sábado, 6 de mayo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo16 - Intenciones

Algo había ocurrido.  Algo totalmente inesperado.   ¿ Por qué se había alterado de esa manera ?  Había sido ella la que cortara con todos los lazos que pudieran haberles unido.  Algo no sentido hasta ese momento. ¿ Qué la ocurría ?  En todo este tiempo había pensado,  de vez en cuando, en él, pero siempre recordaba su última conversación, desagradable y áspera.  Y había sido ella la que dijera  "déjame en paz " ¿ Por qué, entonces esta reacción?

- ¿ Qué te ocurre ?  Estás pálida ¿ Te encuentras bien ?- insistía alarmada su amiga
- Vayámonos, vayámonos- respondía Adela
- Me estás preocupando.  ¿ Qué has visto que te alarma tanto ?
- Está ahí - fue toda su respuesta
- ¿ Quién, a quién te refieres? - decía Clara mirando en todas direcciones
- Es Anderson... con la chica ...
- Bueno..., pues déjale que esté.  A ti no te interesa ¿ no ?
-Sólo... no  esperaba verle- respondió Adela
- También es casualidad, siempre os encontráis en algúna cafetería. Sois una pareja muy extraña ¿ es qué no hay un lugar más apropiado?. Y pasará como la otra vez
- ¿ A qué te refieres?
- Pues a que ahora él volverá la cabeza y...
- Vayámonos de una vez

Pero algo, desconocido hasta ahora, había ocurrido.  Al verles juntos, y aparentemente felices, sintió una fuerte punzada dentro de ella ¿ qué me pasa ?.  Se preguntaba insistentemente. Comenzó a mirarle con otros ojos.  De complexión fuerte, hasta parecía más alto.  Estaba más delgado, pero no percibía bien la expresión de su rostro, sólo su perfil.  Mientras Clara, terminaba su café, ella le observaba, y fue, que mientras lo hacía, él giró su cabeza buscando al camarero.  Por un instante sus miradas se cruzaron, y la sonrisa, que hasta entonces se dibujaba en la cara de Anderson, desapareció en cuanto divisó el rostro de ella.  Ambos se sostuvieron la mirada durante unos instantes, que se les antojaron eternos.  El giró de nuevo su cabeza e hizo alguna observación a Sara, porque ella también miró en dirección a Adela.  A continuación  se levantó y con paso firme,  fue hacia la mesa que ocupaban las dos amigas.  A la velocidad del rayo, Adela comprobó que el rictus de Anderson, era más duro.  No sabía si por el momento que vivían o porque quizá el trabajo y la preocupación por el padre, habían dibujado las arrugas que ahora marcaban la comisura de su boca.

Cuando quiso darse cuenta, Anderson estaba frente a ellas, esbozando una sonrisa y tendiendo la mano en dirección a Adela. Unos ojos azules, brillantes, la miraban detenidamente, al tiempo que sus labios expresaban unas palabras de cortesía

-¡ Vaya, qué inesperado encuentro !- dijo  Anderson
- Si..., aunque es lógico dado las fechas.  Lo inesperado es que estés aquí
- He venido hace días, pero ya regreso para pasar las navidades con mi padre
-¿ Cómo está ? Le llamaré para felicitarle el Año Nuevo
- Bueno..., digamos que va.  Estos dias son duros para todos.  Es el primer año de muchas cosas... dolorosas
- Ya...
-¿ Los tuyos están bien ?
- Si, si...
- Bien...   Supongo que tú eres Clara - dijo tendiendo la mano a la muchacha que le miraba sin pestañear- Yo soy Anderson
- Si ya nos conocemos.  Nos vimos en otra ocasión
- Bien... Me ha encantado veros.  Ahora si me perdonáis...- dijo Anderson girando la cabeza en dirección a la mesa que ocupaba con Sara
- Claro, no te preocupes.  Nosotras también nos vamos.  Hemos de seguir con nuestras compras. Sólo habíamos hecho un alto en el camino para descansar.  Me ha gustado verte
- Bien, pues ...  hasta otra.  Adiós

Y girándose, Anderson fué a ocupar su sitio, mientras era observado por la atenta mirada de las chicas.


