viernes, 3 de junio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 11 - Paseo y aventura


                                                           Fotografía- Internet

                                                                Capítulo 11 - Paseo y aventura

Llegaron a su departamento y tras saludarse y averiguar cuál sería su mesa, en cinco minutos estaban con los auriculares puestos manejando el teclado frente a una gran pantalla en la que iban marcando los signos que ella tecleaba. Había  tenido un paréntesis de dos días desde que abandonara Dublín. Todo permanecía en el punto en el que ella lo dejó. Conectaron con Irlanda y tuvo oportunidad de saludar a la persona que ocupaba su puesto en el programa.

Se embebió en ello y, comentaba con su ahora nuevo compañero Kang Dae, lo que iban cuadrando con algún significado. Era como si el trabajo no se hubiera interrumpido. Conectaban perfectamente. Era un muchacho algo mayor que ella, apuesto y simpático. Pensó para sí que la raza oriental había mejorado notablemente.

— ¿De qué te ríes ?—  dijo al verla sonreír
— No lo sé. Supongo que he recordado algo. No te puedo decir qué sería. Probablemente que todo está siendo como si siguiera en Dublín. Me alegra que hayamos conectado perfectamente. Es importante para este ambicioso proyecto.
— ¿Sabes? Eres muy buena en lo tuyo. Pienso que vas a quedarte entre nosotros más tiempo del que crees.

Ella le miró sonriendo, pero no dijo nada. Por un lado, sí le gustaría. Adquiriría una experiencia única en su campo. Pero por otro, echaría de menos a Irlanda. Aquí se sentiría un poco sola, como aislada, sin sus compañeros que, es de esperar regresarían a casa. Movió la cabeza sonriendo negativamente y continuó con lo suyo. Kang Dae la observaba sonriendo también.

Así transcurrió ese día y los siguientes. Era como si todo hubiera estado sin interrupciones. La maquinaria perfectamente engrasada seguía hacia adelante.

 Amy hacía pequeñas escapadas por la ciudad sin alejarse demasiado del hotel. Seguía minuciosamente la ruta que Hyun, el chófer, le había trazado en el plano que le entregara. De momento, sólo se limitaba a pasear y ver los comercios principalmente los de ropa. Observó que las mujeres eran muy sofisticadas, de cara bonita y cuerpo menudo pero proporcionado. Casi siempre iban de dos en dos o en un pequeño grupo. Si algún hombre se les acercaba, ellas pasaban olímpicamente de él. Para su interior pensó que eran unas mandonas.

Se  decidió a entrar en una casa de café. Eran más pequeñas que las de Europa y con exclusividad de una determinada marca. Quería comprobar de primera mano la excelencia del café y no quedó defraudada. Pero era demasiado grande la taza en la que lo servían. Si se tomara toda esa cantidad, no pegaría ojo en toda la noche.

Al salir comprobó la hora y vio que aún era temprano para volver al hotel. Era fin de semana y el sábado no trabajaba. Recorrió, por una de las calles laterales, los puestos de comida callejera. No tenía demasiado apetito, así que eligió el pollo frito. Siguió caminando mientras comía y observaba a la gente. Quizás ellos también la observaran a ella. Era algo extraño ver a una mujer sola  con pinta de despistada.

Decidió regresar. Se sentía un poco cansada, quizás porque anduviera demasiado callejeando. Tomaría un zumo en la cafetería y subiría a su habitación. Vería algo de televisión y pediría que no la avisaran al día siguiente puesto que no trabajaría. Todo muy calculado al milímetro. Era una mujer muy organizada probablemente por el tipo de trabajo que desarrollaba.

Mientras deambulaba por una callecita adyacente a su ruta marcada, comenzaron a caer gruesas gotas de agua. Y al instante, los cielos se abrieron. Eso no lo tenía previsto. No tenía ni idea que lloviera con tanta intensidad. No tenía nada ni donde guarecerse. Al salir del hotel hacía sol, pero...¿Esto? Miró a un lado y a otro por si hubiera algún comercio en donde comprar un paraguas. Pero no había. No tenía más remedio que salir a la vía principal de la cual se había desviado, pero tampoco lo logró. No le quedaba otra alternativa que volver sobre sus pasos y tratar de llamar a un taxi que la llevara de regreso al hotel.

Le daba igual andar deprisa o correr: ya estaba calada hasta los huesos. Chorreaba agua su cabeza como si fuera una fuente. La chaqueta que llevaba, comenzó a traspasar  su cuerpo directamente  sintiendo frio.

