sábado, 16 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 27 - Una idea que toma forma

Dentro del despacho, aguardaba la novia de su padre: Pamela. Las dos mujeres, no aparentaban nervios, pero los tenían.  Noa conocería  a la sustituta de su madre, aunque su padre siguiera amando a su primera mujer

 - Siempre amaré a tu madre, siempre.- la dijo  en un aparte antes de entrar al despacho -Estará en mi corazón toda la vida, aunque tenga relaciones con otra mujer y llegue a formalizar la situación , tu madre siempre estará en mi vida.  La quise mucho y cuando murió me hundí. Me dio . además.  una hija que es lo que más amo. Aunque, si  vuelvo a casarme, la mujer que llegue a mi vida, será querida, pero con otra clase de cariño muy distinto al que sentí por mamá. No sólo por afecto, sino por los años transcurridos juntos;  el amor que pueda sentir será más reposado que el que tuvimos cuando éramos más jóvenes.  Pero la respetaré y la querré como mi esposa  y sabrá que siempre habrá un hueco para ella, sin renunciar a mi primera mujer.  Y cuando llegue ese día, espero de tí que la respetes y la quieras, porque esa es mi decisión

En infinidad de ocasiones lo había comentado a sus amigos más íntimos conocedores de la relación que mantenía con Pamela.  Incluso alguna vez Noa se lo oyó comentar. Intuía que su corazón estaba ocupado nuevamente, y se alegró por él, porque recordaba débilmente lo mal que lo pasó al quedarse viudo.  Además ella, volaría del nido ,  y no quería que su padre se quedara solo.  Por eso se alegró al tener la certeza  que amaba a otra mujer. Y hoy sería  el día, en que le sería presentada.

En eso había sido muy claro y Pamela sabía donde se metía y lo aceptó porque ella, también viuda, sabía y comprendía lo que Cecil sentía por su primera mujer, porque ella tenía los mismos sentimientos por su primer marido.  No obstante había una baza muy importante para ella: si conquistaba a la hija, conquistaría también al padre.  Pero a Noa le gustó a la primera impresión  aquella mujer educada y elegante, con la edad adecuada para su padre, y que le había sacado de su atonía durante tantos años.  A  ambos se les veía que se comprendían y querían, algo que la dejó muy tranquila y les vio felices y serenos.  Exhaló un suspiro profundo y apretó la mano de su marido, indicándole que el primer "trago" lo había pasado ya.

Y Cecil guió a James por el despacho y le enseñó todas las dependencias, pero hizo hincapié en uno  cercano al suyo que permanecía vació. A James le extrañó esa circunstancia, pero se limitó a admirar las vistas que desde un gran ventanal podían contemplarse.  Creyó que toda esta visita por las oficinas, se debía mayormente a dejar a solas a las dos mujeres para que se conocieran y pensó para sus adentros, que él estaba viviendo la misma situación: su suegro le estaba examinando nuevamente, pero esta vez no era  el plan tan rígido como la primera.  Era más familiar y sosegado.

Pensaba que tenía razón para hacerlo; a penas se conocían y poco   sabia  de él. Seguramente se preguntaría  cómo sería el día a día de su hija casada con ese desconocido ranchero-abogado sin ejercer y que tan extrañas circunstancias mantenía a pesar de sentir devoción por la carrera que había elegido, aún a sabiendas de que nunca la ejercería, y todo por complacer a su madre, que pensaría era una mujer de mucho carácter y algo amargada que quizá sintiese celos  de su hija por haber conquistado el corazón del muchacho.  Y probablemente pensaría que debería  hacer un viaje hasta California en una ocasión no muy lejana para ver con qué clase de persona había emparentado su pequeña.

Y al fin todos se reunieron y aparentemente todos salían con sobresaliente del examen realizado.  Por tanto decidieron acudir al restaurante que Cecil había reservado, al tiempo que todos se relajarían un poco.  James observaba a su mujer y la veía contenta charlando amigablemente con Pamela.  Era como si se conocieran de toda la vida. Noa no sabía fingir y si sonreía y la tomaba del brazo para charlar, se debía a que le había caído bien, y, con ese gesto,  daba su beneplácito a Cecil para que la diera una madrastra, aunque siempre la llamase por su nombre. Pero también sintió algo de tristeza por lo que su madre se estaba perdiendo al repudiar la compañía de Noa.

