miércoles, 1 de abril de 2020

El mismo mar. El mismo cielo - Capítulo 11 - Pesadillas

Una espesa niebla lo cubría todo. Las olas rugían furiosas en Connemara. No había sol, tan sólo fuerte viento y el cielo gris. Caminaba por la playa con los zapatos en la mano y las mangas de la camisa y el pantalón remangados.  A lo lejos se divisaba una figura femenina corriendo y mirando hacia atrás.  llevaba el cabello suelto Y le sonreía. Soltó los zapatos al suelo y emprendió una carrera hacia ella, pero cada vez Rose estaba más lejos y las pisadas de Paul siempre permanecían en el mismo lugar. De repente Rosaleen se agarró a sus piernas como para detenerle, y él trataba de impedirlo; quería llegar hasta donde estaba Rose, pero ella se disipaba cada vez más y él extendía sus brazos para tratar de retenerla sin conseguirlo.  Después una maraña de viejas ramas de estopa convertidas en una bola , avanzaba hacia él, cada vez más grande

- Rose, Rose - la llamaba a gritos pero ella no estaba, se había ido. Se arrodillaba en la arena ocultando su rostro cubierto de llanto entre sus manos.




    De repente, un sol abrasador y. ella que volvía hacia él, con un vaporoso vestido de color rosa, llevando de la mano a Rosaleen, pero ¿ el niño ? ¿ Dónde estaba Dylan ? Y una nube espesa y gris, lo cubría todo, envolviendo a su familia llevandoles por el aire.  Él lloraba, se desesperaba extendiendo los brazos hacia ellos, pero cada vez estaban más distantes y su angustia cada vez mayor. Margaret tiraba de una de las piernas de Rosaleen;  Rose llevaba en brazos a Dylan, y los dos se perdían, hasta desaparecer de su vista y de su vida.

De su garganta salía un grito, un llanto desgarrador acompañado del de Rose, que no sabía como calmarle, Besaba su llanto, acariciaba su cara, tocaba su frente caliente por la fiebre, y ella lloraba sin cesar con miedo, con terror por lo que estaba pasando. Tenía que haber un remedio para bajarle la fiebre. Necesitaba hacerla bajar

- Un baño de agua fría, eso sería lo más rápido y eficaz, pero... ¿ cómo le llevo hasta la bañera?  Quizá entre Margaret y yo podamos. No sé qué hacer

Estaba desesperada; si al menos pudiera preguntarle a él... pero estaba inconsciente sumido en la atroz pesadilla que estuviera sintiendo.  Ella se sentía impotente, sin saber lo que hacer.  Cuando se dirigía en  busca de Margaret para que la ayudara, el llanto convulso de Paul ceso de improviso y poco a poco su respiración se hizo más tranquila.  Exhausto se quedó  dormido y ella posaba de vez en cuando su mano sobre la frente, y cada vez la notaba menos caliente. Le puso el termómetro y respiró aliviada 38º marcaba, y al fin pudo respirar. Al menos no tendría las pesadillas que le atormentaban tanto.

Sólo cuando Robert acudió a su domicilio para visitar a su amigo y compañero, Rose, se calmó.  Le explicó las pesadillas y lo que le hacían sufrir.  El la escuchaba pero al mismo tiempo trataba de convencerla que todo era producto de la fiebre, y tras recetar algo más efectivo para bajarla y de haberla tranquilizado, se marchó dejándola menos angustiada.  Pero no lo estaría del todo hasta que su mejoría fuera algo visible; mientras tanto no estaría tranquila del todo.  ¿Qué sería lo que soñaba y lo que veía en ellas?  Nunca le había comentado nada referente a eso ¿ qué le hacía sufrir tanto? ¿ Algún recuerdo de la infancia? Esperaba averiguarlo si acaso se acordara de algo cuando estuviese mejor.  Sabía que pasando de 40º era peligroso; podían sufrir convulsiones y eso le martillaba el cerebro sin dejarla descansar.  Tras pasar unos días en cama, al fín se notaba la mejoría, aunque al atardecer volvía la fiebre, pero ya no era tan alta, con lo cual comenzó a respirar más aliviada.

Descabezaba un sueño  junto a su cama, cuando Paul se giró y la vió allí reclinada la cabeza junto a él.  La acarició y ese gesto hizo que se despertara de improviso.

- Tranquila, estoy bien

- ¡ Oh Paul ! ¿ Estás mejor ? ¿ Quieres algo ?

- No cielo, estoy bien.  Tranquila

- No sabes las ganas que tenía de que me dijeras esto. Me has tenido muy preocupada.  Has tenido fiebre muy alta y terribles pesadillas.  Me tendrás que explicar lo que te hacía tanto sufrir.

- Es difícil de explicar, pero sé que sufría terriblemente.  Te perdía, te ibas, pero sabía que tu marcha era porque te perdía irremediablemente, te morías.  Y contigo iba Dylan, mi pequeño. Quería desesperadamente agarrarte para retenerte, pero te reias, te reías mientras desaparecías. Luego una bola enorme de rastrojos secos dando vueltas acercándose hacia mí.  No sé lo que eso significa.  Eso me hacía sentir miedo, un miedo atroz, pero a continuación. veía una especie de playa, pero era arena del desierto y entonces me tranquilizaba.  Creo que soñaba con Connemara y allí me sentía feliz y tranquilo.  No deseo volver a tener esos sueños nunca. Te perdía, amor mio. Te elevabas poco a poco y Rosaleen extendía tus brazos hacia tí llorando, y Dylan sonreía y tú también.  Es todo lo que recuerdo.  Durante todos estos días ha sido un sueño recurrente, con alguna variación pero siempre lo mismo.  Créeme mi cielo, haré lo que sea por no volver a soñarlo.  Me veía sólo con Rosaleen y el hecho de perderte es lo que me hacía jadear, tratar de alcanzarte sin conseguirlo.

- No te preocupes.  Estoy aquí, todos estamos aquí. Y doy gracias que la fiebre ha cedido y ya no tendrás más pesadillas.  No me moveré de tu lado.  He estado muy asustada; nunca te había visto de esa forma

Paul se incorporó en la cama y tirando de un brazo de su mujer, la atrajo hacia él besándola con desesperación, con angustia.  Creía haberla perdido, a ella y a su hijo.  pero todo era mentira: ella estaba allí y el niño también.

RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora: rosaf9494quer
Edición>Marzo de 2020
Ilustraciones< Internet



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