domingo, 22 de marzo de 2020

El mismo mar. El mismo cielo - Capítulo 2 - Una mirada distraída

    Cuando quiso darse cuenta, la mañana había pasado y estaba a punto de cumplir con su horario. Mientras se quitaba el uniforme, pensaba que no le apetecía nada llegar a su casa y hacerse la comida.Comería en la cafetería del hospital, aunque los menús no fueran muy sugerentes, pero pesaba más la pereza que otra cosa.  Se arregló dispuesta a salir en dirección a la cafetería.  Se entretuvo charlando con una compañera que iniciaba la jornada de la tarde.  Se  había entretenido, pero no importaba, no tenía ninguna prisa.  Y hasta pensó en ir dando un paseo hasta su casa.

    Entró en el local y echó una mirada a su alrededor para ver si hubiera alguien conocido y sentarse  a charlar mientras almorzaba.  Quedaban pocas personas; la mayoría habían entrado a trabajar, o se disponían a regresar a casa.  El comedor no era muy grande, así que de una sola mirada se percató que no había nadie con quién hablar.  Cogió la bandeja y eligió el menú.  A continuación se dirigió hacia una mesa junto a un ventanal;  comería tranquilamente:  no había prisa.

A medida que ingería un bocado, se daba cuenta de que en realidad tenía hambre, mucha hambre, y hasta encontraba que, aquella ensalada, aquel bistec, estaba jugoso y tierno.  Sentía avidez por ingerir la comida,  Estaba absorta en lo suyo, pensando en miles de cosas, sin darse cuenta de que alguien con curiosidad la observa como analizándola.  Era la segunda vez que se encontraban en ese día.Le movía la curiosidad .

 ¿ Cómo será esa chica en el día a día ?  Parecía extrovertida y amigable. El camarero de la barra la había saludado alzando el brazo y  sonriéndole,  señal de que se conocían.  Incluso le parecía que había gastado una broma.

Ni siquiera se había fijado en ella hasta esa mañana.  Le había parecido un rostro al que había visto en alguna ocasión, sin ubicarla en ningún sitio

- El hospital es grande y posiblemente en algún momento hemos coincidido, además de esta mañana en el ascensor. Se la ve simpática -. Apuró su último sorbo de café y decidió marcharse.

Fue hacia la cajera para abonar su comida y al mismo tiempo dejó pagado el café de después,  para la     muchacha.  No sabía por qué lo hacía.  Simplemente porque le había caído bien - se dijo sin más

     Rose se sorprendió cuando el camarero llevó hasta su mesa la invitación efectuada por el cirujano. No lo esperaba. Ni siquiera se habían dirigido la palabra, tan sólo una inclinación de cabeza por la mañana. Insistió si en verdad era para ella, pero así debía ser, porque al mirar alrededor, no había ninguna mesa más ocupada, y al contrario, estaban entrando algunos familiares para visitar a algún enfermo.  Sin duda, era para ella.  Y se alegró; sonrió.  Le vería al día siguiente; debía agradecerle la deferencia tenida.

Se echó hacia atrás en su asiento y sonrió de satisfacción. Resultaba que no había sido invisible para el médico; se había fijado en ella. la había mirado, aunque hubiera sido una vez tan siquiera.  Eso animó su día e interiormente, corrieron lagartijas por su estómago.

- Estás muy pillada con ese médico - se dijo ella misma -.  Pero no sufras, no irá más allá. Pura casualidad.  Si no se hubiera marchado tan rápido, hubiera tenido ocasión de agradecérselo en el momento.  Ahora tendré que buscar la oportunidad de hacerlo, y sabe Dios cuándo será. Me informaré en el control. Pero ni siquiera sé cómo se llama; tendré que detallar su fisonomía, y sé que Sophie se va a burlar de mi.  Bueno, pero volveré a verle, aunque él no tenga la menor curiosidad por mi. Es un alto jefe ¿ cómo va a fijarse en una insignificante enfermera. Paciencia Ros, paciencia.

Pero pasaron varios días sin verse, y cuando ocurrió, él estaba acompañado por una doctora, y no le pareció conveniente interrumpirlos en lo que estuvieran hablando. Tendría que pos-ponerlo nuevamente.  ¿Pensaría que era una mal educada, pero en realidad no había tenido oportunidad de hacerlo.

- Seguro que se le ha olvidado. ¿ Por qué lo haría ? En fin, habrá que esperar hasta tener otra oportunidad..

    Tampoco habían vuelto a llamarla para quirófano, y siguió con su día a día sin prestar más atención. Su enfermera jefe, una vez que hubo terminado la ronda de las habitaciones, la envió a urgencias. Parece ser que había habido un grave accidente y se necesitaban todas las manos disponibles.  Su puesto lo cubriría otra compañera.  Bajó rápidamente hasta la planta baja en donde estaba situada urgencias y se presentó a la enfermera de esa sección.

