lunes, 17 de julio de 2017

Los españoles también fuimos refugiados - Con la mirada atrás - Tercera y última parte

A PETICIÓN DE A F H Q - BASADO EN HECHOS REALES - 

Decidió que ya era suficiente. Estaba cansada de ver recuerdos que aún la dolían en el alma. Miró por la ventana. Era un día espléndido del mes de Marzo, y la primavera daba señales de estar próxima. Se sirvió un café y guardó el álbum y el resto de las fotografías. Se dirigió a su habitación, a lo lejos, en el salón podía escucharse alguna película que estaban poniendo en la televisión. Muy raras veces la veia, pero hacía ruido y su casa estaba demasiado silenciosa y de esta forma parecía estar más acompañada. Su amiga de los últimos años, su conmpañera, su entrañable perra, había fallecido hacía algún tiempo pero aún la echaba de menos. Una de sus gatitas se refregó en sus piernas a la vez que maullaba, la otra la miraba fijamente pidiéndola una caricia. Hizo ésto a las dos y a las dos las dedicó unas amables palabras.

Se miró en el espejo y se perfumó detrás de las orejas y en las muñecas. Todavía conservaba  algo de atractivo y la gustaba cuidar su aspecto físico. Siempre salía impecable a la calle. Dio un último vistazo y dijo en voz alta como si alguien la escuchara:

--¿ Y si me fuera al parque a dar una vuelta?, quizás encuentre a alguna amiga y es fácil tomarnos un café en la cafetería. Total hacer la comida para mí sola la hago rápido. Además si me quedo aquí seguiré recordando, y ya no quiero recordar más. Basta por hoy, mañana será otro día.

Al salir a la calle, bajó en el ascensor con una vecina conocida desde hacía tiempo. Se paró en la papelería de al lado de su casa, y entró en el establecimiento; tenía que comprar un cuaderno para anotar las ideas que le surgían.  Llevaba tiempo dedicada a escribir. Muchos días, sentada en los bancos del parque,  anotaba algo que después plasmaría en un relato. Era una costumbre que había adquirido desde muy joven.  Había seguido cursos de escritura y ahora se volcaba en ello. Pero hoy no tenía ganas de hacerlo.  La evocación de los años pasados inundaban su cabeza.

Era optimista por naturaleza y muy alegre, aunque en los últimos tiempos había perdido parte de la alegría que tenía siempre, por ejemplo,  nunca volvió a cantar, ni siquiera en la ducha.  Lo que no había perdido era la expresión de sus ojos, siempre chispeantes con una lucecita reflejada  en su mirada. Era sincera y ello se revelaba en su mirada. Quizá por eso siempre se fijaba en la mirada de las personas, era lo que más la impresionaba. La gustaba mirar directamente a los ojos y ella hacía lo mismo con los demás, si rehuían su mirada, nunca se fiaba.

Cogió su bolso, se puso una chaqueta y cerró la puerta dejando tras de sí media vida revivida en las fotografías.





 No había encontrado a nadie, así que entró en la biblioteca municipal y se entretuvo consultando libros en el ordenador.  Pasó la tarde poniendo en limpio los apuntes que había sacado al  consultar en la biblioteca.  Estaba escribiendo en el ordenador los orígenes de España, desde la Edad del Bronce, hasta la actualidad. Retenía en la memoria muchos datos de su etapa estudiantil, pero otros habían sido olvidados. Le apasionaba la historia, era su asignatura favorita.


Cuevas de Altamira (Santander-Cantabria)
Pasó la tarde escribiendo y se preparó una ensalada variada para cenar. Como postre comería un yogur griego que la entusiasmaba.  Se acostó temprano, pero su sueño lejos de ser reparador, quizá por influencia de las fotografías, fue nervioso, triste e inquieto.  Apenas había amanecido, saltó de la cama se dió una ducha y se preparó el desayuno.

Después de arreglar la casa, se sentó nuevamente ante la caja de zapatos, la destapó y lo primero que vio fue una foto de su boda:

Fué en el mes de mayo un día caluroso. Estaba algo nerviosa, pero bastante menos que el novio. Al cabo de una hora desde su entrada en la iglesia, se habían convertido en marido y mujer, habían colmado los sueños esperados.







Al regreso de su viaje de novios ella empezó a sentirse mal. Algo raro pasaba en su organismo que nunca había sentido hasta ese momento. Hacía un mes que se habían casado.

-Seguro que la cena anoche no me sentó bien. Dios mio ¡ qué náuseas! - Cuando se lo comentó a su madre, ésta se rió y le anunció:
-Hija mía, seguro que estás embarazada...

Y así fue. Unos meses más tarde nació su primera hija. Una niña delgadita pero de carita preciosa, pelonceta y bastante llorona, con lo cual la tenía los nervios desquiciados. El padre era más tranquilo y por las noches era él quien "peleaba " con su hija.  Pasaron los primeros meses y ella se fue haciendo con la situación: era muy joven e inexperta. No sabía absolutamente nada de la vida, pero fue aprendiendo a marchas forzadas porque las situaciones planteadas así lo requerían.  

A los veintidós meses del nacimiento de la primera hija, llegó la segunda. Otra muñeca, ésta con bastante pelo, pero al revés que su hermana era tranquila, dormilona y muy comilona. Ella ya tenía más experiencia y sabía solventar mejor las cosas.

Pasaron años muy felices. Tenían lo que habían soñado siempre un hogar feliz con hijos que lo alegraban. Ellos se querían si cabe con más fuerza y continuaban con las ilusiones intactas de su época de recién casados.

Al cabo de unos años, el padre de ella cayó enfermo y falleció. Fue el primer golpe duro de la vida. Muy duro para ella, pues estaba muy unida a su padre. Los dos se comprendían muy bien y en la boca de su madre siempre decía que" ella era su ojito derecho."

