martes, 31 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Cap ítulo 27 y último -Aufiderssen Berlín


Ambos esposos tardaron en conciliar el sueño, sumidos, cada uno de ellos, en sus propios pensamientos.  Brendan la abrazó y Liesa también lo hizo.  Y las caricias continuaron para al final terminar haciendo el amor.  Sería una manera fácil de echar fuera el cúmulo de sentimientos que ambos sentían en su interior.  Los recuerdos se atropellaban en la memoria de ambos, pensando en todo lo que habían perdido por las ideas neuróticas de alguien enloquecido por las ansias de poder.  Pero no sólo de él fue la culpa, sino de los enajenados que creyeron sus arengas y que les condujeron a su propia destrucción.
Millones de personas inocentes, habían muerto y esa sería una herida siempre abierta y de difícil olvido.  Y estaba bien recordarlo, para que nunca más volviera a ocurrir.

Despacio, sin hacer ruido, Liesa se despertó y miró a su marido que dormía plácidamente abrazado a ella.  Le retiró el brazo suavemente y le besó en los labios, para levantarse de la cama sin que a penas notara su falta.  Era muy temprano pero quería salir a la calle y vivir intensamente todo lo ocurrido el día anterior.  Se asomó a la ventana y vió todo tranquilo, sin a penas gente por la calle.  Sólo el personal de la limpieza trataba de que todo estuviera en orden.  Había sido una noche de algarabía, pero ahora llegaba la segunda parte:  recobrar la normalidad.

Se vistió y se dirigió hacia la puerta de Brandenburgo que estaba cerca del hotel.  Quería llevarse ese recuerdo en su retina . Había poca gente  mirando el resultado del derribo del muro, pero los que allí estaban sacaban fotografías para que no se olvidase.  Liesa se agachó y buscó entre los escombros, algún pedazo que no fuera grande, pero que recordara lo que allí se había vivido.  Encontró un trozo con restos de una pintada y lo guardó en su bolsillo.  No podía evitar la emoción que sentía, e instintivamente miró hacia arriba, al cielo y sonrió.  Ante su imaginación, aparecieron los rostros de sus padres que también sonreían.  Tan ensimismada estaba, que no se dió cuenta de que Brendan llegaba a su lado y la abrazaba fuertemente

- Qué susto me has dado.  Sabía que estarías aquí, pero podías haberme despertado y hubiéramos venido juntos.  Volvamos al hotel, hemos de hacer el equipaje y dejarlo todo listo.
-¿ Estabas preocupado?
- Siempre lo estoy por ti.  Eres ,mi mayor riqueza y he de cuidarla

Liesa se puso de puntillas y abrazando la cabeza de su marido le besó en los labios ardorosamente.  El se sorprendió ante ésto; pocas veces había hecho esa demostración de amor en la calle.

- Vayamos al hotel,.  Aún tenemos tiempo de ir más allá - insinuó Brendan- Despidámonos de Berlín como Dios manda - y ambos rieron sabiendo a lo que él se refería

E hicieron de nuevo el amor   Pero era desenfrenado como si hubieran retrocedido en el tiempo y los años no hubieran pasado.  Ya no tenían tabúes ni miramientos de nada; hacían lo que les apetecía, como les apetecía y cuando les apetecía.  Y casi se les hizo tarde para su salida del hotel

- Señora Flanagan, ha estado pero que muy bien.  Nunca  hubiera pensado que resultaría alguien tan excitante en la cama, después de que le explicara con pelos y señales, todo lo que una pareja debían hacer para ser felices- dijo Brendan tras los últimos rescoldos de amor
-Es que te convertiste en un maestro excelente

Y rieron felices abrazos uno al otro.  Faltaban pocas horas para que su viaje terminase.  Sería un broche de oro, y posiblemente ya no volverían.  Los recuerdos de lo vivido entonces, quedarían sepultados con el muro y con la reconstrucción de la nueva capital de Alemania.  Ya no quedarían vestigios del 39 y con ellos se marcharían Helmut, Jessica y Candice.  Les guardarían siempre en su corazón, pero aquel lugar, ya no sería el mismo.  Se borrarían todos sus pasos y no tenía objeto volver, ya que se sentirían extraños en otra ciudad ajena a la que conocieron.  Liesa guardó fotografías tomadas en la calle y en su casa , junto a un trozo de muro, en aquella maleta vieja de cartón que contenía su pasado hasta llegar a Inglaterra.  La pondría en el estante más alto del armario, para que fuera sólo un bello recuerdo de otra época vivida, pero ya pasada definitivamente.

Y a su regreso, y después de contar a sus padres e hijo todo lo vivido , abordaron el tema de Gorrión y su posible estancia entre ellos.  Fue unánime la aceptación de ese proyecto.  Alan Flanagan, perdió la mirada  en algún determinado punto y rascándose la nuca dijo:

- Mi buen y viejo amigo Pierre ¿ vendrá después de tantos años ? - a Brendan le extrañó la forma nostálgica en que su padre pronunció esas palabras.

- ¿ Le llegaste a conocer ?
- ¡ Naturalmente ! Nos vimos cinco minutos solamente en uno de mis viajes a Londres, pero fueron suficientes para sellar una amistad.  El fue nuestro enlace para localizar a Liesa y su familia junto contigo.  Fueron trámites difíciles y los tiempos más difíciles aún, pero tu moviste tus hilos y yo los míos.  El resultado helo aquí - y señalando a Liesa todos aplaudieron - Si viene, vivirá con nosotros.  Está decidido
- ¿ Por qué le llamáis Gorrión ? - preguntó curiosa Liesa
- Por que siempre cantaba cosas de Edith Piaff.  Luego se pasó a la zona rusa y allí se quedó cuando la repartición de Alemania.  Al perder a su hija, le daba todo igual.  No tenía familia ni nadie que le esperase.  Era lo mismo una zona que otra.  Pero afortunadamente, todo eso ha quedado bajo unos escombros, y se abre una nueva época, un tiempo nuevo para todos nosotros.

Y Gorrión llegó dos meses después de su encuentro en Berlín. Se abrazaron todos emocionados.  La familia se ampliaba, aunque los ausentes siempre estarían presentes.  James les miraba atónito, como diciendo " los viejos siempre están con sus batallitas" .  Afortunadamente para él, no había vivido aquellos tiempos convulsos; le aguardarían otros y otras situaciones  Vendrían otras guerras cruentas que nunca pensaron volver a vivir. Atentados atroces que les sobrecogerían.  Pero ellos se mantendrían unidos y firmes como una roca.  Porque a fuerza de llanto y sufrimiento, las personas se endurecen, pero también la ternura y compasión afloran en sus vidas..Y vieron crecer a James y hacerse hombre, cuyo parecido con el tío muerto  era extraordinario.  Y se acostumbrarían a vivir deprisa como la época requería. Y ellos se harían viejos, pero nunca olvidarían lo vivido en su juventud y los estrechos lazos de amistad y afecto que crearon.  Pero esa ya sería otra historia.






                                                             F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Ilustraciones:  Internet
Edición:  Junio  de 2018
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Mi vida en una maleta - Capítulo 26 Una noche de Noviembre

Brendan había ido a la agencia de viajes para reservar el vuelo para dos días después.  Al menos tendrían un día para asimilar todo lo vivido y asentar los recuerdos en la memoria.  Necesitaban un respiro, y pensaron que un día lo dedicarían a recorrer el Berlín occidental y comprar algún recuerdo para amigos y familiares;  sería algo para refrescar su memoria tan inmersa en la historia.

Los tres juntos desayunarían
 en la cafetería del hotel  y charlarian como  viejos amigos que se apreciaran, a pesar de haberse visto en contadas ocasiones. .  Brendan besando a su mujer se despidió de ellos, quedando en un determinado lugar para encontrarse a su regreso de la agencia de viajes , y seguir juntos el recorrido de compras.

 La conversación entre Liesa y Gorrión,  derivó sobre Candice y los proyectos que tenían ella y Brendan, truncados por lo que todos conocemos.
—  ¿Sabe señora ? La quiso mucho y lloró su muerte. Pero ahora veo la mirada que deposita en usted, el cariño con que la trata, lo pendiente que está de usted constantemente, y pienso que es un hombre afortunado por sembrar tanto amor a su alrededor. Es un hombre bueno que lucho lo indecible con cumplir la promesa hecha a un desconocido en situación muy adversa.  lo que el destino fue capaz de hacer con ustedes dos.  ¿ Quién iba a pensar que aquel joven se casaría con la niña que trajo desde Alemania ?  A veces pienso que una mano invisible movió los hilos para que dos seres se encontraran y amasen como vosotros lo hacéis.  Me siento satisfecho porque compruebo que el amor reina entre vosotros y sé, que mi hija sonríe al verle tan feliz como es Brendan.  Es un viejo y querido amigo
— Gorrión ¿ Vendrá alguna vez a visitarnos ?  Me gustaría que conociera a nuestro hijo.  No ha querido venir con nosotros porque era un viaje de nostalgias y de recuerdos profundos para nosotros, y debíamos vivirlo nosotros dos.

