lunes, 18 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - EPÍLOGO


                                                       E  P  I  L  O  G  O

                      

 

Puket, en Tailandia, fue el destino que Kwan quiso para disfrutar su luna de miel que, por otra parte, no sería todo lo larga que deseara. Pero era un lugar paradisíaco y era todo lo que buscaba: estar a solas con su mujer y amarla constantemente para resarcirse de todos los años que no la tuvo.

Nuevamente trabajarían juntos en la compañía sería su mano derecha. Tendrían que separarse por algunos días, cuando alguno de ellos tuviera que viajar de nuevo hasta Irlanda, pero serían estancias de muy corta duración.

Kwan tenía ahora, aguardando en su casa a su mujer y a sus hijas, incentivo más que suficiente para volver rápidamente.  

Recorrieron la zona más turística de Tailandia, quería que conociera aquella parte del mundo y que hasta ahora no había tenido ocasión de mostrársela. Deseaba enseñarla el mundo entero, pero juntos. Tenía un sentimiento de temor, como si al separarse de nuevo, la volviera a perder, aunque eso estaba muy lejos de la realidad.

Y se amaron intensamente. No tenían tiempo para visitas turísticas, eso sería en otra ocasión, pero el momento de estar juntos era ahora. Las más de las veces juntaban sus manos y, en silencio miraban el horizonte como tratando de convencerse de que todo era real, al fin. Sus sueños se habían cumplido.

Una semana no era tiempo suficiente para resarcirse del tiempo que estuvieron separados, ignorando todo el uno del otro. Por eso, aunque estuvieran en silencio cada uno de ellos, sin comentarlo, pensaban en todo lo pasado y el horizonte que tenían frente a ellos.

Se habían hecho una promesa, tener otro hijo pronto. Los años habían pasado rápido y no podían esperar mucho más. Esa criatura futura sería el verdadero lazo que les uniera a todos y, además, Kwan se sentía impaciente por vivir esos momentos de nuevo. Por todo eso y porque amaba intensamente a su mujer, la pidió intentarlo durante esa semana. ¿Se saldría con la suya?

Iba nervioso, a demasiada velocidad a pesar de la escasa circulación que había en esa madrugada. Tumbada en el asiento trasero Amy trataba por todos los medios de no quejarse para no ponerle más nervioso. En otro coche más pequeño,  detrás de ellos, iba otro conducido por el abuelo calmando a sus nietas y a su propia mujer de los nervios e impaciencia que sentían. Un nuevo vástago de la familia estaba llegando a este mundo y su familia al completo, estaría acompañando al nervioso padre que iba en el primer coche.

La clínica estaba cerca y, dado la velocidad que llevaba, tardaron pocos minutos en llegar, pero el tiempo se le hizo eterno al nuevo padre Kwan

—Deprisa, mi mujer está dando a luz

—Tranquilo. No esté nervioso. Los bebés se toman su tiempo

—Les digo que está naciendo

Y en esta ocasión, Kwan tenía razón: estaba dilatada y a punto de coronar. Cuando salió del paritorio con el bebe en brazos, todos querían tenerlo a la vez  Nunca habían vivido un momento tan especial y emocionante como aquél. Se quedaron asombrados cuando, el padre orgulloso mostró a su familia al nuevo vástago:

—¿Habéis visto algo más bello que mi hijo?

Se quedaron asombrados ante ciertamente la bella criatura que estaba refunfuñando ante ellos. El cabello como el fuego, su piel blanca y sus ojos almendrados hacían un fuerte contraste, al unir dos mundos tan dispares en él, por todos ellos. Ninguno diferente de los otros, sólo se trataba de unas criaturas bastante exóticas en las que el regocijo era patente. También acudió al hospital la antigua mujer de Kwan, Young Mí, avisada por Suni. Ella también esperaba un nuevo hijo. Se fundió en un abrazo con Kwan. Ahora sí, existía cariño y complicidad entre ellos y entre sus cónyuges respectivos.

                                                    F    I    N

Autoría:  1996rosafermu

Edición marzo 2022

Imágenes: Internet

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS  /  COPYRIGHT


domingo, 17 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 40 - Bien está lo que bien acaba

                    

      

               Capítulo 40 – Está bien lo que bien acaba

 

Todo estaba dispuesto en la mansión. Hoy sería el gran día y, de nuevo se volvería a vivir otro acontecimiento, pero en éste había alegría, nervios, prisas, hasta gruñidos por algo. Todos estaban colaborando en todo. Alguien comparaba éste con otro que hubo hacía algunos años. Diferente. En el primero fue una empresa dedicada a ello quién organizó el evento. En éste fueron todos, trabajadores incluidos quienes quisieron hacerlo. Era un homenaje a los contrayentes.

La familia Park Kwan, celebraba el matrimonio de su único hijo, aunque no su único matrimonio, ya que del primero se había divorciado. Apreciaban mucho a Lee el único hijo y a la joven irlandesa con quién se casaba.  Sería esa misma tarde-noche y en el gran salón en donde sellarían su amor. Un amor no exento de dificultades, pero, por eso precisamente, era más firme y para siempre.

La generación más joven, también estaba alterada. Desde que se conocieron, tanto Aileen como Suni, eran inseparables. La más pequeña de la casa, desde que supo que tenía una hermana, no se había querido separar de ella. Había sido un regalo después de conocer la verdadera situación de sus padres. La admiraba firmemente. Había sido una sorpresa de la cuál aún no se había recuperado. Admiraba de su hermana la valentía y firmeza que tuvo al plantear el tema de viajar hasta Corea para conocer a su padre.

En un principio, Suni, rechazó de plano a su hermana. Eran demasiadas cosas que digerir en tan poco tiempo. Creía que la odiaba, hasta que conoció que Aileen fue la primera, y quién la había quitado el sitio en esa familia, había sido precisamente Suni y no al revés.

Comenzaron a ser tolerantes una con la otra durante su viaje de regreso a Seúl. Suni, no quiso volver con su madre que, según ella, tenía asuntos pendientes por resolver. Prefirió hacerlo junto a sus abuelos y a su supuesta hermana mayor.