- Hubiera sido una hija para ella y una compañía fantástica.  pero es ¡ tan testaruda !  Confío que con el tiempo todo esté en su lugar.

Decidió no pensar más en ello puesto que dependía de otra persona y no de él . Quería aprovechar al máximo esta experiencia tan corta  y esa toma de contacto con su otra parte de la familia, porque la consideró como a tal, aún antes de conocer a Cecil.
La comida fue amena entre los cuatro y se reían y contaban anécdotas relajadamente, como si se conocieran desde hacía tiempo siendo ésta la segunda vez que se habían visto  Cecil era un hombre de mundo, muy abierto de mente, ocurrente y simpático.  Ambos hombres habían  conectado perfectamente y las dos mujeres, quizá por la diferencia de edad, más bien parecían madre e hija.Tras la sobremesa, decidieron dar un paseo, como para demorar  de despedida de padre e hija. Tardarían en volver a verse.  Todo había sido como esperaban y se prometieron volver a reunirse, pero la siguiente vez sería en su casa, en esa que comprarían para comenzar su vida en pareja, ellos solos..
En la habitación del hotel, se sentaron uno al lado del otro y   comentaban  la experiencia vivida, que había resultado tan satisfactoria.  Sólo les quedaba un día para estar en Nueva York, y aunque no dijo nada, Noa sentía nostalgia  por abandonar la ciudad que la vio nacer, no en sí por la ciudad, sino por lo que la esperaba en el rancho, una vez que Alice supiera que se irían de casa para tener su propio hogar.
Noa se había quedado en silencio y James pensó que algo pasaba por su cabeza que la había dejado callada pensando en algo que la perturbaba. Y se dio cuenta de lo que podía ser: el regreso al rancho y lo que allí les aguardaba. Pero de repente, Noa rompió su silencio anunciándole

- Mañana hemos de ir de compras.  Quiero que compremos algo para tu madre y para Willy. El se porta muy bien conmigo y le he tomado cariño
- ¿ Quieres decir que a mi madre no la soportas?
- No es eso, cariño.  Tu madre a veces me da miedo. Sencillamente no hemos conectado

James guardó también silencio y pensó para sus adentros, que no había sido culpa de su mujer, sino de su madre que desde un principio la rechazó, no dándola oportunidad de mostrarse tal cual era. Noa era demasiado joven y había estado muy protegida por su padre, a pesar de sus ausencias, sin embargo su madre, a pesar de tenerla tan cerca, siempre esquivaba el estar en la misma habitación. Por mucho que había tratado de regularizar la situación, no había conseguido nada, al contrario, que se distanciara aún más. Y es por eso, que, a su regreso compraría un hogar para ellos.

Pero la situación entre Alice y Willy, había cambiado radicalmente, y ellos ni siquiera sospechaban el cambio experimentado en casa a su regreso.

Decidieron que era hora de irse a la cama y de volver a ser marido y mujer, probablemente por última vez en absoluta libertad. Probablemente sería en otro viaje, porque en casa Noa le había dado órdenes muy precisas para que no trascendiera nada  fuera de su dormitorio, y aunque a él le parecía absurdo, también entendía que estaría violenta de no hacerlo así.  Pero él quería libertad absoluta para estar con ella.  para que ella se mostrara libremente en ese acto tan íntimo.  Quería mirarla y hablarle al oído mientras le hacía el amor, y no tapar su boca con la de él para que ni un suspiro saliera de sus labios.  Comprendía perfectamente lo que ella quería, pero a pesar de eso, estaba tensa en esos momentos que deberían ser relajados, tal y como habían sido en Nueva York.  Eso debía cambiar, y sólo viviendo solos lo conseguiría, de lo contrario, mucho se temía que en algún momento dado, ella rechazaría su unión conyugal a no estar dispuesta a sufrir noche tras noche esa tensión. No había más que dos alternativas: irse a vivir a otro lugar o llevarla a un hotel o en mitad del campo, algo que le molestaba abiertamente, porque no eran dos fugitivos, sino una pareja que deseaba estar juntos cuando ellos ejercieran como marido y mujer..

Ignorante  de la guerra íntima que James tenía consigo mismo, se besaron y se abrazaron, dispuestos a dormir y apurar su último día de liberad conyugal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario