lunes, 18 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 31 - Partir de cero

Cecil Shephard despachó todo lo que tenía pendiente y dio orden a su secretaria de que anulara todos los compromisos que tuviera para esa día y para el siguiente.  Estaba muy preocupado por Noa, y pasaría todo ese tiempo con ella.  Presentía que le necesitaba y no la dejaría sola en lo que fuera que hubiese ocurrido.  Llegaría en un par de horas e iría a buscarla al aeropuerto. Deseaba abrazarla y consolarla si es que algo hubiera ido mal.  "Precipitación", era la palabra que le venía a su mente, pero no le haría reproche alguno; la escucharía atentamente para que abriera su corazón y entre los dos, encontrar una solución al problema. No era el momento más que de hacerla sentir segura y querida por su padre; después, más tranquila, preguntar por lo sucedido y tomar decisiones si fueran necesarias.

Padre e hija se fundieron en un abrazo como si  fueran siglos lo que hacía que no se veían.  Noa rompió a llorar, al sentirse abrazada por sCecil.  El la tomó por el hombro y la condujo hacia el coche que les aguardaba en el aparcamiento.

- Shshsh 

 Era todo lo que Cecil murmuraba ante el llanto convulso de ella.  Acariciaba su cabeza como cuando era pequeña, y de golpe , Noa, recordó que James también lo hacía. Sintió una punzada de dolor  y su llanto arreció. Y al llegar a casa, el padre secó sus lágrimas y  dijo

- Debes descansar.  Cuando estés más tranquila, hablaremos de lo ocurrido, pero ahora acuéstate y duerme todo cuanto quieras.  Yo estaré aquí para lo que me necesites-

Y así consiguió que  se calmara un poco tras beber una taza de tila bien cargada,  y dormir .  La primera intención del padre, era llamar a James y averiguar lo ocurrido, pero pensó que sería mejor escuchar la versión de su hija y después obrar en consecuencia.

 Se despertó cuando ya era de noche; el relajante administrado había surtido efecto, pero  el aspecto que tenía al levantarse era deplorable.  Desde que saliera del rancho,  podría decirse que no había comido, ni dormido en condiciones, y sí llorado, mucho. Cecil la sonrió y abrazó nuevamente.  Era lo único que podía hacer en ese momento.  No quería presionarla y por tanto nada preguntó, pero ella, acurrucada junto a su padre, le contó todo lo ocurrido desde que se casaron.  El amor que ambos sentían,  y el rechazo de su suegra,  encontrándose James, entre dos aguas.  Su salida precipitada del rancho, al no poder soportar más a Alice y su llegada a casa: su único refugio.
Cecil quiso hablar con James, entre otras cosas porque estaría volviéndose loco al no saber nada de ella, pero Noa le frenó con el argumento de que  de momento lo dejara estar.  A regañadientes, su padre obedeció argumentando que si en verdad se querían, era la mejor forma de solucionar el problema

- Es que no tengo fuerzas, papá, de escuchar su voz.  Necesito calmarme. Quizá cuando pasen unos días lo haga, pero ahora no.  Estoy demasiado dolida para hacerlo y podría decir algo que le hiciera daño, y eso es lo último que deseo, porque es una víctima al igual que yo.
- Es tu decisión, hija mía, pero creo que cometes un error. Debéis hablar, cuanto antes.  Si no quieres volver al rancho haz que James venga hasta aquí. Si os amáis como dices tenéis que solucionarlo
- Ya basta, papa.  Por favor no me presiones

- Está bien. Ya eres mayor y sabrás lo que ocurre en tu vida, pero cometes un error.
- Voy a cambiarme de ropa - respondió Noa, dejando zanjado el asunto.

No quería hablar con él sabía que debía estar tan dolido como ella y temía flaquear, y en estos momentos debía ser fuerte, si quería que su matrimonio siguiera adelante.

