miércoles, 20 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 36 - Frente a ella

 James se quedó estupefacto, cuando su madre le narró la visita de Rupert y las confesiones y concesiones que hicieron.  Miraba atónito el rostro de Willy ¿ Cómo lo había permitido ? Además decirle que no tendría minuta que pagar, darle dinero , dormir en su casa, y al final quedar como si nada hubiera pasado. Su madre se había vuelto loca.  había sido generosa, algo que no le importaría si ella hubiera recibido el mismo trato en su día, cuando lo necesitaban, pero eso no ocurrió y ahora le había abierto su casa de para en par.
Se levantó de la butaca en la que estaba sentado y se llevó las manos a la cabeza bajo los gestos de resignación de Willy.  Sentía que su sangre hervía ¿ cómo era posible? y entonces parado frente a Alice, con el rostro encendido de ira , la dijo agriamente

-¿ Cómo has podido? No te reprocho el que hayas sido benévola con él, ese es tu problema, pero sí que le ofrecieras mis servicios, así por las buenas, sin siquiera consultármelo.  Ya no soy un niño pequeño al que hay que conducir por la vida.Sé muy bien lo que tengo que hacer.  Te recuerdo que me has impuesto durante toda la vida  mis estudios, mis amistades y ahora mi trabajo.  No fuiste tan magnánima con mi mujer, a la que hiciste la vida imposible, destruyendo lo que más he querido.  Y ahora me tratas como un muñeco dispuesto a hacer tu santa voluntad. Muy,  bien madre, pues no estoy dispuesto a ello.  No soy tan generoso como tu.  ¿ Crees, acaso, que puedo presentarme ante mi suegro y pedirle árnica por mi familia? ¿ En serio lo crees? No entiendes nada.Yo quiero a Noa y tu te has encargado de amargarnos la vida , y ahora me vienes con que le haga el favor a alguien a quién no debo ni una caricia ni una palabra cariñosa.  Quizá has olvidado del sufrimiento y las penurias de mi padre a causa de ellos. Tú quizá si, pero no yo. Desde ahora te digo que no moveré no un dedo por ellos.
- Por favor Jimmy. Se trata de mi familia, a la que a pesar de todo quiero.  Pensé que no rechazarías  esta súplica que te hago por mi, no por ellos, sino por mí, por sentirme bien y no tan mala persona como lo fueron ellos.
- No mamá, no vas a conquistare con tus zalamerías. Déjalo estar; además he consultado con un colega y se da conflicto de intereses, así que se tendrá que buscar otro abogado y arriesgarse a que se entere toda California de que no son ni tan solventes ni tan poderosos como ellos creen.
- Te ruego me perdones, hijo, no lo pensé. Creí que...

- Que sería dócil y haría lo que quisieras, como siempre.  pero esta vez te has pasado de la raya.  Lo siento mamá esta vez no.  Ya he perdido demasiado y no  quiero perder más. Y ahora creo que debo regresar a mi casa
- No, muchacho. Esta es tu casa y nosotros tu familia. Ni mucho menos vas a ponerte en viaje de noche  y por esas carreteras de Dios - le dijo Willy.

Alice estaba apenada. " Poco dura la alegría en la casa del pobre,".   Es un dicho que recordaba quizá de habérselo escuchado a su madre,  de un antepasado español.  Se abrazó a su cuello llorando y pidiéndole perdón por su inconsciencia por no haber hablado antes con él. James la calmó y la besó en la frente.  Adoraba a su madre y a pesar de que reconocía sus defectos, no soportaba verla llorar.  Lo había hecho con intensidad al morir su padre y no quería que jamás volviera a sufrir de esa manera.
Cuando se hubo calmado, se despidió de ellos y se retiró a su habitación, a esa habitación en que el recuerdo de los días pasados con Noa se hacía más patente y en ese día especialmente. No sabía cómo salir del charco en que le había metido su madre. Todo lo que podría hacer sería viajar a Nueva York y hablar con su suegro para que le diera plazos más largos hasta saldar su deuda.  Todo ello bajo la promesa de su tío de que cumpliría a rajatabla con lo prometido.  No sabía muy bien cómo actuar y dio vueltas en la cama pensando en cómo hacerlo, y poco a poco abrazado a la almohada que ocupara en su día Noa, se quedó dormido.