— ¡ Claro que iré.  Tengo todo el tiempo del mundo y muchas horas para pensar.  Os deseo la mayor felicidad del mundo. Y tú, pequeña, ámale con todas tus fuerzas porque, no sólo lo merece, sino que te ama  en igual medida.
— Lo sé Gorrión. Daría mi vida por él. Visitamos juntos la tumba de Candice porque supe lo que representó para él y al dolor que tuvo que enfrentarse.  Por eso necesitaba venir y visitar a nuestros seres queridos, para estar en paz con ellos y con nosotros mismos. Cerrar ese episodio, y comenzar uno nuevo, sin sombras en los armarios.  Para poder expresarnos sobre ellos, sin que sea un dolor difícil de soportar y de comentar.  Deseo que nuestra vida sea sencilla, pero amable
— ¿ Acaso no habéis sido felices ? — preguntó Gorrión
— Si lo hemos sido, siempre, Pero debimos hablar de ello, porque al no hacerlo, ambos teníamos heridas que tenían que ser cerradas, como así ha sido.  De ahora en adelante, dejaremos dentro de nuestro corazón a todos los seres queridos que hemos perdido.  Les recordaremos con el amor que merecen pero siguiendo adelante.
— Cada vez que te miro recuerdo a mi hija. Es imposible olvidarles, pero si recordarles con ternura sin perturbar las vidas que hemos de vivir.

Al fin llegó Brendan cuando ellos ya habían terminado su conversación:  se habían confesado mutuamente. Y fue antes de lo previsto por lo que no fue necesario acudir al lugar de reunión en donde habían quedado.

Ya tenían los billetes de los tres:  uno para Francia y dos para Inglaterra.  ¿Cuándo volverían a verse?  Era difícil de precisar, pero fue Liesa la que dio una idea:

— Gorrión, vives solo.  No tienes familia ¿Por qué no vives con nosotros en Inglaterra?  A mi suegro le encantará charlar contigo.  Tenéis muchas cosas en común, y sobre todo viejos recuerdos que os gustará comentar de vez en cuando.  Creo que a Brendan, y a mi también, nos darías una gran alegría.
— No me lo repitas dos veces, pequeña.  Lo mismo te tomo la palabra—y rompieron a reír

Los tres salieron a recorrer por última vez la ciudad que estaba en sus calles repletas de gentes.  Los dos hombres se miraron sin pronunciar palabra, pero aquel trasiego de personas no era normal. Mucho temían que lo anunciado se produjera de forma inminente.  El rostro de las gentes no era de furia contenida, ni mucho menos, era esperanzador y de alegría.  Procuraron no ausentarse mucho del hotel y se cuidaron de comentar nada para que Liesa no se asustara.  Compraron cuatro chucherías como recuerdos y a una hora temprana regresaron al hotel, y en él cenarían.

Estaban en los postres y a punto de retirarse, cuando algo inusitado se producía en el hall del hotel.  Los empleados cuchicheaban por lo bajo y, extrañamente, el vestíbulo estaba lleno de gentes que miraban al exterior.  Brendan y Gorrión se miraron.


— ¿ Por que no subes a nuestra habitación y nos tomamos la última copa ? —dijo Brendan a su amigo

Lo cierto es que quería alejar a Liesa del bullicio que por momentos se estaba produciendo.  Gorrión imaginó lo que pensaba y aceptó en el momento.  Mejor estar los tres juntos por lo que pudiera ocurrir.  Conectaron el televisor, y en todos los canales había la misma retransmisión y las mismas imágenes: unos hombres subidos al muro y con picos trataban de derribarlo.  Liesa estaba atónita y los hombres se miraron con preocupación, pero al poco rato se relajaron al contemplar las imágenes que tenían en la pantalla del televisor:  sólo había alegría, lágrimas y esperanza en las caras de todos ellos.  Brendan abrazó a su mujer y a continuación a su gran amigo Gorrión

— ¡ Al fin ! —exclamó Brendan
— Nunca pensé que viviría para verlo — dijo Gorrión

Liesa no dijo nada.  Sólo tenía la vista fija en el televisor y en las imágenes que se veían.  Las calles estaban totalmente invadidas por personas que se abrazaban que sonreían y que lloraban. Se estaban derrumbando veinticinco años de vergüenza para Alemania, y de mucho sufrimiento para las familias que habían perecido en su intento de saltar al otro lado.  Al fin serían libres de su destino cruel, un daño colateral de la contienda.  Ocurría  el 9 de Noviembre  de 1989, y todo el mundo tenía sus ojos puestos en Europa

Mi vida en una maleta - Capítulo 25 Flores para el descanso

 Los padres Flanagan se miraron y les advirtieron de que si se confirmaban los rumores, sería posible que hubieran altercados de uno y otro lado.  Brendan, apretando ls mano  de Liesa, dijo si con la cabeza, sonriendo.   Aceptó el plan de su esposa, y se cuidó muy mucho de repetir la discusión del día anterior.  Estaba dispuesto a complacerla, nada le gustaba más, pero es que el recuerdo de la separación, lo tenía muy presente aún, y no quería re abrir viejas heridas.  Pero ella, en esa sonrisa, advirtió las dudas de él.

— No temas, cariño. Ya estoy curada.  Pero he de hacerlo;  se lo debo y te lo debo.

No dijo nada más, dejando a su marido tratando de entender lo que le había querido decir. No había concretado todo el itinerario; creía que sólo incluía Berlín, pero en su cabeza estaba la primera visita: a Alençon.  Quería depositar unas flores en la tumba de Candice.  Sería una sorpresa que creía iba a  complacerle.  Desde que abandonara la zona, nunca había regresado. El había amado a esa mujer que iba a darle un hijo, y aunque fuera pasado, formó parte de su vida, al igual que ella lo formaba ahora  Debía recordarla porque dejó una huella dolorosa en su vida  y formaba parte de su curriculum  Si.   Creía que debía hacerlo y lo haría.

Cuando ya lo tenían todo ultimado, surgió algo urgente en el hospital que necesitaba la presencia de Brendan.  Y de nuevo surgió la discusión entre ellos.  Ya lo tenían todo dispuesto, pero debían retrasarlo al menos cuatro días

—No puedo creérmelo— dijo ella enfadada
— Mamá, no te compliques la vida.  Los abuelos dicen que pueden haber problemas ¿ Qué más te da retrasarlo un poco más   Los países no se van a ninguna parte de donde están, permanecerán allí cuando lleguemos.
— James.  No lo entiendes. Lo que ocurre es que no tienes ninguna gana de venir con nosotros
— En eso tienes razón. Por un lado me gustaría conocer en donde naciste, pero por otro...  No,  no me gustaría porque sé que vas a pasarlo mal
— Recuerdo muy poco de aquél tiempo, pero sé que he de ir y realizar unas visitas. Le diré a papa que se quede y cuando termine lo que es tan urgente, vaya a buscarme.  Creo que eso sería lo mejor

Pero Brendan no aceptó.  Tenía miedo que pudiera ocurrirle algo malo, como la otra vez.  Anuló los billetes y retrasó una semana su viaje al continente. 

 Le sorprendió la primera parada, que ni por lo más remoto pensara  que su destino sería visitar la tumba de Candice

—¿Por qué lo haces ? ¿ Aún crees que la sigo amando?
-—No cielo, no es eso.  Pero creo que se lo debemos, los dos.  Ella te amó y tu a ella, punto. Me da pena que siendo tan joven, tuviera ese final prematuro, y el pequeño, también me duele.  Sobre todo ahora que soy madre y conozco ese sentimiento.  Creo de verdad que debemos ir.  Y después a Berlín
— Gracias, cielo. Por estas cosas es que te quiero tanto
— ¿ Sólo me quieres por estas cosas?
— ¡Liesa!  Eres una descarada.