Sus asientos estaban juntos, por lo que en cualquier momento romperían ese silencio absurdo de ignorar al que tuvieran al lado. Suni optó por fingir que se había dormido, y mientras, Aileen se enfundó los cascos y se puso a ver la película que proyectaban. La abuela deseo intervenir en más de una ocasión, pero fue el señor Kwan quién se lo impidió:

   —Déjalas. Están condenadas a entenderse. Ellas mismas trazarán el camino. Aún no han salido de la sorpresa que les causó la noticia. Han de asimilarlo. Dejémoslas en paz. Ellas encontrarán el camino.

Y Aileen lo encontró, porque al cabo de un rato, Suni dormía como un bebe. Se levantó de su asiento y cogiendo una fina mantita, la arropó con cuidado de no despertarla. Durante unos instantes, se detuvo a contemplar el rostro casi infantil de su hermana que dormía plácidamente y aún tiempo emitía un tenue silbido al respirar. Depositó un suave beso en su frente y, volvió a acomodarse en su asiento.

El roce de los labios de Aileen sobre su frente, fue quién la despertó, aunque no quiso darlo a entender. Fue ese dulce gesto quién conmovió sus cimientos. Había permanecido sola en el internado, lejos de su familia, durante casi un año y, el gesto de su hermana fue lo que hizo que volviera a sentir que estaba en casa, con los suyos. Estaba falta de ese cariño de hogar y, a pesar de que su madre no era precisamente una forofa de las caricias, recibió la de su hermana con agrado.

   —Quizá esté bien ser la hermana pequeña. —se dijo.

Con un ojo cerrado y otro entornado, dirigió una mirada hacia Aileen, que se dio perfecta cuenta de que se había despertado, pero seguía inmersa en la película Memorias de África, como si fuera lo más interesante del mundo siendo infinidad de veces que la había visto.  Una tenue vocecilla dándola las gracias, fue la que hizo que se quitara los cascos y mirase a su hermana.

   —Soy tu hermana y te quiero. Ni tú ni yo pedimos ser las primeras, pero las cosas surgieron así. Hemos de llevarlo lo mejor que podamos porque lo vamos a ser mientras vivamos. Yo si conocía de tu llegada al mundo. Eso te llevo de ventaja, pero también me dolió cuando supe quién era tu papa y, siendo el mío también, no tenía sus caricias, ni me arropaba por la noche, ni me recogía en el colegio. Has sido muy afortunada, Suni. No debes quejarte. Acéptame como lo que soy. Las dos tenemos una maleta llena de quejas, pero no es el momento. Dejemos que el tiempo transcurra y asimilemos lo que ha pasado en nuestras vidas. Después todo será más sencillo. Además, el próximo curso iré a la universidad. Ya no me tendrás. Es cuestión de dejar correr el tiempo.

— Pero es que no quiero perderte, ahora que te he encontrado. Discúlpame mis malos modos. Han sido noticias muy importantes y muy poco tiempo para hacerme a la idea.

   —Suni, siempre podrás contar conmigo. Yo te cuidaré. Soy la mayor

Ambas chicas comenzaron a reír y al final se abrazaron. Los abuelos las observaban desde el asiento de atrás. El abuelo, miró a su mujer y la guiñó un ojo con una tierna sonrisa:

   —¿Ves mujer? Ya todo está bien. — Y volvió a la lectura del libro sobre Irlanda que le habían regalado sus nuevos amigos del pub MacKenzie.

Pero al mismo tiempo, sin darse cuenta echó la vista atrás, a bastantes años atrás y recordó las peleas que tuvieron con su hijo al renunciar a unirse en matrimonio con Young Mi. Sólo decía que amaba a otra mujer y que no podría jamás amar a otra.

   —Pamplinas. En cuanto os caséis, será la única de tu vida

Sonrió al llegar a este pensamiento. ¡Qué poco conocía a su hijo y que lejos estaba de que eso fuera verdad! Y por entonces ignoraba que en camino venía otra mujer que lo cambiaría todo, no sólo la vida de él, sino de todos ellos.

Pero también pensaba que había merecido la pena el sufrimiento para ahora gozar de tanta felicidad y tan totalmente opuesta a aquella otra. Amy lo cambió todo, sin saberlo y sin desearlo.

Sonrió al pensar en ellos. Durante todo el tiempo que habían estado en Irlanda, se habían comportado como es natural: alguna caricia y poco más. Las mujeres se habían acoplado en una habitación y él y su hijo en otra. A cambio les daban libertad para salir a pasear y que tuvieran sus momentos a solas. No quería pensar en lo que eso conllevaba.

—¡Allá ellos! Ya son mayorcitos — se repetía

—¿Qué te hace tanta gracia! — le decía su mujer al verle tan abstraído de la lectura y sonriendo de vez en cuando.

Y al final Seúl. Ya estaban en casa después de tan largo viaje. Durante esas horas, las hermanas habían hablado todo el tiempo como cotorras. Sin duda poniéndose al día de lo que había sido su vida. Y ellos, aunque callados, pero sin duda, también pensaban en lo que la ceremonia que iban a celebrar pronto, había significado en sus vidas antes, durante y después de todos los acontecimientos que tuvieron lugar.

La novia saldría de la casa paterna, y sería el patriarca quién la entregara a su hijo. Kwan tenía la opción de hospedarse en un hotel, o en su propia casa, cosa que rechazó: la estrenarían juntos.

 Todos los empleados estuvieron presentes en la ceremonia, y para que ello fuese posible, alquilaron una compañía de buffet para que sirviera la cena y así ellos también disfrutar del acontecimiento. Todos los querían y respetado durante muchos años. Les pareció justo que también disfrutaran de las buenas ocasiones y ésta era una muy buena sin duda alguna.

Un patriarca emocionado, llevó del brazo a Amy hasta donde, nervioso y rotundamente feliz, aguardaba Kwan. Al fin sus sueños se habían cumplido. Las hijas de ambos estaban presentes y era una situación insólita, ya que ninguna de ellas estuvo presente la primera vez que se unieron en uno solo, aunque fuera por separado.

La fiesta duró hasta altas horas de la noche, pero los ya marido y mujer, se “escaparon” en cuanto les fue posible. Querían comenzar su vida juntos en solitario, íntimamente como ellos siempre habían deseado y tardado años en conseguirlo.

Estrenarían juntos el chalet que Kwan había comprado como hogar. Iban a estrenar muchas cosas en aquella noche memorable que tanto sacrificio habían tenido que realizar sin esperanzas de lograrlo. Pero al fin, el amor se abrió paso a grandes zancadas.

