miércoles, 13 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 21 -Los Idus desatados

Apuntaban las primeras luces del día cuando Noa salió de casa.  No llevaba rumbo por el que pasear, le daba igual, sólo quería invadir su calenturienta cabeza con el aire fresco de la mañana.  Se adentró por un sendero paralelo al cercado de los caballos de doma.  Había  una yegua amamantando a su cría, nacida unos días atrás. Se distrajo contemplando la escena; la vida se abría paso en todas las especies.  Ella ni siquiera había tenido tiempo de tener  un hijo en su vientre, y quizá todo hubiera sido diferente si eso hubiera ocurrido.  Pero a pesar de tener sexo a menudo, aún no había llegado el momento de ser madre.  Probablemente él se sintiera defraudado con ella e inconscientemente la culpara de ello.  Le parecía escuchar a su madre decirle:  " ni siquiera vale para eso ".  Eran imaginaciones suyas.  En realidad no sabía si en alguna ocasión lo habría dicho, pero la creía  muy capaz de decirlo.  Sabía que James tenía ganas de ser padre, pero era muy pronto y tenían mucho tiempo por delante para serlo  De todas formas, tampoco podía culparse ella misma, no habían ido al médico, sencillamente no había llegado la ocasión, aunque también pensaba que quizá fuera él quién no sirviera

- Ya está bien. Los dos servimos para engendrar. No quiero seguir pensando más en eso ni he de dejar que el mezclar a  Alice me envenene la sangre con cualquier motivo. Estoy volviéndome loca pensando estas cosas tan absurdas.  No es ese el motivo. Es otro que ignoro, pero que hoy mismo averiguaré y si no lo consigo, muy a mi pesar, volveré a casa aunque me destroce la vida.
Y a pesar de tener tan mal concepto de su suegra, no la odiaba, por el simple hecho de ser la madre de la persona que mas amaba en el mundo.

 Abandonó la contemplación de la maternal escena y decidió borrar esos absurdos pensamientos de su cabeza.  Hacia poco tiempo que se habían casado, simplemente eso.  No había otro motivo.   Y siguió con su paseo sin olvidar lo sucedido durante la noche y tratando de encontrar una explicación a todo ello.  De vez en cuando la congoja subía hasta su garganta y no podía evitar retomar su llanto.  Comenzaba a hacer calor y estaba en un páramo que no sabía si estaba en las lindes del rancho o había salido de ellas.  Ni siquiera había tenido oportunidad de conocer el que debiera ser su hogar.  No la importaba, sólo buscaba un árbol en el que poder cobijarse del sol.  No había nada en el horizonte, y comenzaba a tener sed,  Puso su mano sobre la frente a modo de visera para otear  si veía algo con que aliviar el calor y la sed.  A lo lejos, divisó un pequeño árbol y hacia él se dirigió.  Era más grande de lo que creyó en un primer momento y hacía sombra.  Se derrumbó a su pié y recostó la espalda en el tronco.  Al menos allí tenía sombra y corría algo de brisa...


 Bajo su copa había crecido algo de hierba y decidió tumbarse a descansar.  El cansancio, las lágrimas, el calor y la noche insomne que había pasado, la vencieron y se quedó dormida.  Nada perturbaba la paz de aquel lugar; ningún sonido más que el de los  pájaros que jugaban contentos y esos trinos fueron como un bálsamo para Noa.  Y durmió, con un sueño a veces alterado por algún movimiento de su cuerpo como si cayera, o diera un tropezón, pero estaba tan cansada, que ni eso conseguía despertarla.  Se estaba tan bien en aquel lugar, con tanto silencio y soledad que no deseaba regresar a casa.  Presentía que de nuevo tendrían alguna discusión, y sencillamente quería evitar un nuevo encuentro con James, y mucho menos que se enterara Alice, aunque creía que Willy la diría algo referente a la ausencia de su hijo la noche anterior. Era un mal síntoma y sabía que  su luna de miel, había terminado con el incidente. Pero ¿ irían más allá ? era un pensamiento que la martirizaba desde el día anterior.  Se daba largas ella misma para no volver a su casa. No la importaba si estuvieran preocupados por su ausencia. No tenía reloj ni se había llevado el teléfono, pero tampoco la importó.

Se dio cuenta de que el sol había dado la vuelta, por lo que supuso que si no era mediodía, le faltaría poco. ¿ Se habrá levantado James?

-¿ Por qué demonios estoy pensando en él constantemente? ¿ Pensará él en mi como yo lo hago ? Seguramente  no, de lo contrario no se hubiera comportado de esa forma la noche pasada. Pero tenían que hablar y cuanto más lo demorase sería peor. ¿ Qué les había separado?  ¿ En qué momento se acabó su amor ? ¿ Qué hizo de malo para que no la amase?  Era una ilusa; se lo habían advertido " no os conocéis.  Es muy prematuro.  Daros un plazo..." etcétera.  Siempre la misma letanía llegaba a su cabeza y eso sería lo que tendría que soportar de ahora en adelante.  Sabía que no lo aguantaría encima de haberla sido infiel, como si todo fuera culpa de ella solamente.