Rieron abrazados.  Al fin pudieron emprender el viaje y llegar a su primer destino: el lugar en donde reposaban los restos de aquél amor juvenil prematuramente desaparecido.  Liesa se echó a un lado, cuando Brendan delante de su tumba, bajó la cabeza y su gesto de dolor, conmovió a su mujer. que sintió lástima por ambos.  Ella se apartó porque presentía que él quería hablarle;  le conocía tan bien que, efectivamente, en voz baja comenzó a hablar con Candice.  No escuchaba lo que decía, pero podía adivinar su dolor y recuerdo de aquel fatídico día en el que todas  las esperanzas de un futuro con ella y con el hijo que esperaban se fundieron con la tierra que ahora les cobijaba.  En su lápida había otro ramo de flores, seguramente de algún familiar, aunque Brendan intuyó que eran de Gorrión.  Ya que estaban allí, trataría de localizarle y al menos, darle un abrazo por tantos años de amistad.

Y no les costó mucho localizarle.  El lugar donde vivía era un pueblo tranquilo, con pocos vecinos.  La guerra desplazó a la juventud que, al finalizar la contienda buscaron futuro en alguna ciudad más grande para tener mejor oportunidades.

Aun conservaban en la memoria su estancia en Berlín, y Brendan especialmente    No era sólo el padre de Candice, sino la ayuda que le había prestado para los trámites de la que entonces era una refugiada y hoy su esposa.
  Fueron a buscarle al bar en el cual se reunía con algunos de sus amigos para charlar tranquilamente.  Había renunciado al cargo que le dieron los rusos, y ahora disfrutaba de una jubilación tranquila y serena.  Se fundieron en un abrazo al, encontrarse de nuevo.  Liesa le besó en las mejillas y él la sonrió con satisfacción.

Como no podía ser de otra forma, le comentaron la misión de ese viaje, suspendido desde hacía tantos años, y del que él recordaba perfectamente.  Ahora  con sonrisas, pero tanto Brendan como Liesa, sabían lo que había supuesto de pesar para ellos, las revelaciones de aquellos días con lo que vino después en su matrimonio.

— ¿Queréis que os acompañe? — les dijo. No tengo otra cosa que hacer, y todavía me quedan amistades en el sector ruso.  Aunque ya son pocas, porque les están evacuando a todos.  No quieren que trascienda mucho y por eso poco a poco regresan. Quizás os sirva de ayuda para cualquier trámite.  Tal y como está todo, nunca se sabe
— Me parece una excelente idea .  Te alojaras en el mismo hotel que nosotros — Liesa aceptó sonriendo.  Les vendría bien un guía que les condujera por sitios que desconocían

Gorrión, miró  a Liesa  indicándola que no era muy oportuno, pero al mismo tiempo, ella tenía un rictus de resolución en su rostro, lo que hizo que   dejase de expresar su opinión.

 Dos días después se encontraban  frente a la puerta de Brandemburgo.  Los tres guardaron un profundo silencio, y Liesa apretó la mano de su esposo.

  Había tardado... ¡cuántos años! Muchísimos, en volver, pero el abrazo que la dio Helmut por última vez, estaba nítido en su memoria.  Brendan conocía el cúmulo de sentimientos que pasaban por su cabeza, al igual que él los tuvo ante la tumba de Candice; Gorrión les acompañaba en los recuerdos.

Extrajo de su bolso el plano que aún conservaba y se lo mostró a su  acompañante.  El sonrió y les indicó la dirección, pero les advirtió que aún habían problemas para pasar al otro lado

—Aún me quedan antiguos compañeros y no creo que sea complicado.  Además ahora hacen la vista gorda.  Vayamos en esa dirección— les dijo, señalando una de las calles.

Todo estaba cambiado. Había todavía señales de casas cerradas a medio derruir.  Otras en cambio habían sido construidas con una arquitectura muy de tipo pabellón sin estética ni belleza.  El comercio era triste y opaco; en nada recordaba al anterior que Liesa vivió., en que el comerciante conocía  el nombre de la clienta, y se tenía tiempo para charlar un poco sobre cosas cotidianas.  Nada de eso existía ya. De pronto Gorrión se paró frente a una casa, con la mitad de sus huecos  tapiados.  Otros con papeles propagandísticos y otros con algún visillo que otro, señal de que había gente viviendo en ella.

El corazón le latía con fuerza y quiso adentrarse en el portal y subir por sus escaleras. Y en cuestión de un segundo, pasaron por su memoria, como si fuese una película, los pocos recuerdos que guardaba en su interior.  Estaba frente a la puerta de la que fuera su casa. .   Le pareció ver a su madre bajando las escaleras con ella de la mano.  O a su padre subiéndolas de dos en dos, ansioso por llegar a casa.  Y volvió a vivir la despedida de Helmut abrazándolas antes de irse.  Brendan la estrechó contra si. para protegerla de aquellos recuerdos tan tristes y dolorosos, sufridos a tan corta edad. y no pudo reprimir el llanto.  Un llanto desgarrador por tantas pérdidas, por tanto sufrimiento, por tantas inquietudes.  Gorrión les observaba y les comprendía.  Puso su mano sobre el hombre de Brendan.  Eran tres personas , entre tantos miles,  que añoraban su niñez, su juventud, o sus seres queridos perdidos irremediablemente.

  — Me hubiera gustado saber en qué calle cayó mi padre—dijo Liesa confortada por un beso de su marido
— ¿Está segura, señora  —dijo Gorrión apretando su mano— Está muy cerca.  No le dio tiempo siquiera a guarecerse.
—¿Cómo es que lo sabe?—  le preguntó ella indecisa
— Cielo, lo sabíamos todo. Era cuestión de tiempo solamente.  Se necesitaba aportar todos los datos para vuestro traslado a Inglaterra y, Gorrión me ayudó mucho a conseguirlos. ¿ Te sientes con fuerzas para ir hasta allí?
—Si cariño. Me duele, pero deseo hacerlo.  Tengo que cerrar de una vez esta página de mi vida de la que ignoro casi todo de ella, o al menos en  parte

 Acudieron al lugar exacto en donde Helmut fue abatido.  Después de comer, irían al cementerio y ese sería el broche final de su viaje de recuerdos.  Eso creían, porque esa misma noche, todo se precipitó y los acontecimientos les sobrepasarían


lunes, 30 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 23 -Separación

Esa noche fue la primera de su distanciamiento. Brendan se la pasó en la cafetería dándole vueltas a la cabeza sobre todo lo ocurrido y arrepintiéndose de no haberlo dicho cuando aún era tiempo para ello.  Se había enterado de su secreto de la peor manera posible, pero también era exagerada su forma de reaccionar. 
 Ella tampoco dormía.  Todo lo que necesitaba era llorar y lo hizo en cuanto se quedó sola.  Repasó en su memoria todos los momentos felices que habían pasado juntos, y la ilusión con la que habían preparado este viaje que tan malos resultados había tenido. Lejos de consolarla, incrementaba aún más su decepción.

— A veces es preferible ser estúpida, ciega y sorda.  No enterarte de nada, porque al menos vives con la ilusión de que algún día todo vuelva a su sitio.  Pero callar una cosa como esa me hace pensar ¿Qué más cosas ha ocultado? Pienso que no he sido, no sólo la segunda, sino otras mucho más atrás.  Y que no ha conseguido olvidar y que debe ser una tortura tener este hijo que llevo en mi vientre, porque le debe recordar al otro vilmente asesinado.  Sé que me volveré loca de dolor, porque en él deposité toda mi esperanza y soledad.  Con él me sentía protegida, pero ahora...   dentro de poco tendré un hijo, de él, que seguro se preguntará cómo sería el otro si viviera.  Y eso no podría soportarlo.  Como tampoco podré soportar no verle, no besarle, no tenerle, pero no puedo vivir con esta angustia presente en mi vida   ¿Por qué se me ocurriría ir hasta el este?  ¿ Por qué no le hice caso ? Ahora estaríamos tranquilos y sin problemas.  Bueno, pensándolo bien, creo que él no los ha perdido de vista en todos estos años.

