martes, 24 de julio de 2018

Mi vida en una maleta -Capítulo 13 - Una guardia

Se sucedieron dos operaciones más y, Liesa, permaneció en el mismo lugar sin moverse, ya libre de la impresión de la primera operación que había presenciado.  Cuando terminaron en quirófano, eran las cuatro de la tarde.  Ella se dirigió a los vestuarios  y cambiar de ropa para regresar a su casa. Había pasado la mañana sin darse cuenta pero muy tensa por la situación vivida entre ellos.. Recogía su bolso y de nuevo entró como una tromba

— ¿ A donde crees que vas ?— la dijo agriamente
— A mi casa.  Me voy a mi casa. Ha terminado mi horario con creces

— De eso nada.  Esta noche estás de guardia y mañana continuarás con tu turno normal
— Pero... Tengo que ir a descansar no estoy acostumbrada a hacer guardias todavía.  Estoy molida y necesito relajarme
— Pues te relajas mañana. Hoy te quedas aquí. Eres parte de mi equipo y si ellos y yo tenemos guardia, tu también la tienes
— ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por que me has tomado esta manía?  ¿Qué te he hecho yo?
— No quieras saberlo.  Te iba a poner en un apuro.  Lo dicho; refréscate,  ve a la cafetería a comer algo y después estarás atendiendo al chico que acabamos de operar.  No te moverás de su cabecera en toda la noche.
— Pero si todo ha salido bien.  El está bien... No entiendo lo que estás haciendo
— Te he dicho que serás la mejor. ¿No te ilusionaba tanto ser enfermera ? Bien, pues ya lo eres. Compórtate como tal. Te iré pidiendo la comida en la cafetería ¿Que vas a comer?
— Nada. No voy a comer nada
—¡ Ah no!  Eso si que no.  Para aguantar toda la noche has de alimentarte
— Un bocadillo.  No tengo más hambre 

  Dio media vuelta y salió riéndose

Mientras caminaba en dirección a la cafetería, se preguntaba por qué se comportaba con ella de ese modo. Es cierto que quería que aprendiese todo lo mejor, pero no a marchas forzadas como estaba tratando de hacer.  Su llegada al hospital, había sido un revulsivo que no esperaba.  ¿ Acaso la estaba castigando por eso ?  Sólo Dios sabía que lo que deseaba era tenerla cerca.  De nada había servido todo el tiempo que se alejó de ella.  Ni la amistad con otras mujeres, ni el tiempo, ni el no visitar a sus padres, no habían servido de nada.  Fue verla durante un segundo y de nuevo sus fibras se pusieron en pie.  Pero también tenía claro que ella iba a odiarle; la trataba con frialdad porque alguna barrera debía interponer. De no ser así,   no  estaba seguro de que, al tenerla tan próxima, no evitaría un acercamiento mucho mayor,  del que después tuviera que arrepentirse.  Y no era por falta de ganas, pero no podía ser.

De mala gana se dirigió a la cafetería, pero el caso era que quería estar con él.  Parecía que tenía la necesidad de disculparse con ella, de que entendiera ese comportamiento tan rígido con que la ordenaba hacer cualquier cosa.  En tiempos se encontraban a gusto juntos, pero ahora, en cambio, pareciera que la odiaba a muerte.  Pero tampoco quería que tuviera concesiones con ella, no las quería, entre otras razones porque serían la comidilla del hospital, y nada más lejos de la realidad.
Quería ser buena profesional, la mejor, como él decía, pero para eso debía pasar tiempo y tragarse muchos "sapos "

Al entrar, la hizo una seña con el brazo indicándole donde estaba. Se quedó asombrada de la bandeja que tenía en la mesa, que sin duda era para ella, puesto que Brendan ya esta revolviendo una ensalada.

— Eso es demasiado.  Yo no suelo comer tanto
— Pues has de hacerlo.  La vigilia va a ser larga y no quiero que te me desmayes en mitad de la noche
— ¿Y si así ocurriera?  Porque he estado a punto de sentirlo en la primera operación
— Si estuviera cerca, te cogería en brazos y te arrullaría como a una niña pequeña. Si estuviera lejos...  No lo sé— y soltó una carcajada como hacía mucho tiempo no reía.

