sábado, 21 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 7 - Agua pasada

 Por una vereda, llegaron a un lugar especial del parque que sólo Brendan conocía, y que maravilló a Liesa por la belleza del rincón. Él se quedó durante un rato algo pensativo y con la mirada perdida.  Ella siguió paseando a su alrededor admirando la paz que respiraba aquel lugar.  Sabía que estaba sumido en sus pensamientos; probablemente a su memoria acudirían momentos dolorosos y no quiso interrumpirle.  De pronto él pareció darse cuenta de que era observado por ella y que el silencio reinaba entre ellos.  Tenía que decir algo, y así lo hizo:

— A este lugar venía con James. Él me contaba sus aventuras y yo las mías.  Fue el primero que supo de mi amor platónico por Martha y los proyectos que teníamos para cuando fuésemos mayores. Todo se quedó entre estos árboles; él ya no está y ella tampoco

— Lo siento Brendan ¿ Ella también murió ?
— No, ella no.  Pero la guerra nos separó y los planes se esfumaron con el viento.  Fue un amor de adolescentes, sin consistencia alguna.  Martha está felizmente casada y es madre de una niña.  Sólo queda el recuerdo de aquellos días y una buena amistad.
— Lo siento.  La guerra cambió muchas cosas en nuestras vidas
— No lo sientas. Aunque no hubiera habido guerra, seguramente lo hubiéramos dejado.  No era un amor firme, sólo el comienzo a la vida de dos chiquillos.
—Al menos tu tuviste esa ilusión. ¿ Y no ha habido nadie más en tu vida ?
— Sólo alguna ocasional. Lo cierto es que no he tenido tiempo... Hasta licenciarme.  Entre unas cosas y otras, se fueron los días románticos.   Pero si,   hay alguien.   ¿ Quién sabe? Lo más probable es que se quede en nada.  ¿ Y tú ? ¿ No te has enamorado de ningún compañero ?
— No, en absoluto.  Tenía muchas historias en la cabeza. Mis preocupaciones y prioridades eran otras.  Creo que siempre será así. El amor no me interesa.  Lo primero es terminar de estudiar, encontrar un trabajo y después ya veremos
— Si que lo tienes claro
— Muy claro Brendan.  No quiero volver a perder a un ser querido, a alguien  a quien  ame.  Así que renuncio voluntariamente al amor.
— Pero eso no puede ser. El amor es parte de la vida y la tendrás vacía si no te enamoras. Si no lo haces, nunca sabrás lo que es vivir.
— ¿ Tú estás enamorado ?  Según hablas, yo creo que si. Pienso que sigues enamorado de Martha.

  Brendan volvió su mirada hacia ella, y bajando la cabeza sonrió de medio lado, pero no contestó hasta pasados unos instantes.
— Pues verás, de Martha no.  Eso ya pasó hace mucho. Lo  cierto es que no  sé si es amor, admiración, o ¡qué se yo.!  Pero si estoy seguro que me siento atraído hacia esa persona, y eso es el comienzo.  Espero que llegue el amor, aunque mucho me temo que será sólo por una parte.
— Eres un gran hombre.  Bueno y cariñoso. La harás feliz.  Y espero que se de cuenta de lo que pierde
—No estoy tan seguro.  Para ella soy invisible.  No te preocupes. Unos nacemos para enamorarnos de  la persona que no es la adecuada.  Así es la vida.  Así es el amor.  Y ahora basta de confidencias.  Vayamos a lo que importa.  A ver enséñame qué es lo que no comprendes.

Liesa le miró con admiración ¿ Cómo no podría alguien enamorarse de él ? No lo entendía, pero dio por zanjado el asunto.  En definitiva no era cosa suya.

Y como pensaba,  la ayudó y mucho.  Ahora comprendía a la perfección los enunciados y conocía el significado de esas palabras científicas que se le resistían.  Era un buen profesor y se lo agradeció con una amplia sonrisa.  El también sonrió, al tiempo que pensaba  que cada vez que lo hacía se la iluminaba la cara transmitiendo dulzura en ello.  No albergaba en su corazón odio hacia lo que la vida le había arrebatado.  No estaría sola.  Aunque fuera  de incógnito, siempre la seguiría protegiendo, al menos hasta que encuentre a alguien que comparta su vida con ella.  Estaba seguro que su renuncia a enamorarse eran sólo palabras y que el amor aún no había llamado a su puerta.

En realidad ¿él, qué estaba sintiendo ? Pensaba que admiración; él mismo se engañaba.  Lo que le hacía sentir era algo muy fuerte y distinto a lo de Martha. Lo de su antigua novia, se apagó sin más, sólo el tiempo zanjó el asunto, ese asunto, pero no el otro y ese no tenía arreglo, porque la muerte se interpuso en el camino.  Lo que ahora experimentaba era algo vital para su existir. La necesitaba cerca y quizás algún día, ella se diera cuenta de sus sentimientos.  Por eso eligió Londres para ejercer la medicina.  Necesitaba apagar este fuego que le consumía sin esperanzas después de escucharla.  Quería tratarla como a una hermana y no como a la persona de la que se había enamorado.  Tardaría en volver. En esta situación lo que menos necesitaba era tenerla cerca.  Poniendo tierra de por medio, seguro que todo terminaría sosegándose y al igual que en el pasado, llegarían a ser buenos amigos, su protector en la sombra, pero sólo eso.  Y en el fondo lo deseaba;  no quería sufrir la impaciencia que sentía y la certeza de que nunca sería para él.  Lo había dejado claro:  "nunca se enamoraría".  No había dejado ni siquiera una rendija para poder conquistarla y hacerle cambiar de pensamiento.

Miró el reloj y comprobó que la tarde había pasado rápido, en un suspiro, y que ahora vendría lo más doloroso:  la separación, y ésta vez para mucho tiempo.  La dejó en su casa y al despedirse la besó en la mejilla.  Al rozar su piel, sintió un latigazo recorriendo su cuerpo, mientras ella seguía imperturbable.  Cada vez estaba más convencido de que lo mejor sería ausentarse durante algún tiempo.  

Le vió alejarse y le dijo adiós con la mano.  Ni siquiera sospecharon el cambio que daría sus vidas  pasados algunos meses, pasados un par de años.

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