jueves, 19 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 4 - La llegada de Brendan Flanagan

El ritmo de la casa era el normal, y Liesa se iba adaptando a él, pero se acordaba mucho de sus padres.  Lo mucho que habían luchado por tener una vida mejor, y al final se fueron sin conseguirlo.  Lamentaba profundamente no haber podido localizar al señor Kline, pero hasta que no fuera mayor y comenzase a ganar algo de dinero, sería impensable realizar viaje alguno, al menos hasta Francia para tratar de localizarle.  Se limitaba a estudiar y esforzarse por sacar buenas notas.  Ya estaba en secundaria y los profesores estaban satisfechos con el rendimiento.

Y un día llegó un telegrama que hizo que toda la casa se revolucionara.  Cuando llegó del colegio, se encontró con que todos estaban nerviosos preparando todo.

¿ Qué ocurre ?- preguntó a Gibson
- ¡ Ay niña, que por fin vuelve el señorito Brendan
- ¿ Quién es Brendan ? ¿ Es el hijo de los señores?
- El mismo.  Marchó cuando murió su hermano y regresa ahora. ¡ Después de tanto tiempo !
- ¿ Dónde ha estado  ?
- Se alistó en el ejército como médico de campaña y parece ser que le han licenciado.  Los señores estarán !tan contentos !
- ¿ Cuando llega ?
- Dentro de dos días.  Hay que tenerlo todo listo. Ya le conocerás. Ambos hermanos eran muy simpáticos y cariñosos con nosotros.  Se puede decir que les vimos nacer.  Fue algo terrible cuando anunciaron la muerte de James
- ¿ Os puedo ayudar en algo ?
- No niña, ya está casi todo a punto.  Ve a estudiar si es que tienes deberes
- Llámame si me necesitas

Fue hasta la habitación que compartía  con Molly, y lo dispuso todo para estudiar.  Pronto tendrían los exámenes de final de curso; ya era su segundo año y estaba muy nerviosa.  Lo dispuso todo encima de la mesita que tenía para tal efecto, pero de vez en cuando se evadía de allí ¿ Cómo sería el tal Brendan ? ¿ Sería muy mayor?  Echó cuentas de la edad que tendría cuando murió su hermano y el transcurrido hasta ahora, y se asombró al comprobar que era joven, pero comparado con ella demasiado viejo.  No podía concentrarse y optó por cerrar los libros y dejar volar su imaginación. Estaba pisando la adolescencia y junto a sus compañeras de clase hablaban de los planes que tenían para cuando terminasen los estudios:

" Yo me casaré- decía una-   Haré un viaje comentaba  otra."   Y al llegar el turno de Liesa, respondía rotunda : " Yo seré enfermera " - Todas la miraban con extrañeza, pero qué más daba.  Eso pensaba ahora, pero lo cierto era que en la cabeza de todas bailaba la idea de casarse con el chico más guapo que saliera a su paso

Y por fin llegó el ansiado día del retorno de Brendan. Hacia el mediodía, el claxon  de un coche sonó rotundo anunciando que ya había llegado .
 Toda la servidumbre se formó inmediatamente para saludar al recién llegado que se había convertido en su héroe particular.  La señora Gibson hizo que Liesa se colocará también al final de la fila.  Los señores ya estaban aguardando que el coche frenara y de él se bajara el hijo querido y añorado.

— Ya estás aquí— decía la madre abrazada a su cuello con emoción infinita.  Seguramente echando de menos el retorno del hijo muerto.
— Brendan, hijo mío — dijo el padre emocionado también.

Después de los abrazos paternos, alzó la mirada y sonrió al servicio avanzando hacia ellos.  Por extraño que pareciera,   sus ojos se dirigieron hacia Liesa, que sonreía al contemplar la escena.  Realizado el saludo, presentó al chófer y amigo que le había traído de regreso a su casa.  Al reunirse con sus padres, comentó irónico:

—Veo que tenéis novedades.  Espero que me habléis de ello
— Es una larga historia, si es a Liesa a quién te refieres— dijo el padre, carraspeando
— ¿ Se llama Liesa?  Tiene un nombre precioso, tanto como ella misma.

Los señores, con el hijo y su amigo, se retiraron a una de las salas para charlar y para que les pusiera al corriente de todo lo ocurrido.  Mientras tanto Liesa comentaba con Molly lo guapo que estaba Brendan con su uniforme de militar. El mayordomo, Broderick, sonrió ante los comentarios de las jóvenes y no dijo nada; ellas siguieron cuchicheando.

Liesa se retiró a su habitación.  Debía centrarse en el estudio; al día siguiente tendría uno de los últimos exámenes y no quería alterarse por las novedades de ese día. Pero, es que ocurrían tan pocas cosas , que cualquier imprevisto  era una novedad extraordinaria.  El verano se acercaba y era un radiante día de sol.

— Saldré a dar una vuelta para despejarme.  Con tanto jaleo no hay manera de centrarse.

  Decidió dar un paseo y llevarse un libro para repasar al aire libre.  Caminaba despacio,abriendo de vez en cuando el libro que portaba y repasaba lo allí escrito.  La casa tenía  una zona sólo de prado, y allí se sentó y miró al cielo.  El sol brillaba espléndido y no había ningún asomo de nubes.  Hoy era un día hermoso.

Con curiosidad, unos ojos se perdían siguiendo su silueta, aunque en realidad , a pesar de mirarla, no la veía, y su imaginación voló hacia un a penas conocido amigo,  que en uno  de los momentos de rara paz, le dijo algo que se le quedó grabado:

— Amigo Kline, deseo pedirte que si me ocurriera algo, ayudes a mi mujer y a mi hija en lo que puedas.  Se quedarán solas y sin familia.  Haz todo lo posible por sacarlas de aquí 

Kline era su nombre clave, y tras los primeros momentos de confusión, al terminar la guerra y, dado que él estaba en el frente de Normandía, se desplazó hasta Berlín para cumplir con la promesa que hizo al amigo.  Fueron localizadas y realizados los trámites para trasladarlas hasta Inglaterra. Pero dado que los nombres en clave eran secretos, nadie debía saber a quién correspondían, y permanecerían en el anonimato

Supo que habían llegado a Inglaterra y permanecían cerca de su familia como había dispuesto con su padre, que era conocedor de todo.  Sólo él.  Después las perdió la pista.  Debía atender asuntos urgentes y ellas ya estaban a salvo...  El servicio secreto británico era muy escrupuloso en ello, y aún las cosas no estaban claras entre los que ganaron la guerra.

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