Era muy tarde, cuando la puerta de la habitación se abrió.  Ella se hizo la dormida, no quería verle, ni oírle: No sentirle.  Nada de eso hizo Brendan, simplemente se sentó en el borde de la cama y la dijo bajito:

— Sé que no duermes, que no puedes, al igual que yo.  Nunca hubiera querido llegar a esta situación.  Te ruego que reconsideres todo, que no destroces la vida que hemos construido juntos, por algo que ni tiene remedio ni puede evitarse.  Entiendo que hayas perdido tu confianza en mí, pero te ruego que me des otra oportunidad.  Cuando digo que te quiero más que a nadie, es cierto. Tú cerraste esa herida y me diste alegría de vivir. Te quiero como nunca imaginé poder llegar a amar a alguien. Por favor, por favor. Volvamos a nuestra vida de siempre.  Ahora más que nunca necesitamos estar juntos.  Nuestro hijo lo curará todo; sé que estás pensando que al verle pensaré en el otro.  No lo sé, posiblemente se cruce esa idea por mi cabeza, porque era un ser inocente que mereció vivir.  Pero este hijo nuestro lo engendramos ambos, con verdadero amor y será amado al máximo.  No rompas ese vínculo con él.  Será mi hijo por encima de todo y le defenderé contra todo y contra todos, al igual que a ti, porque siempre serás mi esposa querida, de la que estoy enamorado y de la que no deseo separarme jamás. Nunca imaginé que me enamoraría de una jovencita, a la que además debía proteger.  Pasé mucho tiempo con la desesperación en mi vida. Cuando decidí volver era un ser sin alma, pero al verte, algo se encendió dentro de mi, o quizá ya te presentía sin conocerte, y el destino quiso ponerte en mi camino.  Nunca sabemos las vueltas que puede dar la vida, y a mi me llegó la esperanza de una forma extraña, pero me diste las ansias de vivir que había perdido.


Esperó una respuesta, pero ella ni siquiera abrió los ojos, ni se movió.  No quería escucharle porque sus palabras, lejos de convencerla, la hacían dudar, aún más.  En vista de que ella no  respondía, Brendan desapareció de su vista.

El camino de regreso fue en silencio entre ambos.  Llegaron a su casa y cada uno  se dirigió a una habitación distinta. Esa sería su vida en lo sucesivo. Dos extraños;  habían perdido la magia que tenían.  Ya no eran nada, ni siquiera lo serían a la vista de todos.  No les importaba lo que murmuraran.  Ya todo daba igual; Liesa había vuelto a ser la extranjera solitaria que no conocía a nadie, ni siquiera a su propio marido..

Pasaban lo días y la actitud no cambiaba, hasta que Brendan decidió marcharse a vivir a otro sitio.  No soportaba verla por casa como si fuera una sombra, sin mirarle siquiera, sin dirigirle la palabra.  Sus padres  decidieron intervenir para tratar de arreglar la situación, pero no consiguieron nada.  Ella siguió visitándoles cuando sabía que Brendan no estaría.   La llamaba por teléfono y con suerte respondía, pero era tan escueta su conversación, que también desistió de ello.  Llegó a plantearse si alguna vez le quiso como tanto pregonaba, porque él hubiera sido incapaz de llevar tan a rajatabla su enemistad. Los días transcurrían y se acostumbraron a esa situación, lo que hacía cada vez más difícil el acercamiento.  Y nació el niño, y ella estuvo sola; no quiso avisar a nadie hasta que hubiera nacido.  Dio a luz en Casttle Combe, porque no deseaba que él estuviera presente en el alumbramiento.
Se preguntaba ¿ cómo era posible que al amarle tanto, le guardara tan tremendo rencor? El dolor atenazaba cualquier intención de hablar con él.  Cuando se levantó  después de dar a luz, le llamó por teléfono.  Era hora de que estuviera en el hospital, y habló con la secretaria porque Brendan estaba operando. 
 Era casi de noche, cuando la puerta de la habitación se abrió dando paso a Brendan

— Mi sitio era estar contigo
— Dije que te avisaría, y así lo he hecho
—  No has cambiado nada  ¿ Verdad ?— ella bajó la cabeza y no respondió
— ¿ Puedo verle ?
— Es tu hijo.  No tienes que pedir permiso si deseas hacerlo.  Te lo prometí y suelo cumplir mis promesas
-—También prometiste estar juntos hasta el final

Fue hasta la pequeña cuna en la que dormía su hijo.  Le miró emocionado a punto de saltarse las lágrimas.  Ella le miraba de soslayo ¿ Por qué era tan cruel con él ? Le castigaba por algo que hizo en situaciones difíciles por las que atravesaba, pero nunca la hizo un desaire, ni fingió un amor como él  expresaba, que no era fácil de fingir.  Pero estaba muy dolida ¿ Por qué lo estaba ?  Hubiera deseado ser la primera, como tantas veces él la decía, y resultó que no lo había sido y de no ser por ese destino fatal, ella no sería su esposa.  Y el aceptar eso, era como un puñal que se le clavara.  Porque ella si le amó desde el principio.

— ¿Podré llevaros a casa, al menos ? —la dijo alzando la vista
— No te preocupes si tienes trabajo, tus padres me llevarán.  Quieren que viva con ellos hasta que esté repuesta del parto
— Si, si,  me preocupo.  Pese a todo sois mi familia, mi mujer y mi hijo.  Me he perdido demasiadas cosas y las quiero saber ahora. Cuéntame cómo fue todo
-—Bien, todo fue bien, rápido para ser primeriza.  El niño nació precioso y todo normal.  No hay más que contar
— ¿ Fue parto natural ?
—Si, todo natural.
- Está bien. Supongo que estarás aquí un par de días más. Vendré a buscaros y os llevaré a casa de mis padres si es que lo prefieres.
— Si lo deseo

Esa fue toda su conversación. Aparentemente había una frialdad extrema, pero lo que sucedía era que ambos contenían sus emociones.  Trataban de que no aflorasen, porque Brendan había pedido perdón muchas veces, pero la respuesta que recibía era negativa, así que no lo volvería a hacer.  Liesa sentía la necesidad de perdonar y olvidar, de que todo volviera a ser como antes, aunque fuera imposible.

Cuando entró la enfermera le dijo que se marchara que debía ayudar a la madre a dar el pecho al niño por primera vez y eso era violento para la parturienta

- Señorita soy su marido y médico.  Créame sé cómo hacerlo

Liesa le miraba sin decir nada.  Quería participar hasta en el último detalle, y efectivamente le era violento el hecho de tenerse que descubrir delante de él, debido a la situación que vivían, pero su respuesta a la enfermera fue tajante, y no admitía negativas.   la ayudó a poner al bebe en situación, y sonreía al hacerlo.  Era tierno y dulce con su hijo, y ella sentía unas ganas enormes de llorar.  Se sentía sola a pesar de estar con él, y el recuerdo de su madre la vino a la memoria.  Nunca quiso abandonar a su padre, por peligroso que fuera permanecer allí.  Y ella hubiera querido tener esa unión con él. ¿ Por qué no la tenían ?  Era un momento sublime para disfrutarlo juntos, y sin embargo estaba siendo una tortura para ella.
Puso al bebe en su cuna después de besarle en la cabecita, y ayudó a Liesa a acostarse.  Estaba cansada  y quería dormir, pero tenía miedo de hacerlo y no escuchar al bebe si lloraba.

- Me quedaré con vosotros - dijo escuetamente- Al niño lo bajarán al nido, pero quizá tú necesites ayuda, así que me quedaré
- No hace falta, en serio.  Si necesito algo llamaría a la enfermera.  necesitas descansar
- He dicho que me quedo.  Tengo unos días de permiso por paternidad y atenderé a mi familia aunque no te guste.  Lo siento si te disgusta, pero en otra situación lo hubiera hecho igual, así que,  en esta lo haré.  Y ahora descansa.

Encendió la luz indirecta, la arregló la almohada y la beso en la frente diciéndola:

- Gracias

Mi vida en una maleta - Capítulo 24 - Un amor sólido

 A los tres días después de haber dado a luz, Brendan recogió a su mujer y a su hijo y se  trasladaron hasta la casa de sus padres en la que fueron recibidos con inmensa alegría.  Todos los que allí vivÍan, deseaban tomar al bebe en brazos.  Habían conocido a sus padres de pequeños, y ahora una nueva criatura venía a alegrar la casa, ahora silenciosa.

Brendan miró a su padre haciendo una señal negativa con la cabeza, que entendió perfectamente.  Era el único borrón en tanta alegría.  Hablaría con él y con ella.  Esa situación debía terminar, no sólo por el bien de ambos esposos, sino tambien por la criatura que acababa de llegar a este mundo y se merecía un  hogar feliz.