Tuvieron toda la noche para expresarse mutuamente cuanto se amaban y se necesitaban. Iniciarían su viaje de novios al día siguiente, sin prisas, sin horarios establecidos, cuando ellos quisieran. Habían sacrificado tantas cosas que ahora tenían la sensación de estar cometiendo algún delito.

Kwan mostraba su ansiedad de tenerla, y ella correspondía de la misma manera. Eran dos ciclones de sentimientos compartidos y reprimidos durante demasiado tiempo. Ahora el dique que les mantenía alejados se había roto definitivamente. Eran uno del otro nuevamente sin tener que esconderse, sin dar explicaciones a nadie de su conducta y de sus deseos.

   —Tengamos un nuevo hijo pronto, amor mío. Sería un broche perfecto para unir definitivamente los eslabones de la cadena

   —Kwan acabamos de casarnos

   —Pues por eso. Porque ya no tenemos barreras que nos separen y sería un nexo de unión para nuestras respectivas hijas.

   —¡Oh Kwan! ¿Cómo voy a negarte nada? Tengámoslo, pues.


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a Autora: 1996rosaferm / rosaf9494quer

E   Edición: : Julio 2022

F  Fotografía:  Internet






                     

      

    

viernes, 15 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 39 - Todas las fichas encajadas


 

           Capítulo 39– Todas las piezas encajadas

 

Todo había vuelto a la normalidad en la mansión Park Kwan, excepto el ir y venir de los sirvientes arreglándolo todo. Hoy era un día grande en la mansión: Se casaba el señorito con la extranjera y el patriarca sería quién se la entregara a su hijo. Todos estaban algo alterados. Había sido un matrimonio muy deseado y difícil de conseguir hasta que lo lograron. Todos conocemos las peripecias pasadas por esta pareja que hoy cerrarán el círculo. Pero antes de todo, retrocedamos tan sólo un mes antes.

Young Mi y Kwan se desplazaron hasta Dublín, necesitaban hablar con su hija y explicarla detalladamente el nuevo rumbo que habían tomado sus vidas. Unos días después de ellos, viajarían los abuelos con Aileen con la misma misión: visitar a Suni. Pero antes debían dejar un espacio para que los padres la explicaran el motivo de su visita. Ellos intervendrían después, para recoger los trozos de corazón roto de la chiquilla y unir sus pedazos. Les partía el alma que, siendo tan joven, tuviera que pasar por ese amargo trago, pero para eso también estaba Aileen. Tenía experiencia sobre tales historias, aunque ella supo la verdad de boca de su madre, detalladamente hacía tiempo.

Mientras ellos iban hacia el internado, los abuelos habían aceptado el ofrecimiento de Amy de hospedarse en su casa. No era grande, no tenía, ni mucho menos las comodidades de las que ellos gozaban en Seúl, pero lo había hecho de corazón y los abuelos aceptaron encantados.

Suegra y nuera, paseaban por la playa. Por esa playa que tantas lágrimas enjuagó de los ojos de Amy y tanta paz la dio en los momentos angustiosos que vivió tras su ruptura con Kwan. Ambas guardaban silencio mientras oteaban el horizonte que, día de hoy, lucía con sol y el mar en calma. Ambas iban descalzas portando en sus manos los zapatos. Era agradable sentir el agua del mar, aunque estuviese helada. Era un paisaje agreste, hermoso y tan distinto al que habitualmente veían en Seúl.

Se parecía a Jeju: el mar bravío, el cielo las más de las veces nublado y el agua helada. Los paisajes, al igual que las personas, sean de donde sean, siempre tienen algo en común y Connemara, no sería una excepción.

Y allí, en el mismo lugar, continuaba el tronco de árbol que la sirviera de asiento cuando su embarazo estaba tan adelantado, que la costaba caminar. No pudo evitar que, a su memoria llegaran todos aquellos recuerdos de cuando la soledad la agobiaba ante el inminente nacimiento de Aileen. Nunca hubiera afirmado que, a día de hoy, estuvieran juntos nuevamente y a punto de crear una familia. Esa familia por la que tantas lágrimas derramaron ambos, aunque cada uno de ellos lo ocultó. Hoy todo estaba solucionado, pero aún quedaba el tema de Suni.

Instintivamente, Amy miró su reloj, algo que extrañó a su suegra:

   —¿Qué pasa? ¿Se ha hecho tarde?

  — No, en absoluto. Aquí el reloj se para. Pensaba en Suni y si a estas horas sus padres ya habrán llegado al internado. Siento el mal trago que van a tomar todos ellos, por otra parte, necesario. Me alegro de que Aileen esté cerca de ella, porque la va a necesitar, aunque ahora sienta su rechazo.

— Afortunadamente, tenemos una niña que es un tesoro. No dejo de bendecirte cada noche antes de dormir. Me congratulo de que, a pesar de todos los tropiezos, Kwan te amara y no pensara en más aventuras.—respondió su suegra.

En verdad las querían. No había pasado mucho tiempo, pero sí el suficiente para darse cuenta de la gran joya que tenían por nuera y nieta. Estaban a gusto en Connemara. El patriarca salía cada día a dar un largo paseo y entabló amistad con algunos de los lugareños que acudían a desayunar al mismo sitio. No hablaba ni mucho ingles ni tampoco bien, pero si lo suficiente como para poder mantener un diálogo corto con sus nuevos amigos.

Hasta ese momento no se había preocupado de conocer la cultura irlandesa y, con agrado comprobó que eran buenas gentes, cariñosas y hospitalarias. No necesitaba más. La casa de su nuera, no era muy grande, pero tenía lo necesario para poder vivir con relativa comodidad, a pesar de que él notaba que Amy, al principio se la veía algo violentada por no poderles ofrecer otra casa más grande y más lujosa, tal y como ellos estaban acostumbrados.

Les costó convencerla de que estaban felices y muy a gusto. No necesitaban la pomposidad de su mansión. Todo eso lo suplía el cariño y respeto que todos sentían por todos.

Nadie hubiera dado nada, porque aquel compromiso saliera bien, pero así era y, en cuanto solucionasen el tema de Suni, volverían de nuevo a Seúl para, definitivamente, ser miembros de una misma familia.

Al estar sus padres presentes y convivir bajo el mismo techo, Kwan y Amy decidieron llevar vida separada, es decir nada de dormir juntos y contar las veces que, a solas, podían besarse. Esas reglas las impuso Amy guardando el debido respeto a sus suegros y ellos lo sabían y se lo agradecían.

