tan
inesperada, pero debía ser de esa manera. Posiblemente Kwan hiciera ese viaje
al mismo tiempo que su nieta y Amy de regreso a Irlanda. Pero también estaba
Young Mi ¿Cómo reaccionaría al enterarse de todo? Tenía claro que se
posicionaría del lado de su hijo. Porque en verdad que había sido un matrimonio
bastante arbitrario y obligado. Tampoco sería fácil hablar con sus consuegros,
pero ellos le importaban bastante menos, tanto si se enfadaban como si se
contentaban.
Se miraron uno al otro. Ella con
cortedad, él con un halo de ternura en su cara y en su mirada. Pensó en
cuestión de segundos que aquel rostro que estaba mirando había sido elegido por
su hijo y truncado por él. Y ahí volvían los dos luchando por el amor que
frustró él mismo. Tendió su mano al tiempo que Amy extendía la suya.
Ese trivial y común gestó la
tranquilizó un poco. Esperaba a Kwan y Aileen, pero ni por lo más remoto al
padre ¿Qué quería? Nada tenía que reprocharla, no se lo permitiría. Ahora no
tenía por qué callar nada. Ya todos sabían la situación así que de repente, el
nexo de unión que tuvieran se había roto definitivamente y cada uno de ellos
elegiría su camino, al igual que Aileen. Pero la conversación era amable, sin
reproches, sin preguntas sin inconveniencias, como dos amigos que se
encontraran para tomar un café, hasta que, al fin, se decidió a pedirla excusas
y en su defensa argumentó que nunca supo acerca de la relación tan profunda que
tenía su hijo con ella y las consecuencias posteriores.
—
Señor, Kwan tampoco lo sabía. Intenté contactar con él,
pero fue imposible, así que, pasado el tiempo, decidí encarar la situación yo
sola.
—
¿Por qué no pudiste hablar con él o con alguno de
nosotros?
—
Es muy complicado. Lo traté, pero alguien me lo
prohibió, después de la boda y de mi alumbramiento, ya nada tenía arreglo, así
que opté por tratar de olvidar el tema. Pero no me di cuenta que, a quién tenía
que rendir cuentas era a mi propia hija. Cuando llegó la edad, sostuvimos una
conversación profunda y en ella volqué toda la emoción retenida durante tantos
años. Así que decidimos que conociera a su padre y después que fuera lo que
Dios quisiera.
—
Bien. Eso ya lo sé. Pero ¿Fue Kwan quién te prohibió
contactar con él?
— No señor.
Nunca llegue a hablar con él hasta ahora. Fue la que sería su esposa.
—
No estaba enterado de todo esto. Ya sé que son
costumbres ancestrales, si se quiere, pero no tenía ni idea de que estabas
embarazada, de lo contrario no estaríamos hablando de esto.
—
Me enteré cuando llegué a Irlanda. Pero bendigo al
cielo por la hija que tenemos.
—
Buenas gracias has de darle, pues es alguien
impresionante. Y tú tuviste mucha mano en todo ello. Mi mujer nos aguarda
impaciente. Se han hecho buenas amigas ¿Sabes? Y lo cierto es que estamos
bastante solos, así que nos vendrá bien savia nueva, ya que Suni está lejos.
¡Suni! Todos la habían mantenido al
margen y era tan protagonista como Aileen. De repente una ola de ternura inundo
al anciano. Sus dos nietas eran quienes habían recibido el mayor de los
castigos. Una por ignorancia y la otra por desconocer quién era su progenitor.
Les habían negado lo más importante en la vida de una persona de dónde vienen,
porque en parte eso les conducirán hasta donde debían ir. Hubiera querido
intervenir en ese asunto, puesto que ambos abuelos, de común acuerdo, habían
sido quienes trazaron los planes de boda de sus hijos, pero ahora, esos hijos
habidos desde entonces tenían unos padres y debían ser ellos quienes lo
solucionasen de una vez.
Para ello, Kwan debía hablar cuanto
antes con Young Mi y ponerse de acuerdo, siquiera por una vez en la explicación
que debieran dar a su hija. Cuanto antes mejor; terminar de una vez por todas
con esta pesadilla y, normalizar sus vidas. Trataría de, al menos ganarse a una
de sus nietas: Aileen, la más parecida en carácter a ellos, puesto que además
estaba de vacaciones. Tenían la necesidad de conocerla más a fondo, de que se
encariñase con sus abuelos y ellos concederla todas las atenciones de que la
privaron durante su niñez.
Convencería a sus padres para que
la dejasen, siquiera una semana o dos. Conocía bien a su mujer, y supo de
inmediato que, con la explicación de la muchacha, ella la había aceptado en el
acto. Lo discutiría con sus padres. Y
después, él mismo la llevaría hasta Irlanda para que conociera a su hermana,
después de haberla notificado la separación de sus padres. Eso sería lo mejor
para todos, principalmente para ellos que, esta vez lo hizo egoístamente.
Necesitaba tener cerca a esa jovencita para resarcirse de tantos años de
abandono.
Para Aileen era toda una incógnita
otra más, que debería ayudar a solventar por interés propio. Le vendría bien
tener una hermana.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer
Edición: Julio 2022
Fotografía: Internet
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