Sus vidas transcurrían
como dos líneas paralelas que no estaban destinadas a encontrarse. Miles de
kilómetros las separaban, pero lo más lejano aún, la existencia de ambas. Pero
el destino, volvió a jugar su baza. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Dónde? No estaba
exento de dificultades, pero no contaba con la terquedad de una de ellas y al
fin, poder conocer parte de sus raíces y, con un poco de suerte a su padre.
¿Por dónde empezar? Iría paso por paso. Tenía todo el tiempo del mundo para
lograrlo. Estableció una lista de prioridades y paciencia, mucha paciencia.
En la
tablilla del instituto, había un anuncio para estudiantes de intercambio y sólo
uno, tenía como destino Seúl. Si no lo aprovechaba ahora, no lo haría nunca.
Apuntó los datos que necesitaba y con ellos en la mochila se dirigió contenta a
su casa. Contaba con la negativa de Amy, pero argumentaría que sería una
ocasión magnífica para conocer su otra patria, aunque naciera en Irlanda, pero
bastaba mirarla para comprender que sus rasgos indicaban que pertenecía también
a aquel lugar.
Amy la
notaba extraña en su forma de comportarse. Se la veía más concentrada en algo
que tendría en su cabeza y, tembló ante lo que tuviera en mente. Mientras fue
pequeña, vivía sin preocuparse de lo que ahora estaba a punto de suceder. Se
había hecho una linda mujercita, reflexiva, pero aún tiempo terca y obstinada
en lo que ella creyera tenía razón.
—
¿Me estás diciendo que vas a viajar hasta Asia para
conocer a tu padre?
—
Exactamente, mamá. Eso quiero. Sería un intercambio
lo que equivale a que la otra parte vendrá a nuestra casa en alguna ocasión que
eso sería a convenir.
—
No Aileen. De ninguna de las maneras vas a ir sola a
otro mundo que no conoces. Ni siquiera podrás comunicarte con ellos. Las nuevas
generaciones son más abiertas, pero los mayores no admiten otra lengua que no
sea la suya; ni inglés ni ninguna otra. Eres demasiado joven para eso. Están a
miles de kilómetros de aquí. Si te pusieras enferma o te ocurriera cualquier
contingencia ¿a quién recurrirías?
—
Tu sabes donde vive papá. Dame la dirección. Es todo
cuanto quiero: verle, saber como es y después seguir con nuestras vidas. No me
puedes negar eso.
—
No lo sé, cielo. Nunca llegué a pisar su casa, sólo
la oficina en la que trabajaba.
—
No importa. En la empresa me la darán.
—
Por favor, hija. No lo hagas
—
Si mamá. Voy a hacerlo. Con tu permiso o sin él,
pero quiero tenerle frente a frente y pedirle explicaciones del porqué nos
abandonó. Tengo ese derecho. No podré vivir tranquila si no le veo.
—
Está bien. Te entiendo, pero hagamos las cosas bien.
Yo iré contigo. Si le encuentras y deseas quedarte con él, me parecerá bien:
tienes derecho, siempre y cuando regreses a casa. No te dejaré sola. Iré
contigo y una vez que hayas resuelto la situación, volveré a casa.
—
¡Mamá! ¿Harías eso por mí?
—
Cariño, no hay nada en este mundo, nada, que no
hiciera por ti. Eres lo único que tengo. No quiero perderte y sé que te
perderé. Él es muy rico, pero está casado. Dudo mucho de que su mujer te
admita.
—
Pues no le diré que soy su hija.
—
Cielo, eso no tiene objeto. Vas a ir hasta allí para
que te conozca. En fin. Ya resolveremos eso. Vayamos a mi trabajo. Dado que se
trata de turismo, hay listas de lo que deseas. Empezaremos por ahí, si no
encontramos nada. Está el de tu instituto; contactaremos con ellos.
—
¿De verdad mamá? ¿Vas a ayudarme?
—
Aileen, te lo
he dicho: no hay nada que no hiciera por ti, aunque en ello me vaya la vida.
Se pusieron
manos a la obra. Se informaron cómo proseguir sus estudios en algún instituto
bilingüe, ya que su estancia, de todo salir bien, seguro que sería para largo.
¿Se acostumbraría a vivir sola? No eran
distancias como para pasar los fines de semana. Tampoco podía pedir una
excedencia porque, aunque tuviera ahorros no los suficientes como para vivir de
las rentas. Además, su hija necesitaría un refuerzo monetario. Los pasajes en
avión son muy caros y en Seúl tendrá que hospedarse en algún lugar mientras
localizase al padre. Eso suponiendo que no esté de viaje. Demasiadas
complicaciones ¿Eran sencillas y ella las hacía más difíciles? Probablemente.
Lo cierto es que no quería que se fuera. Significaba que ese sería el principio
del fin. Cuando entrara en la universidad, cambiaría su vida. Esta era una
antesala de lo que se avecinaba. ¿Cómo es que ha pasado el tiempo tan rápido?
Se daba cuenta de que no había vivido. Se había consagrado en cuerpo y alma a
trabajar y a su hija. A rodearla de todo lo mejor ¿Sería este viaje lo mejor de
todo? ¿Localizarían al padre?
El que
fuera en Dublín, su mano derecha al hacer la fusión, se había enamorado de una
de sus compañeras de despacho y había decidido casarse y quedarse en Irlanda.
Le llamaría. Se daría a conocer y le explicaría someramente, lo que Aileen
pretendía. Él seguía trabajando en la empresa y en permanente contacto con
Seúl. Nadie mejor que él para responder a las dudas que tenía y que necesitaba
aclarar.
—
Gracias Kyun Bok. Es algo personal. Volveré a
llamarle pasado el verano.
No podían hacer nada. No
estaba en Corea. El propósito de su hija era conocer al padre, pero al estar
ausente sine die, mucho se temía que tendría que esperar para mejor ocasión. Aileen
tendría que renunciar a su propósito, al menos por ahora. Hubiera sido una ocasión
formidable contando con las vacaciones, pero para ellos también, para hacer un
viaje.
RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: 1996rosafermu / rosaf9494
Edición: Junio 2022
Fotografías: Internet
No hay comentarios:
Publicar un comentario