   —Amy, eso no se hace —se quejaba Kwan

   —Amor, estarían violentos y total van a ser unos pocos días. Después seré toda tuya

   —¡Oh cariño! Ya lo eres desde hace mucho, mucho tiempo. Y yo tuyo también.

Se separaron de inmediato, tras besarse, al oír la voz del patriarca que llegaba con alguien no habitual. Se había hecho amigo de uno de los lugareños y le había invitado a comer con ellos. Lejos de molestar a Amy, la llenó de orgullo. Al fin sus suegros se sentían como en casa y ella era uno más de la familia, quizás el miembro más importante de ella por las ramificaciones que había creado.

Lo que parecía imposible, se dio también en ese día. Nadie lo esperaba ni estaba previsto, pero fue la propia Young Mi quién pidió a Kwan que la llevara a Connemara. Debía disculparse con Amy y una vez descargada la conciencia con su hija, necesitaba la paz de la otra parte. Los tres, aunque no dijeron nada, se alegraban de aquel final, aunque con Suni hubiera sido agridulce. Gracias a la presencia de Aileen fue más llevadero para todos.

Fue una sorpresa la llegada de ellos haciendo sonar el claxon con todas las fuerzas. Salieron algo asustados pensando que ocurriría algo desagradable, pero fue ver las caras de los tres ocupantes del coche, cuando todas las dudas se disiparon. Young no espero siquiera a que Kwan le abriera la puerta del coche. Amy esperaba inquieta y sorprendida a que todos bajasen y les contasen el resultado de la entrevista. De repente, sintió unos brazos que la rodeaban llorando. Era la primera vez que se veían y además en circunstancias muy extrañas. En un primer momento creyó que todo había ido mal y a eso era debido ese abrazo acompañado de un llanto nervioso.

   —¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado?

 

La voz de Young Mi abrazada a ella, la preocupó e instintivamente giró la cabeza buscando la mirada de Kwan, que, sonriente decía sí con la cabeza. Su suegra también estaba preocupada, pero al fin respiró aliviada, cuando hasta la ahora nuera, comenzó a pedir perdón a Amy.

 Necesitaban estar a solas. Abrir sus corazones y reflexionar sobre todo lo ocurrido en sus vidas. Cada una de ellas hizo un resumen de lo pasado a la otra. Tenían que hacer desaparecer el espinoso asunto de tantos años. El daño estaba hecho, pero por fortuna había sido un beneficio para todos. No sabían el tiempo que los llevó hacer sus confesiones y perdonarse mutuamente, dando al olvido todo el pasado.

Hoy, todos comenzarían una nueva vida, lejos de preocupaciones y recelos. Tan sólo les faltaba Suni para ser felices completamente.

Al día siguiente, tomarían el relevo los abuelos y si la niña lo deseaba, abandonaría el internado para regresar a su casa, a Seúl, con su familia, con los suyos.

Reflexionó durante toda esa noche. No podía creerse que tuviera una hermana mayor que ella. Recordó que la había odiado cuando sus padres se lo confesaron, pero a medida que transcurría la conversación se dio cuenta de que ella había sido una verdadera víctima de esa extraña situación, pero que, sin embargo, esperaba en el vestíbulo para poder conocerse. La rechazó en un primer momento, pero a medida que su padre le explicaba el porqué se encontraba allí, dejó de escucharle para centrarse en conocer a la joven que aguardaba fuera a ser llamada por ellos.

 Ambas hermanas, al encuentro y sin pronunciar palabra, se fundieron en un abrazo uniendo sus lágrimas. No hizo falta la intervención de Aileen. Suni la miraba extasiada. Siempre había deseado tener una hermana, pero en ese momento comprendió que, aunque no la conociera, había deseado que fuese como ella: cariñosa, generosa, pero firme en sus decisiones. Suni estaba muy perdida, máxime ahora con la situación creada, por eso la mano firme de Aileen la ayudaría en todo. No quería saber nada más. Suponía que, pasado un tiempo ella la preguntaría y su hermana la respondería de todo cuanto desease saber, pero sería a solas ellas dos, para abrazarse, llorar, reír y hasta insultarse, si fuera necesario.

La observaba detenidamente, se parecían muchísimo, ambas a su padre, aunque no conociese a Amy, se notaba que la influencia asiática predominaba sobre la europea. Pero eso no importaba. Se pareciese a quién fuera, tenía una hermana guapísima y muy exótica. Al contarle a Aileen esas reflexiones, ambas rompieron a reír abrazándose una vez más

   —¿Exótica yo? Te voy a dar exotismo y de nuevo salieron del despacho que las habían dejado para que se conocieran y yendo al encuentro de sus padres.

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Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer

Edición: Julio 2022

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jueves, 14 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 38 - Las hermanas

                                                  Capítulo 38 - Las hermanas 



Aileen se quedó en Seúl con sus abuelos que se dedicarían a mostrarle las bellezas del país. Era su país a medias con Irlanda y sería justo que lo conociera. Los abuelos nunca se sintieron más felices que entonces; tan sólo les faltaba la otra nieta para estar completamente satisfechos. Confiaban en que no muy tarde pudieran presumir de ellas. Nada les importaba que sus rancias amistades hablaran a sus espaldas. Ahora tenían todo cuanto deseaban: su familia y, deseaban paz y armonía en toda ella. No importaba cómo habían llegado a conseguirlo. Fue un camino, largo y pedregoso, pero al final supieron encontrar la carretera que les llevaría al final de la vereda llana y fácil. Aileen hablaría a diario con sus padres y les contaría el viaje realizado en ese día para conocer su medio país. El abuelo se sentía totalmente feliz, como nunca su mujer le había conocido. Y ella sentía que de nuevo la vida había retrocedido y estaba criando a una hija, a esa hija que siempre deseó y no consiguió. Ahora había sido premiada doblemente, no sólo con sus nietas, también con Amy que se mostraba cariñosa y amable con ellos, no quedando ni rastro de la vida anterior.

Aileen, había aceptado el ofrecimiento del abuelo no sólo porque quería integrarse con ellos en ese núcleo familiar, pero también para dar a sus padres la oportunidad de estar solos y hacer lo que quisieran.

En unos días Young Mi viajaría a Dublín, se reuniría con Kwan y juntos se desplazarían al internado para hablar con Suni. A través del teléfono, había sido puesta en antecedentes de lo que ocurría en su casa y, para asombro de todos, no la extrañó la noticia, aunque nunca pensó que tenía la dimensión que había tomado.

Sólo la hablaron de su divorcio, pero no la comentaron, ni de refilón que tenía una hermana mayor fruto del verdadero amor de su padre. Todo era muy enrevesado para una mente aún todavía infantil, y deberían hacerlo en persona.

A despedirles al aeropuerto acudieron los padres de Kwan y Aileen, que les hizo miles de recomendaciones. No quisieron que Young Mi tomase el mismo vuelo para evitar violencias entre ellos. Lo haría dos días después acompañada por su pretendiente del que estaba enamorada.

Ambos habían tenido una entrevista a solas en la que se “confesaron” los errores cometidos por ambos. Hablaron a corazón abierto. Eran los padres de otra hija y pensaron que, en lo sucesivo tendrían que tener contacto referente a ella y, sería mejor hacerlo por las buenas que no a fuerza de peleas. Se lo debían no solo a sus respectivas hijas, sino al resto de las personas que convivirían con ellos.

Young Mi se casaría en cuanto se resolviera el contencioso de su divorcio que no se retrasaría.

   —Lo siento Kwan. Ni tú ni yo, tenemos la culpa. No nos queríamos como para compartir toda una vida. Sé que las cosas fueron así, pero nunca lo permitiré con nuestra hija. Nuestra vida juntos era un infierno a causa de tener que ocultar constantemente nuestra falta de amor, principalmente ante ella y ante las amistades que, al menos a mi no me importaban en absoluto.  Y en uno de esos días en que nuestra tensión era más latente, conocí a Woo Sung. Fue un flechazo, pero también encontré en él el refugio de mis angustias y decepciones. No quise hacerte daño y tratábamos de ocultarlo. Me arrepiento de no haberte dado la oportunidad de conocer a tu primera hija. No quiero ni pensar los momentos tan amargos que pasaría Amy. Es una buena mujer. Procura hacerla feliz y ámala con todas tus fuerzas porque lo merece.

Kwan se hospedaría en Connemara, en la vieja casa familiar. A ella le extrañaba verle deambular por allí. Correr por la playa tras ella. Hacer el amor sin esconderse, pero sobre todo amarse con la intensidad de recobrar lo perdido, sin siquiera imaginar que pudieran volver a empezar de nuevo. Eran como dos adolescentes libres de todos los prejuicios. Ya sabían todo de la vida y su elección era estar juntos el máximo de tiempo que pudieran. Eran como dos recién casados en viaje de luna de miel y en cierto modo así era, sólo que no estaban casados. No tardarían mucho en hacerlo, en cuanto se entrevistasen con Suni y dejaran más o menos las cosas en su sitio.

Él tendría que regresar a Seúl, no solo a tramitar el divorcio, también a concretar su boda y el lugar en donde vivirían e ingresaría Aileen en alguna universidad de Seúl. Trató de convencer a Amy de que regresara con él, pero ella prefirió quedarse en Irlanda hasta que todo el tema familiar del matrimonio estuviera solucionado. Aileen regresaría pronto a Irlanda y, lo haría acompañada de los abuelos que vivirían bien en Connemara o en Dublín, pero necesitaban estar presentes, junto a Suni, para que no  estuviera sola el menor tiempo posible.

Los adultos infravaloramos a la gente joven, pensando que ellos pasan por la vida de puntillas sin darse cuenta de nada, y no es cierto. A pesar de que la escena con sus padres no fue agradable, ella intuía que su familia no andaba todo lo bien que debiera y que había algo entre ellos parecido a un secreto que nunca la contaron.

Naturalmente la reacción, no fue agradable y el rechazo hacia su hermana fue frontal, acusándola de haber sido ella quién destrozó su hogar. Sabía que no era cierto, porque antes de conocer que ella existía, las cosas no andaban bien en casa. Sus padres se evitaban y a veces discutían alteradamente. Fue necesario que tuviera un poco de sentido común para comparar a sus padres con los de sus amigas y comprender que ellos no se amaban, pero seguían unidos por ella. Lo que nunca pudo sospechar es la verdadera razón de su distanciamiento y que acababa de enterarse toda la familia. Rechazó frontalmente a su hermana que era una víctima al igual que ella.

Antes de que sus padres regresaran a Corea, pudieron conseguir que, al menos recibiera a Aileen y que ambas charlaran a solas. Confiaban en ella por ser la mayor en edad y con más sentido común que Suni. Si fue capaz de derretir el hielo del abuelo, cómo no hacerlo con su hermana, tan inocente como ella de las circunstancias que concurrieron en su familia.

Ambas hermanas se quedaron mirándose frente a frente sin pestañear. Una la conocía desde hacía tiempo, es decir sabía de su existencia al conocer la verdad de sus padres. Se sentía invadida por la ternura al verla tan joven, tan coreana y tan menuda. Nada que ver con ella, excepto en los rasgos de su rostro.  La invadió una oleada de ternura y supo al instante que tenía que cuidar de ella. Estaba pasando por un mal momento y necesitaría de una mano desinteresada que hubiera pasado por lo mismo que ella, sólo que Aileen lo supo en pequeñas dosis y Suni, todo de golpe.

Pensó que probablemente la odiara por eso, por culparla de haber destrozado su hogar. Pasada la primera reacción se daría cuenta de que el único hogar destrozado era el de Aileen, que no había conocido a su padre ni su existencia, hasta hacía poco tiempo. Que ella, al fin y al cabo, había tenido a sus padres juntos, aunque ocultaran su fallido matrimonio. Aileen recibió el amor de su madre en solitario y hasta hacía unos días no supo de la existencia de su familia a la que tenía tanto derecho como Suni.

Pero guardó silencio. No quería perturbarla más de lo que ya estaba.

Ambas permanecían en una sala que el internado les había cedido; primero para hablar con los padres y, a continuación, con su hermana. Una hermana de la que desconocía su existencia hasta hacía poco más de media hora.  La tenía delante y el rostro de ambas se fue dulcificando poco a poco, aunque guardaran silencio. Aileen tomó la iniciativa; creyó conveniente hacerlo al tratarse de la hermana mayor. Se haría responsable, al menos hasta que regresara a Seúl junto a su familia.

