lunes, 11 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 16 - Amor y sólo amor

Noa miraba distraída con sus pensamientos, el espectáculo que se desarrollaba en el escenario. Y una música dulce, suave por ella conocida la hizo entornar los ojos rememorando la primera vez que se vieron " La noche que te conocí " y una oleada de emoción subió hasta su garganta empañando sus ojos.  James la miraba .  Había interrumpido las palabras que la susurraba, se daba cuenta de que ella estaba sintiendo lo mismo que él, porque también recordaba la letra de esa canción, sólo que a ellos les había unido para toda la vida. Con sus mejillas juntas, de vez en cuando James besaba su cara y la susurraba parte de esa letra al oído muy bajito.  Sentía la proximidad de su cuerpo y el latir de su corazón. Se aislaban de todo y de todos.  Nadie les prestaba atención estaban como en una burbuja, solos en el universo.  Sólo tendrían el día de mañana para vivir su cortísima luna de miel. Después debían enfrentarse a la cruda realidad.  De enfrentarse al problema que habían dejado atrás con su partida.  ¿ Qué panorama tendrían ?  Sospechaban que no muy halagüeño, pero no les importaba, ahora no; aún tenían veintcuatro horas para ellos solos.

Pero era inevitable, ante la proximidad del encuentro con su familia, volver a pensar una y otra vez en ello. ¿ Dónde vivirían ? De momento, y hasta que encontraran una solución, tendrían que hacerlo en el rancho, pero si las cosas siguieran igual, sin solucionarse, pensarían en buscarse una vivienda para ellos solos, aunque James tuviera que acudir día a día hasta el rancho.  Y no quiso seguir pensando más que la tenía entre sus brazos, que bailaban una dulce balada y que al fin habían cumplido con sus sueños: casarse.  Todo lo demás carecía de importancia.  Ya lo arreglaría.
Era de madrugada cuando decidieron subir a su habitación.  Querían estar solos y vivir sus últimas horas de soledad y de libertad.  En el ascensor se miraron fijamente sin decir nada, aunque era seguro que ambos pensaban lo mismo. James se aproximó a ella y sujetando su cara con suavidad, la besó tiernamente

- Te quiero pequeña y eso no cambiará.  Nada lo hará cambiar. Ya verás, todo saldrá bien

Ella reclinó su cabeza en el pecho de él; tenía la facultad de saber lo que su cabeza pensaba en todo momento y al escuchar sus palabras, supo que lo había hecho una vez más. Y era cierto, estaba aterrorizada.  El acudiría a su trabajo, pero ella tenía que enfrentarse a  Alice , y seguramente su rechazo seguiría latente.  No estaba acostumbrada al trabajo de ama de casa, es más, no tenía ni idea.  pero algo debía hacer si no quería empeorar más las cosas.  Tampoco tenia un trabajo al que pudiera escaparse y no soportar su presencia. Tampoco podía decir nada a su marido de los temores que la atormentaban y que en unas pocas horas se harían presentes.  Pero esa noche era de ellos, aún era de ellos.  Lo que pasase después lo dejaría para cuando ocurriese.  Y de repente una furia escondida dentro de ella se desató en su interior en cuanto abrieron la puerta de la suite en la que se alojaban.

Como todo un caballero, James la dejó pasar primero. Ella sacudió sus zapatos como si en sus pies tuviera rayos candentes, mientras  James ponía el cartelito de "No molestar" y cerraba la puerta.  Sin esperarlo, Noa se abalanzó sobre él y le empujó contra la puerta.  le besaba con furia desatada;  nunca había hecho una cosa así.  Siempre había sido ella  la que recibía esa frenética  pasión, pero ésta vez sería al contrario.  Y su marido respondió al instante con el mismo ímpetu, y ambos comenzaron a desvestirse a un tiempo, deprisa, muy deprisa, como si les fuera la vida en ello.  La depositó en la cama y comenzaron el cortejo.  las manos volaban de un cuerpo a otro acariciándose, descubriéndose, poseyéndose.  Los labios buscaban los otros en una conjunción perfecta de ambos.  No había tiempo para las palabras, sólo las miradas.  Las de él descubriendo el cuerpo perfecto de su mujer, y las de ella acariciando la fortaleza de los músculos de James, la fortaleza de esos brazos que la protegerían de todo y de todos. Y la besaba una y otra vez y ella correspondía y se dejaba hacer entre suspiros y palabras inconexas.  El tiempo se detuvo en ellos y se amaron plenamente, intensamente, ardorosamente como si se hubieran descubierto por primera vez.

