miércoles, 16 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 30 y último - Y la vida siguió

Poco a poco los protagonistas de esta historia, fueron encauzando sus vidas y paulatinamente se fureon reintegrando a sus quehaceres que habían quedado interrumpidos cuando ocurrió el accidente.  Vayamos paso a paso:

Dos semanas permaneció ingresada Rose en el hospital, y durante ese tiempo no le faltó la visita de Amelie y de su madre.  Tarde tras tarde iban las dos a hacerle compañía mientras Albert ejercía su profesión en el mismo hospital.  Por eso nunca se quedó sola, ya que los compañeros de Albert entraban constantemente a ver cómo se encontraba.  Se había corrido el rumor del por qué estaba ingresada allí. Y es que Amelie se lo dijo a una enfermera y de ahí corrió como la pólvora.  La chiquilla lo comentaba con emoción y con orgullo de tener una segunda mamá como ella misma explicó a sus padres:

- Creo que si Rose arriesgó su vida por salvar la mía, es justo que la llame también mama. ´Tanto Stephanie como Albert, se quedaron mudos ante la afirmación de la chica. Y su madre la abrazó emocionada y Albert con un nudo en la garganta no podía decir nada.  Su hija no era insensible, sólo estaba desorientada.
- Me parece muy bien, cariñó- la dijo Stephanie- Es justo y ella te lo agradecerá.

Stella ingresó en la universidad de Dallas.  Allí pasaría los dos primeros años y después se trasladaría a la de Driscoll y allí terminaría su carrera.  Había elegido pediatría.

Amelie continuó con sus estudios y los fines de semana los pasaba con Albert y Rose, con la que tenía complicidad  y no tenía que fingir cuando de repente se levantaba de lo que estuviera haciendo y corría a darla un beso y un abrazo.  A Rose ese gesto le llenaba de satisfacción y alegría. Había quedado todo muy lejos, como si se tratara de una pesadilla  que no deseaban recordar.  De momento vivían en Austin, pero en cuanto le aceptaran su traslado a Driscoll vivirán allí

Deirdre, ayudada por Patrick seguía atendiendo el negocio familiar e incrementado su volumen.  El padre de Albert se había ofrecido como administrador y también pasó a engrosar la plantilla de la tienda, aunque él generosamente lo hacía sin cobrar ningún sueldo.

- Me sirve de distracción-.    - solía decir riendo  a sus amigos - Además, hay que ayudar a la familia

Emily y  Deirdre  iban a un gimnasio, de compras o simplemente comían en algún restaurante.  Se habían hecho inseparables.

Stephanie y Geoffrey, al poco tiempo, contrajeron  matrimonio y actualmente  esperan un hijo, que colma de alegría a Amelie.

 Y ¿ qué había sido de todos ellos ?

Tras serle dado el alta, Rose terminó su convalecencia en su casa acompañada en todo momento de Albert, que había pedido una excedencia para cuidar de su mujer. ..  No habían vuelto a tener relaciones íntimas por temor a que la perjudicara, pero Albert consultó con el médico que llevaba el post operatorio, y le dijo : " haced vida normal.  Normal en todos los sentidos ¿ me entiendes ? ".  Y ese día volvieron a sentir la pasión del primer día.

A Albert le concedieron el traslado al hospital de Driscoll. Había sido inaugurado hacía poco y contaba entre sus pacientes a infinidad de vecinos mejicanos.  Crearon un pabellón en el que se estudiasen las enfermedades que les afectaban  según su alimentación y forma de vida.  De esta manera se instalaron en Driscoll y estaban  todos más cerca.

Patrcik había terminado su carrera y trabajaba en una gran empresa como ingeniero informático, pero también ayudaba en la tienda. El negocio había subido de volumen y tomaron a un muchacho exclusivamente para los repartos a domicilio, y comenzaban los envíos a otros estados.  Stella estaba a falta de un año para terminar la carrera y hablaban de boda puesto que el sueldo de Patrick llegaba para vivir desahogadamente y ella podría licenciarse sin problema alguno.' y ejercer en el mismo hospital de Driscoll en donde cursaría la Residencia bajo la tutela de su padre

Poco a poco el edificio familiar que habían ido construyendo se afianzaba en sus cimientos. Todos era parte de un gran árbol de cuyo tronco irían saliendo fuertes ramas que a su vez darían  sus frutos.

Ya  tenían todo cuanto ambicionaban: amor, familia, trabajo salud... Pero les faltaba algo importante para ellos:  un  hijo.  El accidente estaba ya lejano y su vida conyugal la vivían con toda normalidad y entusiasmo, así que no fue extraño que al poco tiempo Rose se quedara embarazada.

Cuando el médico se lo confirmó ellos lo celebraron  a su modo: cena íntima en el Parador y después fresas y chocolate.   Y lo disfrutaron plenamente, porque prácticamente estaban recién casados y ese ritual formaba parte de la luna de miel, que fue corta y como ya hemos sabido, plena de tropezones.

Tumbados en la cama, Albert acariciaba el vientre de su mujer, y la miraba directamente a los ojos como para transmitirla el inmenso amor que sentía por ella. El encontrarla había sido un regalo de la vida y así sería siempre, hasta envejecer y más allá.

A pesar de ser médico y de estar acostumbrado a ello, cuando Rose se puso de parto, estuvo a punto de desmayarse, cuando el alumbramiento se prolongaba más de lo esperado.  No podía soportar el ver los esfuerzos por traer al mundo a su hijo.  Porque esta vez fue un chico que nació más grande de lo deseado.

  Pero también es mal rato quedó en el olvido y Albert resultó ser el mejor padre del mundo.  Quería estar con él en todo momento porque a pesar de que  Amelie fue también un regalo para él, el nacimiento de este pequeño era especial por las circunstancias acaecidas.  Rose se lo merecía.  Le había dado, no sólo esos dos hijos que eran su orgullo, le había dado estabilidad y felicidad. Adoraba a sus tres hijos, pero en este concurrieron muchas cosas y muchos problemas que finalmente se solucionaron todos.

- ¿ En qué piensas ? - le dijo Rose al comprobar que no despegaba la mirada de ella, pero que al mismo tiempo parecía ausente
- En nada y en todo, amor mio. En todo lo que he de agradecerte, que me has brindado, que has hecho que la vida merezca la pena vivirla.  Y que agradezco haberte encontrado y que el destino se cruzara en nuestro camino para hacernos valorar más el amor que sentimos y de los hijos que hemos creado. Que me siento orgulloso de la otra hija, que aunque no sea de tu misma sangre, ella te ha adoptado como madre y no se puede decir nada en contra tuya estando ella presente.  Porque te has ganado su cariño y respeto, y porque la salvaste la vida con riesgo de la tuya y no te importó. Y que quiero a esa niña con todo mi corazón porque fuiste tú quién evitaste que la perdiera para siempre. Y por todo eso y mucho más te quiero, te quiero y te querré siempre.
- Albert, vas hacerme llorar
- De eso nada.  En todo caso de placer.

Y abrazándola fuertemente la besó y así se quedaron dormidos.



                                                           F    I    N

Autoría:  1996rosafermu
Edición:   Marzo de 2018
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

martes, 15 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 29 - Confesión

Era media mañana cuando Amelie llegaba con su madre al hospital.  Rose estaba medio adormilada, y junto a ella estaba Albert, que la miraba y no hablaba para dejarla descansar.  Stella había ido hasta su casa para cambiarse de ropa y llamar a la Universidad y comunicarles lo sucedido. Deirdre y Frederick, junto a los padres de Albert habían vuelto a  Driscoll con el fin de atender sus compromisos con el negocio. Todos estaban más tranquilos y esperanzados de que dentro de unos días todo volvería a la normalidad.

Unos golpecitos suaves resonaron en la puerta de la habitación de Rose.  Albert se levantó a abrir y ante él se encontraba Amelie y Stephanie.  La niña se abrazó a su padre llorando, y éste trataba de calmarla acariciando su cabeza y sonriendo.

- Eh, eh. No pasa nada.  Tienes que calmarte de lo contrario vendrá alguna enfermera y te echará de aquí
- ¿ Cómo está ? - preguntó Stephanie
- Está mejor. La suministraron un calmante y está medio dormida, pero está bien.
- Entonces volveremos más tarde. No queremos molestarla - respondió Stephanie
- Albert ¿ quién es ? - la voz de Rose resonó en la habitación y Amelie respondió
- Somos nosotras Rose, Amelie y Stephanie
- ¿ Amelie, en serio ? ¿ Por qué no vienes hasta mi ? -  La chiquilla corrió hacia ella llorando y pidiéndola perdón
- -Calla, calla. Fue un accidente. Hubiera podido ser al revés y tú estar en mi lugar y yo con el brazo escayolado- respondió Rose alegremente
- ¡ Oh Rose ! Perdóname, lo siento tanto. Nunca me perdonaré lo sucedido aquella mañana.  Fuí estúpida y caprichosa y no me daba cuenta del daño que os estaba haciendo.

