martes, 12 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 18 - Una decisión difícil

A regañadientes cortaron la discusión que se había entablado entre las dos mujeres. Ambas se miraban desafiantes, mientas James y Willy las miraban sin pronunciar palabra. Noa se había prometido tener paciencia y calma, pero en nada había cambiado la agresión verbal hacia ella, y se había sublevado por la injusta reacción de Alice. Ni siquiera le había dedicado una palabra amable. ¿ ¿Cómo diablos iba a permanecer en esa casa que debería ser su hogar?  Sería una convivencia imposible y tarde o temprano llegaría el momento de no poder soportarlo.  Era una bomba de relojería que explotaría en cualquier momento.

Se mordió los labios y no quiso responder a las indirectas que dirigía a su hijo, aunque sabía perfectamente que eran para ella.  Por James haría todo cuanto pudiera por congraciarse con ella.  Pensó que si quizá se sentaran a hablar una frente a otra, se aclararían muchas cosas, y aún con grandes dosis de  miedo, fue una idea que  se fraguaba en su cabeza, pero debía hacerlo cuando estuvieran a solas.  En cuanto James se incorporara al trabajo la llamaría y haría que se sentaran juntas y que juntas aclararan todos los puntos que tenían en litigio.  Era el último cartucho que tenía por quemar.  Si fracasaba, sería la hora de decir a James que la vida era imposible en aquel lugar y que deseaba irse de allí.  La exasperaba ese pensamiento, porque sabía lo doloroso que sería para él, pero temía que sus enfrentamientos traspasaran las paredes y llegasen hasta James poniéndole entre la espada y la pared.  Llegado a ese punto, presentía que algo se truncaría en sus vidas y en su amor.

Con sequedad les indicó cuál sería su dormitorio  y como supuso James, era el suyo de soltero.  Ni una sola vez se dirigió a Noa para que como su esposa diese su opinión.  Tenían sitio de sobra en aquella casa tan grande,en la  que podía haber dispuesto alguna parte más privada para ellos, por lo menos al principio ya que estaban en plena luna de miel.  De este modo tendrían que compartir comidas, cenas, sobremesas y todo lo que conlleva una convivencia, pero para nada armónica.


 Debían guardar las normas imperantes en el rancho y no apartarse ni un ápice de lo que ordenase la verdadera ama y señora de sus vidas y milagros:  Alice .  Ni siquiera tendría libertad para entrar en la cocina y aprender a guisar., o  atender algunas de las necesidades del rancho, como ayudarles en la administración,  en ir al la ciudad a encargar víveres, o  ayudar a  Alice en cualquier menester.  No sabría cómo invertir su tiempo libre y su suegra no daba facilidades para que se ocupase en algo. Sentía que era ignorada,  como una sonámbula deambulando por la casa sin hacer nada.  Y entonces creyó que era el momento oportuno de hablar con ella.  Era cosa de mujeres, de ellas dos, sin involucrar a Jimmy ya que estaría siempre entre ambas.  De no cambiar el rumbo debería tomar alguna iniciativa y pedir a su marido trasladarse a vivir a otro sitio en el que tuvieran libertad para hacer las cosas que les apeteciera hacer. La daba miedo demostrar a James cuanto le quería delante de ella; simplemente el darle un beso a su salida o llegada del trabajo sería muy incómodo, sintiéndose observada en todo momento.

 Y con todas esas dudas, o quejas, o miedos, como queramos llamarlo, los días pasaban y nada cambiaba. Jimmy se había hecho cargo de la dirección del rancho, descargando a Alice de gran parte del trabajo, pero en la casa, todo transcurría bajo su batuta. Hizo intención de ayudar en la cocina, pero ante el gesto agrio de su suegra desistió de ello.  Pero tampoco estaba a gusto en casa, por tanto salía a caminar durante casi toda la mañana, de esta manera no estorbaría a nadie.

Cuando comprendía que la hora del regreso de su marido se acercaba se duchaba  y se arreglaba para estar atractiva para él, algo que también disgustaba a Alice.  En una ocasión  la sorprendió comentándolo a la mujer que se encargaba de la cocina, supo que tampoco le agradaba que permaneciera casi toda la tarde encerrada en su cuarto

- Por Dios ¿ Qué he de hacer ?  Hablaré con James, de lo contrario voy a volverme loca, pero antes lo haré con ella, no vaya a ser que encima me recrimine que lo he hablado con él a hurtadillas para echarla la culpa. ¿ Por qué está tan amargada esta mujer? Tiene todo cuanto alguien pueda desear, pero nunca está satisfecha con nada.