Se levantó temprano. había dormido poco y mal.  Harto de dar vueltas en la cama, concilió el sueño demasiado tarde. Al entrar en el comedor, vio que Willy estaba desayunando, pero no su madre. Le preocupaba que su discusión de la noche anterior le hubiera causado algún problema.

- Buenos días Willy ¿ mi madre aún no se ha despertado?
- Así es, hijo - Era la primera vez que le llamaba hijo, y a sus oídos poco acostumbrado a ese nombre pronunciado por él, le agradó escucharlo.  No sólo porque de verdad quería a Willy, sino porque no estaba acostumbrado a escucharlo de boca de otro hombre.
- Quería hablar contigo. Espera y escucha mis razones. Tienes razón.  Tu madre no debió precipitarse, sino hablar contigo y después actuar.  En todo lo que la reprochaste te sobra la razón, pero...  La vi tan contenta y contigo tan desalentada, que te pido lo dejes estar.  Sé que tu papel es muy comprometido y de veras lo siento. Pero no hay marcha atrás.  ¿Por qué no vas a Nueva York, y explicas a tu suegro la verdad de lo sucedido.?  Por lo que has contado es un hombre considerado y quién sabe si se hiciera un milagro
- No me queda más remedio que hacerlo Willy.  mamá no me ha dejado otra salida. Pero ¿ y yo? ¿ Y si me encuentro con ella?  Y aunque así no fuera ¿ Cómo voy a hablar con su padre? ¿ Con qué fuerza moral voy a pedirle ese favor a sabiendas de lo mal que trató a su hija?

- Tienes razón.  Es una gran papeleta, pero no se me ocurre otra.

James se sirvió una taza de café y se quedó pensativo. Temía ir a Nueva York, pero al mismo tiempo su corazón aleteaba de emoción, pensando en que quizá tuviera oportunidad de verla, aunque sólo fueran unos instantes.  Desde que había sabido de este tema, su corazón había despertado.  Estaba seguro que si pudiera hablar con ella, llegarían a un acuerdo. Pero ¿ y si así no fuera?  Había pasado el tiempo, y probablemente ella pensase de forma distinta.  Si eso ocurriera,  tendría que resignarse e ir pensando en una separación oficial.  Ninguno de los dos podía vivir con esa incertidumbre por tiempo indefinido.

- Necesito ir a dar una vuelta - dijo a Willy que asintió con la cabeza.

  Ensilló un caballo y a trote ligero salió del rancho.  Necesitaba estar a solas y pensar mucho en el paso más inmediato que tenía que dar.  Sería difícil verse en la oficina de Cecil, pero podría darse la ocasión. Si así no fuera, se presentaría en su casa y hablarían; tenían que hablar de todas,  todas.  Quién sabe si lo ocurrido no fuera una mano invisible que facilitara el encuentro.  las cosas ocurren por alguna razón.
Ese pensamiento le ponía nervioso y al mismo tiempo era como un bálsamo para él.  Decididamente organizaría el viaje  lo antes posible.  No tenía otro caso que atender y si surgiera, entre Melissa y Freddy, darían largas hasta que él llegara.  Si, decididamente,  el lunes viajaría sin demora, y saldría de una vez por todas de esta terrible angustia que sentía.

Y de nuevo volvió a pisar las calles de la gran ciudad dirigiéndose a las oficinas que en un alto edificio tenía Cecil Shephard. Ocupaban una extensa planta en el piso décimo . A la salida del ascensor una gran puerta de cristal con el nombre impreso en sus hojas en grandes letras doradas, indicaban que allí estaba situada la financiera de su suegro. Antes de subir  a las oficinas, había consultado en el amplio vestíbulo del edificio, en un gran panel, la planta a  la que  debía dirigirse, que sería el despacho de Cecil, directamente. El ascensor le condujo hasta el piso indicado y allí en un mostrador, una secretaria le dio un distintivo como visitante.  Tendría que aguardar unos minutos hasta que  el  señor Shephard terminara de despachar con otro visitante. Le ofrecieron algo para beber, que él rechazó.  Estaba allí como abogado y no como familia, por eso facilitó el nombre de su pequeña empresa, en lugar de su nombre personal.

