domingo, 31 de diciembre de 2017

Entre nubes - Capítulo 2 - De azafatas y pilotos

Como cada día paseaba por los vestíbulos del aeropuerto escrutando alguna novedad, pero todo estaba tranquilo, nada especial, era mediados de semana y nada alteraba el ritmo del aeropuerto. Entraban en escena unas  azafatas uniformadas de la World  Transporter, su compañía de vuelos de interior, .hablando y riendo, y de vez en cuando, alguna de ellas echaba la vista atrás  hacia una compañera, que venía  algo distante,  con un piloto, No sabía porqué siguió al grupo  y llegó hasta donde venía la otra chica, y tuvo la impresión, por el gesto enfadado de ella y del piloto,  de que estaban discutiendo bastante enfadados.
 Suponía que sus compañeras de delante  comentaban    algo relacionado con quienes venían detrás. Seguramente serían novios y discutían.. Se fijó en el rostro de ella: joven y bien parecida y de tipo esbelto. Alta de 1'75 de estatura como exige la Compañía.  Ligeramente maquillada. En general se podría decir que era una chica guapa.  El piloto  de bastante más edad que ella, con algunos cabellos blancos en las sienes.  En un momento dado, y a medida que se acercaban hasta donde estaba Alexander, pudo ver que el piloto,  en su mano izquierda , en el dedo anular,  llevaba  un anillo de casado.  Y enseguida dejó volar la imaginación:

- A todas luces se trata de un ligue, pero él está casado. Debe ser un rollo de esos de unas horas entre camaradas.-

Se perdieron en el interior de la puerta de Personal Autorizado, y Alex dejó de pensar en ellos. Sólo había sido una distracción de una mañana corriente y una pelea corriente.  Posiblemente fueran sólo compañeros, y la discusión se produjera por algún cambio de última hora en el trabajo

-  ¿Y qué más me da.?- se dijo él mismo.

Les siguió con la mirada hasta el mostrador de personal y los cinco se identificaron   en él: salían en el próximo vuelo con destino a Seattle Y terminó su inspección,  sin fijarse en nada más.  Consultó su reloj y se encaminó, como siempre a su despacho.  Tenía por delante una mañana  de bastante papeleo:

. ¡ Menos mal que se acerca el fin de semana ! - pensó.  No lo pasaría de visita  en casa de sus padres, con la excusa de tener trabajo atrasado. Necesitaba relajarse, y pensó que escucharía la misma monserga de siempre de su madre, y francamente,  no le apetecía nada. Cualquier día de la siguiente semana, les invitaría a comer fuera de casa, y así cumpliría con ellos.

 Iría con una amiga a navegar en el velero que tenía anclado en el puerto deportivo. Se bañarían y después bajarían a tierra y antes de que anocheciera, regresarían, y ya en su casa seguirían disfrutando del fin de semana.  Y mentalmente dijo a su madre:

- ¿ Ves mamá ?  No necesito casarme para estar con una chica.

Y con esos planes, y con la chica de turno, Alexander pasó el fin de semana. Ya en la cama, repasó mentalmente lo que debía hacer el lunes;  era un día que no le gustaba mucho, pero le apasionaba su trabajo.  En el horizonte no había ninguna complicación, nada más que el día día de un aeropuerto de una ciudad mediana, a pesar de que él también llevaba la dirección de su compañía particular.  Tenía  tiempo y energías para ambos trabajos.  Sonrió, se giró en la cama y en cinco minutos se quedó dormido.

Y nuevamente comenzaba una  semana, pero no había nada de nuevo en el quehacer diario.  Y como en otras ocasiones, vio al grupo de azafatas, y buscó con la mirada a la chica enfadada como él la llamaba.  No estaba en él, aunque sí el piloto que charlaba animadamente con otros compañeros..
Siguió su paseo.  Se sentía satisfecho, bajo su dirección, el funcionamiento del aeropuerto  era excelente.  Se había rodeado de un grupo de profesionales magníficos que le ayudaban a dirigir aquel conglomerado de entradas, salidas, de gentes, equipajes y de problemas que inevitablemente se producían a diario, a veces a cientos, pero nada que no pudiera solucionarse.

Dentro de la semana viajaría a Irlanda; estaba estudiando una ruta  en la isla Esmeralda, en Cork, concretamente   Haría lo mismo que cuando se inició en el negocio de transporte aéreo.  Posiblemente serían aviones de transporte de correo o vuelos baratos para estudiantes, o  mercancía al  interior de la isla, y después si todo marchaba bien, como esperaba, lo intentaría con algo de mayor relevancia: pasajeros en aviones grandes.