Y a su regreso del paseo, esa mañana, se armó de valor y se dirigió hacia donde creía que pudiera estar, y efectivamente estaba haciendo crochet sentada en el porche.  decidida fue hacia ella y la dijo

- Alice, me gustaría hablar contigo
- ¿ Quién te lo impide ? - la respondió secamente
- He pensado que podrías darme alguna tarea en la que invertir el tiempo- la dijo ignorando el tono despectivo que tenía con ella-.No tengo nada que hacer y pienso que podría ayudarte en algo
- No lo sé.  Creo que no estás acostumbrada a este sitio.  este no es tu lugar
-Pero si lo es, Alice. Aprendo rápido y creo que algo habrá que pueda hacer. Hace dos semanas que llegamos y aún no me has dicho nada  ¿ Por qué me odias de esa forma?

Ya no pudo contenerse más y las palabras que tanto  daño la hacían salieron a borbotones de su boca. Ya no podía aguantar más Tenía que solucionar lo que fuera que tuviera contra ella, o de lo contrario su matrimonio pagaría el pato.  Alice se quitó las gafas depositando la labor encima de la mesa, y la miró de frente con la mirada traspasándola y la dijo

- No te odio, pero tampoco me caes bien. Tú mejor que nadie sabe el motivo. No me gusta que andéis por los rincones besándoos  constantemente. Sencillamente no me gusta
- Pero estamos casados desde hace muy poco, y nos queremos.  Es normal que nos besemos.  Seguro que tú y tu marido hacíais lo mismo
- Ni siquiera le nombres ¿ me oyes ? Esta es mi casa, y podría hacer cuanto me viniese en gana, pero no es la... - Al llegar a este punto, se cortó en seco, pero Noa supo a lo que se refería:  no era la suya. Bien, pues esa misma noche hablaría con James y si no tomaba una determinación la tomaría ella.

No quiso decir nada más; no conseguiría nada  y sin responder , salió de allí refugiándose en su habitación. No quería ni pensar lo que podía ocurrir de ahora en adelante.  Si James no lo veía venir, ella si, y no la gustaba nada.  La conversación mantenida había sido muy tensa y le había dejado claro, que no había vuelta atrás, que todo seguiría lo mismo, hasta ver quién se cansaba antes.

Refugiada en su dormitorio se deshacía en lágrimas y una voz en su interior la decía: " te lo avisé.  Era una locura.  No os conocéis. Piénsalo bien ".  Pero ellos se adoraban.  Aun no estaba todo perdido. Seguro que cuando hablase con él estaría de acuerdo en que el "casado, casa quiere".  Podrían alquilar una casita cerca del rancho, pero vivir solos y hacer cuanto les viniese en gana sin tener unos ojos espiándoles constantemente.

- Y si Jiimy no quisiera ¿ qué debía hacer ?  Cuando habló con su padre en días pasados, la preguntaba si todo iba bien, y ella respondía que sí. Sabía que si le contaba lo que ocurría, vendría a buscarla o la diría que tomase el primer avión y que regresase a casa, con su marido o sin él, pero debía poner remedio a esa situación antes de que fura tarde.  Pero sólo de pensar el separarse de él, le entraba algo por el estómago que no soportaba.  Estaba segura de su amor por él y del suyo también. ¿ Era tan difícil de comprender que necesitaban estar a solas?  No habían tenido siquiera unos días de aclimatación a su nuevo estado: tuvieron que regresar de inmediato, cuando a penas hacía cuarenta y ocho días que se habían casado.  La primera etapa en un matrimonio siempre es difícil.  Tienes que acostumbrarte a vivir con otra persona, y ceder en su terreno cada uno, pero ellos no habían tenido tiempo y tenían que descubrirse mutuamente y no sólo sexualmente, que eso ya lo tenían descubierto.  pero había otras muchas cosas que tenían pendientes, pero que mientras estuviesen bajo la batuta de "mamá ", nunca tendrían ocasión.  Y el llano arreciaba ante esos pensamientos tan negativos, pero no tan descaminados.

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