domingo, 29 de marzo de 2020

El mismo mar.El mismo cielo - Capítulo 8 - Tormenta

El frío de la madrugada le había despertado. Entre sus manos, aún estaba el informe médico del paciente al que ese día debían comenzar a preparar para la intervención que le efectuaría.  No era una operación que presentase mucho riesgo, pero, por simple que fuera, siempre estaba nervioso hasta no comenzar a operar.  Podían presentarse mil complicaciones, y nunca se preveían. Junto a él, en el sofá estaban sus gafas. Un bostezo le terminó de despejar.  Miró en dirección a la ventana, se levantó y se dirigió hacia ella.  El cielo estaba claro y diáfano, aún con estrellas en el cielo

- ¡ Menos mal, ha dejado de llover! ¡ Qué lluvia !  El pavimento está seco, A no ser que haga aire... no es posible. Anoche cuando llegué, el suelo estaba mojado.  No lo entiendo.  En fin . Veremos como se presenta el día 

Giró la cabeza hacia la cama y vio que Rose estaba durmiendo tranquilamente y sus ojos estaban enmarcados por profundas ojeras de cansancio




- Hoy libra  Está muy cansada, pobre mía. Este embarazo no la está sentando nada bien. Si no fuera tan cabezota me haría caso de una vez.  No puede estar trabajando a estas alturas. Volveré a hablar con ella nuevamente. Si es necesario me pondré muy serio. ¡Mi segundo hijo ! Aún no me lo creo.  Ha de pedir la excedencia .

Y efectivamente ya iban por el segundo hijo y Rosaleen ejercía de cuidadora de su mamá .  Y tenían las dos,  largas charlas  referente al cuidado del bebe que nacería no tardando mucho.  Paul se dispuso a bajar hasta la cocina para desayunar y después acudir al hospital.  Tenía reunión con sus adjuntos para planificar la operación que realizarían en breve.

Todo estaba preparado en la sala de reuniones, y todos los componentes del equipo, al completo, sentados esperando que comenzasen las diapositivas de las pruebas realizadas al paciente del que iban a tratar.  Miró en dirección de la silla, ahora vacía, de Rose.  Era la única que faltaba del equipo, pero por fin había conseguido que pidiese la baja maternal.  Aún la quedaban tres meses para dar a luz, pero Paul la quería en casa, tranquila, con sus paseos matinales acostumbrados por la orilla de la playa, pero nada más.  Llevaban una vida tranquila, en el lugar que ellos habían elegido para vivir:  cerca del mar, en un lugar tranquilo con gentes sencillas. El entorno era maravilloso, aunque de vez en cuando se alteraba el mar surgiendo olas, no excesivamente grandes, pero algunas veces amenazadoras, así que se alejaban unos metros de la orilla para no correr riesgos.

La primavera lucía en todo su esplendor y el verdor de los prados rivalizaban con el de las hojas de los árboles que habían brotado nuevamente.  El aire se perfumaba con ese olor a ozono, mezclado con el de la hierba.  Los pájaros en el interior, y alguna gaviota que otra por mar adentro, eran todos los ruidos que perturbaban la quietud del entorno.

La operación salió bien, tal y como él esperaba. Una vez hablado con la familia y dado instrucciones para su vigilancia, se dirigió hacia su despacho: quería hablar con Rose siquiera por unos momentos. Y como siempre hacía la dio las explicaciones que ella escuchaba atenta.  De pronto una llamada en su busca.

- Tengo que dejarte, me llaman.  Nos vemos a la noche.  Te quiero

-Yo también te quiero

Es fue la última vez que hablaron. Bajó rápidamente pensando que podría tratarse de alguna complicación con la operación, pero no se trataba de eso, sino de una alerta meteorológica que se aproximaba y daban aviso para que estuvieran preparados.  Su primer pensamiento fue Rose y su hija; tenía que avisarles lo más urgentemente posible para que estuvieran preparadas.

Y así lo hizo.  Cuando pudo contactar con su casa no pudo hacerlo con ella. Margaret le informó que la habían avisado para que se incorporara a la parroquia del pueblo de inmediato

- Pero si está en excedencia

- Se lo comunicó a la persona que la avisó, pero dijo que todas las manos serían pocas, que siquiera para que atendiera a los niños debía acudir

- Está bien. Trataré de ponerme al habla con ella. No salgan de casa, bajo ningún concepto

- Descuide doctor, así lo haremos

    Pero no pudo hablar con ella. Todo eran preparativos en el hospital, y los nervios estaban a flor de piel.  El también, debía dar ejemplo al ser el jefe de equipo.  Una lluvia torrencial comenzó a caer. Era como si los cielos se hubieran abierto;  nunca había caído el diluvio que ahora tenían.  Cada vez estaba más nervioso pensando en Rose, sin siquiera haber podio hablar con ella.

Lo intentó en varias ocasiones, sin resultado.  Al cabo de tres horas, comenzaron a llegar personas accidentadas bien por la lluvia, o por otras incidencias relacionadas con ellas.   Dirigía a su equipo y todos se multiplicaban para atender a todas aquellas personas que les necesitasen.  Olvidó a Rose, pendiente como estaba de los heridos que iban llegando.

Era un sin cesar de gentes entrando en urgencias con fracturas, con ataques de ansiedad o de histeria.  Todos eran atendidos debidamente olvidándose de sus propios problemas.  La lluvia no disminuía y cada vez los teléfonos ardían con avisos de emergencia.  En un momento dado, él recordó a su mujer  ¿Cómo estaría? En su estado y con esa tensión, presentía que no muy bien.  En un momento libre trató de hablar con ella, pero las líneas estaban cortadas.  Trató de hacerlo por el móvil, pero no tenía cobertura, y tampoco lo logró ante la intranquilidad de Paul.

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Autora: rosaf9494querEdición>Marzo de 2020
Edición< Marzo 2020
Ilustraciones< Internet


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