viernes, 15 de marzo de 2019

Nunca logré olvidarte - Capítulo 26 - Viejos recuerdos, nuevas sensaciones

Al llegar al John F. Kennedy, Noa  respiró hondo su aire.  De nuevo estaba en casa.  Allí no se sentía forastera ni extraña, entre otras cosas porque nadie se fijaba en ella.  Se sentía completamente libre.  Habián dejado atrás las malas caras y los temores a ocupar un puesto  al que no tenía derecho según Alice.  Ahora estaban los dos solos y podrían hacer cuanto les viniera en gana. No le importaba si en las noches, al hacer el amor, emitieran algún sonido reconocible a quién escuchara y supiera a qué se debía.  La alargada sombra de Alice no llegaría hasta allí. Y el sentirse liberada de esa constante tensión, hizo que se mostrara como en realidad era ella con James: sin prejuicios y amándose en profundidad. Eran marido y mujer con poco tiempo de casados.  Todo lo que hacían era absolutamente normal que la mayoría de las parejas enamoradas hacían.  No molestarían la sensibilidad de su suegra, pero tampoco se lo haría saber a James.  El no tenía  esos inconvenientes porque al tratarse de su madre, no se cortaba ni un pelo a la hora de poner las cosas claras.

Y al fin llegaron al mismo hotel en el que se hospedó James la primera vez que llegó a Nueva York.  Querían hacer el mismo recorrido que hicieron juntos en aquella semana, aunque en esta ocasión, sólo disponían de dos días.  Pero no les importó, los apurarían al máximo. Y por fin James conocería un poco más a fondo a su padre .  Eran demasiadas cosas para hacer en tan corta estancia; no importaba.  Le robarían horas al sueño si fuera necesario, pero lo disfrutarían a tope.

Descolgó el teléfono y se dispuso a avisar a Cecil de que habían llegado. La voz conocida de Joan fue la primera en saludarla

- Despacho de Cecil Shephard ¿ dígame ?
- Joan, soy Noa ¿ cómo estás?
-¡ Oh Noa, qué alegria volver a escucharte.
¿- ¿ Está mi padre? Querría hablar con él, si no está ocupado
- Enseguida te lo paso. No está ocupado; no ha comentado hada, pero creo que te estaba esperando porque ha cancelado todas sus citas para esta tarde
- ¡Qué bien ! Pásame con él, por favor

La voz de su padre, alegre y hasta eufórica, se escuchó al otro lado del hilo telefónico

-¿ Eres Noa ? Al fin estáis en casa
- Papá ¡ qué sorpresa ! ¿ No estás ocupado ?
- No cielo, me dijiste que veníais y voy a dedicaros la tarde en exclusiva para vosotros. ¿ Comeremos juntos?
- Por nuestra parte si. Al fin podrás conocer  más a fondo a mi marido
- ¿ Cómo te trata?
- Papá es fabuloso
- Bien hija. Es poco tiempo el que lleváis casados,. Eso me alegra ¿ Eres feliz ?
- Mucho, papa. El me adora y yo también a él
- Tenemos mucho de lo que hablar, así que os espero ¿ a las doce en la oficina?  Ya tengo la mesa  para cuatro personas
-¿ Papa ¿ para cuatro?
- Si niña.  Quiero que conozcáis a Pamela
- ¿Pamela es la mujer que te ha enamorado?  Porque imaginaba algo así. Esos viajes tan extraños y tan largos... En fin, veo que efectivamente hemos de hablar.  Un beso papá nos vemos dentro de un rato.
-Hasta luego cielo.