- Ya pasó, ya pasó.  Lo importante es que aquí estamos las dos para reinos juntas. Deseo lo mejor para tí. No podía ser de otra forma; amo a tu padre con verdadera pasión cómo no iba a quererte a tí siendo su hija.  No he venido a robarte nada, sino a compartirlo contigo.  Deseo que seamos una familia, que todos vivamos felices y en paz, que todos estemos bien.  Estoy ¡ tan contenta porque hayas venido a verme !

Amelie la abrazó con cuidado. Los padres presenciaban la escena y no daban crédito a lo que estaban viendo. Se miraban y enarcaban las cejas  sin comprender nada ¿ Qué es lo que había pasado aquella mañana en aquella reunión, para que ahora Amelie se comporte de esta forma ?  Albert lo intuía, pero no quiso comentar nada para no aumentar la zozobra de su hija.

Charlaron durante unos momentos y después se despidieron con la promesa de que volverían de nuevo esa tarde.  Al quedarse solos Albert y Rose, se miraron y sonrieron felices.  De nuevo la esperanza había vuelto a sus corazones y solo faltaba la total recuperación de Rose para cumplir con sus máximos deseos:

Y cumpliendo su promesa, por la tarde volvieron Stephanie y Amellie.  Rose estaba más animada. La levantarían durante unos momentos al día siguiente, para poco a poco irse incorporando a la vida normal y al final darle el alta.  Mientras Stephanie hablaba con ella, Amelie, tomando de la mano a su padre, le dijo:

- Vamos a la cafetería ¿ me invitas a un refresco ?
- ¡ Claro ! ¿ Cómo no iba a invitarte ! ¿ Quieres que te suba algo ? le dijo a su ex
- No gracias. Me quedo aquí charlando con Rose

Padre e hija bajaron a la cafetería. Albert imaginaba que no era el refresco lo que la interesaba, sino hablar con él a solas.  La chiquilla tenía la necesidad de explicar a su padre  todo lo ocurrido.  Se sentía muy mal por el daño causado a Rose y las fatales consecuencia que podía haber tenido su cabezonería por la actitud referente a ella, y sin embargo Rose expuso su vida por salvarla.  Era lo menos que podía hacer:  pedir perdón y rectificar su forma de comportarse respecto a ella.  Deseaba que su padre fuese feliz, y sabía que no lo sería si no estaban juntos.  Habían nacido para estar unidos y bastante difícil lo habían tenido,  para ahora complicarles, aún más las cosas.

- Papa...  No sé como empezar, pero he de hacerlo.  Le he pedido perdón a Rose, pero deseo contarte lo que ocurrió en verdad la mañana del accidente.  Stella había quedado conmigo para que comíéramos juntas. Al presentarse con Rose, lo rechacé de plano y en el restaurante la dije que la odiaba, que no la quería, y no sé cuantos disparates más.  Salí de allí inmediatamente sin dejar que me explicaran el motivo que no era otro más que de terminar esa guerra que había emprendido contra ella.  Rose salió tras de mi.  Yo estaba parada indecisa de lo qué hacer, y al ver que venia,  decidí cruzar, sin ver al coche que llegaba hasta mi altura a  toda velocidad.  Pero Rose si lo vio y sin pensarlo se abalanzó sobre mi, abrazándome fuerte para ser ella la que recibiera el impacto y no yo..
Cuando ambas estábamos en el suelo, giré la cabeza y la vi inconsciente en el suelo ensangrentada, y a lo lejos reconocí la voz de Stella pidiendo auxilio y corriendo hacia nosotras.  Después no escuché mas´ El brazo me dolia horriblemente, pero Rose no se movía.  Traté de alcanzarla con el otro brazo, pero no podía moverme.  Alguien, no sé quién, impedía que lo hiciera y sólo escuchaba  su voz indicándome que no me moviera.
-El resto ya lo sabes.  Me siento mal, papá, porque entonces me di cuenta de lo injusta que había sido con ella.  Bien podía haberse quedado quieta gritando, o qué se yo...  Pero decidió protegerme y arriesgar su vida por mi.  Nunca podré perdonarme todo lo que he hecho y lo que la he dicho. Nunca papa, nunca.

- Cariño, cálmate.  Te has arrepentido y te has dado cuenta de que ella te quiere, que desea que tu también la quieras, porque sabe que para mi eres muy importante y eres mi continuación.  Nos queremos desde que éramos unos chiquillos, y no estuve a su lado cuando más me necesitaba ¿ Crees que yo no me arrepiento de ello ?  Pero no sabía que iba a tener un hijo de mi, no lo sabía.  Me casé con mamá amándola,    a ella,   y tratando de olvidarla.  Pero no fue posible, .  Sólo te pido que ambas tengáis paciencia y al fin podamos convivir en paz.
- Quiero cuidarla, papa.  Es lo menos que puedo hacer: ayudarla a que se recupere.
- Cariño, tienes que ocuparte de ti misma y estudiar.  Ella me tendrá a mi y a su madre.  No estéis preocupados porque no voy a dejarla sola de nuevo.  Tanto tú como tu hermana, tenéis que recuperar la vida .  Todos tenemos que recuperarla y volver a la normalidad en cuanto la den el alta.  Y verás lo que tengo pensado, pero he de contar con tu silencio y colaboración:
- En cuanto tengamos  el alta, . Pediré el traslado a Driscoll, al hospital que la universidad de Dallas ha instalado allí. Mis padres nos han ofrecido su casa y también quieren cuidarla.  Deirdre y Patrick seguirán con el negocio y con la colaboración de mi padre que también desea ayudar en lo que pueda. Y vosotras, tú con mama  en Austin y Stella en  Dallas en la universidad. Algún fin de semana podríais venir a vernos y así, poco a poco, todos volveremos normalizando nuestras vidas.
- Pasaría las vacaciones con vosotros ¿ querrá Rose que viva con vosotros?
- Cariño, Rose estará encantada.  Sería el mejor regalo que podrías hacerla.  Nos lo has hecho pasar mal, pero nunca hemos tirado la toalla contigo.  De momento no digas nada a nadie.  estableceremos prioridades y después paso a paso nos organizaremos.  Lo principal es que la den el alta; después vendrá el resto.

Una vez descargada la conciencia, Amelie abrazó a su padre nuevamente y decidieron subir a la habitación.  En sus semblantes relajados se dibujaba una sonrisa de satisfacción por haber aclarado todo entre padre e hija, por haberse disculpado con Rose , y por comprobar que, a pesar de todo, Amelie era una chica sensible y cariñosa, que tan sólo, era que no asimilaba todo lo que ocurría a su alrededor y que le había pillado desprevenida.



De almas y cuerpos - Capítulo 28 - Horas de angustia

Ni Albert ni Stephanie conseguían calmar a la niña que lloraba  inconsolable pidiendo perdón.  Stella se acercó a ella y besando su frente, la dijo muy bajito

--No Amelie.  Fue un accidente. No tuviste la culpa, .así que deja de llorar.  Mi madre está recién operada y no podemos ir  a verla.  Pero en cuanto estés más tranquila te llevaremos para que la veas.  Y ahora cálmate; tienes a tus padres muy preocupados; te ven nerviosa y eso no te conviene.  Descansa un poco, duerme.  Cuando despiertes hablaremos con más calma.

Y fue su hermana la que consiguió que se calmara y quedase dormida, paréntesis que Albert y Stella aprovecharon para ir a la UCI para ver, siquiera a través de una ventanilla,  a su madre que ya estaba instalada.  Albert ponía su mano sobre el cristal como si eso sirviera de caricia que no podía dar. parecía haber envejecido.  Rose  estaba sedada y parecía tranquila. La enfermera,  que conocía a Albert, se acercó a él y le dijo:

- Está bien. No te preocupes:  Lo superará es joven y fuerte.  Tiene mucho por lo que vivir, así que ve a casa y descansa un poco.  La mañana ha sido dura y la noche también lo será y además muy larga.
- No voy a marcharme, Megan. No puedo sabiendo el estado de ella.  Prefiero quedarme aquí, cerca. De vez en cuando subiré, aunque no pueda verla, pero por favor dádme alguna noticia. Dirás que soy un pesado, pero es que ella es mi vida y si no la tengo estoy perdido.
- No te preocupes. Sube cuantas veces quieras.  Yo misma saldré a darte noticias.  Pero ahora descansa un poco. Te necesita ahora más que nunca y no puedes fallarla.

