domingo, 3 de julio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 26 - El regreso

 


                                                     Capítulo 26 - El regreso


Cuando llegó Young Mi, vio la carta recibida que descansaba sobre una mesita. Le extrañó que el remitente fuera extranjero y se fijó más desde que país llegaba. Al leer de Irlanda, fue para ella como una corriente eléctrica que sacudiera todo su cuerpo. Se tranquilizó al leer el membrete. Se trataba de algún centro de estudios, seguramente referente a Suni.

—Un poco lentos ¿no? — dijo agitando el sobre

—¡Ah, eso! Nos solicitan un intercambio de estudiantes. Iba a comentártelo. No estaría mal tener por aquí a una jovencita ahora que no está la niña

—No lo estarás diciendo en serio

—Pues sí. Muy en serio

—¿Estás loco? ¿Has desterrado a nuestra hija y pretendes meter a otra en su lugar?

—No he desterrado a nadie ¡Por amor de Dios! Estás hablando de nuestra hija. Además, esto es solo una propuesta, pero ya veo que tendremos problemas. Olvídalo. Contestaré que no. Estoy cansado que a todas mis propuestas no hagas más que poner pegas.

—En esto sí.

—Y en todo. En fin, dejémoslo estar

 De nuevo entre ellos había surgido la polémica. Contestaría a ese instituto o lo que sea que no les interesaba por el motivo que fuera; sería una excusa.

— Quizás tenga razón y no sea una buena idea con el ambiente que se respira en esta casa.

 Malhumorado se refugió en su despacho, como hacía siempre. Cada uno de ellos había tomado esa determinación porque ninguno se soportaba.  Había veces que la palabra divorcio inundaba el cerebro de Kwan.

—¡Cuánto mejor hubiera sido no habernos casado! —, pensaba con frecuencia

Pero ya era tarde. Debió pelear su libertad, aunque, se opusiera el mundo entero. La imposición familiar de ambas familias fue más fuerte que su propia voluntad. Pero ya era demasiado tarde, aunque no tanto como para organizar sus vidas sin intervenciones ajenas. Ya las tenían destrozadas, al menos la de él. Recordaba muy a menudo el rostro de Amy.

 Había pasado bastante tiempo y suponía que ella estaría algo cambiada, al igual que él. Los mejores momentos desde hacía mucho, los había pasado junto a ella. Y por si su soledad fuera pequeña, ahora, no tendría a su hija.

Organizaría el trabajo de forma que cada diez días pudiera viajar a Dublín. Ya la echaba de menos y acababa de irse.

— Hubiera sido una buena idea aceptar a otra chica, pero, definitivamente diré que no. No quiero más discusiones. Es sumamente molesto y cada vez son más frecuentes.

Revisó la carta para ver su correo electrónico y en un minutó terminó de desvanecer su otro deseo. No vendría nadie a esta casa mientras Suni estuviera ausente. Nosotros tampoco, porque ese será el destino que tarde o temprano tomaremos.

Se sentía vulnerable y ese estado de ánimo no le gustaba nada. Cada vez con más frecuencia, acudía a algún lado con los amigos que, poco más o menos, algunos vivían la misma situación que él. Era un camino peligroso el iniciado. Ahogar las tristezas en alcohol no las atenúa. No era bebedor empedernido, pero al hacerlo vivía otra vida paralela, la que él hubiera elegido junto a quién había elegido.

Trataba de no ingerir demasiado soju para no perder el control. Lo único que le faltaba era ser atacado por su mujer por ese flanco. No sólo por eso, sino por su hija.

Sabemos que por el alcohol se nublan a veces nuestros sentidos y no somos capaces de reflexionar seriamente sobre lo que estaríamos dispuestos a hacer y que daña nuestra vida diaria. No era la primera vez que pensaba en el divorcio, pero el enfrentamiento con su mujer le sería insoportable. A pesar de que pensaba que ella también se sentiría libre de lazos que les ataban y que no deseaban.

Nunca se había emborrachado, ni siquiera en sus juergas juveniles, pero ahora iba por el camino directo a ello. Se tumbaba en la cama, a solas con sus pensamientos y entonces reflexionaba lo que estaba siendo su vida. Únicamente le compensaba Suni, pero ahora que ella no estaba, sería el trabajo quién recogería todos sus esfuerzos.

Comenzó a llegar tarde a casa con el pretexto de que tenía asuntos que resolver. Ningún reproche por eso de parte de Young Mi. Creía que se sentía aliviada con su ausencia.

¿Cómo habían llegado a ese extremo? Consultaría con su abogado y se prepararía para un nuevo enfrentamiento con su mujer, pero estaba decidido a que fuera el último.