Todo eso eran proyectos solamente, pero era alguien que cuando se le metía algo en la cabeza, no paraba hasta conseguirlo. Se lo propuso con el primer avión que adquirió y que pilotaba él mismo, hasta que compró    un segundo y tuvo que contratar  a otro piloto, y así sucesivamente, hasta conseguir una línea exclusivamente de transporte de pequeños viajes.  Esos serían los cimientos,  de lo que,  pasado el tiempo conseguiría,   su meta: algo más grande.

Lo dejaría todo dispuesto para el miércoles.  Era un día intermedio en el que no había excesivo trabajo.  En Cork hablaría con representantes políticos y autoridades del aeropuerto, tanteando el terreno, para después sacar sus propias conclusiones..  Después de revisar la correspondencia y todo el papeleo que su secretaria le presentó, se tomó un momento de respiro.  Se sirvió un café y comenzó a buscar en sus archivos de personal, a quienes integraban la tripulación de los vuelos a Seattle, y ante sus ojos las fotografías de quienes trabajaban en su línea aérea, y  que  pilotaban los vuelos de una ciudad a otra.

La curiosidad le había impulsado a revisar los rostros de quienes componían el equipo y a ver su ficha.  Eran unos datos personales, guardados en un archivo de su ordenador personal,  con una clave que sólo él conocía.  No vulneraba ninguna privacidad, pero sí debía conocer todo lo concerniente al personal a sus órdenes.

Leyó muy de pasada el curriculum de cada uno, hasta llegar al de la "chica enfadada".  En ese se detuvo  y averiguó que se llamaba  Alyssa, que tenía treinta años, y que permanecía soltera... y a continuación los estudios realizados, y su domicilio actual, teléfono, etcétera.  Se fijó más en su rostro y tuvo que reconocer que era bastante guapa.  Buscaba incesantemente la ficha del piloto, con el que había discutido.  La encontró y como había imaginado, efectivamente estaba casado, padre de dos hijos y tenía cincuenta años.

No iba muy descaminado:  intuía que tenía un rollo con la azafata y las cosas no estaban saliendo como debían.  Siguió leyendo, y comprobó que el piloto había solicitado un cambio de destino y de compañía.  Ese era el motivo de la discusión: él la dejaba plantada.
  Cerró el archivo y nuevamente siguió con lo que estaba haciendo antes de entrar en las fichas del personal.  ¿ Se estaba convirtiendo en un cotilla? Sonrió ante esa idea. Indiscutiblemente no; sólo le había llamado la atención aquel grupo de azafatas que murmuraban algo referente a  dos de sus compañeros que se mostraban totalmente fuera del grupo y con caras de pocos amigos.

De nuevo se enfrascó en los documentos que llevaría a Irlanda y repasó las citas que tenía para entrevistarse en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, así como el director del aeropuerto de Cork.

Había elegido esa ruta porque hasta  allí iban muchos estudiantes y cabía la  posibilidad de establecer una ruta desde Dublín a precios económicos.  No era ese su ideal, pero de momento sería el comienzo de su más ambicioso plan.
-
Llegó el día y subió al avión que le llevaría a Irlanda.  Tenía muchas horas por delante.  Primero iría a Dublín y desde allí enlazaría a Cork.  Llevaba en su portafolios la planificación de lo que quería hacer.  Lo repasó todo nuevamente y cansado, decidió ver  algo de televisión.


Entre nubes - Capítulo 1 - Alexander Colby

Alexander Colby, era en extremo meticuloso en sus planteamientos de vida. Diríamos que algo cuadriculado:  jamás se salía de las normas que él mismo se había impuesto. Era piloto de aviación, aunque en la actualidad no ejercía de ello, pero si estaba relacionado, y mucho, con su antigua profesión.  Era director general del aeropuerto de Augusta,  en Maine, y además dueño de una compañía de vuelos medios  dentro del estado, pero tenía un sueño y una meta a conseguir:: cruzar el Atlántico con vuelos regulares en Europa. Tenía fé en conseguirlo, y su primera escala serían las islas Británicas, cualquiera de ellas..  Para ello, viajaba todas las semanas hasta Londres, Dublin o Edimburgo, para establecer contactos y contemplar las distintas posibilidades de negocio que hubiera.con al adquisición de alguna ruta.

¿ Cómo es físicamente Alexander? . Alto de  uno noventa  de estatura, de complexión fuerte, cabello castaño, y ojos grises; lo que se dice un hombre bien parecido y muy atractivo para las mujeres, pues tenía labia y un gran sentido del humor, lo que se suele decir de alguien simpático.  Era deportista y le gustaba el ejercicio físico al que dedicaba un par de horas diariamente.  Para ello se levantaba a las cinco de la mañana y dedicaba a correr una hora, después al gimnasio que tenía en su casa y a continuación una ducha, vestirse y salir rumbo a su trabajo.  Siempre seguía un mismo patrón, siempre hacía lo mismo, sin que nada ni nadie lo alterase.