Liesa se retiró temprano a descansar, y todos hicieron lo mismo poco a poco.  Tan sólo Brendan se quedó en la biblioteca; quería velar el sueño del bebe y de ella.  Subiría al dormitorio cuando comprendiera que ya se había dormido, y se sentaría en un rincón a vigilar el sueño de ambos.  No la molestaría.  Le dolía sentirse rechazado por la persona que más quería, y además injustamente.  Comprendía que fue muy desafortunada la forma en que se enteró, pero  pasaba el tiempo y la situación no variaba.  Había perdido las esperanzas de una reconciliación.  No quería volver a Londres, esta vez no.  Pediría el traslado a Castle Combe para poder estar cerca de ellos, aunque Liesa ya no  quisiera.verle

 La normalidad se iba imponiendo poco a poco.  Brendan abandonó su trabajo en Londres y ahora vivia con sus padres.El matrimonio Flanagan, tras hablar con Liesa, pudieron convencerla para que viviera con ellos, aunque durmieran separados, pero al menos si ella deseaba tener un trabajo, ellos cuidarían de su nieto.  Le impusieron el nombre de James Brendan Alan Flanagan Schroeder, y fue emocionante para todos.  Hicieron una fiesta familiar y los padres se sonrieron más,  e intercambiaron alguna palabra que otra, que no fueran reproches.

Los abuelos no dejaban de mirarles por si acaso algún síntoma  de unión se produjera entre ellos, pero de momento todo seguía lo mismo.  Cada noche antes de retirarse a dormir, Brendan intentaba abrir la habitación de su mujer, pero siempre el picaporte estaba cerrado.  Pero aquella noche, al hacer lo mismo de siempre, notó que la cerradura cedía y la puerta se abría. Se paró un instante antes de entrar.  Seguramente se había olvidado de echar el pestillo, pero no era así.  Liesa le esperaba incorporada en la cama leyendo.  Se miraron y ella hizo un ademán para que entrara.  No se lo podía creer; la esperanza se abría paso . Y fue hasta la cabecera de la cama, y Liesa le hizo la indicación de que se sentara ¿ Qué era lo que quería ?
Pero no dijo nada; sólo se cubrió la cara con las manos y rompió a llorar.  Él la atrajo hacia él y besó su cabeza tratando de calmarla. Tomándola de la barbilla, hizo que levantará su rostro y le mirara a los ojos. Y  Liesa no pudo contenerse y se lanzó a su cuello abrazándole y pidiéndole perdón


— No tengo nada que perdonarte.  Comprendo tu actitud, aunque no la comparta.  Posiblemente si hubiera sido a la inversa, yo hubiera hecho lo mismo. Pero te quiero, tanto, tanto que me duele.  No te cambiaría por nadie ni por nada. Un juego del destino, te puso en mis manos siendo una niña para que cuidara de tí, y sin conocerte, sin conoceros a ninguno le juré a tu padre y, a mi mismo,  que lo haría siempre.  Y así ha sido y así será.  No por cumplir un juramento, sino porque ya te quería, te presentía.  Curaste mis heridas que eran profundas, ya te lo dije. Y me hiciste muy feliz cuando te tuve entre mis brazos por primera vez. Tenía que convencerme a mi mismo de que era verdad.   Que deseaba hacerte mi esposa y que te cuidaría toda la vida.  No dudes ni por un momento que no es cierto. No tienes ni idea lo que  he echado de menos; cosas, que a lo mejor parecen insignificantes, y  comprendí que eran lo más importantes.  Echaba de menos el roce de tu piel,  la frialdad de tus pies en invierno.  El acurrucarte a mi lado cuando tenías frio y el recompensarme por darte calor con un beso.  He necesitado nuestra intimidad como no tienes ni idea   Olvidemos todo y comencemos de nuevo.  Tenemos mucho por lo que ser felices ¿ Me sigues queriendo ?
— ¡ Oh Brendan ! No he dejado de hacerlo nunca.  Aunque me haya portado como una estúpida celosa o mal criada, no lo sé. pero es que te quiero tanto, que al escuchar aquella confesión  me dolió no el saber que habías amado a otra persona, sino que me sentí desplazada, que no te pertenecía, que no pertenecía a vuestra casa.  Que seguía siendo una refugiada a la que no se tenía en cuenta.    me vi perdida , tremendamente sola y sin saber qué hacer con el hijo que iba a nacer.  Desorientada, dolida y enfadada, muy enfadada contigo.  Pero sé que fui injusta y no tengo palabras para pedir que me perdones
— ¿Tengo que perdonar por amarme tanto como me amas? No cariño.  Todo ha pasado ya. Volvamos a ser nosotros, con nuestro pequeño.  Recobremos nuestra vida y olvidemos lo pasado.

Aquella noche no durmió sola, sino abrazada a él.  Ahora era ella la que le abrazaba, quizá por temor a que fuera una vana ilusión y al despertar comprobara que todo seguía igual.  Pero no era así.
 Brendan besó a su mujer con pasión y no dejaba de repetirla lo que la amaba, lo que la necesitaba y que no volviera a rechazarle nunca más.  Hablarían todo lo que pasara en sus vidas, por insignificante que fuera, pero nunca más se produciría una situación como la que habían vivido.

Todo volvió a ser como al principio y hacían todo lo necesario para olvidar esa mala racha en sus vidas.
Volvieron a reír , a jugar, a amarse, y de todo ello también participaba James, que poco a poco, año a año se hacía mayor y ellos también

Ya no eran jóvenes:  Brendan tenía las sienes color de plata  y estaba a punto de dejar la cirugía y Liesa pasaba de los cuarenta.  Se había convertido en una mujer bella y reposada que ahora encaraba la vida de otra manera.  Pero seguía teniendo una sensación extraña dentro de ella. Tenía pendiente algo importante  que realizar.  El chico ya era mayor.  Los abuelos  estaban achacosos, pero  Molly les ayudaría.  Había partido la señora Gibson, y su ausencia se notaba tremendamente en la casa.  Había supuesto un gran disgusto para todos, y todos la lloraron.  No en vano había pasado toda su vida con ellos.


Sería durante algunos días libres que propondría a Brendan una escapada.   Creía que debía acompañarles su hijo, porque aún muy joven, comenzaba a darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor.  Sería bueno que supiera cómo habían sido las cosas no hacía tantos años.  Debían hacer un viaje, que sería muy distinto a ese otro que creó tantos problemas.  Primero visitarían Francia, Normandía exactamente, e irían hasta Alençón y después a Berlín.  Tenía esa necesidad desde hacía tiempo y no sólo por visitar nuevamente la tumba de sus padres, sino por ver cómo estaba ahora esa zona este.  En los círculos políticos se hablaba de derribar el muro y que el último reducto ruso regresara a la Madre Rusia, y de este modo re unificar Alemania.  No sabía si era oportuno o no, pero ella quería estar allí cuando ocurriera,  si es que sucedía.

Se lo propuso a James, pero al muchacho no le apetecía nada hacer un viaje nostálgico con sus padres.  Prefería quedarse con los abuelos y con sus amigos.  Cuando se lo dijo a Brendan, tampoco puso muy buena cara;  sería reabrir viejas heridas ya cerradas, y eso costó una discusión.  Y no se pusieron de acuerdo.

— Pues bien, iré yo sola.  Ahora no es como hace años.  Todo está cambiando y yo quiero presenciarlo en persona.  Es como si lo compartiera con mis padres.  En serio quiero y debo ir.
— Está bien, te acompañaré, pero pongo de ante mano que no va a ser agradable.  Hay demasiados recuerdos y debemos dejarles dormidos como están.




domingo, 29 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 22 - Candice en la memoria

Cuando llegaron  de nuevo al hotel, Brendan respiró aliviado.  Algo había ocurrido en aquel despacho que había dejado a su mujer sin palabras.  Ni siquiera le miraba, ni hablaba.  Daba vueltas por la habitación guardando cosas en la maleta ¿ Quería marcharse ?  La experiencia no había sido positiva, pero eso ya lo sabía por habérselo advertido.  Pero no era eso.  Ni siquiera se atrevía a preguntarle;  por fuerza tuvo que extrañarle el encuentro de los dos hombres, ese abrazo sin conocerse; sabía que tenía que contestar a la infinidad de preguntas que le haría, pero ahora lo que deseaba era estar tranquilos, y una vez relajados, la explicaría todo.
Pero Liesa no tenía ninguna gana de hablar.  Aún rumiaba en su cerebro la explicación dada con pelos y señales, luego entonces, no había sido un invento.  Gorrión supo desde el principio quién era ella y por esa razón fue tan explícito en sus comentarios.

— Bastante más explícito que mi propio marido— se dijo, pero a Brendan no le comentó nada

— ¿ Estás más tranquila ?— la preguntó él

Ella se detuvo en lo que estaba haciendo y muy seria le dijo:

— ¿ Crees que debo estar tranquila ?   ¿Le debo a tu amistad con ese señor que no me hayan detenido ?  ¿También en esto ?

