lunes, 18 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 33 -Un extraño cliente

Alquiló un apartamento amplio y lo dividió en dos. En una parte, la más independiente, tendría su despacho, y en el resto compuesto por un dormitorio , un pequeño salón y la cocina, sería la parte habilitada para vivienda. A la entrada de la puerta y en el portal, había puesto las placas en las que anunciaba que allí había un abogado. No eligió ninguna especialidad en concreto. Trataría de defender todos cuantos le llegasen, al menos de momento, hasta que se consolidase. El despacho-vivienda, estaba situado en un barrio de clase media, pero el lugar era bonito y tranquilo. Habitado en su mayoría por matrimonios recién constituidos con niños pequeños. Contrató a un detective que había sido policia y estaba retirado, y a una muchacha que había terminado su bachillerato y deseaba ganar algún dinero para realizar algún estudio superior. Bien, ya tenia su bufete formado. Ahora a esperar que alguien llamase a su puerta y le diera algún caso que defender. De momento no necesitaba a ningún empleado, , pero era conveniente estar preparado por lo que pudiera llegar. Pero el trabajo no llegaba y ya habían pasado tres meses desde que se instaló.


Estaba visto que la suerte había huido de su lado, y aunque el detective le animaba, no lo conseguía. Freddy que así se llamaba, sentía simpatía por este hombre joven de la cara triste.
Salió a la calle a despejar su cabeza que no paraba de pensar en lo desastrosa que estaba siendo su vida, cuando se las prometía muy felices. Su teléfono vibró dentro de un bolsillo del pantalón, y la voz de Freddy, requería su presencia inmediatamente: había llegado el primer cliente. No estaba muy lejos de su despacho, por lo que llegó enseguida. Ansioso preguntaba por la novedad
-He apuntado su nombre, pero ha dado pocos datos. Sólo que quería hablar con un abogado y que le era un poco urgente.
-¿ Le has citado?
- Si le he dado hora para la primera de la tarde. "A las cuatro estaré allí", me ha dicho muy solemne
- ¿ Dónde está Melissa? - la secretaria
- Ha ido a comprar un bocadillo
- Bien. Tenemos que dar un repaso al despacho. Que no tenga la apariencia de desolación que ahora tiene. Veamos... Unas flores para el escritorio de ella. ¡ Ah y una cafetera, café, agua, té... En fin algo por si desea tomar
- Bien pensado, chico - le respondió Freddy sonriendo
Trataba de estar tranquilo. Desde la separación de Noa, había perdido bastante seguridad en sí mismo, y por otro lado su carrera había sido excelente, pero una cosa es la teoría y otra la práctica ¿ Estaría a la altura? ¿ Qué querría el extraño cliente ? Seguro que algo complicado ya que no quiso revelar muchos datos. Miraba el reloj una y otra vez, hasta que por fin dieron las cuatro de la tarde, y cinco minutos después, estaba ante él un hombre alto de unos cincuenta y tantos, o sesenta años. De pelo canoso y porte distinguido. Parecía haberle visto en alguna parte porque sus rasgos no le eran desconocidos, y de repente al decir su nombre completo, supo a qué se debía esa especie de deja vu que sentía.
Buenas tardes ¿ es usted el abogado? Su nombre ¿ es ?
- Si señor: soy el abogado y mi nombre es James Mulligan ¿ A quién debo esta visita ?
- Perdón , no me he presentado. Soy Rupert Jefferson
De repente James lo entendió todo. A su cabeza llego una escena de cuando era muy niño: el entierro de su abuelo, y aquél hombre era su tío, el hermano mayor de su madre.
En ese instante decidió que no le atendería, por mucha falta que le hiciera el trabajo, pero después lo pensó mejor, y dejó que explicara lo que deseaba, y entonces ya vería si lo aceptaba o no
- Bien, pues usted dirá
- Es una cuestión delicada. No quiero que nadie se entere de lo que voy a exponerle. Mi crédito se hundiría. Esa ha sido la razón por la que he escogido este bufete, que según mis referencias acaba de empezar.
- ¿ Va a fiarse de un desconocido y de un novato? ¿ Tan oculto ha de ser el tema? Señor Jefferson, creo que ha venido al lugar equivocado. No trabajaré nunca con tapaderas que incumplan la ley. Por tanto creo que no tenemos nada más que hablar
- No, no es eso. No hay nada turbio en lo que solicito. Como le he dicho no deseo que se sepa nada de la actual situación por la que ahora pasa mi familia; eso es todo. Verá. Unas malas inversiones en bolsa, un negocio que va a menos y muchos compromisos, me están pasando factura. Debo mucho dinero a diversos proveedores, con los cuales ya he hablado y me darán amplios plazos para cubrir la deuda. Pero hay uno en especial que me está presionando demasiado y no tengo efectivo para cubrirlo. Si las voces corriesen sería mi ruina total. De ahí el secretismo. .Me amenaza con embargar todos los bienes
- ¿ A cuanto asciende la deuda con ese proveedor en concreto?
-Exactamente no es un proveedor, sino alguien a quién le debo ese dinero por unas inversiones que tuve con él. Son dos millones de dólares
-¿ Dos millones ? ¿ Qué efectivo tiene en la actualidad?
- Sólo ochocientos mil
- Lo tiene difícil, si es tan intransigente. Trataré de hablar con él a ver si le da un aplazamiento. Dígame su nombre y dirección. Le haré una visita. Pero antes hemos de hablar de la minuta
James pensó que aunque se tratara de su familia, de una familia que les había repudiado y por mucha lástima que le diera, por prestigio, no podía pedir una cantidad pequeña, puesto que daría la impresión de que era su único trabajo. No sabía lo que se cobraba normalmente, pero dijo una cantidad a ver qué tal resultaba.
-Cincuenta mil dólares de momento para gastos y gestiones. Después ya veremos. Habré de mover muchos hilos - pensó para sí ¡ Qué mentiroso eres !¿ Qué hilos vas a mover si no conoces a nadie?
Pero el señor Jefferson aceptó, señal de que sus abogados le cobrarían infinitamente mayor cantidad.
- Si está de acuerdo firmaremos un contrato y me entregará la cantidad acordada. Me facilitará la dirección del inversor y prometo ponerme con ello cuanto antes.
Apretó un timbre interior y apareció Melissa, con su agenda en la mano dispuesta a tomar nota. La dictó las cláusulas del contrato y tras firmarlo, Rupert salió del despacho aparentemente más tranquilo. Le había infundido confianza ese joven abogado, resuelto y al parecer eficiente. James tuvo que sentarse y respirar aliviado cuando salió del despacho: era su primer cliente y se trataba de su familia. Una familia que no conocía y el mismo era un desconocido para ellos. Hablaría con su madre en ese fin de semana como hacía siempre. Pero esta vez sería para celebrar que aquellos que les repudiaron estaban en un serio apuro, y aunqne no estuviera bien, se alegraba de ello; era su venganza por el desprecio hacia sus padres.

Ni siquiera había mirado el papel en el que había escrito el nombre de la financiera a la que debía enfrentarse. Y de repente un rostro, un nombre saltó ante sus ojos: Cecil Shephard ( Financiero ). Los nombres de ambos hombres chocaban entre sí, pero de rechazo le salpicaba a él. Y Nueva York como fondo y por consiguiente Noa ante su vida nuevamente. Rechazaría el caso pretextando una excusa, pero también sería la oportunidad de verla y pedirle una explicación a su forma de comportarse con él. ¿ Por qué su vida era tan complicada? Estuvo a punto de rechazar la consulta pero era una ocasión única para enfrentarse a sus dos causas pendientes a un mismo tiempo.

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