viernes, 27 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 19 - Visitar Berlín

Nada alteraba su feliz vida de casados. Algún fin de semana iban hasta casa de los padres y con ellos pasaban el día.  Otros, sin embargo, comían fuera de casa, o iban al teatro o al cine, totalmente normal.  Hacían la vida como cualquier pareja en la que ambos trabajaban.  Se querían cada día más y no cesaban de hacer planes de futuro.  Entre ellos estaba el viaje de luna de miel que no pudieron hacer al casarse.

—¿Dónde te gustaría ir ? — le preguntó un día Brendan
—Berlín. Me gustaría ir a Berlín.  Tengo muy vago recuerdo y ruinas.  Quisiera encontrar el lugar en donde fue enterrado mi padre.  ¿Crees que podría conseguirlo ?
— No lo sé, cielo.  Alemania está ahora un poco revuelta. Pero por tí moveré algunos hilos a ver si tengo suerte

— ¿ Qué quieres decir?
— Conozco a alguien al que curé de heridas del frente y ahora está en las oficinas británicas en Bonn. Trataré de hablar con él esta noche.  Si se puede, lo visitaremos y haremos lo que deseas.  Sabes que todo lo que desees y yo pueda complacerte, así será
— Eres el mejor marido que podía tener
— ¿De verdad  lo dices? Tendrás que demostrármelo

Y comenzaron las risas y el correr uno detrás del otro jugando.  Tenían todo lo que pudieran ambicionar, y hasta en el hospital notaron que ellos habían cambiado su carácter.  En los descansos se buscaban y trataban de comer juntos.  Ella había adelantado mucho y ya formaba parte efectiva del equipo en el quirófano.  Brendan se mostraba orgulloso de ella, pero cuando trabajaban, cuidaban mucho su comportamiento.  Ante sus compañeros eran serios como antes, como si fuesen extraños; ante el riesgo de una vida no existían juegos ni miradas picantes.  Eso lo dejaban para su hogar en el que el desenfreno se desataba día tras día y noche tras noche.  Y una de esas noches, Brendan la hizo una pregunta cuya respuesta tardo en llegar hasta él:

— ¿ No tienes que decirme nada ? — la preguntó cariñoso
— No tengo secretos para tí, ya lo sabes.  No sería capaz de ocultarte nada, entre otras cosas porque me descubrirías
— Muy bien, pues seré más directo. Soy médico, pero eso ya lo sabes. ¿ Cuántos días llevas de retraso?

Liesa se quedó cortada y ocultó la cara entre las manos, algo que hizo sonreír a su marido

— Vamos nena. No me digas que te da vergüenza. ¿Creías que no iba a darme cuenta?  Dormimos juntos y hace días, bastantes, que no hay restricciones por cierta visita mensual
— Brendan... yo...  Varios y no es normal
— Sí que lo es. Estamos casados, enamorados y hacemos el amor con frecuencia ¿Qué crees que ocurre con eso .  Mañana mismo te harás un chequeo y así salimos de dudas
— ¿Querrás tenerlo?
—¿ Cómo se te ocurre preguntar eso? ¡Naturalmente que si!  ¿Te imaginas a un pequeñín correteando por aquí ? Sería parte nuestra ¡Cómo no iba a alegrarme!

El chequeo dio positivo, aunque era de muy poco tiempo, pero todo era normal y marchaba bien.

- Sois jóvenes y en edad de procrear.  No tiene nada porqué ir mal.  Enhorabuena, pareja.

Salieron contentos y felices. Iban a ser padres.  Brendan estaba sumamente feliz y atento con ella. Liesa no terminaba de creer lo que estaba ocurriendo en su vida, tan rápido,  tan bueno y feliz.  Y pasaron los tres primeros meses y decidieron hacer ese viaje que tenían pendiente  Berlín

— No me parece oportuno hacerlo ahora, cariño.  La política está revuelta. Los franceses se han marchado y nosotros no tardaremos mucho.  Los americanos presionan a los rusos para llegar a un acuerdo y re unificar el país.  No creo que sea oportuno.  Nunca se sabe lo que puede ocurrir.  Lo que sí puedo averiguar es si es factible trasladar las cenizas de tu madre junto a tu padre.
— ¿Harías eso por mi?
— Amor mío, no hay nada que no hiciera por tí.  Hablaré con algunos amigos del Foreing Office a ver qué pueden decirme.  Ya te contaré
— Sería fantástico que estuvieran los dos juntos.  Yo quiero estar junto a ti cuando ambos partamos de aquí
— Cariño, no pienses eso ahora.  Tenemos toda una vida por delante y no hay guerras a la vista, al menos cercanas.  Aunque mucha tranquilidad tampoco es que haya.