Stella escuchaba en silencio, sólo miraba a su padre y le partía el corazón comprobar cómo de fuerte era el amor que sentía por ella.  Quería transmitirle su cariño y decirle que no estaba solo, que se consolarían mutuamente,  que sabía que su madre saldría adelante.  Y  de nuevo volvieron a la habitación en donde Amelie descansaba con un dormir inquieto.  Se revolvía en la cama; parecía que soñaba porque de vez en cuando su cuerpo se sobresaltaba.  Albert se sentia impotente.  Todo lo que sabía sobre medicina a ellas no les valía.  Podía ayudar a los extraños, y sin embargo a ellas tenía que conformarse con estar a la cabecera de su cama.

La noche se presentaba larga. Geoffrey se marchó a descansar pues al día siguiente había de trabajar., pero Stephanie se quedo velando el sueño de su hija.  Stella dormitaba en el despacho de su padre y Albert unas veces se levantaba y salía al pasillo y otras se sentaba a la cabecera de Amelie, acariciando suavemene su frente. 

Ya había amencido, cuando se presentó el resto de la familia.  Venían completamente trastornados, a pesar de que comunicaban constantemente con Albert para comprobar que no hubiera noticias, sino  que permanecía estable.  Al entrar, Deirdre se abrazó a Albert y comenzó a llorar.  El la tranquilizaba, pero no tenía alientos para decirle que todo pasaría como un mal sueño. También recibió el abrazo de sus padres y en último lugar estaba Frederick, que se aproximó a él y le estrechó la mano.  Observó que el muchacho miraba por la habitación; buscaba sin duda a Stella.  Albert se dió cuenta de ella y le dijo:

- Ahora te la traigo, está en mi despacho. - Salió y regresó con Stella que se abrazó a Frederick, lo que hizo sonreír a Albert. Su hija se había hecho una mujer y había elegido con quién compartir su vida. Se refugió en el pecho de su novio, y éste acariciaba su cabeza susurrando bajito palabras que la tranquilizaran. Se quedaron ellos dos acompañando a Amelie que dormía.  Los demás salieron a la sala contigua, pues querían saber cómo y por qué había ocurrido el accidente.  Poco podría  informarles, puesto que él a penas sabía nada.

Y pasadas ls primeras cuarenta y ocho horas de la operación, y al no haber  novedades en contra, comenzaron a aliviarse de la tensión pasada.  Al hacer la ronda el cirujano, y después de examinarla programo que si pasaba la mañana como preveían, a última hora de la tarde sería pasada a planta.   Cuando se lo dijo a Albert, éste respiró aliviado y se abrazó a su amigo agradeciéndole el esfuerzo por salvarle la vida.

Amelie fue dada de alta a la mañana siguiente de su ingreso. Ya estaba en casa, pero constantemente llamaba al hospital para ver si había algún cambio.  Hablaba con Stella, y la hermana la dijo que cuando estuviera en planta irían a buscarla para llevarla al hospital si es que deseaba ver a Rose

- Desde luego que quiero verla . Quiero hablar con ella si está en condiciones, deseo pedirla perdón.  Por mucho que insistáis, sé de sobra que fui yo la causante del accidente.  No podré vivir tranquila mientras no me perdone.  No quiero ni pensar si la hubiera pasado algo...
- Pero no le ha pasado, hermana.  No pienses más en eso.  Sólo que estamos muy contentos y deseando llevarla a casa.

Las dos hermanas siguieron charlando animadamente.  Todo había cambiado de un día para otro; habían recuperado a Rose y Amelie, y ellos la tranquilidad.  parecía que poco a poco todo cogía su ritmo normal.  Sólo deseaban que la bajaran a planta y estar con ella.  Verla, poderla acariciar, decirle cuánto la querían y que en cuanto estuvieran en casa entre todos la cuidarían .  Parecía que los nubarrones negros, se iban disipando, al fin.

Y tal y como estaba previsto, a primera hora de la noche, Rose estaba entrando por la puerta de la habitación correspondiente, ante la mirada emocionada de Albert y Stella, acompañados por el resto de la familia.  Amelie iría a visitarla a la mañana siguiente.

lunes, 14 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 27 - Diagnóstico

De Amelie fueron las primeras noticias.  Afortunadamente no padecía más que alguna contusión por el golpe al caer al suelo y la rotura de una mano.  Estaba consciente pero llorando constantemente.  Muy alterada y por ese motivo, tuvieron que administrarle un tranquilizante suave que la calmase el estado de shock que padecía.  Al darles la noticia, respiraron algo aliviados, pero faltaba el diagnóstico de Rose, más complicado, puesto que fue su cuerpo quién recibió el impacto.

- Aún están con ella.  No te preocupes, todo marcha normalmente - le dijo un compañero que estaba en quirófano
- Pero ¿ qué la ocurre? ¿ Qué tiene ?  Decidme algo o voy a volverme loco
- Albert, tienes que calmarte.  Ya conoces cómo va ésto. Estoy en el equipo, pero no soy el jefe, y sabes que existe un protocolo; ha de ser él quién te dé noticias. Está respondiendo, y eso es lo importante.  Y ahora he de regresar.

Stella rompió a llorar nuevamente. Albert no quiso decirla nada, pero sabía de sobra que cuando no das la noticia abiertamente, es que algo grave ocurre. Tuvo que sentarse porque sus piernas temblaban y tenía que ser fuerte.  Allí tenía a su hija totalmente destrozada que le necesitaba y a la otra a la que verían en unos minutos.  Tenía que prepararse para lo que ella le dijera y para lo que él debería responder.

Las cosas no las tenía claras en su cabeza, pero no quería poner más nerviosa a Stella y no la preguntó nada.  No entendía el por qué una salió detrás de la otra.  Sólo encontraba una explicación: habían regañado.  Le apenaba tremendamente que las cosas hubieran terminado así de mal.  No quería ni pensar en las consecuencias que el accidente pudiera tener.  No quería pensar en perderla definitivamente, pero por muchos esfuerzos que hacía, esa idea se colaba por su cabeza y la angustia le paralizaba.

Mentalmente suplicaba no sabía muy bien a quién, que eso que tanto temía no se cumpliera.  No habían tenido tiempo de quererse, de estar juntos, de engendrar un nuevo hijo que les uniera aún más.
Estaban comenzando su nueva vida.  Se amaban profundamente y tenían un proyecto de futuro.  No podía ser que todo se fuera al traste, precisamente ahora.  Ofreció a Stella un poco de agua para ver si se tranquilizaba, y la estrechó más en su abrazo, y ella se abrazó más a él buscando el cobijo que un padre puede dar en un momento de angustia como era aquél.  Y Albert sintió que su corazón se llenaba de ternura y de amor por esta hija que necesitaba ese abrazo buscando consuelo y alguna explicación del porqué su vida era tan tortuosa.

- Todo saldrá bien.  Acabas de escuchar al médico: todo es normal.-   Buscaba las palabras que la transmitiera  esperanza, pero no las encontraba porque él mismo intuía la gravedad de lo sucedido.

- Posiblemente tenga una hemorragia interna. El impacto debió ser brutal.  Mi pobre niña ¿ por qué lo hiciste?  Intuyo que viste el peligro y quisiste protegerla no importándote tu propia vida. Y Amelie ¡no la quiere, dice odiarla!.   Aunque yo sé que no es así.  Que es generosa  y la quiere porque yo la quiero. ¿ ¿Cómo no se da cuenta de ello ? - Se repetía una y otra vez, buscando una explicación pero no sabía si era su deseo de ver las cosas desde ese punto de vista, o es que necesitaba autoconvencerse de que así sucedieron los hechos

 De repente se dio cuenta de que la familia no sabía nada.  Se habían olvidado de avisarles y debían hacerlo.  No quería continuar la frase, pero él como médico, conocía sobradamente  que podía ocurrir lo peor.  Pero también necesitaba hacerse con el control de la situación, porque Stella no estaba en condiciones de hacerlo, y además el deber era de él.  Besó sus  cabellos y apartándola de su abrazo ligeramente la dijo:

- Cielo, he de avisar a los abuelos de lo que ha pasado.  Seguro que querrán venir, Contarles lo ocurrido y que no se desplacen hasta la universidad. He de llamarles ¿ Puedes quedarte sola un momento?   Tengo el teléfono en mi despacho.  No te preocupes volveré enseguida.
- Haz lo que tengas que hacer, papá.