— No sé a qué te refieres.  Ignoro lo que te habrá dicho, por eso pienso que tenemos que hablar de ello, pero no ahora.  Dejemos que pasen unos días

— ¿Qué pasen unos días?  ¿ Años quieres decir ? ¿ Insinúas que he de dejar pasar todas las mentiras y omisiones que  he vivido a lo largo de estos años ?

— Pero ¿Qué demonios te ha contado? 

— ¿ Debo llamarte Brendan ó Alan Kline ? ¿ A cuál de los dos he de agradecer que nos llevaras a Inglaterra ?  Agradeceré a Alan toda mi vida la buena acción que hizo con mi madre y conmigo, pero no perdonaré nunca a Brendan el haberme engañado de esta forma tan vil como lo has hecho. Ha sido una tarde muy útil; me he enterado,  por un extraño,  que estabas enamorado de una chica a quién habías embarazado y que sólo la mala suerte rompió ese lazo, ese amor, tu verdadero amor a quién ni siquiera mencionas. Me pregunto si cuando me decías que era lo más importante en tu vida, que era tu amor infinito, que cuando hacíamos el amor, lo hacías conmigo o con Candice 


— ¿Tienes respuesta para ello?   Déjalo, no quiero escucharla porque es tanta la decepción que siento que no quiero oír tu versión, porque llegaría a dudar si sería la verdadera.   No me duele el que te hubieras enamorado de ella:  No me conocías y era lógico que la amases, pero lo que me duele es que lo hayas ocultado y además que ibais a tener un hijo. Confiaba en tí.  Te confié mis secretos más íntimos porque solamente te tenía a ti y me enamoraste y me casé contigo y te amé desde la primera vez que te vi, pero ahora pienso que cuando me abrazas, no es a mi a quién lo haces, sino a ella. Soy la pieza que no encaja en tu rompecabezas.   Ahora está todo claro para mi.  No confiabas en mi , nunca lo has hecho. En realidad no encajo en ninguna parte ni aquí ni en tu país.  Y tampoco contigo. Todo cuanto poseo y soy, está dentro de una vieja maleta de cartón. No tengo a penas pasado, pero tampoco futuro, al menos a tu lado.  Lo nuestro no puede continuar; nunca más creeré en ti por mucho que me jures que me necesitas.  No necesitas más que pensar en ella, en ese amor roto por la guerra y no en mi¿ Se lo contaste al menos a tus padres?

— No ellos no saben nada.  Ocurrió al poco tiempo de morir James.  No quería incrementar su pena.

 —Quiero volver a Inglaterra cuanto antes.  No voy a vivir contigo. No deseo explicaciones.  Pienso que tus motivos habrás tenido para ocultar la verdad durante todos estos años.  Me has hecho daño, porque ni siquiera en los momentos de intimidad, confiaste en mi.  Está bien, es tu vida y puedes hacer con ella lo que quieras, pero yo también haré lo mismo.

— Por Dios, Liesa estás sacando las cosas de quicio.  Naturalmente que la amé y a ese niño que estaba en camino.  Y estuve a punto de volverme loco de dolor.  Pero te cruzaste tú como una compensación a tanta pérdida y en cuanto te vi, volví a sentir algo profundo, y las esperanzas renovadas volvieron a mi vida y me enamoré de ti locamente.  Nos casamos  y te sigo amando. Cada vez que estamos juntos sé que eres tú, mi esposa, mi amor , mi timón, mi esperanza y mi futuro.  Candice fue una ilusión  y que si no hubiera ocurrido aquello horrible, posiblemente no nos hubiéramos conocido tu y yo.
 Pero cuando pasó el tiempo y las heridas comenzaban a cerrarse, tu ya estabas en mi vida, en mi casa, con mis padres y eras de nuevo una luz que se abría ante mis ojos.  Es cierto tardé en regresar con una excusa pueril, pero aún me sangraba el alma y no sólo por ella, también por James.  Necesitaba sosegarme para comenzar de nuevo una vida.  Y la quise contigo desde el principio;   y traté de olvidarte porque no me parecía justo para Candice pero no pude evitarlo y volví a enterrarla a ella y resurgir de nuevo en tí.  Cuando por primera vez te hice el amor, no lo hacía con ella, sino con una dulce niña llamada Liesa.  Y así ha sido desde el principio hasta hoy.
Referente al nombre, es lo  de menos.  Era un nombre en clave que ahora ya no tiene objeto, pero entonces aún nos lo prohibían.  Nunca pensé que fuera motivo de una discusión.

— ¿ Y porqué él sabe tanto de vosotros, de tus correrías, y yo no ?

— Porque él era el padre de Candice. Busque refugio en él y me ayudó a superarlo.  Me ayudó con vuestra tramitación.  Y aunque ahora las cosas estén complicadas en ambos bandos, siempre hemos tenido algún contacto.  Pero no sabía que me había casado contigo, con aquella chiquilla a la que traje a mi casa por ayudar a un compañero de lucha y a la que acabo de perder.

— Dices bien: me has perdido.  Pero no creo que eso te duela mas que las otras pérdidas.  Quiero que nos separemos, al menos durante una temporada.  Tengo que asimilar todo lo que ha ocurrido en el día de hoy

— Pero no puedes hacerlo. Vamos a tener un hijo

— Te avisaré cuando nazca.  Nunca te prohibiré que le veas cuando quieras, pero ahora necesito estar sola y digerir todos estos años de ocultamientos y secretos.  No podría estar contigo sabiendo lo que sé.. Ya no tengo confianza en tí, y eso es fatal para un matrimonio. No soy neurótica, simplemente te entregué lo mejor de mi y me he visto superada por todo esto.  He de dejar que pase el tiempo. Tengo una sensación de vacío, de estorbar en todas partes, aquí, allí... No sé dónde ir, ni qué hacer.  Me siento huérfana de nuevo.

— Por favor, por favor.  No destruyas lo hermoso de nuestro amor. Cuando supe que estabas detenida, creí morirme de angustia, no por ella, sino por tí, porque aunque no lo creas te quiero más que a nadie.  No sabía lo que había ocurrido y suceden cosas muy serias ahora, aquí, que tu ignoras,  que son graves.

— No he sido yo quién lo ha destruido. Te sigo queriendo y te querré toda mi vida, pero he de hacerme a la idea. Fui una inocente al creer que sería la primera y única mujer en tu vida, porque otra clase de mujeres no contaban, pero ella y yo, si.  Porque no puedo evitar el pensar que me comparas constantemente, y que cuando estabas en la cama conmigo comparases mentalmente  con ella.  Tiene que pasar tiempo ¿ Por qué me lo ocultaste? Si no lo hubieras hecho, esta conversación no tendría lugar.  Lo hubiera entendido, pero este secreto es señal de que todavía tus heridas no se han cerrado, que las quieres para tí solo, y que yo no entro en ellas. Que la sigues amando y no siento celos de ella, pobrecilla que fue una víctima, pero sí de tí. De todo lo que dijiste ocultando que tu verdadero amor no era yo.  Sé que te hubiera perdonado si lo hubieras contado cuando comenzamos nuestra relación, pero ahora, no te creo.  Y  ahora no quiero seguir dando vueltas sobre lo mismo.  Quiero regresar a casa y cuanto antes mejor.

Mi vida en una maleta - Capítulo 21 - ¿ Quién es Alan Kline ?

El militar se mostraba preocupado por ella.  Su semblante se había suavizado y Liesa aprovechó la ocasión para hacerse comprender y explicarle que su marido no sabía nada, que estaba solicitando algún permiso para pasar a la zona este y ver su casa desde fuera.  El hombre la escuchaba impasible. No pudo reprimir más su angustia y rompió a llorar preocupada por Brendan; si al menos pudiera llamarle al hotel y  si estuviera , explicarle lo que ocurría...  Pero no sabía cómo hacerse comprender..

—Cálmese, señora. No la voy a detener y a meterla en una mazmorra.  No se puede pasar a esta zona sin tener autorización  para ello, y usted no la tiene

— Lo sé. Y justo eso es lo que está tramitando mi esposo.  El militar que me detuvo lo hizo por sacar una foto al edificio en donde viví de pequeña, nada más
—Pero es que está prohibido. La gente huye de aquí y lo único que necesitamos es una foto en el The Guardian publicada en Londres.  Las cosas no están siendo fáciles, para nosotros tampoco. ¿ Por qué ha venido justamente ahora ?
—Mi esposo me lo advirtió, pero no creí que algo tan inocente como visitar la tumba de mis padres y recordar la casa en donde nací, pudiera provocar un conflicto internacional.
— Hable con su marido y dígale que venga a buscarla.  Daré orden para que le dejen pasar.  Tardará un buen rato.  El papeleo es mucho.  Pero mientras charlaremos nosotros
— ¿ Va a interrogarme ? Le he dicho toda la verdad
— No, ni mucho menos. ¿ No se extraña de que siendo el protocolo ruso tan férreo, a usted le esté siendo relativamente fácil todos estos trámites?
— No entiendo de protocolos ni de las políticas que hacen imposible la vida de las gentes. Sólo sé lo que viví siendo muy pequeña y no quiero que el mundo vuelva a vivir algo semejante.