Caminaba lentamente, sin prisa, pues no la tenía por llegar al rancho. Todo estaba en calma.  No parecía que nada alterase la paz del almuerzo de los obreros

- Si tuviera interés en mí, estaría buscándome como un loco, como hubiera hecho cuando aún me amaba - se repetía como en una letanía, sin pensar que quizá estuviera haciéndolo .  Claro que tampoco hubiéramos tenido esa discusión. en la noche de ayer.  Algo ha fallado entre nosotros

 Vio que una de las sirvientas salía al exterior y volvía a entrar a toda prisa  .   No había pasado ni un minuto, cuando la alta figura de James apareció en el umbral de la casa y venía corriendo desesperado hacia ella.  Noa se paró en seco, como si le asustara la presencia de él.  Tenía miedo de volver a recibir una regañina y por ese motivo tener que  tomar la decisión que tenía en mente; a eso es a lo que temía en realidad: a tener que marcharse sola a Nueva York.  Pero fue todo lo contrario, cuando llegó hasta ella, la abrazó con tanta fuerza que la impedía respirar.  James estaba a punto de llorar, y suspiró aliviado al comprobar que estaba bien, que no le había ocurrido nada malo como pensaba

- ¡ Dios mío, qué susto me has dado ! No sabía donde buscarte.  Llevo toda la mañana haciéndolo. No te llevaste el teléfono y no podía comunicar contigo. Estábamos organizando una batida. No vuelvas a hacerme esto, por favor. ¿ Por qué lo has hecho?, dime.  Cuando me levanté y no te ví...se me cruzaron muchas cosas por la cabeza.  Sé que anoche no me porté bien, y pensé que...
-¿ Que me había marchado? ¿ Eso pensaste ?  Pues no ibas descaminado.  ¿ Te imaginas cómo me sentí ? No tienes ni idea.  Me ví sola en mitad de la noche sin poder recurrir más que a Willy. Y cuando apareciste venías como una cuba.  No te atrevas a reprocharme nada.  Tenemos que hablar muy seriamente de esto que nos ha pasado
- No nos ha pasado nada. Fuimos estúpidos al formar una montaña de una tontería, de un granito de arena.  Eso ha sido todo
- No, James.  Ha sido más que eso. Pero no es el lugar para hablar de ello;  hemos de hacerlo y cuanto antes mejor.  Hay algo pendiente que me está corroyendo por dentro y necesito que me lo aclares cuanto antes, porque de lo contrario estoy dispuesta a volver a mi casa
- ¿ Que dices ? Esta es tu casa
- No James.  Ahí está el problema que es vuestra casa y yo soy un pegote en ella. Pero ya aclararemos eso.  Ahora necesito calmarme.
-Está bien.  hablaremos todo cuanto quieras, pero ni hablar de marcharte de aquí. No lo soportaría; no quiero perderte.  Te quiero Noa, más de lo que imaginas.  Haré lo que quieras para no perderte

Ella le miró fijamente y se dirigió a la casa. Estaban ellos solos, ya que al haber aparecido, todos los hombres que estaban preparados para ir en su búsqueda, volvieron aliviados a sus tareas.  James la tomó de la cintura y entraron en la casa.  El vestíbulo estaba vacío, algo que agradeció Noa, porque no sabía si podría soportar la mirada de reproche de su suegra.

Se deshizo del abrazo por el que James sujetaba su cintura y subió las esca,leras aprisa.  No deseaba encontrarse con nadie y mucho menos con su suegra.  El subía tras ella  para darle alcance.  Entraron en su habitación. James no sabía como aplacar el enfado de su mujer, y ella ni siquiera le miraba.  Tomó del vestidor su ropa y entró en el cuarto de baño dispuesta a ducharse y de ese modo templar sus nervios y refrescarse del calor pasado. El agua caia sobre su nuca calmando su disgusto en parte.  Sabía que él no comprendía lo que la estaba ocurriendo, señal inequívoca de que  la discusión mantenida  en la noche de ayer, no había tomado nota de nada de lo que le pidió. Sencillamente no deseaba abandonar a su madre.  Y ese pensamiento la enfurecía aún más. Tapaba su rostro con las manos dejando correr el agua cuando sintió detrás de ella unos brazos fuertes que la abrazaban y la estrechaban contra otro cuerpo:  el de James, que apoyando su cabeza en la de ella, la pedía perdón mientras la besaba.

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