Ella de momento, por unos días, se quedaría en Connemara. Aún faltaban trámites por solucionar y después la boda de sus padres. Les resultaría extraño a ambas asistir a esa unión. De unos padres que se dieron el “Sí quiero” total y absolutamente emocionados. ¿Era cierto? ¿Era la esposa de Lee Park Kwan? Si, lo era. A partir de ahora tendría que cambiar su apellido Callaghan por el de Park Kwan. Su casa humilde de Connemara por una gran mansión que él había comprado como hogar. Vivir en Seúl en lugar de Irlanda. Era un conglomerado de cosas que bailaban en su cabeza a las que aún no se había acostumbrado, a pesar de que el divorcio, los preparativos de la boda y del retorno de Suni fueron rápidos. ¿O es que a ella se lo pareció?

Volviendo a las hermanas. Transcurrido un poco de tiempo entre nervios y curiosidad, Aileen tomó la palabra y poco a poco consiguió sacar a Suni algunas breves palabras.

Suavemente, comenzó a narrarla cómo ella se enteró de que era hija de madre soltera y de que no sólo no sabía quién era su padre, sino que él tampoco conocía su existencia. Y lentamente, despacio y con ternura, las hermanas se fueron acercando y al final de la narración, Suni, se abrazó llorando a su hermana que tampoco podía contener su emoción.

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Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer

Edición: Julio 2022

Fotografías: Internet

 

miércoles, 13 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 37 - Una mirada extraña



                                               

                                                      Capítulo 37 -  Una mirada extraña

Se vivía una escena insólita, con un tenso silencio, que nadie se atrevía a romper. Sólo esas dos mujeres, frente a frente, mirándose intensamente sin articular palabra. Se analizaban la una a la otra y, a saber, lo que sus cabezas pensaran una de la otra. No había rencor ni reproches en sus miradas. Eran observadas para saber la reacción, pero nadie se atrevía a dar el primer paso, ni a decir nada. Tan sólo, el cabeza de familia se dirigió a su mujer dándole el nombre de la insólita visita de aquella tarde. Ella imaginaba de quién se trataba, no sólo por el parecido con Aileen, aunque predominasen en ella los rasgos asiáticos del padre, también tenia los de la madre, como por ejemplo el color del cabello y el indeterminado color de ojos que, según les diera la luz, se convertían en un gris oscuro, a veces verdes y otro castaño oscuro. Una mezcla extraña, como extraño había sido el romance que había dado sus frutos en su primera nieta.

En cuestión de segundos, analizó la posible situación que se hubiera dado para que ella, estuviera ahí, erguida y serena, afrontando la mirada de sus ojos y apoyada por su hijo. Habían conocido de boca de su nieta, la historia de amor de ellos dos, por tanto, no era necesario tener una amplia inteligencia, para darse cuenta de quién era y a qué había ido hasta tan lejos acompañando a su hija.

Amy pensó que algo debía decir. No se humillaría ante aquella espléndida mujer que la retaba a decir quién era. Por otro lado, estaba harta de humillaciones, disculpas o pretextos. Debía ser aclarado todo lo ocurrido de una vez por todas y para eso estaba allí. Aunque suponía que Aileen le había tomado la delantera. No se comprendía, si no, que el patriarca estuviera enterado con pelos y señales de todo lo ocurrido y seguro que Kwan no había sido, puesto que ni él mismo estaba al tanto de la mitad de las cosas que conoció, seguro, por el relato de su propia hija.

Extendiendo el brazo y esbozando una sonrisa, la señora dio unos pasos hacia ella que permanecía de pie. En su cara no había reproches, sino una sonrisa suave al dirigirse hacia donde estaba Amy:

   —No hace falta que me digas tu nombre. Eres Amy, seguro. Ni hace falta nuevas explicaciones ya, que tu hija lo ha hecho por vosotros dos, aunque es cierto que Kwan, al igual que nosotros, no estábamos enterados de la mitad de las cosas. Lamento que hayáis pasado por tantas dificultades, pero eso ha terminado, afortunadamente. Lo que resta por solucionar, lo han de hacer Young Mí y Kwan. Pido que sea pronto y rápido. No podemos estar con esta ansiedad constante y además hay otra persona, como ya sabrás, ajena a todo lo que está ocurriendo a miles de kilómetros de ella.

   —Mientras estabais fuera, la he llamado para ponerle al tanto de lo ocurrido, sin ampliar más que lo imprescindible. No es a nosotros a quienes corresponde solucionar sus asuntos, aunque en verdad, fuéramos nosotros su origen.

   —Nunca me pesó más algo, como dar la autorización para esa boda. En ese día perdimos a nuestro hijo y no sólo eso: a nuestra nieta que hoy, al fin, ya conocemos. El orgullo que sentimos por esa criatura preciosa, te lo debemos íntegramente a ti y por ello siempre te estaremos en deuda, además de por las penalidades que padecisteis. Nunca me lo perdonaré. Pero hoy, hemos recuperado muchas cosas: una familia principalmente y es un gran día para esta casa.  Ven a mi lado, tenemos muchas cosas de las que hablar y deseo conocerte a fondo, como a una hija, no como una nuera. Deseo que mi otra nieta, sepa asimilarlo todo, aunque las noticias se las den con cuentagotas, porque es muy joven aún, y no se lo esperará. Ahora depende de sus padres tener el tacto suficiente, para dañarla lo menos posible. Aileen se ha ofrecido a estar a su lado y será muy valiosa para ella, y nos dará alivio a todos nosotros. Aún queda que Kwan hable con Young Mi y lo entienda. No creo que ponga reparos. Hasta mis oídos han llegado rumores de que sale con alguien desde hace tiempo. No se lo reprocho, pues en parte, ha sido otra víctima de la insensatez de los mayores. ¿Cómo no pudimos verlo? En nuestra época era diferente. Ni siquiera nos atrevíamos a levantar los ojos del suelo ante nuestros padres y, ahora que conozco el problema a fondo, pienso cuántas criaturas han sido desgraciadas durante tanto tiempo por culpa de lo que los padres fraguaran en su contra, porque la mayoría de esos matrimonios concertados han sido un fracaso.

   —No es necesario que se disculpe. Ustedes creyeron que hacían lo mejor al hacerlo sin contar con los interesados. Ya no hay remedio, pero bendigo el momento en que nos juntamos Kwan y yo engendrando a esta hija que ha sido una bendición en mi vida. Sin ella hubiera estado perdida, sin rumbo y, llorando durante toda mi vida la pérdida del único hombre al que amé. Si bien es cierto que lloré mucho, a escondidas, pero lo hice. El tiempo ha pasado y de nuevo estamos aquí hablando sobre nosotros, aunque ya todo está pasado. Salvo la reacción de la pequeña Suni, que nadie sabe cómo será.