- ¡ Vaya... está guapísimo ! - decía con una sonrisa bobalicona, Clara-. Y qué casualidad. ¿ Os movéis por los mismos lugares?
- No tengo ni idea de los lugares por los que él se mueve
- Quizá es que el destino os está empujando a que os veáis
- No digas bobadas. Simple casualidad
- Si, tienes razón.  Será eso.

Observaba a su amiga, que permanecía impasible, siguiendo con la mirada al hombre, pero sin pronunciar palabra

- Eh..., chica ¿ qué te ocurre ?  Francamente no entiendo cómo no te gusta este hombre ¿ Cuál es tu parámetro de belleza masculina? Es alto, fuerte, guapo y simpático.  Otro en su lugar, después de que le echaste con cajas destempladas de tu vida, no se hubiera acercado hasta nosotras.    Le gustas, estoy segura, es decir, sigues gustándole.  Creo que nunca se ha olvidado de ti
- No digas tonterías, Clara - respondió a su amiga malhumorada- Está con otra  es que ¿no lo ves ?
- Eso no significa nada. Es una amiga..., quizá con derecho a roce..., pero sólo eso.  Además, aunque no lo reconocen, los hombres no conciben la vida sin una mujer a su lado
- Váyamonos  Clara. No terminaremos nunca de hacer las compras.  Además no deseo encontrarme con ellos nuevamente en el ascensor
- De verdad que no te entiendo, Adela.  Hace tiempo que nos conocemos.  En un principio pensé que era el recuerdo de Aleck, pero ahora según tu has reconocido, lo vas aparcando poco a poco ¿Entonces
que te impide fijarte en otro hombre?  ¿ No serás les...?
- Ni se te ocurra ... No, no soy lesbiana, si es lo que quieres decir.  Sólo que no he encontrado al hombre  adecuado


- Yo diría, que si lo has encontrado, sólo que estás ciega y no quieres verlo.  En fin...  no sé qué más decirte...

Y lentamente ambas salieron del establecimiento.  Pasaron, como sin darse cuenta, junto a la mesa que ocupaban Sara y Anderson, pero ellas siguieron su camino, seguidas por la mirada del escocés.  Había sido un encuentro inesperado para él, y nuevamente en su interior algo se movía.  A pesar de su ruptura siempre la  había recordado, seguía enamorado de ella, aunque la frialdad de su  saludo indicara otra cosa.   Lamentó profundamente que no volvieran a conectarse.  El tenía otro pensamiento respecto a ella, pensamiento que nunca  había expresado, dada la antipatía que Adela sentía por él.

Sara se dio cuenta de la mirada que Anderson dirigía a Adela. No le agradaba la atención que él sentía hacia la muchacha, pero él  había dejado muy claro,  que solamente existiría amistad entre ellos, y nada más.  Ella conocía los sentimientos que albergaba respecto a  Adela.  Les había costado una fuerte discusión, puesto que Sara deseaba tener otro tipo de relación con él, pero Anderson lo dejó muy claro:  nada de romances. O eso,  o nada.  Y ante la disyuntiva, optó por la amistad.  Mejor era eso que nada.  Quizá con el tiempo se desengañara y allí estarían sus brazos para acogerle.  Suspiró profundamente .  Sus pensamientos fueron interrumpidos por una pregunta de Anderson

- ¿ Qué te ocurre ? Vuelve a la tierra ¿ Me vas a contestar o no ?
- Perdona, estaba pensando en algo y no me he dado cuenta de tu pregunta. ¿ Qué decías ?
- Qué dónde vamos a ir a comer hoy. No tiene importancia.  A mi a veces me ocurre- dijo esbozando un amago de sonrisa