El militar, se la quedó mirando, y al cabo de un rato volvió a sentarse en su sillón y la ofreció el teléfono para que llamase a Brendan

— ¿Liesa? ¿Dónde demonios estás?
—Brendan, no te asustes, estoy bien.  Pero ven a buscarme en cuanto puedas
— ¿ Es cierto que estás detenida en la zona este?  ¿Qué haces allí?  Te advertí que no te movieras del hotel
— Luego te lo explico.  Aquí hay un militar que desea hablar contigo

El militar comenzó a decir cosas ininteligibles para ella.  Era un idioma que no identificaba, y que no era ruso, ni alemán, ni por supuesto francés ó ingles. Pero se dio  cuenta de que al otro lado del teléfono, Brendan le respondía ¿Qué estaba ocurriendo?  ¿De qué hablaban ?   ¿Qué pintaba Brendan en todo esto?   Y de repente el miedo subía  a su garganta.   No sabía  por qué y de qué, pero, aquello,   no era normal.  Al final de la conversación, el militar se rió y colgó

— Su marido vendrá enseguida.  Ha sido un placer volver a hablar con Alan  Kline.  La vida a veces te depara sorpresas que nunca imaginaste, pero ya ve,   estoy ante usted y resulta que es su esposa.  Me ha encargado que la cuide, que van a ser padres.  Mi enhorabuena señora.  No tema enseguida llegará.

La cabeza le daba vueltas ¿Cuál era el nombre que había dicho? . Jamás lo había escuchado ni sabía a  que se refiriera a Brendan, seguramente habrá hablado con otra persona, se dijo.  Pero el militar, siguió hablando, y por el tono de sus palabras supo que no se trataba de una confusión, sino que conocía bien a su marido.  Algo llamó su atención y decidió prestar más atención a ello:

— Conocí a su marido en el hospital de campaña en Francia.  Acababa de perder a su hermano y estaba muy afectado.  Todos los esfuerzos del mundo los realizaba tratando de salvar las vidas de todos cuantos caíamos heridos, pero no pudo hacer nada por James. Cuando él murió , se marchó del hospital y tardó varios  días en regresar. Gracias a él, yo había salvado mi pierna derecha que me había destrozado una granada.  Pero no supe encontrar las palabras que pudieran consolarle..  Se refugió en Alençón y allí conoció a Candice, una joven bonita y  alegre que enseguida se hizo amiga de él.  En ella buscó consuelo y amor.  Para no separarse se hizo voluntaria de enfermería y ambos regresaron al hospital.  Eran abnegados y se mostraban muy enamorados y como consecuencia de ello, Candice se quedó embarazada.
Estaba de cinco meses, cuando la cercanía de Normandía hizo que con la invasión, las casas cercanas a donde estaba situado el hospital de campaña recibieran el bombardeo de ambos lados. Evacuaron a los heridos, y uno de ellos fui yo.  Pero Candice no tuvo tan buena suerte y cuando iba a subir al camión que les conduciría lejos de allí, una granada venida de no se sabe dónde, fue a parar  justamente a  ese camión, matando e hiriendo mortalmente a los que en él iban, entre ellos Candice.
Todo fue presenciado por él , que la antecedía en otro vehículo.  Se tiró en marcha para poder atenderles, pero todo fue inútil.
Se volvió como loco; no comía, trabajaba sin descanso noche y día.  Estaba lleno de odio y rencor.  Ni siquiera hablaba.  Pasó el tiempo y poco a poco se fue recuperando y así llegamos casi al final de la contienda.
Mantenía amistad, dentro de lo que podía entenderse como amistad, con un resistente alemán que vivía en Berlín.  Aquí las cosas estaban complicadas para todos ellos.   Perseguían sin descanso a los espías y simpatizantes con los aliados.  El caso fue, que al ver que el desenlace se acercaba, y temiendo que a él le ocurriera algo, pidió a Kline que tratara por todos los medios sacar de allí a su mujer y a su hija de corta edad. Y así lo hizo.  Le costó mucho convencer a la gente que tenía la potestad para hacerlo, pero debido al servicio prestado por el alemán, pudo al fin llevarlas a Inglaterra y acogerlas en su propia casa.

Liesa no podía articular palabra. No podía creer lo que escuchaba.  Se trataba de su marido, pero  le llamaba de otra forma, con un nombre que nunca había mencionado, pero que recordaba perfectamente haber leído en la nota que su padre entregó a su madre antes de morir.  Que había sido él quién las había sacado de Alemania, y nunca lo había mencionado.  Pero lo que más la dolió, fue que la ocultara que había perdido a la mujer que amaba y al hijo que iban a tener ¿ Por qué nunca la nombró ?  No era cierto que ella haya sido su gran amor.  El gran amor de su vida había sido Candice e iba a darle un hijo.  Las manos la temblaban ¿ Por qué ese hombre lo sabía todo y ella no, que era su esposa?

— ¿ Cómo sabe todo esto. Dónde estaba usted ?
— Mi querida señora, fui uno de los que le ayudó a que  aquella familia, o le que quedó de ella, fueran a parar a Inglaterra. ¿ Le  extraña que ahora esté justo al lado contrario.?  Me quedé sin nada en la guerra; perdí casa y familia.  Me ofrecieron este puesto y acepté. Estoy desengañado de la política, así que he decidido aprovecharme de ella.  La he contado una historia, que seguro que conoce, pero deseaba la supiera por otra persona ajena a todo.  Alan ó Brendan, como se haga llamar ahora, no volvió a hablar más de todo lo que acabo de contarle.
—¿ Por qué el nombre de  Alan Kline ?
— Era un nombre en clave. Nos comunicábamos como podíamos; por lo menos que no nos localizaran y a nuestras familias tampoco.

Le zumbaban los oídos, todo su cuerpo temblaba ante lo narrado.  Ella era un eslabón perdido. No entendía nada, porque Brendan siempre había sido sincero con ella.  Pero ahora todo cambiaba: no lo había sido tanto.  Tenía mil preguntas y ninguna respuesta, o mejor dicho le daba miedo conocer la respuesta. Tendrían que aclarar muchas cosas cuando estuvieran a solas.

Unos golpes en la puerta sonaron interrumpiendo sus pensamientos.  Brendan estaba frente a frente al que fuera su compañero Gorrión.  Fue derecho hacia Liesa que se abrazó a él llorando, nerviosa, no sabía si por la situación que estaba viviendo o por lo narrado por su antiguo compañero, al que estrechó la mano dándose un abrazo.  Uno y otro recordaron en ese momento lo vivido hacía ya tantos años.  Y ella los miraba sin terminar de comprender todo lo que había escuchado. No llegaba a asimilar que todo lo expresado por Brendan fuese una mentira para ocultar su fracaso con Candice.  Lo cierto es que no sabía nada del tiempo que pasó en Francia hasta que regresó a Inglaterra, con la excusa de haber sido licenciado.  Ahora encajaban todas las fichas.  Estaba todo claro: no quería separarse del trozo de tierra que cobijaba a su amor.y por eso tardó tanto en regresar  Candice fue  su verdadero amor, y no ella. ¿ Era decepción, frustración, lástima... ?  No lo sabía aún. Todo había ocurrido inesperadamente y muy deprisa.  Tendrían que hablar largo y tendido.


sábado, 28 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Capítulo 20 - El regreso

Aquella noche no fue como otra cualquiera.  Liesa se durmió sonriendo abrazada a Brendan.  El la besó antes de dormir, pero por mucho que lo intentó, no lo conseguía.  Le preocupaba mucho el empeño de su mujer en viajar hasta una zona tan conflictiva como era Alemania  y no sólo allí.  Toda Europa estaba convulsa.  Era cual  una máquina con todas las piezas desajustadas y que poco a poco tendrían que encajar.  Pero ésto llevaba su tiempo, y éste no era el más adecuado para ellos.en aquellos momentos.  No había forma de hacerla desistir y eso le preocupaba.  ¿ Por qué su empeño ahora? justo cuando su vulnerabilidad era más elocuente.  Su cuerpo comenzaba a cambiar y a pesar de que todo marchaba bien, no le gustaba en absoluto andar por esos mundos a la aventura.