Brendan sabía a qué se debía, pero ella le miraba extrañamente como si pensara " ¡se ha vuelto loco! ! No sabía que todo ese alborozo que él experimentaba se debía a que estaba allí, frente a él.  Ignoraba los sentimientos que experimentaba hacia ella desde tiempo atrás. Ignoraba que había sido la causa de que se alejara y, sin embargo ahora algo, alguien,  había movido los hilos y les había reunido.  Pero todo lo que para ella era extrañeza, él, aunque indeciso e inquieto, conocía el motivo.  No sabía lo que duraría, pero aunque durase poco tiempo disfrutaría de su presencia.  Pero al mismo tiempo sería exigente con el trabajo, quería un futuro prometedor para ella, y había  demostrado buenas aptitudes, pero le faltaba la práctica y sería él quién  la enseñara.

—¿ A qué estás esperando?  Siéntate y come
— Sólo de ver tanta comida se me quita el apetito.    ¿De qué quieres hablar ?
—Son muchas cosas las que tengo que decirte y de temas distintos. Pero debemos hacerlo con calma, tranquilamente, sin nadie que nos interrumpa.  Para mi son asuntos muy importantes
— Me das miedo ¿Van a echarme?
— No creo.  Serás una buena profesional después de que te enseñe¿ Tienes miedo de mi ?
— Un poco. Me intimidas mucho. Eres frío y muy mandón.  Muy distinto al que conocía
—No debes temerme.  No te haría daño nunca. Soy la persona que no te dañaría por nada del mundo

Se miraron los dos.  Liesa no sabía qué decir; volvía a ser el Brendan que había conocido ¿Por qué era tan cambiante ? En el tiempo que no se habían visto, sospechaba que alguna decepción había tenido para tener un carácter tan diferente. ¿Cómo sería de pequeño?   Le imaginaba alegre y juguetón con ese hermano, cuya muerte le marcó tanto.

— Hoy no puede ser y mañana te dejaré descansar, pero pasado que tendremos libre ¿ querrás cenar conmigo ? No sé siquiera donde vives y eso me preocupa— la dijo Brendan
— ¿ Por qué te preocupa ? Ya no soy una niña a la que debas proteger
— Pero quiero protegerte, esa será mi misión en la vida

Ella encontraba extraña esa forma de expresarse.  Nunca nadie le había hablado tan profundamente  ¿Por qué ?  ¿ Acaso la veía tan indefensa ?
—No te preocupes por mi.  Sé cuidarme sola
— No, no lo sabes. Eres una ingenua que no ha salido nunca de casa y cualquier desaprensivo puede hacerte daño.  Crees que todo el mundo es igual de inocente como lo eres tú.  No quiero que te ocurra nada malo.
— No te entiendo, Brendan, no te entiendo. Y eso me pone nerviosa.¿ Qué de malo puede ocurrirme?
— Muchas cosas, Liesa.  Muchas cosas.  No quiero incomodarte, así que cambiemos de tema.

Muy a pesar de él, tuvo que dejar de declararle poco a poco que la quería, aunque ella no se diera cuenta.  Recordaba las palabras que en su día le dijera su padre : " gánatela ".  No le había respondido a su cita para cenar, y volvió a preguntarla.

— No me has respondido ¿Cenamos juntos?
— Está bien.  Así recobraremos nuestra vieja amistad
— No es amistad precisamente lo que quiero recobrar.

 Lo dijo bajito para que ella no lo entendiera. Se le quedó mirando sin comprender a lo que se refería

—Está bien. Déjalo ya— le respondió —Se nos está haciendo tarde.  Creo que debemos incorporarnos al trabajo.
—Tienes razón. Vayámonos ya.

Pagó en caja la comida a penas tocada y conduciéndola por la cintura sin  rozarla, salieron de allí.  No se vieron en toda la noche.  Ella cumplía a rajatabla las órdenes de Brendan y no se separó en ningún momento de la cabecera del muchacho que dormía plácidamente, seguramente por los restos de anestesia.

Poco antes de terminar el turno de noche, Brendan entró en la habitación donde Liesa leía. Era una visita profesional y a ella se dirigió en ese tono inquiriendo todas las cosas que hubieran podido suceder durante la vigilia

— Ha dormido toda la noche. Pidió un poco de agua y volvió a dormirse.  Ha pasado buena noche
— Está bien. Cuando termines reúnete conmigo en la cafetería.  Te invito a desayunar.

 No pudo negarse. Antes de hacerlo, Brendan ya iba camino de su despacho a paso ligero.


No hay comentarios:

Publicar un comentario