Algo sutil había cambiado entre los dos. El inesperado encuentro en la cafetería había enfriado la divertida mañana que habían planeado. De repente toda la euforia con la que habían programado ese penúltimo día de estancia en Madrid del escocés, se había esfumado.  Sara estaba segura, que si le daba una oportunidad, él cancelaría su compromiso con ella para ese día y,  al siguiente él tomaría un avión rumbo a su casa.   Sabe Dios cuándo volverían a verse.  Odiaba a aquella mujer que frustraba una y otra vez, sus deseos de vida en común con Anderson, y sin embargo,  ella le rechazaba una y otra vez.  El,  había confesado a Sara,  que nunca  había hablado  con Adela de  sus sentimientos hacia ella, por tanto era injusto enfocar toda su rabia hacia la chica, cuando en realidad había sido sincera con él y no le había dado el más mínimo pie para que forjara unas ilusiones que no entraban en sus cálculos. Era, sin embargo, la cobardía de él a un rechazo definitivo, lo que impedía que aquella ambigua situación se prolongara en el tiempo.  Sus relaciones sexuales eran inexistentes, desde que un día en medio del éxtasis de su unión, Anderson pronunció un nombre que no era el de Sara, y supo inmediatamente quién era la portadora de él.  No le había vuelto a proponer un encuentro sexual, eso era demasiado para su orgullo. Le quería y le deseaba, pero también tenía amor propio, y éste le decía que no debía dejarse vencer por el deseo de un momento.  Debería ser él, quién diera el paso definitivo y dejar de pensar en aquella muchacha que sistemáticamente le ignoraba.

Hoy, por casualidad, el destino les había juntado en un mismo sitio, y ella observaba cómo él había reaccionado, pero también estudiaba con detenimiento la expresión del rostro de ella, al verles juntos, saludándose.  No se habían  besado, como hasta  su  rompimiento último, tenían por costumbre, pero entendía algo del lenguaje corporal, y ella estaba tensa y sorprendida, y  sus ojos no se apartaban de él  en el breve espacio de tiempo en que había durado su saludo.  El de Anderson, emocionado.  Sus ojos le delataban.  No esperaba verla allí, pero al descubrirla, fue más fuerte su deseo de hablarle, que de ignorar su presencia.  Quizá lo hubiera hecho antes, cada vez que viajara a Madrid, pero el término cortante de ella, había dejado muy claro que no quería volver a saber nada de él.  Pero entonces ¿ por qué esa mirada mitad sorpresa, mitad... qué ?

En silencio entraron en el ascensor, que compartían con al menos doce personas.  Bajaron hasta la planta segunda.  Parados frente a un mostrador de camisas, se miraron frente a frente sin pronunciar palabra, aunque ambos sabían a qué se debía su mutismo


- Mejor lo dejo para otra ocasión- dijo Anderson-.  Tengo camisas a patadas y la verdad es que ahora no me apetece mirar nada. Váyámonos. Demos un paseo hasta la hora de la comida ¿ te parece ?
- ¡ Claro !, lo que tu quieras.  Dime ¿ te ha perturbado el encuentro con Adela ?  Sabes que puedes hablarme de ello ¿ verdad ?
- Sara ahora no quiero comentar nada. Salgamos de aquí  y basta
- Bueno, pero no te enfades conmigo
- Perdona.  Tienes razón.  Discúlpame, te he contestado con muy malos modales. Si, me ha perturbado el encuentro.  Francamente no lo esperaba.  Me quedé en blanco, y por un segundo comprendí que debía imperar la buena educación, aunque ella lo rechazara, pero no ha sido así. Ha estado correcta, aunque bastante sorprendida, la verdad.  Eso me hace pensar que el incidente que tuvimos fue un calentón sin fundamento. Creo que ambos estábamos nerviosos, y yo no debí hablarle de esa forma.  Con lo cual...
- Vuelves a tener esperanzas ¿ no ? ¡ Hay , Andy, Andy !
-¡ Qué ! Soy un estúpido por acariciar alguna esperanza respecto a ella.  No soy su tipo
- ¡ Hum ! no estaría yo tan segura.  Eres un hombre guapo, con unos brazos fuertes dispuestos para abrazar y proteger a la mujer que esté a tu lado. Tienes una sonrisa cálida y unos ojos preciosos. Eres simpático y divertido, y educado, y  apasionado cuando amas... ¿ Qué más se puede pedir ?
- Pero ella no lo sabe.  Tú me conoces más íntimamente.  Ella de  forma amistosa y muy de pasada. Creo que no sabe lo que se está perdiendo-  dijo esta última frase riéndose, con una risa franca, a la que se unió Sara, pero la de ella fue simplemente una sonrisa
- Efectivamente- pensó ella  para sí

