sábado, 21 de marzo de 2020

El mismo mar. El mismo cielo - Capítulo 1 -Una auxiliar cualquiera

    Estaba a punto de llegar la primavera. En los árboles ya se anunciaba. En el sol, en el amanecer más temprano. En los trinos de los gorriones, en las plantas floreciendo. La hojas de los árboles tenían un verdor más intenso.  Todo comenzaba su ciclo. Todo era nuevo una vez más.

Rose Mary también iniciaría  su jornada. Se desperezó estirando los músculos algo contraídos por su postura en posición fetal como acostumbraba a dormir. Sus manos juntas  bajo la cara .  Desde muy pequeña había adoptado esa postura que la recordaba su niñez.  Le hacía gracia  que, a pesar de los años transcurridos, aún la conservase. Y recordó a su madre cuando acudía a despertarla para ir a la escuela. Una escuela cercana a su domicilio, por la que podía ir y volver sin problema alguno, sin peligros.

    Era enfermera en un hospital universitario:  hacía poco que había terminado su carrera. Apenas dos años; su destino había sido urgencias, y la experiencia allí adquirida, hacía que su veteranía fuera mayor que cuando estaba en planta.  Era muy joven aún; inquieta y servicial, siempre presta para ayudar a quien lo precisara.  La gustaba un médico recién llegado a ese hospital. Aunque joven, había ingresado como jefe de equipo, por lo que le hacía sentir "pequeña", guardándole un gran respeto.      Deseaba que él, en alguna ocasión, la eligiese para estar en quirófano, una categoría más especializada, pero también con más responsabilidad.  Tenía que estar siempre lista para atender a las necesidades que el cirujano precisase.  Pero era lo que a ella más la gustaba y por conseguirlo, no le importaba estudiar y estudiar.  Le hubiera gustado hacer  medicina, pero el presupuesto no le daba para pagar las tasas universitarias, así que se conformó con hacer lo más cercano y parecido a ello: enfermera.

Se hacía la reflexión que también era un cargo relevante, ya que conectas más directamente con los enfermos; estabas más a su cabecera ayudándoles, charlando durante unos instantes con ellos, que, a veces, permanecían solos durante horas y horas.  El médico en cuestión ni siquiera la "había visto".



- Él está en otras cosas -. Se decía. Pero lo cierto es que ella bebía los vientos por aquél pelirrojo, alto, fuerte y eficaz,  de voz ronca y severa.  La asustaba un poco la seguridad que emanaba de su figura, y pensaba que ella nunca tendría esa soltura ante un quirófano, y sin embargo lo deseaba con toda su alma.

Entraba su turno a las ocho de la mañana y saldría en las primeras horas de la tarde.  ¿ Qué es lo que depararía el día.  Nunca lo sabías, aunque tenía sus horas críticas, que  se repetían día tras día. ¿ Por qué ? era un misterio, pero tenía  sus pautas.  Se dirigió al mostrador con el fin de desayunar antes de hacer acto de presencia. Comenzaba a llenarse el salón. Muchas batas blancas y pijamas verdes haciendo corrillo.  No sabía qué tal había sido la noche, por lo regular complicada.

Sólo, a un lado,  y algo apartado de todos. desayunaba tranquilamente Paul Limerick, el jefe de equipo de cirugía.  Hacía poco que había obtenido esa plaza, pero poco a poco se iba integrando junto a sus compañeros.. granjeándose el respeto de todos. Leía el periódico mientras sorbía una taza de café. Rose Mary le miraba de reojo, cuidando mucho de que no se diera cuenta de que era objeto de su admiración.  Sentía por él una mezcla de respeto y temor.  Por lo regular tenía el entrecejo fruncido y eso  imponía mucho a la muchacha.  Tenía la sensación de que la regañaría por cualquier insignificancia.

El médico, cerró las páginas del periódico doblándolo y dejándolo a un lado del mostrador, por si alguien deseara echar una ojeada.  Hecho ésto, Paul levantó la cabeza como oteando su entorno, y tropezándose con la mirada de ella.  Se quedó cortada, pero  la mantuvo,  y esbozó una sonrisa a modo de saludo

- Tengo la impresión de que no tiene ni idea de quién soy .  Ni siquiera sabe que trabajo en quirófano la mayoría de las veces que está operando.  Seguro que no sabe que existo. ¡ Y es una verdadera pena, porque a mí me gusta un montón!



   Suspiró profundamente y apeándose de la banqueta se dispuso a salir de la cafetería, para dirigirse posteriormente al control de enfermeras de la planta correspondiente.  Antes iría a vestuarios y allí se pondría el pijama.  ignoraba si en ese día estaría en quirófano ó de nuevo la destinarán a planta.

    Con paso ligero se dirigió a la puerta, seguida por la mirada del médico, que miraba , pero no veía, aunque fuese en su misma dirección.  Por instinto reflejo, ella volvió la vista  y vió que era observada por el cirujano, y se le aceleró el corazón, pero al instante se dió cuenta de que todo había sido un flash, que aunque él la mirase, estaba pensando en otras cosas, en su mundo particular.

- ¡ Vaya ! Me hubiera alegrado el día. ¡ En fin, que le vamos hacer

Cuando ya estaba a punto de entrar en el hospital, vió que a su lado se situaba el doctor Limerick y que con una inclinación de cabeza le daba los buenos días.  Ella respondió con una leve sonrisa, inclinando la cabeza y cuando él se alejo ligeramente de ella, Rose Mary, apretó uno de sus puños y levantándole ligeramente, dijo:

- ¡ Bien !

    Cada uno tomó una dirección distinta hasta llegar a los vestuarios, y a su salida coincidirían nuevamente.  El, cedió el paso,  para que Rose junto a otra compañera, pasasen primero, volviendo a coincidir en el ascensor que les conduciría, a cada uno, al destino correspondiente.

    Rose estaría ese día en planta, comenzando  la ronda correspondiente.  La gustaba hablar con los enfermos.  Muchos, adormilados, no respondían a lo que les hablase, sin embargo otros, agradecían esa charla mientras les aseaba o simplemente les mudaba la cama.

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT
Autora< rosaf9494quer
Edición< Marzo 2020
Ilustraciones: Internet


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