La visita de Cecil se demoraba más de lo pensado.  Estaba impaciente y nervioso por la encomienda que le llevaba hasta allí.  Se levantó de la sala en la que le habían indicado permanecer y comenzó a pasear por el pasillo.  Una de las puertas de algún despacho, se abrió, dando paso a una joven que portaba un montón de carpetas y cartas que debía repartir.  Algo se le cayó y se agachó para recogerlo del suelo. Hizo ésto último, y a medida que caminaba para llegar a su destino, giró la cabeza para comprobar que no dejaba nada atrás. James, al verla se quedó quieto mirándola:  era ella y la tenía a dos pasos.  Noa siguió avanzando sin darse cuenta de que unos ojos la miraban fijamente. Cuando llegó a la altura de James, éste extendió sus brazos y sin darse cuenta rodeó con ellos su espalda, porque de no hacerlo, ambos chocarían entre si.  Noa abrió los ojos desmesuradamente al sentir los brazos sobre ella y ver delante  los ojos penetrantes de su marido.
Ninguno de los dos hablaba, no podían por la sorpresa tan inesperada que les había reunido al cabo de tantos meses.  pero fue James quien medio en broma y sin dejar de mirarla, la dijo

- ¿ Es esta la forma adecuada de abrazar a mi mujer?
-¿ Qué haces aquí ? - respondió ella, pero no se separó de él
- Tengo asuntos pendientes. Estoy bien, gracias.  Yo también me alegro de verte - respondió irónico James
-  He de irme.  tengo trabajo- dijo ella tratando de salir de allí cuanto antes.  La inesperada visita la había dejado sin habla
- Espera.  No te vayas aún. Hemos de hablar.  Te echo de menos
-  Un poco tarde ¿ no crees?
- Te llamé repetidas veces y siempre me respondían que no querías verme ¿ Qué querías que hiciera?
- ¿ Quién te dijo eso?
- Tu propio padre.  Pregúntale si no me crees

- Está bien, lo que digas
- No te he olvidado ni un solo instante, Noa. Te sigo queriendo y lo estoy pasando fatal.  Te echo de menos
- ¿A qué vienes , a pedir perdón por lo mal que te has portado?
- Te lo repito una vez más, nunca logré olvidarte y te llamé repetidas veces. Tengo muchas cosas que contarte  ¿cenamos esta noche?
- No James.  No quiero volver a tener nada que ver con tu vida
- ¿ Ya no me quieres? Porque no era esa la impresión que tuve la última vez que estuvimos juntos. Cena conmigo, por favor. Hablemos; aclaremos todo de una vez.Tengo muchas cosas que decirte. Al fin he montado mi bufete.  Ya no vivo en el rancho sino en San Francisco. Willy y mi madre se han casado; al fin me ví libre de todo eso. Te quiero Noa, más de lo que imaginas, y mi vida no es vida sin tí.

Noa, se le quedó mirando ¿ Sería cierto  que seguía queriéndola, que su padre fue quién le dijo que no quería saber nada de él ?  Se moría por volver a verle.  Por sentír de nuevo la  piel en su piel.  Sus labios en los de ella.  Su mirada en sus ojos.  Se dio cuenta de que se moría por ser abrazada de nuevo por los brazos protectores de James y por momentos la emoción estallaría en su interior

- Esta bien, cenemos esta noche. Recógeme a las cinco, hablaremos y después ya veremos.  Ahora he de repartir estos documentos y tú hablar con mi padre sobre lo que te ha traído hasta aquí.

James no se lo podía creer.  Había aceptado cenar con él. Y una esperanza brotaba lentamente dentro de él. Hablarían, hablarían largo y tendido y probablemente en esa misma noche, quedase todo solucionado entre ambos.

- Gracias - la dijo sonriendo suavemente y deposító un suave beso en su mejilla, al tiempo que una secretaria le indicaba que podía pasar para hablar con el señor Shephard.



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