Ya era de noche, cuando se despidieron en el apartamento de Sara. Ella ni siquiera le insinuó que se quedara aquella noche, ya que tardarían en volverse a ver. Estaba dolida por el encuentro que había tenido con Adela y su amiga.  En el fondo sabía que no tenía nada que hacer con Anderson, A pesar del tiempo transcurrido desde su pelea, él no había conseguido olvidarla, y hoy se ratificaba en ello, a pesar de que ninguno de los dos hiciera referencia .

Despacio se dirigió lentamente hacia el hotel.  Hacia frio, bastante frío.  Corría una ligera brisa heladora proveniente de la sierra , que todos los inviernos recorría Madrid, sobretodo por la noche.  Observó a los empleados del ayuntamiento extendiendo sal gruesa por las aceras para evitar placas de hielo nocturnas.  Tenían una temperatura de muchos grados bajo cero, y hasta posiblemente nevara.  Era la época apropiada:  cercana a las navidades.  Pensaba todo eso a medida que sus paso le encaminaban  sin darse cuenta en la dirección contraria a donde quería.  Cuando quiso darse cuenta, se encontró frente al portal de Adela.  Instintivamente levantó su mirada hacia el piso en donde vivía la muchacha.

- Vamos Anderson, que no eres un adolescente.  Tienes unos años...,  y una experiencia para no estar tan embobado con este tema. ¿ Por qué no la olvidas? - se repetía mentalmente, mientras observaba las luces que iluminaban la vivienda- Bah...  es un caso perdido - y girando sobre sus pasos, llamó a un taxi y le dio una dirección, que había frecuentado en otras ocasiones a su llegada a la capital. Marta le curaría, al menos durante unas horas, de su melancolía.


- ¡ Vaya ! Esto si que es bueno- saludó la muchacha, al abrir la puerta y encontrar frente a ella al joven escocés
- Hola Marta. Pasaba por aquí cerca y me apetecía un rato de charla y una copa de coñac, la verdad. Hace un frío tremendo
- ¡ Claro !  Pasa hombre ¿ cómo es que estás en Madrid ? Con las fiestas que se avecinan creí que no te moverías de tu pais
- Vine a visitar a unos amigos.  Me voy mañana. Llevo varios días y no quiero dejar por mucho tiempo solo, a mi padre
- Pero... quítate el abrigo

Se acomodaron en el sofá con sendas copas de licor en las manos.  El bebió de un sorbo la mitad del líquido, que le reconfortó del frío.  Ella le observaba  dando pequeños sorbos de vez en cuando

- Y bien , cuéntame. Se que no has venido por la copa de coñac.  Te sientes solo ¿ verdad ? Creo que sigues igual, que no has avanzado nada
- No quiero hablar de eso
- Bueno, pues tu dirás

El se acerco a ella y la besó largamente.  Al cabo de un rato, después de unas caricias mutuas, se dirigieron al dormitorio de ella.  Pasaría allí la noche.


