viernes, 3 de abril de 2020

El mismo mar. El mismo cielo - Capítulo 13 - Una vida diferente

Pasada la gripe todo volvió a ser igual, salvo sus recuerdos de las pesadillas sufridas.  Le hacían plantearse las cosas de muy distinta manera, pensando en que quería vivir la vida más reposada y disfrutarla más,  más de su familia, gozar de cada momento, de las pequeñas cosas que te brinda el día a día y que a veces, por no decir siempre, ni siquiera prestamos atención.  Le había quedado un regusto amargo de esa experiencia, y en el fondo de su cabeza perduraba la idea  quizás eso hubiera sido una segunda oportunidad de vivir de otra manera, de aprovechar al máximo los pequeños placeres que a diario salen a nuestro paso y que sólo echamos de menos cuando los perdemos.

Era aún joven y por ese motivo deseaba permanecer el mayor tiempo posible junto a Rose Mary y los niños. Que ya no eran tan niños, y pronto comenzarían a organizar sus propias vidas.  Y se quedarían ellos dos solos.  Y así debía ser, como ellos lo hicieron a su debido tiempo.  Pero en  el fondo, sentía miedo.  No había vuelto a soñar , pero no obstante con la menor excusa, afloraba a su memoria, y eso no le gustaba.  ¿Era un presentimiento ?  Lo desechó de inmediato de su cabeza

- Son tonterías.- se dijo

Pero no se le iba de la cabeza  la idea de que, probablemente, en dos o tres años, cambiaría el rumbo de su vida, de sus vidas, puesto que sería algo que propondría a Rose cuando tuviera la idea más madura. Y que no era otra más que abandonar la medicina activa y dar clase en la Facultad.  Sería un trabajo estable, en algo que le satisfacía: formar a futuros médicos, pero a un mismo tiempo, tener tiempo libre para dedicárselo a su mujer.  Para entonces sus hijos ya tendrían sus propias inquietudes y sería la hora de disfrutar los años que aún de juventud les quedase.  Realizarían viajes a los lugares siempre deseados y nunca realizados por falta de tiempo.  Ahora estarían los dos solos, y era hora de  tener sus propios sueños.

Pasaron cinco años desde que se forjara esa nueva vida, pero al fin lo consiguió.  Era profesor de la Facultad de Medicina,. y disfrutaba enseñando a sus nuevos alumnos, su propia experiencia y además era una forma de "matar " el gusanillo, porque ser médico era su pasión y lo que siempre había deseado hacer.  Y el momento de planteárselo a ella, había llegado.  Todo dependía de si estuviera conforme con lo pensado, porque el eje de su vida seguía siendo y lo sería siempre Rose Mary.


Y ella aceptó encantada.  Aún tenían años por delante hasta que los achaques de la edad, les limitasen sus movimientos.  Su misión en la vida estaba cumplida.  Sus hijos campaban por sus respetos y no les necesitaban:  sólo se tenían el uno al otro.  Ella le escuchó muy atentamente todos los planes que tenía, y al final, sonriendo, le dijo

- Si.  Me gustan tus planes. Podemos ir a donde queramos y cuando queramos.  Me será indiferente el lugar que elijamos, pero estaremos juntos, y eso es lo que más deseo. Has trabajado duro desde muy joven.  Te has labrado un gran nombre en la medicina, y ahora vuelcas tus experiencias en las mentes jóvenes de tus alumnos.  Les traspasas tu experiencia, así que es hora de que descanses y te tomes las cosas con más calma, y que tu tiempo libre lo dediques a tu mujer, o sea, a mi.  He tenido una vida plena y feliz.  El día que lo haga, me iré de este mundo totalmente satisfecha.  Te he querido mucho y me has querido. No puedo pedir más

- No quiero que hables así. No me gusta.   Es como si nos estuviéramos despidiendo de la vida, de todo. Y aún nos quedan muchas  cosas por hacer.  Hemos de conocer a nuestros nietos, por ejemplo.  Te imagino sentada mirando embobada a una preciosa niña igual a nuestros hijos. Meciendo en tus brazos a una criatura de nuestra misma sangre, y mirándola con ternura; y ella te devolverá la mirada también, porque sabrá que serás la abuela más dulce del mundo  Todo eso es lo que nos queda por vivir.  Una etapa nueva en nuestras vidas, que ha llegado demasiado deprisa porque veloz ha corrido la vida.  Por eso deseo aprovechar esos instantes, que apenas disfrutamos con nuestros hijos, y que los nietos nos resarcirán de todo ello.



- ¡ Ay, cielo . ¡ Eres todo un romántico !  - y acercándose a él, le beso suavemente.

Y ese verano planearon un crucero por el mediterráneo. Conocieron Grecia y se entusiasmaron.  Eran como dos recién casados disfrutando de su luna de miel. Se sentían más unidos que nunca, aunque las discusiones pueriles eran más frecuentes, pero también las reconciliaciones eran más explosivas. Nunca Rose había reido tanto y con tanta alegría y Paul la contemplaba mientras lo hacía, totalmente satisfecho de ver a su mujer tan feliz y relajada. y él disfrutaba con su disfrute; es lo que siempre había deseado y bendecía el día que la vió por vez primera, porque nunca le defraudó en nada.  Era su complemento en todas las secuencias que habían vivido. 

Todos los caprichos que se la antojaran se los daba, y todos le parecían insuficientes.  Nunca había estado tan cariñoso ni tan enamorado de ella.  Seguía viéndola con sus veinte años, espléndidos; y en realidad así estaba, pero ya el brillo de sus ojos no era tan fulgurante , en su cara se marcaban algunas arrugas.y en sus cabellos lucían algunas canas. Él también había cambiado. Su cuerpo no era tan atlético como antes, y en su estómago sobresalía ligeramente la llamada curva de la felicidad.  Pero a ninguno de los dos, les importaba  esos síntomas de juventud perdida.  Seguían enamorados y esos eran defectos que no les importaba, porque lo más hermoso y principal era que se seguían amando con intensidad y estaban juntos. Tenían una vida satisfecha y nada en el horizonte que lo ensombreciera.

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Autora: rosaf9494quer
Edición: Abril 2020
Ilustraciones. Internet


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