jueves, 26 de marzo de 2020

El mismo mar.El mismo cielo - Capítulo 6- Visiones

Era hora de levantarse,  de comenzar la jornada,  todo había cambiado en su vida. Tenía más energía para enfrentarse al día a día. Ahora tenía por quién luchar.  Permanecía  a su lado tranquila, bella, relajada como siempre;  dormida pero con una sonrisa en sus labios.  Sonrió observándola.  Su postura como siempre de lado, de espaldas a él, en posición fetal y con sus manos juntas debajo de su mejilla; igual que siempre, como cuando se casaron.  La observo durante unos instantes y, suavemente acarició su cara, retirando una guedeja.  No quería que nada ni nadie la molestara.   Aún duraban las últimas sensaciones.  Era muy pronto y decidió seguir durmiendo y mantener en su cabeza los momentos felices que aún mantenía frescos en ella.

Habían transcurridos unos momentos y volvió a despertarse, con una sensación agri- dulce

Después,  suavemente  para no despertarla, acarició su vientre, en el que crecía la semilla que él plantó en ella.  El día anterior habían estado en el médico :" es niña ", les dijo.  Ambos se miraron y se abrazaron emocionados.  Hacía casi un año que se habían casado y ella ya tenía cinco  meses de embarazo.  La vida  les sonreía.  Eran absolutamente felices.  Se amaban e iban a ser padres en unos pocos meses. ¿ Se podía ser más feliz?  Ellos desde luego no.  Vivían para su amor y su reposada vida; nada ni nadie la enturbiaba, salvo que algunas veces Rose se ponía melancólica y Paul no sabía cómo disipar las preocupaciones que ella pudiera sentir

- Es que tengo miedo... - decía a su marido  a punto de llorar

- Cielo, todo va bien.-  El bebe crece normalmente, ¿ Acaso tienes miedo al parto ? No temas, cariño no estarás sola.  Yo estaré junto a ti en todo momento

La abrazó atrayéndola hacia él,  besando sus cabellos y tratando de disipar sus zozobras. Y paso a paso, los plazos se cumplieron y el parto se presentó.  Y por extraño que pareciera, Paul estaba hecho un mar de nervios, y Rose guardaba la calma todo lo que podía.  Iban a vivir una etapa nueva, desconocida, sobretodo para ella, porque él. cómo médico sabía al dedillo el proceso paso a paso.

 Ella también, pero sería Rose quién viviera más intensamente  lo que iba a suceder.  No hubo ningún problema y Rosaleen nació preciosa, con su medida justa, y también justo su tamaño.  Nació  chupándose con ansia los pequeños puños, algo que a sus padres les hacía gracia y les llenaba de ternura.
Paul la tomaba en brazos y la mecía, mientras su madre se preparaba para darla de comer. Cuando eso ocurría, se sentaba al lado de su mujer, y observaba a las dos mujeres más importantes de su vida, y una oleada de ternura le embargaba ¿ Se puede ser más feliz?  ¡ Como las amaba !

Pero también tuvieron sus problemas por parte de Rose, que no terminaba de hacerse con la situación y los nervios a veces jugaban en su contra.  Él aguantaba el chaparrón con infinita paciencia, y después cuando ella se calmaba, la abrazaba y acunaba como hacía con su hija recién nacida, y de este modo la tranquilizaba.  Por la noche, al acostarse, ella se acurrucaba junto a su marido, y le pedía perdón por los malos ratos que le hacía pasar. Y sin saber por qué, rompía en un llano persistente, que siempre era calmado por él.  La besaba y la decía palabras dulces y tiernas, y poco a poco se iba durmiendo calmando su llanto.

De repente, sobresaltado, se incorporó de un salto en la cama.  Respiraba con angustia, con ansiedad, mirando a un lado y a otro a su alrededor, como buscando algo o a alguien. Pero todo estaba quieto, tranquilo, vacío y silencioso.  Su cuerpo sudaba y su frente se perlaba de sudor, de un sudor frio, como cada noche, como cada día desde que ella faltaba.  No quería volver a dormirse, aunque deseaba regresar  a ese sueño feliz que había tenido instantes antes.  Pero sabía que se acercaba al trozo más angustioso, y no deseaba volver a vivir lo ya vivido, nunca más. Pero casi todos los días se repetía ese sueño que le separaba de ella. La veía feliz riéndose...,  pero no estaba.  Sólo había sido un sueño

Deseaba mantener en su retina su cara, su risa, su mirada siempre chispeante, pero una vez más veía esa otra imagen que le torturaba. Esa no era ella, no era su cara, ni su rostro, ni su sonrisa congelada en el tiempo. Y entonces, su corazón parecía saltársele del pecho. La veía reír feliz corriendo detrás de Rosaleen que daba grititos para ser alcanzada por su madre. ¿ Dónde estaba él?  No podía recordarlo, y sin embargo allí estaba, sabía que estaba.  Pero quizá, su memoria lo rechazaba, rechazando también el dolor inmenso que le producía esa visión, que nunca terminaba de borrarse de su cabeza,  ni de su vida.  La niña  jugaba feliz , ajena a la tragedia ¿ Sería solo en el sueño ? No recordaba lo ocurrido después de esa visión ¿ Se estaba volviendo loco?  Por el bien de su hija, debía borrarlo de su vida, pero ¿cómo ?  Se frotaba fuertemente la frente, como para arrancarla de ella, pero sabía que cuando la noche volviera, volverían también las visiones horribles .


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Autora: rosaf9494quer
Edición>Marzo de 2020
Ilustraciones< Internet

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