lunes, 30 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 23 -Separación

Esa noche fue la primera de su distanciamiento. Brendan se la pasó en la cafetería dándole vueltas a la cabeza sobre todo lo ocurrido y arrepintiéndose de no haberlo dicho cuando aún era tiempo para ello.  Se había enterado de su secreto de la peor manera posible, pero también era exagerada su forma de reaccionar. 
 Ella tampoco dormía.  Todo lo que necesitaba era llorar y lo hizo en cuanto se quedó sola.  Repasó en su memoria todos los momentos felices que habían pasado juntos, y la ilusión con la que habían preparado este viaje que tan malos resultados había tenido. Lejos de consolarla, incrementaba aún más su decepción.

— A veces es preferible ser estúpida, ciega y sorda.  No enterarte de nada, porque al menos vives con la ilusión de que algún día todo vuelva a su sitio.  Pero callar una cosa como esa me hace pensar ¿Qué más cosas ha ocultado? Pienso que no he sido, no sólo la segunda, sino otras mucho más atrás.  Y que no ha conseguido olvidar y que debe ser una tortura tener este hijo que llevo en mi vientre, porque le debe recordar al otro vilmente asesinado.  Sé que me volveré loca de dolor, porque en él deposité toda mi esperanza y soledad.  Con él me sentía protegida, pero ahora...   dentro de poco tendré un hijo, de él, que seguro se preguntará cómo sería el otro si viviera.  Y eso no podría soportarlo.  Como tampoco podré soportar no verle, no besarle, no tenerle, pero no puedo vivir con esta angustia presente en mi vida   ¿Por qué se me ocurriría ir hasta el este?  ¿ Por qué no le hice caso ? Ahora estaríamos tranquilos y sin problemas.  Bueno, pensándolo bien, creo que él no los ha perdido de vista en todos estos años.

Era muy tarde, cuando la puerta de la habitación se abrió.  Ella se hizo la dormida, no quería verle, ni oírle: No sentirle.  Nada de eso hizo Brendan, simplemente se sentó en el borde de la cama y la dijo bajito:

— Sé que no duermes, que no puedes, al igual que yo.  Nunca hubiera querido llegar a esta situación.  Te ruego que reconsideres todo, que no destroces la vida que hemos construido juntos, por algo que ni tiene remedio ni puede evitarse.  Entiendo que hayas perdido tu confianza en mí, pero te ruego que me des otra oportunidad.  Cuando digo que te quiero más que a nadie, es cierto. Tú cerraste esa herida y me diste alegría de vivir. Te quiero como nunca imaginé poder llegar a amar a alguien. Por favor, por favor. Volvamos a nuestra vida de siempre.  Ahora más que nunca necesitamos estar juntos.  Nuestro hijo lo curará todo; sé que estás pensando que al verle pensaré en el otro.  No lo sé, posiblemente se cruce esa idea por mi cabeza, porque era un ser inocente que mereció vivir.  Pero este hijo nuestro lo engendramos ambos, con verdadero amor y será amado al máximo.  No rompas ese vínculo con él.  Será mi hijo por encima de todo y le defenderé contra todo y contra todos, al igual que a ti, porque siempre serás mi esposa querida, de la que estoy enamorado y de la que no deseo separarme jamás. Nunca imaginé que me enamoraría de una jovencita, a la que además debía proteger.  Pasé mucho tiempo con la desesperación en mi vida. Cuando decidí volver era un ser sin alma, pero al verte, algo se encendió dentro de mi, o quizá ya te presentía sin conocerte, y el destino quiso ponerte en mi camino.  Nunca sabemos las vueltas que puede dar la vida, y a mi me llegó la esperanza de una forma extraña, pero me diste las ansias de vivir que había perdido.


Esperó una respuesta, pero ella ni siquiera abrió los ojos, ni se movió.  No quería escucharle porque sus palabras, lejos de convencerla, la hacían dudar, aún más.  En vista de que ella no  respondía, Brendan desapareció de su vista.

El camino de regreso fue en silencio entre ambos.  Llegaron a su casa y cada uno  se dirigió a una habitación distinta. Esa sería su vida en lo sucesivo. Dos extraños;  habían perdido la magia que tenían.  Ya no eran nada, ni siquiera lo serían a la vista de todos.  No les importaba lo que murmuraran.  Ya todo daba igual; Liesa había vuelto a ser la extranjera solitaria que no conocía a nadie, ni siquiera a su propio marido..