Se cuidó mucho de transmitirla sus  preocupaciones.  Lo que sí le anunció  fue que los restos de su madre viajarían dentro de la siguiente semana y serían sepultados junto a Helmut en el cementerio británico en Alemania, y era uno de los pocos extranjeros que yacía entre los héroes nacionales, porque sus servicios habían sido extraordinarios.  Y era irónico que en Inglaterra, hubo una época, en que su hija fuese insultada sin saber el por qué ella se encontraba allí refugiada.  Pero eso ya pertenecía al pasado y ya nadie dudaba de que era una ciudadana más, a raíz de haberse casado con Brendan. Algunas veces  si la preguntaban el origen de su nombre:  Liesa;  respondía :es Isabel en alemán.  Pero no iban más allá, posiblemente porque sabían la huida de su país de origen.

A Brendan no le gustaba la idea del viaje, pero, movió los hilos de las amistades que fueron en aquella época y que ahora desempeñaban puestos de más o menos relevancia política.   Alguno de ellos, conocía a alguien, y éste a su vez a otro... etcétera, pero poco a poco establecía los contactos oportunos para conseguir su fin.  Aunque ciertamente todos le aconsejaban que lo suspendiera, al menos de momento, hasta que la situación se normalizara.  Algo que ni siquiera Liesa quería escuchar.

Y precisamente esa tozudez dio origen a una agria discusión entre ellos. Pero a pesar de estar en desacuerdo, él la acompañaría aunque fuera al fin del mundo, y ella lo sabía.  Se valía de su estado de buena esperanza para salirse con la suya, y eso aún enfadaba más a Brendan, pero no la diría que no a nada.  Sus "caprichos" eran pasajeros, lo sabía.  Los famosos antojos de embarazadas, sólo que éste era más arriesgado.  Liesa había dejado de trabajar, así que él tendría que acomodar su trabajo para tener días libres y viajar acompañando a su mujer.  Para ello redobló las guardias, y ella interpretó como que seguía enfadado.  Eran dos chiquillos tontos y cabezotas que no daban su brazo a torcer.

Ella no hacía caso de las recomendaciones de él, e incluso de su ginecólogo. No tendría otra oportunidad en mucho tiempo, y algo la decía que debía ser ahora.  Sin dejar de hablarse, sus relaciones eran algo más tensas y hablaban lo preciso.  Liesa no entendía el disgusto de su marido, y él,  el empecinamiento de ella.  Pero al llegar la hora de ir a dormir, todo se solucionaba, al menos hasta el día siguiente, en que cada uno afianzaba su postura.

 Los restos de Jessica fueron trasladados junto a su marido, y Brendan mandó poner una placa con sus nombres.  Quería que todo estuviera listo para cuando ellos llegasen, que sería no tardando mucho.

 El viaje fue pesado; primero hasta Bonn y allí tuvieron que tramitar su traslado hasta Berlín y notificar el motivo de su viaje y estancia en esa ciudad.  Brendan había allanado mucho el camino por las amistades que había contactado, pero no obstante, Liesa se cansaba de estar todo el día de acá para allá solucionando cosas sin poder hacer lo que tenían planeado.  No es así como lo había imaginado, y tuvo que reconocer que Brendan tenía parte de razón, aunque no se lo dijo.

Tras cuatro días en la capital federal, pudieron llegar a Berlín.  Se hospedaron en el hotel  recomendado por el amigo del Foreing Office. Aquella zona tenía bastante vida. Se estaba reconstruyendo rápidamente y la gente comenzaba a tener su vida propia.  A excepción de la otra zona  que permanecía casi igual que cuando terminó la guerra.  El tiempo se había detenido en ella, como si más allá del muro, la vida no existiera
Por mucha impaciencia que sintieran, no podrían pasar a la zona Este, mientras no realizaran algunas gestiones, que les ponían frenéticos.  La gente que vivía en esa zona se buscaba el medio de pasar a la zona aliada, y por ese motivo muchas familias quedaron separadas durante años.  Todo este panorama entristecía a Liesa que había casi olvidado los horrores vividos, por haber tenido más suerte al residir en un lugar con más apertura..  Por momentos perdía la calma al convencerse de que sería poco menos que imposible   ver cumplido su deseo.
Visitaron la tumba de sus padres, depositaron un ramo de flores, y Liesa lloró ante ella abrazada a su marido. Él la sostenía por la cintura, porque a veces ella vacilaba y tenía miedo que cayera al suelo.  Revivia escenas casi olvidadas, casi tanto,  como la cara de su padre de la que a penas recordaba el color de sus ojos.  Eso la entristecía mucho y por eso tenía interés en  volver aquí y sellar definitivamente esos recuerdos.  Agradecía profundamente los esfuerzos que Brendan había hecho para viajar hasta donde ahora se encontraban y lo cuidadosamente que había conseguido sus deseos.  Le amaba cada día más, no sólo por sus atenciones, sino también por la protección y cuidado que día a día la otorgaba.

Reconocía que había sido una locura haber llegado hasta allí, pero nunca imaginó la agitación de todos esos países y de la propia Alemania.  Tendría que desistir de ello,.  Quizá cuando todo se normalizara pudieran volver, cuando las cosas se hubieran serenado.  Brendan había salido a realizar algunas gestiones e intentarlo una vez más.  Ella estaba sola en la habitación del hotel.  El tardaría tiempo en regresar.  Pensó en dar una vuelta por la frontera que había entre una zona y otra. Al menos estaría cerca de donde habían vivido, y podría echar un vistazo aunque fuera desde la distancia.

Salió decidida a cumplír con su deseo durante la ausencia de Brendan.  Y llegó hasta el límite que pudo. Sacó su máquina de fotos e hizo una foto a las casas que habían al fondo.   De inmediato, una mano fuerte y grande, le arrebató la máquina, y tomándola de un brazo, la condujo hasta una caseta  establecida dentro del muro.

No entendía lo que la decían, pero por el tono de su voz sabía que la estaban increpando. No se la ocurriría hablar en inglés; trataría de hacerlo en alemán, lo poco que recordara.  Trataba de explicarle que era turista.  Que había nacido en Alemania, allí mismo en donde estaban y que sólo deseaba ver una vez más su casa, aunque la que señalaba no fuese exactamente la suya.  No había forma de hacerse entender, y Liesa estaba cada vez más asustada y preocupada por Brendan.  Ni siquiera le había dejado una nota indicándole lo que haría.

La condujeron a la presencia de alguien de edad más que mediana que suponía era el jefe, pero no entendía de galones ni de jerarquías, aunque presentía que era alguien relevante.  La introdujeron en un despacho frente a se hombre, que la pedía la documentación, ésta vez en alemán.  ¡ Menos mal !, al menos no era ruso, o hablaba su idioma de origen.

Abrió su bolso muy nerviosa y puso encima de la mesa todos los documentos que llevaba encima. Le mostró el salva conducto que acreditaba que era germano-británica y que estaba de paso en Alemanía.
 El hombre se detuvo durante unos instantes en su apellido alemán, y tomó nota de él.  ¿ Qué significaba aquello ?  ¿Represalias por lo realizado en la resistencia por su padre ?  Schroeder es un apellido bastante común.; el tiempo había pasado y en definitiva si se trataba de eso, no había sido un traidor, sino que les había ayudado en lo que pudo.  Pero ahí estaba el quiz de la cuestión: había ayudado a los británicos, no a los rusos.  No sabía si era buena o mala señal.
 El hombre se levantó de su asiento y comenzó a dar vueltas por la habitación jugueteando con el papel en el que había anotado su apellido de soltera y de casada.  A continuación comenzó a hablar de  Brendan ¿ Qué querían de él ? ¿ Qué significaba todo aquello ?   la alarma , los nervios y su estado, hicieron que perdiera en parte el conocimiento.  El militar corrió presto a darle un vaso de agua y la acomodó en un sillón más confortable.  No entendía nada, pero era como si al conjuro del apellido de Brendan , la situación hubiera cambiado, al menos es lo que ella pensaba.  Hasta en los más insólitos momentos, él la protegía.  Desde que tuvo uso de razón, lo había hecho y nunca se había parado a pensar en ello.  Nunca le extrañó esa actitud protectora de su marido, pero en los momentos de apuro por los que estaba pasando, le agradecía enormemente su preocupación por ella y sentía profundamente haberle desobedecido.