Le había llamado papá por primera vez.  Siempre le había dicho padre, pero esa palabra era más rotunda, como si marcara distancias entre ellos, sin embargo papá, era más cercano más de verdad.  Y dentro de la infinita angustia que sentía, el corazón le dio un vuelto y la estrechó más en su abrazo.  Era un ser especial y tenía la suerte de tenerla como hija, alguien a la que a penas conocía, y que hoy le pedía, sin palabras, que la cuidara, que la protegiera, y él lo haría con toda su alma porque el corazón se le desbordaba de amor hacia aquella joven tan amada por todos y  que era capaz de amar incondicionalmente a todo el que estuviera cerca de ella.


  En su pecho no albergaba rencor ni dudas, ni siquiera preguntaba nada.  Admitía las cosas como ocurrieran y merecía ser querida, y él en poco tiempo desde que supiera de su existencia, notaba que ese amor paterno se ensanchaba día a día como para compensarla de todos esos años que se creyó  no amada por su padre y desconocida para él.

Tenía un nudo en su garganta y los ojos se le llenaban de lágrimas, pero no lo quería hacer delante de ella para no acongojarla más.  Salió apresuradamente rumbo a su despacho.  Cerró la puerta con llave, y allí a solas, hundió su cara entre las manos y lloró, lloró desconsoladamente , con tremendo dolor e inquietud por la vida que no estaba lejos de él, pero que tenía miedo de perder..

Toda la familia recibió la noticia con angustia y preocupación y todos, como si se hubieran puesto de acuerdo, decidieron acudir para acompañarles y vivir juntos lo bueno o lo malo que les esperaba.  Stephanie también fue avisada y también acudió junto con Geoffrey.  Ellos llegaron enseguida, puesto que viven en el mimo lugar.

Con el rostro desencajado, se abrazó a Albert a su llegada al hospital y también lo hizo con Stella. Preguntaba sin cesar por lo ocurrido, pero sólo Stella pudo responder.  No quería culpar a su hermana, porque había sido un accidente, pero indirectamente ella fue la causante.  Pero la generosidad de Stella omitió el detalle de la discusión, y todos quedaron convencidos de que la versión que daba la joven era lo que había ocurrido.

Por fin, la puerta se abrió y el jefe de equipo salió a dar el diagnóstico.  Era un viejo conocido de Albert, por tanto le habló con toda claridad.

-Ha salido de la operación, es lo que de momento te puedo decir.  Tenía una fuerte hemorragia interna producida por el golpe.  Ha perdido mucha sangre.  parece que lo hemos controlado, pero ha de estar en la UCI al menos durante dos días.  Si durante cuarenta y ocho horas no se produce ningún cambio adverso, podemos decir que se ha salvado, pero, aún así, su situación es delicada. No podemos hacer más que esperar y tener paciencia.  Se le han efectuado transfusiones y sedado. Podréis verla cinco minutos nada más.  Lo siento Albert.  Hemos hecho cuanto hemos podido.

Stella miraba a su padre con cara de espanto buscando en su rostro alguna luz de esperanza. Albert la abrazó y sólo pudo decirla:

- Esta bien pequeña.  Va a salir adelante, ya lo verás y entre todos la cuidaremos. Cálmate.  Sólo podemos esperar. Van a ser unas horas interminables, pero no se puede hacer otra cosa.  Vayamos a verla un momento. Después, cuando bajen a Amelie a planta estaremos con ella.

Allí ya no  hacían nada, así que los cuatro decidieron ir hasta la UCI, aunque sólo pudiera entrar su marido para verla .  Amelie estaba en reanimación a punto de trasladarla a planta y hacia allí se dirigieron para estar con ella cuando llegase.
Y transcurridos unos minutos, Amelie entraba en la habitación. Estaba despierta, aunque por el sedante no mostraba señal de excitación.  Al ver a su familia, rompió en un sollozo, y pronunciaba unas palabras que nadie entendía, pero si Stella, que la tomaba de las manos rogándole que se tranquilizara.

- Papá, mamá ¿ dónde está Rose ? - preguntaba angustiada
- Está bien, hija.  No te preocupes.  Pronto podrás verla.- respondió Stephanie
- Papá fue mi culpa, fue mi culpa. Perdóname
- ¿ Qué estás diciendo ? No hay nada que perdonar.- respondió Albert - Tienes que tranquilizarte

Albert y Stella, se miraron y él supo en ese momento, que sus sospechas eran ciertas.  Todo había sido provocado por un accidente, si era cierto, pero también quién lo promovió estaba allí llorando por el daño causado.

sábado, 12 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 23 - El plan

Al salir de la casa, Albert tomó de la mano a Rose,.  Estaba algo nervioso e intranquilo pero al mismo tiempo al contemplar la despedida que sus padres les habían dado, no puedo evitar suspirar aliviado. Su madre había abrazado a Rose y les habían dicho "volved pronto y en compañía".  Sabía perfectamente que se referían a que volviera con Stella..  Una vez dentro del coche, miro a Rose y tomando su cara entre las manos la besó fuerte, como dándole las gracias por haber allanado el camino.  No era una visita fácil. Su padre lo comprendió enseguida reprochando a su mujer el tratamiento que había dado a esa situación y pidiendo perdón por todo: él había estado ajeno y sólo sabía lo que Emily le había dicho.  Ignoraba lo que habían hablado las dos mujeres, aunque lo imaginaba por la forma en que llegaron,  y tan distinta a cómo salían.

- Gracias, cariño.  Me he quitado un gran peso de encima.  Deseo que comprendas, que aunque reconozco los errores que cometieron, son mis padres. Tenía miedo, porque ha sido tanto el daño causado, que creí que estallarías, pero compruebo que has sido tu la que has tomado las riendas y has sabido conducir la situación a buen puerto.  Estoy dolido por todo, principalmente por tí, pero también por Stella que no sabe nada de nada. Por mi mismo también; nos hubiéramos ahorrado mucho padecimiento si ella se hubiera comportado de otra forma.  En fin.  De nada sirve remover lo pasado. Bueno ya está todo claro eso es lo que importa para tranquilidad de todos. Hablaré con Stella, creo que debo ser yo quién lo haga, pero estando tu presente  ¿te parece ?
-  Si lo crees conveniente, de acuerdo. Albert, por ti, por mi familia, soy capaz de cualquier cosa.  Comprendo que tenías que estar dolido con ellos y expectante conmigo, pero ahora tranquilízate porque todo está arreglado en parte.  Stella,  aunque es muy comprensiva, no sé qué reacción tendrá.  Creo que debíamos hacerlo cuanto antes. Pero tenemos tiempo hasta tu próxima visita.  Mientras tanto iré tanteando el terreno.  Y ahora dejemos todo atrás, y pensemos sólo en nosotros. Sólo tenemos esta noche hasta ni se sabe cuando
. Tienes razón - y bajando la ventanilla gritó a los cuatro vientos como si alguien le escuchara  " la noche es nuestra".  Arrancó el coche y salieron rumbo al parador.  No tardaron mucho en llegar, no estaba distante de la casa de los padres de Albert

Y  había reservado  la suite de la otra vez.   Que también tuviera  champán y las flores y las fresas con el chocolate.  Volvería a reinar el erotismo, y esta noche más especialmente. .  Tenían mucho que celebrar; habían dado un paso de gigante desde la otra vez que estuvieron allí.  Ahora todo estaba un poco más claro, no obstante, debían hablar no sólo de su enlace que quería fuese cuanto antes

- Nos casaremos enseguida. En cuanto llegue pediré el traslado a Driscoll o al sitio más cercano de vosotras.  Deseo ir a dormir a casa cada noche, vivir como una familia.
-No lo hagas Albert.  Tu sitio está allí, cerca de tu otra hija. Yo seré la que me traslade
- Pero tu tienes aquí todos tus esfuerzos.  Has trabajado mucho hasta llegar aquí.  Ahora empieza a funcionar.  Definitivamente seré yo quien se traslade. En cualquier lugar puedo ayudar a la gente, es lo que quiero.  Además está tu madre, no es justo dejarla sola y sin su medio de vida, aunque nosotros la ayudemos,  no es justo.
- Mi madre conoce perfectamente la receta, fue ella quién me enseñó. Podemos contratar a alguien que la ayude en el taller y en el reparto.  Creo que sería lo más acertado.  Stella se irá algún día a la universidad.  Creo que es mejor que sea yo quién se traslade hasta Austin.  Vendré a verla de vez en cuando, pero de esta manera estarás cerca de Amelie, de lo contrario tendrías que verla sólo en vacaciones y no sería justo ni para ti ni para ella.
- Hemos de hablar detenidamente y no tomar decisiones hasta que no lo tangamos claro.  Creo que mañana, antes de regresar  deberíamos sentarnos los cuatro y plantear la situación; entre todos, hay más posibilidades de sacar una buena conclusión.  Pero ahora, basta ya de proyectos y vayamos a lo positivo.
-¿ A qué te refieres? - preguntó Rose
- A esto - respondió Albert, atrayendola hacia él y besándola con ardiente pasión.

