miércoles, 11 de abril de 2018

Los largos días perdidos - Capítulo 13 - Al descubierto

La policía llegó a la fundación y preguntaron por Felicity.   La muchacha algo asustada, salió a su encuentro. Tenía miedo por lo que le hubiera podido ocurrir a su compañera y amiga. Le impresionaba la presencia del detective, hombre de mediana edad, muy corpulento, imponente.  Pero no era debido a su presencia física el motivo de su temor, sino lo que hubiera podido ocurrir a Alice.

¿ Es usted la señorita Felicity ?
- Si,  yo misma
- Necesito que me diga todo lo que sepa del día de Nochebuena referente a la señorita Alice
- Ella estaba sola en casa.  Uno de los niños con el que ella jugaba, llevaba días que había empeorado de su enfermedad, y el día veinticuatro supimos que era el final.  Al no tener a nadie que la esperase, se brindó a hacer la guardia con nosotros y con los padres del niño.  Murió a medianoche y ella se llevó un gran disgusto.  Estuvo acompañando a los padres del niño a realizar los trámites pertinentes, y entonces se vino abajo.
El doctor  se la llevó a su despacho e hizo que se acostara en el sofá.  Como a las cinco de la mañana, se la llevó a casa.
- Se refiere al doctor Sorenson
- Si.  El la quiso acompañar hasta su domicilio
- ¿ Dónde está el mencionado doctor ?
Supongo que en el hospital.  Hoy tenía guardia
- ¿ En qué hospital trabaja ?
- En el universitario.  Es cirujano y oncólogo
-Muchas gracias Felicity. Su amiga se pondrá bien.  Hay una agresión muy seria y muchas dudas, por eso estamos haciendo la investigación.  Si recordara algo más , llámeme lo antes posible.  Aquí tiene mi tarjeta

El inspector y su ayudante se despidieron y se dirigieron al hospital universitario donde Sorenson estaba de guardia.  Al llegar, preguntaron por él en recepción:

- Señorita ¿ podemos hablar con el doctor Sorenson ? Somos de la policía

La recepcionista se asustó al comprobar que lo que decían era cierto ¿ Qué había pasado ? Sorenson no era un hombre que se metiera en lios ¿ a qué se debía esta visita inesperada?

- Tendrán que esperar.  Está en quirofano practicando una operación delicada
- Muy bien, pues esperaremos.  Dígame ¿a qué hora entró a trabajar el doctor esta mañana ?
- A las siete y media, como acostumbra ¿ por qué ?
- No se preocupe, es rutina - El inspctor no quiso dar más explicaciones.  Desde que entrara a trabajar hasta la hora en que fue encontrada, podía haber sido él perfectamente.  Y el médico , presuntamente, fue el último que la vio antes de que fuera agredida.  Estaba indeciso, había dos hombres que podrían ser los culpables, aunque seguía inclinándose por el marido.  Había algo extraño en él que le confundía.

Pasaron dos largas horas hasta que la puerta de la antesala del quirofano se abrió y aparecieron dos cirujanos charlando animosamente entre ellos.  El inspector Morgan penso:

 -Se ve que todo ha salido bien, se les ve eufóricos..  Me alegro por el paciente.  Y ahora vamos allá. Perdón por la interrupción. ¿ el doctor Sorenson ?
- Si, soy yo.  ¿ Qué desea ?
- ¿ Podría hablar con usted un momento?  En privado, si es tan amable.
- Desde luego.  Venga a mi despacho, por favor

Y hacia allí se encaminaron.  El rostro de Sorenson se mostraba extrañado y el del detective expectante.  Era una situación insólita: uno escudriñando hasta el menor gesto que pudiera expresar el médico.  El otro pensando " ¿qué será lo que quiere ?.  Ni siquiera podía imaginar la noticia que le aguardaba.

Entraron en el despacho del médico y éste le ofreció sentarse frente a su mesa, mientras él hacía lo mismo en su sillón.

- ¿ Desea tomar algo, algún cafe ?-le ofreció Sorenson
- - Gracias, un poco de agua si es tan amable
-¿ No entiendo a qué viene su visita que yo recuerde no tengo ninguna multa de tráfico ni demanda alguna de algún paciente- repitió el médico con sorna
- Es algo delicado, doctor.  ¿ Conoce a  la señora Alice Britges ?
- Por supuesto que la conozco ¿ Qué pasa ? - William comenzó a alarmarse temiéndose lo peor
-Esta mañana ha sufrido una agresión seria y está hospitalizada.  Parece ser que la encontró su marido cuando llegó, y estamos haciendo las indagaciones con las personas que estuvieron en contacto con ella desde el día de Nochebuena
- Dígame que está bien. ¿ Quién la ha agradido ? ¿ Está aquí hospitalizada ?
- Cálmese, por favor.  Esta es una investigación rutinaria, así que no le extrañe las preguntas que le formule.  Tengo entendido que la acompañó a su casa amaneciendo el día veinticinco ¿ no es eso ?
Si, estuve con ella, pero no se quedó en su casa.  Fuimos a un hotel porque su marido no llegaría hasta la noche del día de Navidad y no deseaba estar sola.  Habíamos perdido a un niño muy querido por ella y se encontraba destrozada.
- ¿ Estuvo con ella todo el tiempo ?
- Si inspector estuve con ella hasta que el día veinticinco en que  regreso a su casa. Y antes de que lo pregunte le diré que sí, tuvimos relaciones íntimas. Dígame ¿ qué tipo de lesiones tiene?

 - Una conmoción, rotura del labio y golpe en la mejilla, amén de intensos cardenales en un brazo.
-Estuvimos en el hotel Majestic, puede preguntar allí.  Ella se inscribió con el nombre de soltera.  Pero no es aquí dónde debe indagar sino en su propia casa: con su marido.  Ha sido él, estoy seguro
- Comprobaremos su coartada, y perdone, es mi trabajo. Y estoy con usted; desde el principio sospeche de su marido.  Ahora he de  demostrarlo.
- ¿Puedo visitarla ?
- Por mi parte si. No obstante, si tuviera necesidad de hablar con usted ....
-Sabe donde trabajo y mi dirección aquí la tiene.-. Y tendiéndole una tarjeta se despidió a toda prisa de él.

Solicitó a un compañero que le sustituyera durante un rato.  Tenía que ir a verla, necesitaba ver que estaba bien.

- ¡ Maldito Thomas ! No te ha bastado denigrarla, sino que ahora la pegas.  Pero esta vez no te saldrás con la tuya.  Ella esperaba que llegara de noche, pero no debió ser así.  Será ella la que aclare todo..

Salió como alma que lleva el diablo.  Y llegó al hospital e hizo valer su autoridad como médico y pudo verla, aunque no hablar con ella que permanecía sedada.  No dejaba de contemplar su rostro herido.  Su boca hinchada y el pómulo de la cara con abrasamientos y un gran moratón en ella.

- ¿ Qué te ha hecho ese canalla  Yo tengo la culpa de todo.  Yo te retuve en el hotel.  Perdóname, lo hice porque no quería separarme de tí.  Ha estado a punto de matarte.  ¡ Canalla !  Estoy seguro que ha sido él.

Se quedó durante largo rato, pero allí no hacía nada y tenía enfermos pendientes de atención.  A la enfermera la dejó el número de su teléfono privado para que le avisaran en cuanto hubiera alguna novedad del tipo que fuera.  Regreso al hospital desmoralizado y con el corazón encogido.  Le dolía profundamente esa injusta agresión, e imaginaba el motivo de ello, algo que no pòdría ser comprobado hasta que ella no estuviera en condiciones de declararlo.

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