Pasaban lo días y la actitud no cambiaba, hasta que Brendan decidió marcharse a vivir a otro sitio.  No soportaba verla por casa como si fuera una sombra, sin mirarle siquiera, sin dirigirle la palabra.  Sus padres  decidieron intervenir para tratar de arreglar la situación, pero no consiguieron nada.  Ella siguió visitándoles cuando sabía que Brendan no estaría.   La llamaba por teléfono y con suerte respondía, pero era tan escueta su conversación, que también desistió de ello.  Llegó a plantearse si alguna vez le quiso como tanto pregonaba, porque él hubiera sido incapaz de llevar tan a rajatabla su enemistad. Los días transcurrían y se acostumbraron a esa situación, lo que hacía cada vez más difícil el acercamiento.  Y nació el niño, y ella estuvo sola; no quiso avisar a nadie hasta que hubiera nacido.  Dio a luz en Casttle Combe, porque no deseaba que él estuviera presente en el alumbramiento.
Se preguntaba ¿ cómo era posible que al amarle tanto, le guardara tan tremendo rencor? El dolor atenazaba cualquier intención de hablar con él.  Cuando se levantó  después de dar a luz, le llamó por teléfono.  Era hora de que estuviera en el hospital, y habló con la secretaria porque Brendan estaba operando. 
 Era casi de noche, cuando la puerta de la habitación se abrió dando paso a Brendan

— Mi sitio era estar contigo
— Dije que te avisaría, y así lo he hecho
—  No has cambiado nada  ¿ Verdad ?— ella bajó la cabeza y no respondió
— ¿ Puedo verle ?
— Es tu hijo.  No tienes que pedir permiso si deseas hacerlo.  Te lo prometí y suelo cumplir mis promesas
-—También prometiste estar juntos hasta el final

Fue hasta la pequeña cuna en la que dormía su hijo.  Le miró emocionado a punto de saltarse las lágrimas.  Ella le miraba de soslayo ¿ Por qué era tan cruel con él ? Le castigaba por algo que hizo en situaciones difíciles por las que atravesaba, pero nunca la hizo un desaire, ni fingió un amor como él  expresaba, que no era fácil de fingir.  Pero estaba muy dolida ¿ Por qué lo estaba ?  Hubiera deseado ser la primera, como tantas veces él la decía, y resultó que no lo había sido y de no ser por ese destino fatal, ella no sería su esposa.  Y el aceptar eso, era como un puñal que se le clavara.  Porque ella si le amó desde el principio.

— ¿Podré llevaros a casa, al menos ? —la dijo alzando la vista
— No te preocupes si tienes trabajo, tus padres me llevarán.  Quieren que viva con ellos hasta que esté repuesta del parto
— Si, si,  me preocupo.  Pese a todo sois mi familia, mi mujer y mi hijo.  Me he perdido demasiadas cosas y las quiero saber ahora. Cuéntame cómo fue todo
-—Bien, todo fue bien, rápido para ser primeriza.  El niño nació precioso y todo normal.  No hay más que contar
— ¿ Fue parto natural ?
—Si, todo natural.
- Está bien. Supongo que estarás aquí un par de días más. Vendré a buscaros y os llevaré a casa de mis padres si es que lo prefieres.
— Si lo deseo

Esa fue toda su conversación. Aparentemente había una frialdad extrema, pero lo que sucedía era que ambos contenían sus emociones.  Trataban de que no aflorasen, porque Brendan había pedido perdón muchas veces, pero la respuesta que recibía era negativa, así que no lo volvería a hacer.  Liesa sentía la necesidad de perdonar y olvidar, de que todo volviera a ser como antes, aunque fuera imposible.

Cuando entró la enfermera le dijo que se marchara que debía ayudar a la madre a dar el pecho al niño por primera vez y eso era violento para la parturienta

- Señorita soy su marido y médico.  Créame sé cómo hacerlo

Liesa le miraba sin decir nada.  Quería participar hasta en el último detalle, y efectivamente le era violento el hecho de tenerse que descubrir delante de él, debido a la situación que vivían, pero su respuesta a la enfermera fue tajante, y no admitía negativas.   la ayudó a poner al bebe en situación, y sonreía al hacerlo.  Era tierno y dulce con su hijo, y ella sentía unas ganas enormes de llorar.  Se sentía sola a pesar de estar con él, y el recuerdo de su madre la vino a la memoria.  Nunca quiso abandonar a su padre, por peligroso que fuera permanecer allí.  Y ella hubiera querido tener esa unión con él. ¿ Por qué no la tenían ?  Era un momento sublime para disfrutarlo juntos, y sin embargo estaba siendo una tortura para ella.
Puso al bebe en su cuna después de besarle en la cabecita, y ayudó a Liesa a acostarse.  Estaba cansada  y quería dormir, pero tenía miedo de hacerlo y no escuchar al bebe si lloraba.

- Me quedaré con vosotros - dijo escuetamente- Al niño lo bajarán al nido, pero quizá tú necesites ayuda, así que me quedaré
- No hace falta, en serio.  Si necesito algo llamaría a la enfermera.  necesitas descansar
- He dicho que me quedo.  Tengo unos días de permiso por paternidad y atenderé a mi familia aunque no te guste.  Lo siento si te disgusta, pero en otra situación lo hubiera hecho igual, así que,  en esta lo haré.  Y ahora descansa.

Encendió la luz indirecta, la arregló la almohada y la beso en la frente diciéndola:

- Gracias

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