Habían estado esperando ese momento durante todo el día. Era muy poco el tiempo del que disponían y larga la separación.  Tenían que recobrar el tiempo perdido.  Se olvidaron del champán  y se fundieron en uno sólo.  Para eso estaban allí, para disfrutar en soledad del deseo, y amor que necesitaban para combatir la nostalgia por la separación.  Era difícil acostumbrarse ahora a no tener la complicidad que tenían.  Lo echaban de menos cada vez que se separaban, por eso Albert tenía prisa en hacerla su esposa, porque en el fondo sentía miedo a que todo fracasara por algún motivo y volviera a perderla.

Comerían  en casa, con Stella y Deirdre y sentados a la mesa expondrían sus planes de futuro.  Albert quería celebrar la boda cuanto antes.  Quería tenerla a su lado cuanto antes.  Cada vez que venía a verla la alegría le estallaba en el pecho, pero al regresar le invadía la nostalgia de ella y de Stella, y los días se le hacían interminables y aburridos.

El plan ideado por Rose, les pareció bien y acorde a Deirdre y a Stella, con lo cual se pondrían manos a la obra al día siguiente.  Deirdre conocía a un muchacho formal y trabajador que podía perfectamente desarrollar el cometido que habían ideado, y trabajaba para pagarse los estudios.  Eso estaba solucionado.  Stella se quedaría momentáneamente a vivir con la abuela y dejaría pasar un tiempo prudencial para que ellos estuvieran a solas viviendo su luna de miel.

Y ahora sí, Albert buscaría una casa en la que vivir,  más grande que el apartamento que contrató en su día. Pero debía ser Rose quién la eligiera. Sería su casa, su hogar  y lo harían los dos.  Quedaron que a la semana siguiente, sería ella la que viajase hasta Austin.  La  quería presentar a Stephanie, que ambas mujeres se conocieran y fuesen amigas.  Y ellos mientras tanto, hablarían por ls noches antes de dormir por Skype.  Al menos eso les serviría de consuelo hasta verse en persona.  Eran como dos adolescentes que tuvieran novio por primera vez, y casi, casi, que así era.

De almas y cuerpos - Capítulo 22 - Un anillo de compromiso

Cuando llegaron al Parador, ya lo tenían todo dispuesto: el champán, las fresas, el chocolate...  Todo lo mismo, y todo diferente.  Esa noche sería la más especial de todas. Albert tenía que formularla una pregunta.  Quería ser tradicional, apasionado, clásico. cursi, si se quiere.  Todo ello junto, sería una forma de agasajar a la mujer que amaba y que esperaba sonriente junto a él en la sala de la habitación. Un gran ramo de rosas blancas sobre una de las mesas, y en su bolsillo un pequeño estuche con un anillo de compromiso.  Quería cumplir con todo el ritual, ya que no pudo hacerlo en un principio.  Ahora todo era diferente, pero también nuevo para ambos.  Albert sentía que amaba por primera vez en su vida y era ella quién le había enseñado a sentir ese noble sentimiento,   y ninguna otra.

Estaban a punto de salir las lágrimas.  Estaba emocionada y contenta porque él estaba a su lado; el resto quedaría para otro momento, pero esta noche, era su noche  en la que se habían podido reunir al cabo de dos semanas.  No era tanto el tiempo transcurrido, pero para ellos era una eternidad. Sólo serían dos días, pero tan intensos que valdrían por una semana.

La besó como si fuera la última vez que lo hiciera, pero no había desgarro ni tristeza, sino todo lo contrario un amor apasionado por estar juntos.  Sacó de su bolsillo el estuche que había comprado en Austin y se lo abrió emocionado, ante una más emocionada Rose, que ahora sí daba rienda a esas lágrimas que pugnaban por salir.  Sonreía y lloraba a un mismo tiempo.  Estaba contenta y feliz, y le parecía imposible estar viviendo estos momentos inolvidables que marcarían el comienzo de algo hermoso y extraordinario que jamás pensó vivir.

- ¿ Quieres casarte conmigo? Parecerá una cursilada, pero así lo siento y así lo deseo.  Hubiera querido en otro tiempo, pero este tampoco está mal.  Estamos juntos es lo importante, y lo más sublime es que nos seguimos amando, incluso más que antes
- Albert.  Si quiero.  Deseo ser tu compañera y que juntos caminemos por la vida de la mano. Que nuestro amor crezca cada día y que así sea hasta el fin de los tiempos. Si,   deseo ser tu mujer, con toda mi alma.

Se besaron se abrazaron y se poseyeron con el mismo ímpetu de su juventud. Porque habían vuelto a ser jóvenes de nuevo.  Y brindaron por su eterna felicidad , por su familia y sobretodo por ellos, porque al comenzar esta nueva etapa de la vida fuese feliz y siempre juntos. Y jugaron como dos chiquillos, pero más eróticos.  La noche era suya y se querían y lo expresarían como quisieran y cuanto quisieran.  Nada ni nadie se lo podría impedir.

 Cuando llegaron ls primeras luces del nuevo día, llegaron también las dudas ante la visita que debían realizar a los padres de Albert. Sabían que era de obligado cumplimiento, pero nada agradable para ellos.  Verían la cara de sorpresa que pondrían al conocer a Rose  y recordar a quién correspondía ese rostro que iba a convertirse en parte de su familia.  Albert, conociendo la opinión de ambas partes, no esperaba nada bueno, pero confiaba en el buen criterio de Rose, para que todo, al menos, fuera correcto

- Lo siento cielo, pero hemos de irnos. Ya sabes... mis padres.  Cuanto antes pasemos el mal trago, será mejor.
-¿ Por qué mal trago ? Son tus padres y por ello les debo respeto, aunque no olvide lo distinto que pudo haber sido todo.  Pero aquello nos ha llevado hasta aquí, así que no debió ser tan malo. No te preocupes no va haber ningún escándalo, al menos por mi parte. Pero tienes razón es hora de ponernos en marcha.  Tenemos poco tiempo y muchas cosas que ultimar.

Volverían aquella misma noche; al menos estarían juntos hasta su regreso a la ciudad.,  Cada vez le costaba más trabajo separarse de ella, y soñaba cada día, con que llegase el momento de ser marido y mujer y tener, al fin, su propio hogar.  Pero tenían otra cosa más que solucionar: el negocio de Rose. Estaba decidido: presentaría su dimisión en le hospital y un traslado a Driscoll, de esta forma ambos seguirían con sus trabajos respectivos. Sabía cuánto había representado para ella el ponerlo en funcionamiento y la ilusión que puso en ello.  No permitiría que lo abandonase; además de ser el sustento de su madre, aunque eso no sería problema porque Deirdre podía perfectamente vivir con su hija.  pero aún era una mujer joven como para depender de alguien.  Supuso para ella también un revulsivo para darse cuenta de que servía para algo más que para atender una casa, por importante que fuera.  Esta sería la mejor solución para todos: abandonar Austin e instalarse en Driscoll.

También estaba Amelie.  Si se trasladaba dejaría de verla, al menos con la asiduidad que ahora lo hacía, y teniendo en cuenta la animadversión que sentía por Rose, creía que lo único que podía hacer era que fuese él quién se trasladase .para poder verla.  ¿ Por qué es todo tan complicado ?, se preguntó. No quería ser pesimista.  Hoy no. Ya se irían solucionando todos los problemas.

La tomó por la cintura y salieron del parador rumbo a casa de los futuros suegros.  Rose iba muy tranquila: no tenían nada que pudieran reprocharle, y por tanto no respondería a las insinuaciones o indirectas que su suegra le lanzase, si es que llegaba a hacerlo,  Pero Albert si lo estaba.  Era un hombre de paz y no le gustaban las violencias.  No soportaría que su madre sacara los pies del tiesto y ofendiera a la que iba a ser su mujer. La debía que su hijo era completamente feliz con ella y que le había dado otra nieta, aunque no supiera nada de su vida.  Hablaría a solas con su padre y se lo explicaría todo. El señor Freeman, era más comprensivo que lo era su mujer, y no estaba de acuerdo en muchas cosas de las que ella hacía, por eso creyó oportuno hablar con su padre y que él, la frenara si acaso el asunto se iba de madre.  Tenía confianza de Rose y sabía que por ella no habría problema, pero mejor sería no tentar a la suerte.