Al día siguiente de la presentación de Amy, Kwan y Young Mí, se reunían para plantear la situación que se había producido y que alteraba todos los planes de cada uno de ellos. Por un lado, ambos temían esa reunión, pues presentían que no iba a ser nada fácil para ninguno de ellos, ya que ambos debían justificar determinados comportamientos ajenos al matrimonio.

Una vez expuestos los planteamientos de cada uno, llegaron a un acuerdo: centrar sus fuerzas únicamente en su hija para que todo fuera más asimilable para ella. Contaban con la colaboración de toda la familia, incluso de las personas que acababan de conocer y que, a partir de ese momento eran también integrantes del clan familiar. Todo fue mejor de lo que esperaban. Los reproches por parte de ambos, los justos. Cada uno de ellos tenía sus planes trazados, excepto Kwan que ni siquiera imaginaba lo que acontecería con la llegada de Amy y Aileen. Cada uno tomaría un rumbo diferente que, en realidad estaban esperando desde hacía tiempo, pero que, por la corta edad de su hija en común, no se atrevían a plantear hasta que, al menos cumpliera un par de años más. Pero con la llegada de las irlandesas, todo se había precipitado y ahora, ambos padres, sentían preocupación y miedo por la reacción que pudiera tener Suni al conocer su divorcio, ya irreversible.

Estaban reunidos en la mansión familiar, aunque en salones diferentes, algo alejados, a propósito, uno del otro. ¿Acaso esperaban voces entre el matrimonio? Pues no las hubo, más bien alivio por parte de ambos.

En el otro salón, hacían los honores los padres de Kwan. Querían saber todo lo referente a la vida de esas dos mujeres que a partir de ahora serían de la familia con pleno derecho.

Amy desgranó lentamente, emocionada su infancia feliz, aunque con apuros económicos para que ella pudiera ir a la universidad. La obtención de su primer trabajo que la condujo inexorablemente hacia Kwan. Su desengaño de él. El nacimiento de Aileen y el planteamiento por ésta de buscar al padre añorado y amado, aunque desde lejos.

   —Y esta ha sido mi vida hasta el día de hoy: una vida marcada por algún acontecimiento casual, pero que influyó grandemente en mi vida. Hoy, totalmente tranquila, bendigo la hora en que quise acompañar a mi hija en este viaje. Dentro de mí, tenía siempre un resquemor hacia Kwan, pensando que él sería feliz con su ritmo de vida e ignorando que algunas veces mi cena sería un vaso de leche únicamente, ya que un bebe trae muchos gastos y mi sueldo no daba para tanto. Pero no me importaba. Veía crecer a mi hija sana y feliz y eso era lo importante. Hasta que llegó el día en que ella reclamó su derecho y yo no supe y no debía negarme a ello. Y aquí estamos; ella ha cumplido su deseo y yo estoy tranquila por haber hecho las cosas como Dios manda.

    ¿Y cómo manda Dios?

La voz ronca y algo angustiada de Kwan dio por finalizado el diálogo familiar. Todos giraron la cabeza al escuchar su voz. Quizás pensando que verían algún rictus amargo, cuando en realidad una amplia sonrisa partía su cara en dos.  Avanzó unos pasos hasta el sillón en que se sentaba Amy. No le importó que sus padres estuvieran delante, ni su propia hija. Se puso de rodillas ante ella y tomando su cara entre las manos, la besó largamente. Nadie se sorprendió por esa reacción, es más la esperaban de un momento a otro. Ya nada tenían que ocultar, todo había saltado por los aires y ahora, en verdad, eran unas personas libres para liberar de una vez por todas, los sentimientos retenidos durante tanto tiempo.

   —¿Podrás perdonarme mi ausencia? Nunca imaginé lo que pasaste ¡Hasta no poder cenar! No me lo perdonaré nunca, aunque tu también tienes la culpa. Debiste insistir en hablar conmigo. Pero eso ya está superado y todo diáfano. Disfrutemos el momento actual y no pensemos en más. Aún nos queda un trámite que cumplir y en cuanto regrese, haré todas las gestiones para que nuestro matrimonio sea firme y verdadero


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A Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer

EiEdición: Julio 2022

FoFotografia: Internet



martes, 12 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 36 - La sangre reclama su lugar

 



                                                     Capítulo 36 - La sangre reclama su lugar



El padre de Kwan no encontraba las palabras con que comenzar la conversación con Amy que, sorprendida no dejaba de mirarle. Comprendía que era una situación muy complicada para él, si es que a pedirle disculpas se refería. Le escucharía con mucha atención y respeto, pero ella no se mordería la lengua a la hora de poner los puntos sobre las ies. Mucha culpa de lo ocurrido recaía sobre sus hombros que, ahora buscaba alguna excusa para comenzar a pedir perdón. Porque eso es lo que haría; no había ninguna cosa más pendiente de solucionar que aquél contencioso desde hacía tantos años. Y por fin, tras muchas dudas, el silencio fue roto por el desconocido que tenía delante.

—Sé que es una conversación difícil la que vamos a mantener. Perdóneme señorita. Esta situación es tan incómoda para usted como para mí. Permítame decirle que soy yo quién se lleva la peor parte, puesto que fui yo quién le obligó a casarse con quién, hoy todavía, es su mujer. No tengo excusa a día de hoy, viendo el resultado desastroso en que ha desembocado, pero entonces la vida era más reposada y la obediencia a los mayores era extrema. Ni antes, ni ahora, debimos intervenir en los planes de ellos, pero lo hicimos siguiendo el ritual establecido desde siglos. Ahora me doy cuenta de las repercusiones que puede haber por el hecho de imponer una vida que no se desea.