Falleció en la noche de Reyes Magos, la fiesta de Navidad que a ella más la gustaba. Fue un dolor tremendo, hasta físico, según contaba más tarde. Pero tenía unas hijas pequeñas que también sufrían por la pérdida de su abuelo y sobretodo una madre mayor a la que cuidar y hacer que pasara el trance lo más suavemente posible. Para ello contó con la ayuda y el amor de su marido, con su comprensión y sus abrazos cuando por las noches acostados ella lloraba acordándose de su padre muerto. Siempre tuvo de su parte un abrazo y un beso a la vez que la acurrucaba sobre su pecho esperando a que ella dejase de llorar.



Cemeterio de La Almudena de Madrid

Habían transcurrido diez años desde que su padre falleciera cuando diagnostcaron a su esposo la palabra maldita que hasta ahora no había podido pronunciar : CANCER.
Cuando se lo comunicó el médico después de la operación a la que fue sometido tuvo que sentarse a la salida de la consulta, pues las piernas no la sujetaban.  El mundo se desplomó bajo sus pies. Su cabeza era un caos pensando a una velocidad de vértigo en lo qué hacer, en si debería decírselo, en cómo decírselo a sus hijas... Esa noche no durmió pensando que su marido estaba en reanimación, y ni siquiera ella podía estar con él.




Fueron siete largos años de operaciones y chequeos sin cesar, hasta que su organismo no pudo resistir más. Fueron innumerables las operaciones realizadas, pues su organismo no toleraba la quimioterapia, y el único sistema con el que contaban para cortar la propagación era la cirujia. La última vez que le operaron trataron de hacerle un trasplante , pero era inútil : la metástasis le llegaba al recto y estaba invadiendo su vientre.  Tenia cáncer de vejiga. no había nada que pudiera hacerse.  Todavía vivió nueve meses más .Nunca olvidará la noche de su definitiva despedida.

Quiso que se llevara con él todo el cúmulo de sentimientos que tenía en su corazón . Le repetía una y otra vez que era el amor de su vida, su primer novio. El escuchaba sus palabras; ella no quería llorar; hasta el último momento quiso que  no se enterara de que se iba, pero tiempo más tarde pensó:

-¿Quién engañaba a quién?

No pudo continuar, había empezado recordando su boda y estaba recordando la muerte del amor de su vida de la persona que había dejado un vacío infinito en su corazón.  Un sollozo profundo y amargo salió de su garganta. Habían pasado varios años, pero lo tenía todo tan presente que aún sentía la garra del dolor en su pecho. Reclinó su cabeza sobre las manos y así permaneció llorando durante largo rato.

Cuando se  hubo pasado el llanto decidió que no saldría, no le apetecía. Comería cualquier cosa, se le había quitado el apetito y algo inusual en ella cogió una botella de vino de Jerez y se echó una copa. Necesitaba confortarse de alguna manera.

Las gatas la miraban con extrañeza, como si comprendieran que su ama estaba haciendo algo raro. La que más cariñosa era con ella, salto a sus piernas y con una patita le acarició en la mejilla al tiempo que maullaba.  Ella la abrazó y la besó en la cabecita dándose cuenta de que el animalito comprendía perfectamente el estado de ánimo por el que estaba pasando.

 A pesar de todos los avatares que la vida la proporcionó, nunca perdió ni la alegría, ni el optimismo, ni su fuerza.
Levantó la cabeza insufló de aire sus pulmones y se dijo:

-No puedes  quedarte quieta, tienes dos hijas a las que consolar de la muerte de su padre y una madre por la que preocuparte, porque ella también sufre.

Pero cuatro años más tarde, también perdió a la que había sido su apoyo siempre, su consejera, su mejor amiga y sobretodo su madre, Ella la adoraba y la madre a ella.

 Diagnosticaron los médicos derrame cerebral. Ya solamente eran ellas tres y entre ellas sacarían adelante  el negocio que les había dejado el padre y esposo.

 Y de nuevo se refugió en la escritura. A diario escribía a su marido  reflejando en los renglones el inmenso dolor que sentía por su pérdida, y el desgarro que sentía por su ausencia  tan temprana. Aún lo sigue haciendo. Se refugia en la escritura, pero sus novelas son siempre con final feliz, porque al menos en la ficción puede dar la felicidad y no la angustia y el fracaso.

No todo fueron penas en su vida. En su matrimonio fue muy feliz se amaron hasta el final. Sus hijas son buenas y la quieren y por fortuna sus yernos también lo son y también la quieren

En el año de 2004, en los días del terrible atentado en Madrid, falleció su hermano de cáncer. Ya no quedaban más hilos que la unieran a su famlia de origen, estaba completamente sola.

Está feliz con lo que tiene, tiene unas  amigas entrañables a las que quiere mucho y también a ella la quieren.Continúa siendo alegre y optimista a pesar de que ahora a vueltas con sus recuerdos os parezca que esté todo el día gimoteando.  Nunca, a pesar de todo, la ha visto nadie derramar una lágrima por evocación hacia los que ha perdido. Eso lo deja para cuando está a solas.
"El paso del tiempo te hace que asimiles todo lo que pierdes, pero nunca, nunca les olvidas y en los momentos más felices y en los más tristes siempre tu recuerdo está con ellos."


Este escrito está dedicado a todas aquellas/os, que como a nuestra protagonista dejan jirones de su vida por el camino y continúan luchando. Hay mucho por lo que vivir. ADELANTE.

                                                           F   I   N
Texto:  AFHQ  -  ( Agosto, 20 DE 2011 )
Redacción:  1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS





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