Fueron recibidos en una sala ante la sorpresa al conocer la misión que les había llevado hasta allí. A  Emily le faltaban las palabras al escuchar el relato que su hijo iba narrando atropelladamente, sin dar demasiados datos, sólo que se habían conocido de jóvenes y al encontrarse de nuevo habían llegado a la conclusión de que deseaban unir sus vidas.  Emily no apartaba la vista de la cara de Rose, como tratando de recordar dónde la había visto, ya que nunca había tenido ocasión de verla ni en la tienda, ni al llevar los pedidos a su casa.  De momento, eso permanecería en secreto.  Ya habría tiempo de hablar de ello.

El padre les dio la enhorabuena y un abrazo a cada uno de ellos, y ese fue el momento en que Albert le  llamó aparte :  le explicaría la historia tal y como ocurrió.
 Al quedarse a solas,  Emily, creyó oportuno averiguar de dónde era esa chica y a qué familia pertenecía, aunque ahora los jóvenes ya no guardaban tanto el protocolo de las familias.  Rose la vio venir, y antes de que fuera más allá en sus averiguaciones, decidió que sería ella, la que narrara todo lo ocurrido en esos años pasados.

- ¿ Puedo llamarla Emily ? - la dijo educadamente
- Desde luego,   Vamos a ser familia
- Bien.  Intuyo que desea, como es natural por otra parte, conocer mi origen y cómo nos conocimos Albert y yo.  Para eso, debe echar la mirada hacia atrás y recordar que había una jovencita interesada en averiguar el paradero de su hijo.  Que resultó ser una pesada y que hubo de poner tierra de por medio para que se centrara en estudiar

-" Ha perdido totalmente su interés por tí "  ¿ Recuerda esas palabras? porque yo no las he olvidado nunca. Si Emily, soy aquella chica pobre que venía poco menos que suplicando hablar con su hijo, porque es cierto: la había dejado embarazada y era ella la que tenía el problema ¿ Recuerda todo lo que la cuento? Bien pues ha de saber que tuve una niña, que ustedes no conocen y que no consiguieron borrar de la cabeza de ese hijo que querían proteger a toda costa,la imagen de aquella chiquilla.  Pero el destino es juguetón y por casualidad nos volvimos a ver, aquí precisamente, en un día que les serví unas mermeladas fabricadas por mi. Fabricadas por esa chica a la que usted despreció. También he de decirla que no sabía quienes  eran ustedes, de lo contrario se las habría traído gratis, porque a pesar de todo, no olvido que son los padres del hombre al que amo y abuelos de mi hija, aunque ella no les conozca.

Emily no tenía palabras, no le salían de la boca ante todo lo escuchado.  Pero Rose no hablaba con rencor, sino que la estaba refrescando la memoria.  Tuvo que beber agua para poder evitar un desmayo.  Tras una pausa, Rose siguió con su explicación

- Bien Emily, ahora ya sabe quién soy, quién va a ser su nuera, y quiero que sepa, que todo eso ya ha pasado y que el amor de su hijo me ha compensado de todo cuanto pude pasar.  No deseo guerras entre nosotras, tampoco les impondré mi presencia mas de lo necesario, pero sí me gustaría decirle algo.  Llegará, quizás, algún día en que conozcan a su otra nieta, y por ella les pido que no le hagan un desaire, porque ella no es responsable de nada.  Quizás Albert les hable de todo esto, no lo sé, pero creí que debían saber quién había conquistado el corazón de su hijo.  No era una extraña para él.  Le he querido siempre, y por eso estoy hoy aquí.  No se preocupen, por mi parte todo seguirá como ha sido hasta hoy.  He cerrado una página de mi vida que no deseo volver a abrir.
- Me has hablado con franqueza y con toda claridad.  He de decirte que cuando llegaste aquél día hasta mi casa, presentí que estabas en apuros, pero no tuve la humanidad de que me explicaras lo que ocurría.  Con el paso del tiempo, he de decirte que no se me ha borrado esa escena de la cabeza, y que la oculté a todos, incluso a mi marido.  Ahora acabo de enterarme que tengo otra nieta que no conozco.  Deseo conocerla.  Es sangre de mi sangre y tiene derecho a saber quienes somos. Y por último ¿ cómo podría hacer que me perdonaras?
- No es necesario, señora.  He dicho que he pasado página de aquella parte de mi vida. Deseo que conozca a su nieta, entre otras cosas porque sé que Albert sería feliz y estaría tranquilo de que así fuera.  Por mi parte no hay problema. Yo misma la traeré para que la vean, pero será después de que Albert regrese; sólo tenemos dos días y uno ya ha pasado.
- De acuerdo. Vuelvo a pedirte perdón por todo el dolor que te haya podido causar.  Quiero que seamos una familia, seremos una familia, y tendrás las puertas de mi casa abiertas siempre


Tuvo que secarse unas lágrimas cuando sintieron un ruido en la puerta, señal de que los hombres volvían a reunirse con ellas.  Albert miró inmediatamente la cara de su madre y de Rose. A la madre la vio algo confundida pero sonriente y a Rose totalmente serena y también sonreía.  Respiró aliviado mirando a su padre, como diciéndole " Han hablado y han solucionado sus problemas".


viernes, 11 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 20 - Las cosas claras

Tomados de la mano caminaban cabizbajos sumidos en sus propias reflexiones.  La experiencia había fracasado y no encontraban la fórmula para tratar de convencer a aquella testaruda muchacha que no admitía los grandes cambios que estaba experimentando su vida, hasta hacía poco estable, al menos en apariencia.

Se apoyaban mutuamente, mientras eran observados por las chicas, que en la habitación de Stella contemplaban a la pareja.  Stella con ojos de satisfacción por ver juntos a sus padres. Amelie con un rictus de desdén y furia.  Sentía crecer en su pecho un hondo rencor hacia esa mujer que le había arrebatado a su padre. Ella había sido el centro de su vida hasta que apareció Rose desbaratando todo su mundo.  La odiaba, no la podía ni ver, y ahora tenía que contemplar como su padre la amaba, y no lo entendía.  Ella tenía la culpa de todo lo sucedido en su hogar y no podía perdonárselo.  Nunca la querría, jamás.


- Vamos dentro - dijo Stella apartándola de la ventana


Albert, tomó de la cintura a Rose y apoyó su cabeza en la de ella. Sentía profundamente  los desaires de su hija no sólo hacia Rose, también a su hermana, que ninguna culpa tenía de nada, y que trataba por todos los medios de ser cariñosa con ella, de que no se sintiera incómoda, pero estaba claro que no lo conseguía.

- Lo siento cariño.  Creí que sería todo más agradable.  Lamento enormemente haberte hecho pasar por esta situación tan violenta, y también a los demás
-Tienes que darla tiempo.  Todo ha pasado demasiado rápido, es muy niña aun y de repente ha visto a una competidora en el cariño de su padre. Tendremos que tener paciencia
- Pero es que no entiende que yo la sigo queriendo lo mismo, que tengo sitio para todo y para todos.
- Ya madurará, no te aflijas.  Dale tiempo al tiempo. Estoy segura que cuando hayan transcurrido unos meses, todo esto nos resultará simplemente una anécdota y nos reiremos.

Albert la miró fijamente con cara de no estar convencido de ello, pero la agradeció esa consideración con su hija.  Se detuvo en su paso y miró en dirección a la casa y alrededores.  Estaban solos, nadie podía verles.  Miró al frente y vio que había un árbol grande, frondoso unos pasos más allá., la tomó de la mano y la llevó hasta él.  Allí la apoyó en su tronco y comenzó a besarla con desespero y ella correspondía con la misma intensidad.  Estaba angustiado, no por él, sino por  Rose quién no merecía el desprecio que estaba sufriendo.

- Te necesito, aquí y ahora - la dijo mientras la estrechaba contra su pecho.  Habrá de ser rápido por si a alguien se le ocurriera pasar por aquí, pero te quiero y no tendremos en bastante tiempo oportunidad de estar a solas.
- Yo también te quiero, y también te necesito- respondió Rose

Y fundieron sus caricias, sus besos, sus deseos y sus cuerpos.  Después regresaron hacia la casa lentamente.  Debía volver a casa de sus padres, recoger el equipaje y regresar .  Pasarían varios días hasta que volvieran a verse:  tenía guardias.

Entraron a casa y vieron que Deirdre trataba por todos los medios por complacer a la chiquilla, que sonreía más abiertamente cuando Rose no estaba presente, lo que le produjo más desasosiego al comprobar que sólo con Rose mantenía las distancias.

- Bien,  hemos de irnos.  tenemos que pasar primero por casa de mis padres y regresar a casa.  El camino es largo - dijo Albert al tiempo que extendía la mano para despedirse de Deirdre.  A Stella la abrazó y la besó en la frente; eso no podría impedírselo Amelie.  Y por último se giró hacia Rose y la besó en los labios ante la sonrisa de Deirdre y Stella, y la furia de Amelie.

Padre e hija iban en silencio, hasta llegar a la cercanía de la casa, entonces apartó el coche al arcén, lo desconectó y se volvió hacia la chiquilla que le miraba hacer con sorpresa

- ¿ Qué ocurre ? - le preguntó pensando que pasaba algo
- Ocurre que has sido grosera y mal educada. Tu comportamiento ha sido bochornoso y puedo asegurarte que no volverá a ocurrir.   Se han desvivido por hacer que te sintieras cómoda, y ni siquiera con tu hermana has sido simpática ¿ Qué demonios te ocurre?  Tu educación ha sido un fracaso, porque nunca sospeché que te comportaras de esa forma.  Ni siquiera al despedirte le diste la mano, sino que saliste corriendo hacia el coche.  ¿ Es esa la forma de comportarse correctamente?
- No la quiero, papá. No necesito madrastra
- No va a ser tu madrastra.  Tienes una madre excelente que se avergonzaría de tu comportamiento. Sé que no puedo imponerte que la quieras, pero sí, al menos, que seas educada. Voy a casarme con ella en cuanto sea posible y he dado mis apellidos a tu hermana. No te impondré su presencia, aunque sé que va a ser muy doloroso para mí porque cuando tengamos nuestro hogar, nunca vendrás a visitarme, pero , puesto que no lo entiendes, voy a hacer las cosas a mi manera, como corresponde, y no como quiere una caprichosa y mal educada jovencita.  El día que ames a un chico comprenderás lo que sentimos Rose y yo.   Para eso aún falta tiempo, pero es mi decisión, así que ya lo sabes. Si tienes algo que decir, dilo ahora, porque no tendremos otra ocasión para ello.

Arrancó el coche y Amelie desvió la vista hacia la ventanilla.  Cuando entraron en casa de sus padres, la chiquilla corrió escaleras arriba para recoger su equipaje.  Los padres se extrañaron de la actitud con la que llegaban y al preguntarle, Albert no pudo contenerse más y lleno de rabia les dijo:

- Se ha comportado como una chica vulgar. La he dicho, y a vosotros también, que voy a casarme con esa mujer que la he amado toda mi vida y vamos a compartir nuestras vidas.  Y ahora hemos de irnos, el camino es largo y no deseo seguir hablando de este tema, porque quizá con la rabia que tengo, pueda decir algo que haga daño, y no quiero hacerlo.

Dicho ésto también él subió a recoger el equipaje.  Los padres se miraron entre sí sin comprender nada de lo que les había dicho.. Cuando se despidieron comprobaron que Amelie había llorado mientras recogía el equipaje, y que su hijo tenía el entrecejo fruncido, señal de que algo no marchaba bien, pero se sintieron incapaces de preguntarles nada.  Ya hablarían con más calma en otra ocasión


jueves, 10 de mayo de 2018

De almas y cuerpos - Capítulo 19 - La visita

Cuando llegaron,Amelie se agarró fuertemente al brazo de su padre.  Este la miró comprendiendo lo dificil que era  esa situación para ella.  Tenía que reciclar a marchas forzadas todo lo que ocurría a velocidad de vértigo, sin tener tiempo de tomarse un respiro, sino ir aceptando tal y como venía.
 Fue Rose quién abrió, y se encontró de frente con los ojos del padre y de la hija.  En los de la niña vio recelo y asombro por encontrarla allí y ser ella quien abriera la puerta.  En los de él incertidumbre y zozobra.  Estaban jugando a ciegas una partida difícil con contrincantes muy duros y lo que les inquietaba era que no sabían si tendrían algún as en la manga  o terminarían en tablas, y al fin perdiendo.

Rose avanzó hacia ellos tendiendo la mano a Amelie que se hizo la distraída y no correspondió.  No pasó desapercibido el gesto para ninguno, pero Rose hizo como que no se daba cuenta, y su rostro no varió la expresión.  Albert la miraba con angustia, por ella, no por él. Interiormente recriminaba la actitud de su hija, pero no le pareció oportuno llamar su atención delante de Rose.  Ya le diría algo cuando terminara la entrevista.  Eso había sido un síntoma de niña caprichosa y mal educada, y no estaba dispuesto a pasarlo por alto,.

Detrás de Rose, aguardaba Stella, sonriente a pesar de la tensión originada, pero esgrimió la mejor de sus sonrias y abrazando a su hermana le dio la bienvenida.

¡ Vaya ! Nos volvemos a ver de nuevo- la dijo al abrazarla
-Si, así es. El mundo es un pañuelo.  Eso dicen ¿ no ?
- Así que esta es la pequeña Amelie. Eres tan bonita como te había descrito tu padre- la dijo Deirdre sonriente

Amelie está muy seria, y no sabía cómo interpretar esa bienvenida que no esperaba. Quizá les había juzgado mal. No a Rose no. Era una entrometida causante del deivorcio de sus padres; de eso no tenía la menor duda, a pesar de que cuando ocurrió ni siquiera se hubieran visto en años. Pero él seguía enamorado de ella y eso impidió que lo estuviera de su madre.  Podría aceptar las cariñosas palabras de todos, menos las de ella.  Y fue Rose la que ofreció se sentaran y tomaran algo.  Albert aceptó un café, Amelie nada.

- Ven acompáñabe - la dijo su hermana tirando de ella de la mano - Te enseñaré mi habitación y los vestidos que siguiendo tu consejo compré.

Amelie no quería ir a la habitación, ni separarse de su padre.  Era como si tuviera miedo, y en realidad lo tenía.  Era una situación muy violenta, porque todos fingían que estaban encantados de la vida, cuando no era así.  Pero la siguió; quería salir de allí y perder de vista a Rose.  Sin embargo Deirdre le cayó simpática.  Tenía que reconocer que todos se esforzaban por ser amables con ella, incluso Rose, se mostró cariñosa a pesar de la hostilidad que sentía.

Rose la observaba en su forma de comportarse.  Se hacía cargo que para esa chiquilla era una situación extraña y difícil de aceptar.  Estaba frente a la mujer con la cual su padre quería casarse, frente a una hermana que había conocido durante cinco minutos, y esa sería su familia en lo sucesivo, con la que tendría que convivir si llegaban a formar un hogar.  Pero al mismo tiempo estaba triste.  No es así cómo había imaginado aquella primera entrevista.  No había en los gestos de la niña ni un sólo movimiento de aproximación, de comprensión hacia la especial situación  que su padre y Rose estaban viviendo.  Ella no había interferido en la separación de sus padres, ni siquiera se habían visto por primera vez después de tantos años.  No tenía derecho a sentirse dolida, ella si. La había embarazado a una edad en que no debiera ser madre y sin embargo lo fue y se enfrentó a la vida, y nunca reclamó nada, ni ahora ha pedido nada.  Miraba a Albert esgrimiendo una leve sonrisa, y sabía que él estaba con el mismo estado de ánimo que ella, que no tenían tiempo, puesto que regresaban a casa ese mismo día, y sabe Dios cuando volverían a verse. Y presintió que a la niña no la vería en mucho tiempo.  Ella no tenía resentimiento hacia Amelie, la comprendía perfectamente, además era demasiado jóven para entender los problemas de los mayores, pero ahí estaban, y no sabían cómo solucionarlo.  Deirdre les observaba de reojo, y a pesar de que sonreía, estaba disgustada por la actitud de la chiquilla.  Era comprensible que los primeros momentos hubieran sido violentos, no sólo para ella, también para el resto.  Pero en su mirada notaba recelo, por no decir odio, hacia su hija, y eso le dolía profundamente porque Rose no se lo merecía.  Tendrían que tener mucha, mucha paciencia con esta chica caprichosa y cabezota.  Tendrían que ganársela poco a poco.

Albert acariciaba la mano de Rose buscando en sus ojos, quizá comprensión para su hija.  Rose le sonreía como diciéndole "tranquilízate, era de esperar". Pero no era justo.  No esperaba  que   se comportara con tanta hostilidad  y al contrario que Stella, todo dulzura para con su hermana.  Era una chica sensible e inteligente, muy hábil cuando se la llevó a su habitación para que los mayores se relajaran.  Posiblemente hablaran las dos hermanas,: por lo menos si ellas se llevaban bien, tendrían un tanto a su favor, porque se entendería mejor si Stella hablaba con ella y le hacía comprender que no eran sus enemigos.  Que las cosas sucedieron por casualidad, porque el destino así lo quiso y que debía ser ese, el momento oportuno para que ocurrieran y no otro.  Que podrían haberse visto sus padres y hablar después de tanto tiempo por primera vez,  que ha tenido que ser ahora precisamente y no días atrás.  Nadie sabría porqué sucedió, pero sus motivos habrían.