- Ve al box cinco - la dijo con prisas. Y hacia allí se encaminó rápidamente, mientras se ponía los guantes de látex. Tocó a la puerta y nadie la respondió, comprendiendo que podía entrar. Cuando lo hizo se encontró al doctor  Limerick que reconocía a un enfermo y otra enfermera le asistía.  Se apartó a un lado para no estorbar, mientras se preguntaba para qué la habían enviado, si ya tenía su ayudante.  La conocía de lejos, pero la había visto varias veces hablar con él en la cafetería, por lo que dedujo que tenían más afinidad, y  podían no ser  sólo compañeros.

Les observó más detenidamente; nadie se había dado cuenta de su presencia.  Seguramente fueran novios o pareja, ya que se trataban con bastante sintonía. Pensó que allí no hacía falta y que perdía un tiempo precioso. Decidió llamar  la atención, y para ello carraspeó suavemente.  Cuando el médico terminó su examen, levantó la cabeza y la miró fijamente con una mirada de enfado, como si hubiera cometido alguna falta. Limerick, se quitó los guantes lentamente y dirigiéndose a Rose la dijo escuetamente:

- Venga conmigo

Ella miró  para averiguar si se dirigía a la otra enfermera o era a ella; aún seguía mirándola por lo que dedujo, que no estaba errada en sus apreciaciones: se lo estaba ordenando a ella.

- ¿ Qué querrá ? Parece como si me fuera a echar una bronca

Dejó que ella saliese primero y adelantándose unos pasos indicó que la siguiera.  No sabía lo que quería, ni tampoco que hubiera cometido alguna falta, pero el gesto de él, no dejaba lugar a dudas de que algo le había molestado.  Estaba enfadado, de eso no tenía dudas.  Caminaba rápido y al llegar a una de las puertas se detuvo y la dijo escuetamente

- Haga el favor de pasar a mi despacho.  Siéntese .

- ¿ Qué le pasa? Tiene cara de pocos amigos. Pero no he hecho nada más que cumplir con lo que me han ordenado.

- ¿ Cómo es que se ha presentado ahora ? ¿ Por qué no ha vuelto a quirófano ?


    Rose estaba perpleja.  No entendía nada; había cumplido con lo ordenado por la supervisora. ¿Porqué no hablaba con ella ?

- Doctor,  me han dicho que bajara  ahora, y nada de  acudir a quirófano. He estado en planta todos estos días y nadie me avisó de nada.  Hago lo que me ordenan

- Pero yo la dije que la quería en mi equipo y hace siglos que no está

- Lo siento, pero cumplo órdenes de mi supervisora.  Creo que es con ella con quién tiene que hablar. Usted no me dijo nada directamente, lo siento  si lo entendí mal.

- La dejé claro a dónde debía dirigirse en lo sucesivo.  No hay excusas que valgan. ¿ Sabe que puedo ponerle una sanción ?

- Señor, le repito que yo cumplo órdenes y en ningún momento me dijo que debía estar en quirófano siempre. Me está regañando y no es mi culpa.  Quiero estar en quirófano; me gusta estar allí, pero le repito: hago lo que me ordenan. Así que, por favor aclaren sus preferencias.

    Él se la quedó mirando como si no lo hubiera hecho nunca.  Ella tragó saliva esperando que la dijera algo más concreto. Al fin, dijo:

- Vayamos arriba. Dejaré instrucciones al respecto.  Ya sabe, de ahora en adelante siempre en quirófano ¿ Entendido?

- Si señor, descuide. No volverá a pasar. Pero por favor, aclárelo con Lissa.

- Descuide, así lo haré

No volvieron a cruzar palabra alguna. Él estaba enfadado y ella incómoda.  Se le había olvidado por completo la invitación del café, y además no era el momento más oportuno para sacar la conversación, así que guardó silencio y siguió al médico sin pronunciar palabra.  Tenía la sensación de ser un perrillo corriendo tras de su amo. La ponía nerviosa esa absurda sensación de no saber nunca lo que hacer Se limitaba a seguirle, pero no tenía idea a donde iban.  No había ninguna intervención programada, ni tampoco parecía que hubiera algo de urgencias.  Él la ignoraba y esa situación cada vez la enfadaba más

Al llegar frente a la puerta de su despacho, nuevamente, el médico se giró hacia ella; la tenía de frente y parecía extrañado de que estuviera allí mirándola

- ¿ Puede saberse qué hace aquí ? - la dijo secamente

- Yo no lo sé. Me ha dicho que viniera y aquí estoy

 Pensó durante una fracción de segundo, como si de repente se acordara de algo, y al fin, comenzó a reírse moviendo la cabeza de un lado a otro negativamente

- Lo siento. Tiene razón, pero no quería decir que me siguiera. Pero ya que estamos aquí, entre y charlaremos un rato. La explicaré los planes que tengo para usted y lo que debe hacer  cada día al entrar a trabajar.  Por cierto mañana tenemos guardia.¿ Quiere beber algo ?

- No muchas gracias. Le agradecería me dijera lo que desea y poder regresar a mi puesto


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Autora<  rosaf9494quer
Edición< Marzo 2020
Ilustraciones< Internet

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