Y así lo hizo. No diría a nadie la decisión que iba a tomar, excepto a ella. Ordenó al abogado que iniciara los trámites cuanto antes y cuanto antes deseaba recuperar su libertad. Pero… De repente el rostro alegre y encantador de Suni, se hizo presente. Tendría que consultar con ella y, sabía su respuesta: No.

Ella no comprendía ni vivía, aunque la intuyese, la situación de sus padres. Hacía como el avestruz, escondía la cabeza bajo el ala. Se encerraba en su habitación al iniciarse alguna discusión. Sabía que terminaría mal: su padre durmiendo en el cuarto de invitados y su madre en la habitación, encerrándose tras un portazo. Lo cierto es que la jovencita había pensado más de una vez en por qué no se separaban; sería mejor guardar un buen recuerdo que tener un infierno por vida. Pero jamás les dijo nada. Ellos creían que la niña no se daba cuenta de nada. ¡Cuán equivocados estaban!

Durante la próxima visita que hiciera al internado, comentaría con Suni lo que estaba ocurriendo. Deseaba prepararla para que no fuera tan radical el cambio que experimentaría. Sabía que elegiría vivir con su madre y eso le destrozaba por completo, pero lo comprendía. La vería a menudo pero no sería igual. Perdería comunicación con ella y se pondría del lado de la madre. Ignoraba el porqué su vida había sido truncada. Llegaría, quizás entonces, la oportunidad de hablarla de su fallida felicidad con Amy. Nunca se pronunciaba su nombre. No había rastro de ella por ningún lado, excepto en su caja fuerte en la que guardaba una foto que, de vez en cuando, sobre todo cuando tenían algún desacuerdo, la miraba y los ojos se le empañaban.

Qué ajena estaría ella del amor despertado en él. No le quería de la misma forma, de lo contrario hubiera peleado junto a Kwan para defender su amor. Hubiera roto con todo y con todos, menos con ella. Ahora estaba seguro de que Amy le habría dado paz y amor. No le importaría haber dejado atrás ni el dinero ni el puesto en la compañía. Todo eso no era nada si lo comparaba con los años de su amargada vida sin futuro.

 A miles de kilómetros de allí, dos mujeres terminaban de realizar todos los trámites para hacer un viaje que ninguna de las dos hubiera imaginado realizar.

Amy se sentó frente a su hija y, tomando sus manos, comenzó a desgranar los recuerdos, desde el primero, hasta culminar en ella. Suavizó todo cuanto pudo la reacción de su padre frente a quienes serían sus abuelos. La impresión que ella sintió de abandono por parte de Kwan y su firme decisión, al enterarse de su compromiso, de que todo había concluido en ese preciso instante.

Ese fue el motivo por el que ella había nacido en Irlanda y no en Seúl. Ambas ignoraban que había otra jovencita ajena a esa misma historia que tampoco conocía. Eran hermanas por parte de padre.

Aileen acababa de enterarse del porqué sus padres estaban separados. La constaba que, al menos su madre seguía amando a su padre. Comprendió el sacrificio y dolor que para ella sería hacer ese viaje para no dejarla sola. Por doloroso que fuera, era justo escuchar la otra versión antes de sacar conclusiones falsas. Necesitaba tenerles a los dos frente a frente. Ya conocía una versión, pero probablemente su padre tendría también algo que decir. Lamentaba profundamente hacer pasar a su madre ese doloroso trance, pero era necesario para no odiar al padre, sino comprender que quizás tendrían motivos para tan dolorosa separación. ¿Estaría su padre tan afectado como lo estaba su madre?

Lejos de protestar por tener que viajar acompañada de Amy, la instó para hacerlo, aunque volviera al día siguiente. Pero, aunque sólo fuese por una vez en su vida, necesitaba tener a ambos juntos, que se explicaran de por qué lo hicieron si sentían esa pasión tan arrebatadora como para no tomar precauciones al hacer el amor. El resultado había sido ella. Sea cuál fuera la respuesta, no les guardaría rencor, porque, gracias a su madre había tenido una niñez feliz y recibido todo su amor. Si cometieron algún error, Amy estaría perdonada. Pero faltaba la pieza crucial del rompecabezas: Kwan y necesitaba escucharlo de su propia voz.

Y de esta manera se vieron sentadas en el avión que les conduciría al aeropuerto de Incheon. Tendrían que reflexionar cómo actuar, durante las largas horas de vuelo. Durante la escala técnica, comentarían de nuevo lo qué hacer al llegar a Seúl.

 RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora: 1996rosafermu / rosaf9494quer

Edición: Julio 2022

Fotografía: Internet



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