- Id a dar una vuelta -  dijo a la pareja que permanecían en silencio, sólo mirándose y sonriendo a intervalos con desgana.  No sabían de qué hablar.  Estaban totalmente descorazonados, pero Deirdre tenía razón.  Cuando se fueran después de la entrevista, marcharían a casa y no se verían en unos días.  Y en un sólo día podrían cambiar las cosas, que ya estaban mal, pero podían ir a peor.  Y eso a Albert le ponía la piel de gallina.  El pensar que todo podía volver a estar como antes, le enfermaba, porque no era lo mismo.  Habían tenido intimidad, sabían que su amor era firme, pero también sabían que si cualquiera de las dos chicas se oponía no formarían la familia que habían soñado.  Debían ir despacio, poco a poco, y ganar la voluntad de ellas paso a paso, sin precipitaciones.

Hoy había sido la primera entrevista, la primera vez y posiblemente, la segunda, fuera mejor o quién sabe si habría alguna negativa para entrevistarse nuevamente.  Lo malo de todo éstó era la ausencia, porque con ella, las cosas podrían enfriarse aún más de lo que ya estaban.

- Tiene razón Deirdre.  Salgamos a dar una vuelta.  Ellas están bien.  Los jóvenes se  entienden entre ellos.  No estés preocupada, todo va a salir bien.  Da tiempo al tiempo.

La tomó de la mano y la llevó fuera de la casa .  Al verse a solas, Rose no pudo contener más su desconsuelo, y tapándose la cara con la mano comenzó a llorar.

- ¿ Por qué es tan difícil para nosotros el que nos amemos? ¿ Por qué no es como en todas las parejas?  No va a poder ser, amor.  No va a poder ser
- Calla, calla. No te desmorones.  Hoy es la primera vez.  Cuando te conozca verás que todo pasará y nos olvidaremos de estos malos ratos.
- No Albert, no quieras engañarme ni engañarte tú mismo.  Nunca me aceptará.

La abrazó tiernanente besándola, porque él conocía a su hija y sabía que iba a ser muy difícil aceptar una nueva familia-  Que Rose tenía razón, pero no podía dejar que les ganase la fatalidad.  No tiraría la toalla, ni abandonaría a esta familia que ahora era la suya también.  Volvería a hablar con Amelie, pero nunca renunciaría al amor de Rose ni al de Stella.


De almas y cuerpos - Capítulo 18- Dos hermanas

Se levantó temprano.  La casa estaba en silencio y decidió salir a dar un paseo y reflexionar sobre  lo que debía hablar con Amelie.  El tiempo se agotaba y esa misma tarde saldrían rumbo a Austin, ya que al día siguiente debía retomar su trabajo.  Había sido un fin de semana, pero de tal intensidad que pareciera que había transcurrido media vida.  Trataría de ir a mediodía a despedirse de Rose, pero volvería en cuanto le fuera posible, pero para ello habrían de transcurrir varios días, ya que tendría que hacer guardias hasta volver a tener  días libres.  Si al menos su hija cediera algo...

Y sin querer volvió su mirada hacia Stella.  Acababa de conocerla , y sin embargo la quería.  Tenía un carácter dulce y comprensiva.  No preguntó nada, no reclamó nada, todo lo dio por aceptado, y sin embargo ella tenía mas derecho que nadie de hacer reclamaciones y reproches.  Y a pesar de todo, de su boca no salió nada de eso, al contrario, le llamó padre por primera vez,  y esa palabra que debiera haber sido sin contenido por los motivos de su ausencia, le llenó el corazón de emoción.  Nunca hubiera imaginado que la sangre tirara tanto, y bastase una simple explicación para que ella lo diera por bueno

No tenía ninguna gana de irse. Había mucho que hacer.  Había que reconstruir una familia, conquistar el cariño de una hija y la comprensión de otra, y sobre todo ello amar a la persona que lo había hecho posible, que con su ternura y amor fiel, permitió que volviera a tener esperanzas en la vida.

Desde la ventana de su habitación. Amelie observaba la figura de su padre que con la cabeza baja, paseaba dando vueltas en círculo, sin darse cuenta.  Le notaba preocupado y triste, sin duda la discusión que mantuvieron en el día anterior era lo que le preocupaba.  El egoísmo, a veces de los hijos, no veía que él estaba demasiado solo.  Que su madre había encontrado un nuevo amor y tenían planes de futuro ¿Por qué su padre era distinto? Tenía el mismo derecho, máxime que amaba a esa mujer desde que era un chiquillo, que la había perdido y ahora recuperado.  Y que de aquel amor, había nacido una chica:  su hermana, que también tenía el derecho de conocerse y de que fuera querida como ella lo era.  Era su hija como ella misma.  Ambas llevaban la misma sangre, y era inocente de todo lo que sus padres hicieran.  ¿ Por qué, entonces era tan cruel con ellos?

 En el fondo reconocía que no tenía derecho ni razón, pero estaba muy dolida desde el divorcio y ésto había sido un golpe fuerte.  Siempre pensó que era hija única, que nadie le disputaría el cariño de su padre.  Sin embargo aceptó con naturalidad que posiblemente, su madre, al casarse con Geoffrey pudiera tener otro hermano o hermana.  Y eso lo había aceptado con naturalidad.

Le había dicho su nombre:  Stella.  Le cayó bien cuando charlaron brevemente en la boutique.  Se sintió a gusto con ella, pero fue tan breve el encuentro que a penas recodaba su rostro..  Estaba muy confundida.  Le dolía ver a su padre tan deprimido, y era por su causa.  ¿ Qué debía hacer?  No la gustaba estar enfadada con él.  Pensaba que si se enfadaba,  él se refugiaría aquí; ahora tenía un lugar en el que descansar y seguro que sus visitas serían frecuentes, y ella le iría perdiendo poco a poco, y en cambio su hermana le recuperaría.  No lo permitiría.  Su padre era sólo para ella y no quería compartirlo con nadie más , ni con su hermana, y por supuesto con esa mujer tampoco.

Sentía que la odiaba, y en realidad no tenía motivos para ello, pero le había robado el amor de su padre y había destruido su casa. Había conseguido separar a sus padres y ahora se refugiaría en ella y se olvidaría de su otra familia.  Pero sabía de sobra que estaba siendo injusta, que la única que podría protestar sería esa mujer, ya que según le contó su padre, su abuela intervino para ello.  Y se puso en la piel de ella. una chica poco mayor que es ella ahora,  cuando ocurrió todo y de repente verse sin el amor de su vida y con un bebe en los brazos.

Los ojos se le llenaron de lágrimas al ponerse en la situación de Rose y de su padre, que se enteró que tenía una hija años después.  Volvió a mirar por la ventana y comprobó que su padre seguía dando vueltas  buscando alguna respuesta. Y decidió bajar a buscarle.  Por ella no perdería a su otra hija.  Le pediría que la llevase a conocerla bajo otro plano distinto al que se conocieron.  Quizá no fuera tan malo tener una hermana mayor.  Se lavó la cara para que no vieran que había estado llorando, y salió en busca de Albert.

Se quedó sorprendido cuanto la tuvo enfrente. Le miraba con algo inescrutable que no sabía si sería bueno o malo, con ella nunca se sabía, pero en esta ocasión, la chiquilla le sacó de dudas. Se resistía a pedirle perdón; ella no había hecho nada malo como para pedir perdón, y sin embargo le dio tanta lástima el rostro preocupado de su padre, que lo hizo abrazándose a él.

. Papá, perdóname.  No me gusta verte así. Conoceré a mi hermana y trataré de hacerme a la idea, pero no me pidas nada más, al menos de momento.  Tendrás que darme un plazo para asimilar todo lo que ha pasado.
-Cielo, te daré todo el tiempo que quieras y que necesites.  Lo que quiero es que todos vivamos en paz y felices.  Amelie, las quiero, pero por eso nunca dejaré de quererte a ti, si es a eso lo que temes.  Sois mis hijas, ambas y Rose mi eterno amor de juventud.  Sólo espero que, pasado un tiempo lo entiendas y las aceptes. Siempre serás mi hija, mi pequeña.  Pase lo que pase y ocurra lo que ocurra.  Pero ella también lo es, y aunque sin saberlo, la he privado de los mejores años de estar con su padre.  No se puede hacer nada por recuperar el pasado, pero si, vivir el presente, todos juntos.
- Está bien papa.  Llévame a conocerlas.