martes, 31 de julio de 2018

Mi vida en una maleta - Cap ítulo 27 y último -Aufiderssen Berlín


Ambos esposos tardaron en conciliar el sueño, sumidos, cada uno de ellos, en sus propios pensamientos.  Brendan la abrazó y Liesa también lo hizo.  Y las caricias continuaron para al final terminar haciendo el amor.  Sería una manera fácil de echar fuera el cúmulo de sentimientos que ambos sentían en su interior.  Los recuerdos se atropellaban en la memoria de ambos, pensando en todo lo que habían perdido por las ideas neuróticas de alguien enloquecido por las ansias de poder.  Pero no sólo de él fue la culpa, sino de los enajenados que creyeron sus arengas y que les condujeron a su propia destrucción.
Millones de personas inocentes, habían muerto y esa sería una herida siempre abierta y de difícil olvido.  Y estaba bien recordarlo, para que nunca más volviera a ocurrir.

Despacio, sin hacer ruido, Liesa se despertó y miró a su marido que dormía plácidamente abrazado a ella.  Le retiró el brazo suavemente y le besó en los labios, para levantarse de la cama sin que a penas notara su falta.  Era muy temprano pero quería salir a la calle y vivir intensamente todo lo ocurrido el día anterior.  Se asomó a la ventana y vió todo tranquilo, sin a penas gente por la calle.  Sólo el personal de la limpieza trataba de que todo estuviera en orden.  Había sido una noche de algarabía, pero ahora llegaba la segunda parte:  recobrar la normalidad.

Se vistió y se dirigió hacia la puerta de Brandenburgo que estaba cerca del hotel.  Quería llevarse ese recuerdo en su retina . Había poca gente  mirando el resultado del derribo del muro, pero los que allí estaban sacaban fotografías para que no se olvidase.  Liesa se agachó y buscó entre los escombros, algún pedazo que no fuera grande, pero que recordara lo que allí se había vivido.  Encontró un trozo con restos de una pintada y lo guardó en su bolsillo.  No podía evitar la emoción que sentía, e instintivamente miró hacia arriba, al cielo y sonrió.  Ante su imaginación, aparecieron los rostros de sus padres que también sonreían.  Tan ensimismada estaba, que no se dió cuenta de que Brendan llegaba a su lado y la abrazaba fuertemente

- Qué susto me has dado.  Sabía que estarías aquí, pero podías haberme despertado y hubiéramos venido juntos.  Volvamos al hotel, hemos de hacer el equipaje y dejarlo todo listo.
-¿ Estabas preocupado?
- Siempre lo estoy por ti.  Eres ,mi mayor riqueza y he de cuidarla

Liesa se puso de puntillas y abrazando la cabeza de su marido le besó en los labios ardorosamente.  El se sorprendió ante ésto; pocas veces había hecho esa demostración de amor en la calle.

- Vayamos al hotel,.  Aún tenemos tiempo de ir más allá - insinuó Brendan- Despidámonos de Berlín como Dios manda - y ambos rieron sabiendo a lo que él se refería

E hicieron de nuevo el amor   Pero era desenfrenado como si hubieran retrocedido en el tiempo y los años no hubieran pasado.  Ya no tenían tabúes ni miramientos de nada; hacían lo que les apetecía, como les apetecía y cuando les apetecía.  Y casi se les hizo tarde para su salida del hotel

- Señora Flanagan, ha estado pero que muy bien.  Nunca  hubiera pensado que resultaría alguien tan excitante en la cama, después de que le explicara con pelos y señales, todo lo que una pareja debían hacer para ser felices- dijo Brendan tras los últimos rescoldos de amor
-Es que te convertiste en un maestro excelente

Y rieron felices abrazos uno al otro.  Faltaban pocas horas para que su viaje terminase.  Sería un broche de oro, y posiblemente ya no volverían.  Los recuerdos de lo vivido entonces, quedarían sepultados con el muro y con la reconstrucción de la nueva capital de Alemania.  Ya no quedarían vestigios del 39 y con ellos se marcharían Helmut, Jessica y Candice.  Les guardarían siempre en su corazón, pero aquel lugar, ya no sería el mismo.  Se borrarían todos sus pasos y no tenía objeto volver, ya que se sentirían extraños en otra ciudad ajena a la que conocieron.  Liesa guardó fotografías tomadas en la calle y en su casa , junto a un trozo de muro, en aquella maleta vieja de cartón que contenía su pasado hasta llegar a Inglaterra.  La pondría en el estante más alto del armario, para que fuera sólo un bello recuerdo de otra época vivida, pero ya pasada definitivamente.

Y a su regreso, y después de contar a sus padres e hijo todo lo vivido , abordaron el tema de Gorrión y su posible estancia entre ellos.  Fue unánime la aceptación de ese proyecto.  Alan Flanagan, perdió la mirada  en algún determinado punto y rascándose la nuca dijo:

- Mi buen y viejo amigo Pierre ¿ vendrá después de tantos años ? - a Brendan le extrañó la forma nostálgica en que su padre pronunció esas palabras.

- ¿ Le llegaste a conocer ?
- ¡ Naturalmente ! Nos vimos cinco minutos solamente en uno de mis viajes a Londres, pero fueron suficientes para sellar una amistad.  El fue nuestro enlace para localizar a Liesa y su familia junto contigo.  Fueron trámites difíciles y los tiempos más difíciles aún, pero tu moviste tus hilos y yo los míos.  El resultado helo aquí - y señalando a Liesa todos aplaudieron - Si viene, vivirá con nosotros.  Está decidido
- ¿ Por qué le llamáis Gorrión ? - preguntó curiosa Liesa
- Por que siempre cantaba cosas de Edith Piaff.  Luego se pasó a la zona rusa y allí se quedó cuando la repartición de Alemania.  Al perder a su hija, le daba todo igual.  No tenía familia ni nadie que le esperase.  Era lo mismo una zona que otra.  Pero afortunadamente, todo eso ha quedado bajo unos escombros, y se abre una nueva época, un tiempo nuevo para todos nosotros.

Y Gorrión llegó dos meses después de su encuentro en Berlín. Se abrazaron todos emocionados.  La familia se ampliaba, aunque los ausentes siempre estarían presentes.  James les miraba atónito, como diciendo " los viejos siempre están con sus batallitas" .  Afortunadamente para él, no había vivido aquellos tiempos convulsos; le aguardarían otros y otras situaciones  Vendrían otras guerras cruentas que nunca pensaron volver a vivir. Atentados atroces que les sobrecogerían.  Pero ellos se mantendrían unidos y firmes como una roca.  Porque a fuerza de llanto y sufrimiento, las personas se endurecen, pero también la ternura y compasión afloran en sus vidas..Y vieron crecer a James y hacerse hombre, cuyo parecido con el tío muerto  era extraordinario.  Y se acostumbrarían a vivir deprisa como la época requería. Y ellos se harían viejos, pero nunca olvidarían lo vivido en su juventud y los estrechos lazos de amistad y afecto que crearon.  Pero esa ya sería otra historia.






                                                             F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Ilustraciones:  Internet
Edición:  Junio  de 2018
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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