Cuando entraba en el aeropuerto, desayunaba en cualquiera de las cafeterías y a continuación se daba un paseo revisando las entradas y salidas de los constantes pasajeros del recinto.  Tenía ojos de águila, y nada se le escapaba.  Percibía cualquier cosa extraña y fuera de contexto del transcurrir ordinario del aeropuerto.  Si no percibía nada extraño, se dirigía a su despacho, y desde allí conectaba con sus más directos colaboradores, es decir, iniciaba su jornada.  Y así día tras día, y año tras año, y ya eran cinco los que estaba al cargo.

También era un amante del cine y de la música, aunque pocas veces podía disfrutar de sus aficiones favoritas. Al terminar su jornada diaria a las siete de la tarde, iba a su casa, veía un poco de televisión mientras cenaba un sandwich, o algo de fruta y yogur,   y a las nueve de la noche se iba a dormir.  Sus amigos más íntimos hacían chistes de su horario de ermitaño, pero a él le tenía sin cuidado que pensasen que era un "jóven-viejo".

En la actualidad, no tenía novia y no se le conocía un compromiso serio con ninguna mujer, y eso tenía un porqué: había sido plantado por su novia un mes antes de celebrarse la boda. La explicación que dio su prometida fue: <incompatibilidad con los horarios >.  Estuvo a punto de caer en una depresión, porque amaba a Ruth, y lo que menos esperaba era que le dejaran al pie del altar.

Como alguien de fuerte carácter, supo superar la prueba y seguir con su vida y sus planes adelante, y aunque salía algunas veces con chicas, se hizo el firme propósito de no confiar en ninguna y no formalizar  alguna relación con las féminas.

Su familia gozaba de buena posición, y ellos fueron sus animadores, cuando terminó su carrera como piloto, y quienes le influyeron a cumplir su sueño y su gran deseo: una línea de aviones comerciales. trasatlánticos.

Hemos descrito quién era Alexander, y posiblemente, más adelante,  resaltaremos de nuevo,  cualquier faceta de su carácter, pues eran muchas y muy variadas.   Pero será  cuando vayamos conociéndole más. En tiempos, antes de que su futuro como casado se desvaneciera, apreciaba salir con amigos y correrse alguna juerga que otra, pero después de aquello todo cambió, y se volvió un solitario triste y aburrido.

En ese fin de semana acudiría a casa de sus padres y comería con ellos.  Sabía de antemano la conversación mientras almorzasen : su situación sentimental.  Era aburridísimo, siempre lo mismo, siempre la misma pregunta, siempre insmiscuirse en su vida privada. Y siempre la misma respuesta paciente de Alexander

- Mamá... ¿ Sabes los años que tengo ?
- Si hijo. ¡ Claro que lo sé: !. Camino de los cuarenta Te lo digo por tu bien; va siendo hora de que pienses en formar tu casa
- Ya la tengo formada, y si te refieres a que entre en ella una mujer, desengáñate, ni la quiero ni la necesito.  En ningún sentido ¿ me entiendes?
-Eres muy cargante, Evelyn. Acabas de recordarle la edad que tiene ¿ Crees que no es suficiente para saber lo que quiere?  No me extraña que no venga más a menudo.  Eres muy pesada, querida, con el tema casamiento
- Además, mamá, hoy día no hace falta casarse. Si conociera  a alguien de la que llegase a enamorarme, bastaría con que viniera a vivir conmigo, sin más complicaciones.  Si nos separásemos no tendríamos problemas ni reclamaciones
- Cada día te entiendo menos, hijo
- Déjalo ya, mamá.  Por mucho que insistas no voy a hacerte caso. - la respondió dándola un suave apretón en la mano.

A media tarde, pensó que ya era hora de regresar a casa. Por esa semana había cumplido con el rito obligado de visitar a sus padres.  Tendría una semana por delante hasta la próxima cita.  Sonreía mientras conducía de regreso a su casa.  Le resultaba muy cansado siempre la misma historia, pero lo perdonaba, porque sabía que su madre lo hacía con la mejor intención. Le quería ver con una familia y convertirla en abuela, algo que ni siquiera se le pasaba por la imaginación.  No se veía cambiando pañales, ni aguantando a una mujer recién parida e histérica porque el tiempo no le alcanzaba, siempre pendiente del bebe.  Ante la imagen de ese cuadro , se dijo así mismo:  < No ni hablar >.  Y así,  analizando el panorama que acababa de visionar, llegó hasta su casa , y entró en el garaje en el que aparcaría su lujoso automóvil.