Pero los días pasaban Noa se tranquilizaba poco a poco y Cecil no insistió más sobre lo ocurrido. Sólo ellos conocían la verdad ¿ Obraba correctamente Noa al comportarse así ? ¿ Debía haber llamado James para interesarse por ella presumiendo que hubiera podido refugiarse en casa? No conocía la respuesta, pero ambas posiciones no eran las debidas y eso, a la larga, tendría unas consecuencias que no le gustaba. Tomó una decisión. Al día siguiente debía acudir a la oficina para atender una visita importante.  Bien, desde allí llamaría a su yerno. No le parecía correcto la forma de obrar de su hija.  Para bien o para mal, debía hablar con él

- Sí.  Decididamente mañana le llamaré, aunque me cueste un disgusto con Noa. No es correcto, no señor.  Trataré de arreglar las cosas como yo creo que deben ser.- Y así lo hizo

Pidió a su secretaria  que no le interrumpieran y marcó lentamente el número del rancho, al tiempo que miraba su reloj.  Posiblemente James hubiera salido para trabajar, no obstante, si así fuera, le dejaría recado.  Seguro que al conocer el nombre de quién le había llamado se pondría en contacto con él de inmediato, como así fue.

- ¿ Cecil ? ¿ Está Noa allí ? ¡ Cielo santo ! ¿ Por qué no me ha llamado?  He vivido un infierno sin saber dónde estaba.  ¿ Está bien ?
- No, James, no lo está.  Ella me pidió que no contactara contigo, pero no me pareció lo correcto.  Tenéis que arreglar lo que os ocurra.  Ella no quiere hablar del tema, no sé lo que ha pasado.  Pero lo cierto es que no desea hablar contigo
- Pero ¿ por qué ? Discutimos.  Entiendo que se sintió dolida, pero no fui yo quién comenzó  todo. Habíamos quedado en que al día siguiente buscáramos una casa para no vivir en el rancho.  No sé cómo empezó todo, pero ha terminado de la peor forma posible.
- Bueno.  Pienso que debes dejar que se calme.  Que pasen unos días y seguro que ella misma te llamará. No se te ocurra venir porque se empeorarían más las cosas. Está mal anímicamente.  Déjalo así. Llama a mi oficina si quieres saber de ella, pero no intentes hablarle.  Ten paciencia y todo se aclarará.

Muy a su pesar, James, aceptó la proposición de su suegro. ¿ Tendría paciencia para no acudir a su lado?  Unas palabras resonaban fuertemente en su cabeza " No quiere verte ".  Le producían tremenda tristeza, pero debía tener paciencia si quería recuperarla de nuevo.

Habían pasado los días y Noa seguía deprimida,   sin querer hablar con James,  y sin salir de casa.  Cecil se confesaba con Pamela por ver si ella encontraba salida a ese laberinto que había irrumpido en sus vidas sin pensarlo.

- Ofrécele trabajar contigo - le dijo con el fin de sacar a Noa de la atonía que sentía
- Puede ser una buena idea.  Se lo propondré, aunque no creo que acepte porque me conoce bien y sabe que no la necesito
- Pero ella si, Cecil.  Necesita tu ayuda, nuestra ayuda. Creo que es la mejor forma de serenarse y que al fin hable con James.  Necesitan hablar, si es que su amor es tan firme como ella dice.  La juventud es impetuosa y falta de experiencia.  Nosotros ya recorrimos ese camino hace tiempo y por eso sabemos lo que es y no es correcto hacer.  pero ellos emprendieron el viaje de la vida muy jóvenes, sin a penas conocerse.  No te preocupes; esto no es más que una nube de verano que pasará, pero mientras tanto lo están pasando mal y tenemos que ayudarles a superarlo, pero sutilmente, sin que parezca que intervenimos en sus vidas, porque en realidad son ellos quienes tienen que arreglar el tema que les ha separado.  Todo pasará Cecil, todo pasará.

Y siguiendo los consejos de Pamela, Cecil abordó el tema durante la cena.  Noa le escuchó con atención y le pareció una excelente idea.  Así al menos tendría la mente ocupada en algo que no fuera James, aunque sólo sea pegar sellos en las cartas y llevarlas a Correos. Le pareció bien y quedó con su padre en que al día siguiente comenzaría una nueva etapa en su vida, totalmente diferente a las que había vivido hasta ahora.  Lejos de los rencores de Alice, de James y de su anterior vida antes de conocerle.  Al fin sería útil en algo y poco a poco recuperar la serenidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario