lunes, 23 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 9 - El transcurrir del tiempo

En la vida de nuestros protagonistas todo transcurría con normalidad dejando pasar el tiempo.  Brendan no volvió por casa de sus padres en mucho, mucho tiempo.  Sabían el por qué lo hacía y, aunque no lo comprendían,  tampoco volvieron a aconsejarle nada.   Pasarían dos años.
Liesa inmersa en los estudios, no comentó a los señores su extrañeza por la ausencia de Brendan. Ni siquiera en Navidad volvió para pasarlo con ellos.  Ella, si acudía en esas fechas a la casa.  Creía que era su deber al estar solos.

Y al fin, los plazos se cumplieron y la hora del fin de carrera se acercaba. Las calificaciones obtenidas eran muy buenas y se sentía satisfecha de haber llegado hasta el final y conseguir sus objetivos.  La acompañaron a recibir su título los señores, Molly y la señora Gibson.  Todos estaban muy contentos ya que la consideraban como de la familia, porque en realidad así lo era. Lamentó la ausencia de Brendan  para que hubiera sido el día perfecto.  Al hacerlo, los padres se miraron conocedores de los motivos que le habían alejado de allí.

Gibson y Molly, regresaron a la casa , y el matrimonio Flanagan la llevó a comer al restaurante más lujoso de la ciudad; querían agasajarla y llenar el hueco que sin duda sentía, de sus padres.  A los postres, emocionada les confesó sus sentimientos en esos momentos tan especiales para ella.

—Me hubiera gustado que mis padres nos acompañaran en este día.  Deseo que se sientan orgullosos de mi, allá donde estén. También añoro a Brendan.  Siempre ha estado presente en los momentos más importantes de mi vida y me hubiera gustado que pudiera haber venido.  Pero primero la obligación después la devoción—dijo sonriendo.

El señor Flanagan la escuchaba y sonreía.  Sentía una pizca de enfado contra su hijo. Se lo había advertido y ésta era una ocasión inmejorable para que hubiera estado a su lado.  No hizo ningún comentario y, después de la sobremesa, la llevaron hasta donde vivía.

— Les prometo que les tendré al corriente de todo.  Comenzaré a buscar trabajo de inmediato.

  Se besaron las mujeres, y él lo hizo en la frente dándola un ligero apretón en el brazo.  Pensó que podría estar besando a su hija, si Brendan no hubiera sido tan cabezota y le hubiera hecho caso.

Nada más llegar a la pensión, Liesa llamó por teléfono a Brendan para contarle cómo había ido todo, pero no tuvo oportunidad, ya que el contestador del teléfono la decía escuetamente que no estaba en casa y que dejara el mensaje

— Soy Liesa. Por fin soy enfermera titulada. Me hubiera gustado que estuvieras con nosotros.  Tus padres han sido muy generosos.  Bueno llámame cuando puedas y hablamos.

Hasta que tuviera trabajo, continuaría cuidando de la anciana a  la que atendía desde hacía tiempo.  La había tomado cariño; era dulce y le daba buenos consejos. A ella le contó su historia y cómo había llegado hasta allí.  Había  pasajes que no conocía  debido a la corta edad con la que contaba cuando salieron de Alemania.  La anciana había perdido a uno de sus hijos, y ambas se comprendían a la perfección. La echaría de menos cuando tuviera que dejar de atenderla, si es que encontraba otro trabajo para el que se había preparado. 
 Mientras  eso sucedía, bien venidas serían las libras que ganaba. Ahora ya no tendría el gasto de la escuela de enfermeras, pero tenía que seguir viviendo.  Con motivo de su graduación, tenía el día libre.  Había tenido suerte con ese trabajo.  Sacó del armario una vieja maleta de cartón y la acarició.  La abrió y miró con cariño y tristeza, los enseres que en ella guardaba.  Vio en primer lugar  el retrato de sus padres y, depositó junto a ellos, su título de enfermera..  La dejó en su sitio y se puso a pensar en el largo camino recorrido desde que salieran de Alemania, hasta esta fecha.

La casa estaba vacía. Su dueño estaba en el hospital terminando una larga noche de guardia.  Se dio una ducha y se dispuso a salir y disfrutar de dos días de asueto.  Le acompañaría Charlize, una médica como él con la que había establecido una amistad.  Ambos se comprendían.  Ella presentía que él guardaba un secreto; que no quería compartir.  Lo respetaba.  Hacía meses que se habían conocido y compenetrado, sobre todo en la cama ocasionalmente.  Gracias a ella había sobrevivido a los dos años de ausencia sin verla.  Todo había sido más llevadero, pero no olvidado.

Pasarían esa noche juntos y al día siguiente por la mañana temprano, saldrían en dirección a cualquier lugar romántico para seguir juntos.  La había tomado cariño, y en un principio pensó que ese era el camino que estaba seguro le llevaría al total olvido de Liesa.  Mientras eso pensaba , imaginaba su rostro como a través de una niebla y eso era señal de que el fuego estaba comenzando a apagarse.  No obstante no quería tentar a la suerte, ya que aún la recordaba con bastante frecuencia.  Cuando lo creyera oportuno, cuando estuviese curado del todo, le contaría a Charlize el motivo de su pérdida de concentración que algunas veces sufría cuando estaban juntos. 
 Cuando llegaron a casa entraban riéndose y contentos de haber terminado la jornada verdaderamente  agotadora  que habían tenido.

—¿ Quieres tomar algo ?— la dijo al llegar a su apartamento— Voy a mirar el contestador. Ya sabes donde está todo. Sírvete y de lo que te pongas, me sirves a mi también

El aparato le anunció que tenia varios mensajes.  Primero escuchó dos de sus padres y, al tercero, se quedó serio y quieto al escuchar la voz que le dejaba un aviso

— Brendan te he llamado y no estabas.  Deseo contarte todo.  Llámame.  Sé que estás muy ocupado, pero busca un hueco.  Te echo de menos.

No era el único mensaje que le había enviado. Poco a poco se fueron espaciando sus contactos, hasta que Liesa comprendió que, el motivo por el que no  respondía a sus llamadas, era porque probablemente no era el momento oportuno para conversar. Y así se distanciaron tanto,  que dejaron de saber uno del otro y no supo siquiera en qué hospital de Londres trabajaba. Pero el de hoy había sido un día especial y, sentía que debía contárselo.  Pero tampoco había tenido suerte.  Seguro que está volcado en su trabajo y no encontraba  el  momento para llamarla.

— De todos modos se enterará por sus padres de que he terminado.  Si desea hablar conmigo, ya me llamará.  No lo haré mas; esta visto que hemos perdido la complicidad que habíamos tenido. Quizá tenga novia y a ella no le guste que le llame.  En fin...

Pero esta última reflexión la hizo cavilar.  Nunca hasta entonces había imaginado que, probablemente  estaría con alguien con quién compartía su vida.  Por eso no iba a visitar a sus padres ni atendía la llamada de ella.  No le creía capaz de tal egoísmo, era un ser generoso y no encajaba dentro del perfil de un hombre manejado por una mujer, por muy enamorado que estuviese de ella ¿ Enamorado ? ¿ Brendan enamorado ? Y recordó la última conversación que tuvieron en que él la confesó que iba tras de una chica y que ella parecía no hacerle caso.  Se quedó pensativa imaginando a Brendan acariciando a una mujer, que para ella no tenía rostro, pero que había sabido ganarse la voluntad de él.

— Es natural.  Es un hombre guapísimo, bueno y generoso.  De buena posición y además un médico excelente.  Muchas más virtudes que defectos.  Será afortunada si esa chica le ama sinceramente.

Todo esto lo pensaba pero en el fondo tenía que reconocer que no la gustaba en absoluto que él hubiera tenido que renunciar a otras personas, por dedicarse plenamente a su novia, si es que la tenía.  Todo ello era síntoma de egoísmo, y él no se merecía que le alejasen de lo que amaba.  La alegría de todo el día, se había convertido en algo que no sabía analizar, pero que la molestaba tremendamente.




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