Era ya de día, cuando Anderson decidió levantarse de la cama.  A su lado dormía plácidamente Marta.  Se vistió y de su cartera extrajo unos cuantos billetes, que dejó en la mesilla de noche. Acarició cuidadosamente la cabeza de ella y salió de su casa.  El hotel estaba algo distante, pero le apetecía ir dando un paseo.  Seguía haciendo frio y el cielo estaba gris, presagiando un empeoramiento del tiempo.  A pesar de haber tenido ese encuentro con Marta, no estaba tranquilo.  No había conseguido borrar de su cabeza el rostro de Adela, y hasta creía, que quizá, la hubiera nombrado en el momento más ardoroso del encuentro.  No hubiera sido la primera vez que le ocurriera.

Una vez en su habitación y  recogido el equipaje, se sentó en la cama y mirando fijamente el teléfono, marcó sin apenas darse cuenta, el número de Adela.  Al otro lado de la línea le respondió una voz de sobra conocida por él.  Dudaba si responderla o colgar la llamada

- ¿ Adela ?
- Si soy yo ¿ quién es?
- Soy Anderson
- ¡ Anderson ! ¿ Ocurre algo... tu padre... ?
No,..Voy a salir para el aeropuerto y quería saludarte antes de irme.  Nuestro encuentro de ayer fue extraño, y me gustaría hablar contigo antes de partir
- ¿ De qué quieres hablar?
-Es algo para hacerlo frente a frente.
- Está bien ¿ dónde y cuando nos vemos?
Voy a buscarte. Dejaré el equipaje en el hotel y así hablamos tranquilamente. Es más... aplazaré el vuelo hasta mañana
- ¿ Que tienes que decirme?  ¿ tan importante es ?
- Para mi si. Te veo en media hora.

Anderson pulsó el botón del portero automático correspondiente al piso de Adela

- Hola, soy yo
- Sube, por favor

A los pocos instantes, Adela franqueaba la entrada de su domicilio a un Anderson sorprendido por ello

- ¡ Hola !, buenos días.  Pasa, pasa. Por Dios ¡ qué frio hace hoy !
- Buenos días, Adela- y se inclinó para depositar un ligero beso en la mejilla
- Debe ser importante lo que sea tengas que decirme, para haber aplazado tu viaje.  Me tienes muy intrigada. ¿ Quieres un café, un té... otra cosa ?
- Un café estará bien, gracias
- Bien voy a prepararlo
- ¿ Puedo acompañarte en la cocina?
- Claro que si

Ambos se encaminaron hacia esa dependencia.  Anderson la observaba mientas ella disponía todo para degustar el café. Contempló el entorno.  Era una cocina no demasiado grande, pero acogedora y luminosa.

- Tienes una casa muy bonita- comentó
- No es mi casa.  Es la de mis padres
- Pero vives en ella ¿ no ?, pues también lo es tuya
- No estamos de acuerdo, pero posiblemente tengas razón.  La verdad es que no termino de ubicarme de nuevo bajo la tutela de papa y mama
- Seguramente será que echas de menos tu independencia de tiempo atrás.  A mi me ocurrió lo mismo después de mi primer viaje.  Echaba de menos la libertad que suponía hacer lo que me diera la gana, cuando quisiera, y sin dar cuentas a nadie.
- Si, algo así debe suceder, pero es que yo ...  no termino de encontrar mi lugar en el mundo.  Soy inestable y no se muy bien qué es lo que quiero.  Por ejemplo, he elegido estudiar esa asignatura, y no se porqué.  Creo que es por no disgustar a mis padres, ya que ellos desean que vuelva a la universidad. Pero lo hago en contra de mi voluntad.  Desde muy joven he sido así... soy de esas personas que pasan por la vida sin dejar huella...  de las que cuando desapareces, nadie se da cuenta...  nadie hablará de ella ni para bien, ni para mal.  Totalmente ignorada