Noa sonreía cuando cortó la comunicación.  James la observaba y la veía relajada y feliz lejos del rancho. Eso le mortificaba porque deseaba paz y armonía en casa, pero su madre ¡ era tan cabezota ! Al parecer - pensaba James - su padre ha encontrado la estabilidad en su vida ¿ por qué mi madre no? Y recordó al fiel y enamorado Willy.  No se opondría nunca si decidían unir sus vidas. Alice era aún joven y merecía ser feliz. Y por qué no pensarlo: él también tendría más libertad en su vida. Bien podría encargarse Willy del rancho y de esta forma poder realizar su sueño: ejercer  Derecho, en Laredo, Sacramento o San Francisco, cerca de casa, pero ellos solos en su casa y haciendo lo que les viniese en gana sin tener que pisar con pies de plomo para no molestar.


Todos esos pensamientos, los guardaba para él,. Ni siquiera haría cómplice de ellos a su mujer; no quería crear más tensiones ni malos rollos.

Se vistieron con ropa más adecuada para la ocasión: iba a ser una entrevista trascendental para ambas parejas. James conocería más de cerca a su suegro y estaba seguros que le sometería a un sutil interrogatorio, que por otro lado era lo más natural del mundo, puesto que iban a  tratarse más íntimamente mutuamente y deseaba saber cómo era ese chico que había vuelto loca a su hija.  James estaba tranquilo, con la tranquilidad de saber que Noa era su mujer y nada ni nadie podría arrebatársela.  Pero también estaba  Pamela, que sería examinada por Noa.

- Uf ¡ vaya comida ! - suspiró quedamente James.  Sólo hubiera faltado Alice y  Willy  para estar todo al completo 

Mientras Noa terminaba de arreglarse y James reflexionaba sobre lo que les esperaba, se fijaba en su mujer en el ir y venir y lo bonita que era, lo que se amaban y lo felices que serían estando ellos solos. Adoraba a su madre, pero también se daba cuenta de que no quería a Noa, y no sabía el porqué.  Eso le hacía daño, porque quería inmensamente a su mujer y reconocía que no había hecho nada malo para que su madre la tuviera tanta antipatía.

- James ¿ En qué piensas ? No me has escuchado - le dijo cuando ella se aceró para que él le abrochase el vestido - Te veo muy disperso ¿ estás preocupado por el encuentro?
- En absoluto, porque eres mi esposa y yo tu marido y nada ni nadie podrá  quebrantar eso. Pensaba en tí, amor mio. En lo extraordinariamente bonita que eres y lo loca que tienes a mi cabeza.


    Noa soltó una rotunda carcajada y se acercó a James para abrazarle.  Estaba muy contenta, y su alegría se reflejaba en sus ojos, más brillantes que de costumbre.

- Súbeme la cremallera.  Es lo que te he pedido, pero no me haces caso - le dijo ella haciendo un mohín fingiendo enfado
- Yo diría que mejor te la bajo.  Aún tenemos tiempo
- Ni lo pienses.  Ambos estamos vestidos para la ocasión.  Sé que si lo hacemos llegaremos tarde
- No si es algo rápido- contestó acariciando su espalda
- Sabes muy bien, que nos descontrolamos, Mejor déjalo para la noche . Anda date prisa
- Está bien, mandona.  Ya voy - La dio un beso en su hombro al tiempo que cumplía con la misión que le había encomendado, algo a regañadientes.

Dio la dirección de la oficina de su padre al taxista y en media hora estarían en su despacho.   A Cecil le gustaba la puntualidad, y llegaban con tiempo suficiente para no incumplirla  Subieron a la planta en donde estaba situado el despacho y saludaron a Joan que miraba fijamente a James y guiñó un ojo de complicidad a Noa sonriendo, como diciendo " bien hecho.  Es todo un ejemplar de hombre"  Noa reia feliz y se cogió más fuerte del brazo de James en señal de " es mío y sólo mío".

Salió a recibirles Cecil, que abrazó a su hija con cariño y alegría y palmoteó en la espalda a James

-¡ Por fin nos vemos nuevamente  ! - le dijo abiertamente-. Así que tú eres quién ha vuelto loca a mi hija.  No sé si perdonarte- dijo dirigiéndose a James que rió a carcajadas mirando a su mujer    

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