—Pero al mismo tiempo he tenido mi compensación: mis nietas. En una de ellas ha sido usted el artífice al moldear a esa jovencita con tanta firmeza y tantos valores que la adornan. Eso, es obra suya únicamente. Créame que me duele, ahora que conozco a ambas, no haber sido más consecuente y, haberme entrometido en sus vidas. Eso ya no tiene arreglo, pero sí la unión de la familia que no deseé se formara. Me consta el gran amor que mi hijo ha sentido siempre por usted y el dolor tan grande que le produje con ese matrimonio. Era con usted con quién él deseaba formar su familia, sin conocer que ya la había formado. Es una criatura de la que me siento orgulloso. La defendió ante todos con tal ímpetu y respeto que no tuvimos más remedio que reconocer la situación. Es mi nieta mayor y la apoyaré en todo cuanto sea preciso. Pero también el valor de usted no sólo a no oponerse a este viaje, sino al acompañarla para protegerla. No de su padre, obviamente que ignoraba su existencia, sino al viaje en general. Sacrificó su orgullo, su amor propio por proteger a su hija. Ignoraba el resultado de la entrevista que tendrían padre e hija, y no sólo eso, sino la que tendría yo con ella. Mi enhorabuena Amy. Es usted una madre responsable, que se ha ganado el respeto y admiración de todos nosotros. Pero he de pensar en mi otra nieta que, ignorante está en Irlanda ajena a todo. Ella también me duele, porque es una víctima más de nuestros desatinos. Y para ello, necesito de su experiencia, de su sensatez y buen juicio.

—Mi hijo desea viajar con ustedes de regreso a Irlanda y anunciarla su divorcio y la aparición de una hermana. Creo que son demasiadas cosas para explicar a una jovencita, aún casi niña. Deseo que Aileen se quede con nosotros durante unos días. Tanto mi mujer como yo, necesitamos conocerla y demostrarla nuestro cariño, aunque lo ignorásemos durante tanto tiempo y de lo que nosotros no fuimos culpables en parte. ¿Qué me dice?

   —Señor… Son muchas cosas para las que no estoy preparada e ignorante de gran parte de ellas. Pero no dudaré en ayudar en lo que fuera necesario para ahorrar un gran disgusto a esa pequeña ignorante de todo lo que está ocurriendo en su familia. Hemos de plantear la situación con sumo cuidado para causar el menor daño posible a Suni. ¿Puedo expresar mi opinión?

   —¡Naturalmente que sí! Eres parte importante de todo este proceso.

   —Creo que debemos dejar que el matrimonio viaje a mi país y se entreviste con la niña. Que reciba toda clase de explicaciones de parte de sus padres y, cuando pasados unos días, lo haya asimilado, será el momento de que Aileen conozca a su hermana. Los jóvenes se entienden entre ellos solos, y mi hija ha tenido la experiencia desde niña de lo que es vivir sin padre. Creo que la vendrá bien la aparición de su hermana, después de que, previamente, sus padres, le hayan puesto al corriente de todo. Si todo saliera bien, como esperamos, no me importaría que viviera con nosotros en Connemara. Que al menos durante unos días, las hermanas lo pasasen juntas para ir asimilando la nueva situación. Entre los jóvenes se entienden y no estarían bajo la presión de los padres ni de los abuelos. Yo les tendría en contacto y cuando se viera que la situación se tornaba normal, entonces venir a recogerla y darle todo el cariño del mundo.

   —Ese criterio lo tendrán que tener ustedes, pero teniendo siempre en cuenta, que están peleando por la vida de una persona que, de pronto se ha hundido la solidez de una casa que hasta ese momento era su hogar.

    —Tendrán que hablar y explicar todo desde el principio para que, una vez lo haya asimilado, no la extrañe nada, ningún comportamiento,   sino que lo acepte con total normalidad. No son las primeras ni las últimas en vivir una situación semejante. No será fácil, pero cuenta con la ayuda de todos nosotros para irlo asimilando. Piensen sobre todo en la edad de ella. Es la primera gran cosa a la que se enfrentará. Que su vida estará partida en dos, pero que es querida por todos, y todos la ayudaremos.

   —Es usted muy generosa y buena persona. No esperaba una reacción tan ecuánime como la que está teniendo. Cada vez me aseguro más, de que cometí el mayor error de mi vida al no, intentar al menos, haberla conocido entonces. Le estoy muy agradecido. Creo que es la primera vez que alguien más joven que yo, me aconseja en un tema tan espinoso como el que nos ocupa.

   —No tiene que agradecerme nada. Se trata de la vida de la hermana de mi hija, y ella lo es todo para mí.

   —Lo sé, hija, lo sé. Y para mi hijo, tú eres la vida. Y ahora reunámonos con ellos. Pensarán que nos estamos tirando los trastos a la cabeza.

Soltó una sonora carcajada que Amy acompañó discretamente, mientras que Kwan y Aisleen se miraban extrañados de la actitud de ellos. ¿Acaso esperaban una pelea? Conociendo el carácter de su padre, no le hubiera extrañado nada en absoluto, pero el conocerlas y su forma de pensar y reaccionar, había sido algo inusitado en el carácter de su padre.

Y fue el patriarca quién indicó a su hijo que fuera a la dirección de su casa y no al hotel en donde se hospedaban. Kwan no dijo nada y hacia allí se dirigieron. Amy le miró con cara de asombro y a un mismo tiempo, algo asustada. No porque pudieran tener alguna discusión; esa etapa acababa de pasar y habían quedado como algo más que amigos. Pensó, entonces que quería que conociera a su mujer. Que ellas se conocieran y todo sería más fácil.

Comprendía que el encuentro entre ambas mujeres, iba a ser un poco tenso. No se conocían ni siquiera de lejos. Ni hablaban el mismo idioma, con lo cual iba a ser algo tirante el encuentro, especialmente para la irlandesa que se encontraba como una gallina en corral ajeno. Pero a un mismo tiempo lo más extraño había sido su encuentro en la cafetería y todo había ido muy bien. El jefe del clan no temía por su mujer, ya que era calmada de carácter que raras veces se salía de las normas por él dictadas. Sabía que serían buenas amigas. No les quedaba más remedio, ya que les aguardaba, a todos, pero a ellas más, una etapa difícil de superar. Serían piezas de un rompecabezas en la que había que acoplarse y, por el bien de las más jóvenes, tenían la obligación de hacerlo.

Por su nieta mayor no temía nada. Además, se había brindado para acompañar a su hermana, pero era ella, Suni, quién precisamente le preocupaba. Nada de colaboración esperaba de su nuera. Tendrían que aguardar a que el matrimonio se reuniera y llegaran a un buen acuerdo, por el bienestar de su hija en común , pero también por el resto de la familia que, de esta manera tendrían una convivencia más grata.

 

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer

Edición: Julio 2022

Fotografía: Internet