Brendan habló con un coronel al que había salvado la vida en el frente.  Se habían visto en varias ocasiones, y aunque el militar le recordaba siempre su actuación y agradecimiento, nunca le había pedido nada, pero por Liesa lo haría en esta ocasión.  Sabía lo que representaba para ella y la influencia que había tenido en su vida el amor que sintieron sus padres, a pesar de que cuando se separaron era una niña pequeña, una niña de la que él se hizo responsable a petición de su amigo Helmut.  Un amigo que ni siquiera conocía, sólo de sus contactos en clave. Pero Helmut, había recogido las últimas palabras de James y eso no lo olvidó nunca.  Y cumplió la promesa dada al amigo que no llegó a disfrutar del fin de esa terrible guerra, y que , él, guardó en silencio durante tantos años. Sólo su padre conocía la verdad y le ayudó con sus amistades para poderlas traer a Inglaterra.  Hubiera deseado que Helmut también se les uniera, pero el destino no lo dispuso así.  Se rascaba la nuca cuando estos pensamientos le asaltaban  ¡Quién iba a decir que se casaría con su hija y le darían un nieto o nieta, lo que fuera, pero sería una bendición.

— Estás muy callado— le dijo Liesa mientras acariciaba su rostro
— Estoy pensando, cielo.  Quiero cumplir tus deseos, pero hemos de esperar  un poco a que la situación se aclare.  Estás embarazada y no se sabe lo que ocurrirá. una vez allí. Seguramente no pasará nada, pero también está la zona rusa que me preocupa. Y justo en esa zona es que estaba tu casa.
— Por favor Brendan.  Ahora es el momento.  Dentro de nada no podré viajar y cuando nazca el bebe, con él mucho menos.  Necesito volver allí y cerrar página de una vez.  Lo recuerdo muy a menudo.  En mi memoria están las imágenes de la angustia de mi madre conmigo de la mano yendo de refugio en refugio escondiéndonos. No quiero tenerlo presente más en mi vida.
— Haré lo que pueda, pero no confíes aún en que podamos conseguirlo.
— ¿ De qué tienes esas amistades en esos departamentos ?  No todos los médicos que estuvieron en el frente conservan amigos tan influyentes
— Cielo, es una larga historia.  Era muy joven. Acababa de perder a mi hermano. Lo abandoné todo por ir a curar heridos, que ni yo mismo sabía cómo poder hacerlo, no estaba acostumbrado a esas atroces heridas.  Pero aprendí más que  en la Facultad.  Olvidemos el tema ya.  No quiero pensar en aquellos días.
— No sé por qué creo que hay algo más bajo esas palabras. Creo que me ocultas algo.  Si no me lo has contado hasta ahora es porque no deseas que se sepa, y  lo respeto, pero espero que alguna vez me lo expliques.

No volvieron a hablar de ello, pero a Brendan no se le borró de la cabeza , y en cuanto pudo empezó a moverse, primero para el traslado de Jessica, que fue relativamente fácil, porque Helmut estaba en la zona que había sido británica. Pero lo de visitar su antigua casa, que posiblemente ya no existiera, sería más complicado ya que estaba situada tras el muro.  No le gustaba tener que viajar ahora precisamente a Berlín.  La mayoría de los países europeos que estaban bajo influencia soviética, esperaban a ver qué ocurría con el muro para presentar ellos sus reivindicaciones. París, Roma,  los nórdicos, cualquier lugar antes que Berlín, pero comprendía que ella quisiera conocer donde transcurrió esa etapa tan importante de su vida.  Trataría que desistiera de ese viaje, al menos de momento, aunque el embarazo también sería un paréntesis grande en el proyecto.

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