- ¿ Por qué dices eso ?  Tienes personas a tu alrededor que te quieren, y para ellas eres importante
- Si claro, mis padres, mi amiga, y... nadie más.  Soy hija única y sobretodo mi madre me sigue viendo como si fuera una cría, y no lo soy.
- Te entiendo.  Vives en una jaula de oro, protegida por tus padres, muy amada por ellos, pero ...  no deja de ser una jaula.
- Necesito tener mi propio espacio. Estoy de acuerdo contigo...  necesito tomar las riendas de mi vida, pero por eso mismo, mientras esté con ellos no lo voy a conseguir.  Ahora mismo están de viaje con sus amigos.  Van a pasar las navidades en un crucero.  Pretendían que les acompañara porque les entristecía dejarme sola en unas fechas tan señaladas.  ¿ Te imaginas, yo, en un crucero con cincuentones? ¡ Por favor !  ¿cómo no se dan cuenta de ello ?
- Lo que quería hablar contigo es referente a eso. Verás... insisto en mi idea de que vengas a trabajar conmigo.  Las obras del nuevo hotel ya están terminadas y vamos a inaugurarlo para Año Nuevo. Es justo lo que necesitas: independencia.  Tendrías un sueldo aceptable y podrías vivir en el hotel, o alquilarte un apartamento ¿ qué me dices?
- No sé Anderson.  Aparentemente es lo ideal, lo que en realidad necesito.  Pero...
- Ya.  Está lo de Aleck
- No. Ya no. He pasado página. He madurado ¿ sabes ? Eso fue una anécdota de adolescente, de una chica romántica y solitaria. Fue como una novela de las que leía,   para jovencitas. Lo idealicé, sin darme cuenta que él estaba en otra onda.
- En todo este tiempo ¿ no has salido con nadie?
- No. Aún  Cupido no ha lanzado sus flechas contra mi. Debo tener algo que no he detectado y que hace que ningún chico se me acerque.  Comencé a salir con un compañero de la universidad, pero al poco tiempo lo dejé.  Quedamos como amigos, pero eso fue todo
- A mi me gustas.  Siempre me has gustado
- Pero tu eres mi amigo, gruñón, pero mi amigo
- Te equivocas... para mi eres más que una amiga. Me encantaría que aceptaras salir conmigo, y no en plan de amigos precisamente.

Adela perpleja le escuchaba.  No daba crédito a lo que él la decía. Nunca se le había pasado por la cabeza que pudiera interesarle en la forma que expresaba.  Le miraba con los ojos muy abiertos, pero al mismo tiempo examinaba su rostro como si fuera la primera vez que le viera.  A su memoria acudieron las palabras de Clara: " tiene unos ojos preciosos, es guapo...".  El,  impaciente, aguardaba algún comentario de ella.  Sus miradas fijas el uno en el otro, expectantes


- Dime algo, por favor-  apremiaba a la chica
- Yo... no se qué decir... No imaginaba que...
- ¿Que pudieras gustarme? Pues desde hace tiempo, tengo ese sentimiento hacia ti
- Pero ¿ Sara ?
- Sara no es más que una amiga. Ninguna de las mujeres que han pasado por mi vida, y han sido bastantes, no he sido un santo,  han significado nada para mi.  Siempre has estado tu.  Estuve a punto de decírtelo cuando discutimos..,. ya sabes cuando.  Los celos me hicieron pronunciar aquellas palabras que tanto te ofendieron, pero no tienes ni idea del daño que yo mismo me causé.  Quiero ser algo más en tu vida, por eso te pido una oportunidad.  Soy consciente de que no estás enamorada de mi.  Sólo te pido tiempo para que ello suceda.
- Entonces... el trabajo que antes me ofrecías, era por otro motivo
- En parte si... Necesito tenerte cerca.  Si no vienes, tendré que hacerlo yo. No quiero perderte, ahora que por fin te he hecho saber lo que siento por ti.  Mi ofrecimiento sigue en pie, y creo sinceramente que sería beneficioso para ti.  Si me rechazas, me dolerá, pero te doy mi palabra, que la oferta no variará en absoluto.  Simplemente te pediría que olvidaras lo que te he declarado, y siguiéramos como hasta ahora: amigos. Aunque... ya conoces todo.




Adela tomó asiento y sin saber muy bien porqué aceptó su ofrecimiento.  iría con él a vivir a Inverness


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