Y es que ambos sufrían la misma tensión por el futuro, aunque ninguno de ellos lo comentara con el otro.  Noa sabía que esa sería una de sus últimas noches de intimidad plena, sin inhibiciones, sin miramientos.  Haciendo lo que sus cuerpos pedían y su amor les manifestaba, 

Pero a pesar del ardor de su encuentro, al sosegarse, el pensamiento  volvía una y otra vez al rancho, y con la imaginación recorría aquél pasillo de la planta de arriba y las puertas de las habitaciones ¿ En cuáles de ellas dormirían ? ¿ Lo harían cada uno en soledad, o al fin les daría un dormitorio para ellos solos?  Deberían tener cuidado con lo ruidos que pudieran hacer cuando yacieran, ya que Alice no se haría cargo de que eran dos personas jóvenes que se amaban y estaban recién casados. Pensaba que ya se le habría olvidado lo que era sentir la pasión por el otro cuerpo que dormía a su lado. O quizá no. Willy estaba allí, la amaba desde hacía mucho. Ella era joven aún y con un hombre al que amar.  Posiblemente  ellos también hicieran el amor, pero no en casa, sino en algún hotel, a hurtadillas y en secreto, algo muy frustrante para Willy, pero la amaba y por ella haría cualquier cosa.

Quizá al verles tan enamorados, desechara de una vez los prejuicios contra ella y se diera cuenta de que lo que sentía por su hijo era auténtico amor y que era lo único  que ambicionaba recibir su amor, sus caricias, sus besos.

Una de las veces, James se fijó en que llevaba mucho tiempo callada y mirando al frente en un punto fijo de la pared.  Ella  ni siquiera se había dado cuenta de que la observaba. Apoyándose sobre su brazo, se irguió para observar su cara y con preocupación se dio cuenta de que ella "estaba " en otro lugar

-¿ Qué te ocurre ? - la preguntó preocupado
- Nada mi amor.  No me ocurre nada.  Echaré de menos nuestras noches de loca pasión
- Hoy has tomado tú la iniciativa, y ¿ sabes qué ? me ha gustado mucho. El empujón que me diste fue considerable. ¿ Qué te dio para hacerlo ?
- ¿ Acaso no puedo abordar a mi marido ?
- Todas cuantas veces quieras.  Siempre estaré dispuesto y creo que ha quedado claro

Volvieron a abrazarse, y se acurrucaron para tratar de dormir, aunque fuera sólo un rato.  La noche había sito demasiado extraordinaria como para enturbiarla con temores.  Se tenían el uno al otro y ambos formarían una barrera contra el mundo si fuera necesario.
James la besó en la frente para desearla buenas noches y sonrió al contemplar su rostro adormilado pero feliz. El pecho se le ensanchaba cada vez que la contemplaba abrazada a él, era como si le dijera: cuida de mí, protégeme.  Y lo haría. La amaba profundamente, algo que nadie entendía sólo ellos, pero no necesitaban la comprensión de nadie, sólo la de ambos.

- Buenas noches mi amor
- Buenas noches cielo - respondía ella sonriendo.

Les sonaban las palabras a música celestial.  Sabía que podía contar con él y que nadie se interpondría en el amor que sentían.  La opinión de los demás les traía sin cuidado, creyeran que era imposible amarse de esa forma o no.  Sólo ellos; la importancia y grandiosidad de lo que sentían el uno por el otro, y lo demás no contaba para ellos.


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