Se decidió a  hacer una carrera para llegar cuanto antes a la calle central de la que había salido. Se aproximó al borde de la calzada y hacía señas de parar a los taxis que venían, pero ninguno paraba. Más tarde supo que no lo hicieron al verla tan empapada de agua.

No le quedaba otra solución que volver al hotel por el mismo camino que había tomado. Le daba lo mismo ir deprisa o lentamente; total ya estaba muy mojada. Comenzó a sentir frio porque la temperatura también había cambiado. Sonrió a pesar de las circunstancias pensando en Irlanda. Allí ocurría casi lo mismo pero, al menos, siempre llevaban un paraguas plegable en el bolso por lo que pudiera pasar. ¿Cómo imaginar que aquí ocurría lo mismo? Pero más  No supo cuánto tardó en llegar. Se dio cuenta que, al entrar en el hall, todos se la quedaron mirando. Se hizo la "loca". Irguió sus hombros y se dirigió hacia el ascensor.

Tiritaba de frio cuando se introdujo en la ducha. Puso el agua a temperatura muy caliente para reaccionar a los escalofríos que sacudían todo su cuerpo. Se mantuvo bajo la alcachofa del agua durante bastante rato, hasta que los escalofríos se atenuasen.

Se envolvió en el albornoz y la cabeza en una toalla. Encendió la calefacción y se acurrucó en el sofá tapándose con una manta. No podía permitirse el lujo de caer enferma. No ahora, que estaban a punto de encauzar el trabajo para lo que estaba en ese pais. Pidió en recepción que le subieran caldo, café, o sopa... Pero algo caliente junto con un paracetamol o semejante, ya que desconocía el tipo de medicamentos que allí se expendían para  lo que ella tenía en esos momentos.

Lo mejor que podía hacer, sería meterse en la cama y sudar. Pasaría el fin de semana de esta forma y, cuando llegase el lunes estaría como nueva. No volvería a pasarle otra aventura semejante. Seguramente los taxis no la pararon al verla tan empapada, por temor a que el coche quedase hecho un mar de agua. No la volvería a ocurrir ¿Cómo alguien no se lo advirtió? Daba lo mismo: no les hubiera entendido.

Comenzaba a adormilarse  cuando el teléfono sonó. Lo tenía depositado en la mesita de noche, por lo tanto, entendió que sería de alguien conocido. Probablemente alguno de sus compañeros para comprobar que estuviera bien. Sabían que iba a salir a dar una vuelta. Con voz algo quejumbrosa respondió:

—¿Quién llama?
— Señorita Callaghan, soy Kang Dae. Quería saber si se encontraba bien. Comentó que saldría dando un paseo y no la vi prevenida por si llovía. En esta época del año suele hacerlo de improviso.
— ¡Oh Kang Dae! Muy amable de su parte. Si, me empapé hasta los huesos. No se preocupe, estoy bien. Con frio, pero bien.
—¿Necesita algo?
— No muchas gracias. Quédese tranquilo. Agradezco si interés y amabilidad con esta llamada. Muchas gracias.
— No tiene importancia. Llámeme si necesita algo. Apunte mi número

Ella lo apuntó y colgaron. Se quedó mirando el teléfono sorprendida por la amabilidad de su compañero. Algo que sus compatriotas no hicieron. En verdad eran gentes amables y educadas. Encendió el televisor y cómodamente instalada en la cama, se dispuso a ver las imágenes y, deduciría lo que significaban porque no entendía nada del diálogo. Poco tardó en quedarse dormida. Cuando se despertó seguía otro programa. Sentía frio. Apagó el televisor y trató de nuevo coger el sueño.

Se sentía mejor, pero con síntomas de catarro. Se vistió y bajó a la cafetería. Debía desayunar algo y tomarse de nuevo una pastilla del medicamento que le habían proporcionado. El lunes debía estar en sus plenas facultades. Era  muy pronto para pedir un permiso. No podía permitirse el lujo de caer enferma casi recién llegada. Estaban en la fase final del proyecto                                                                    , pero, precisamente por eso, debían seguir y terminarlo cuanto antes, a ser posible, antes de que regresara el director.

—Se nota que es el gran sheriff. ¡Menudas vacaciones se ha tomado!—pensó sonriendo.

No saldría del hotel. Miró hacia el cielo y lo vió azul y libre de nubes, pero no se fiaba demasiado. No conocía el clima de allí y no se arriesgaría a que le volviera a suceder lo del día anterior. Lo primero que haría, sería comprar un paraguas a poder ser plegable para llevarlo siempre en el bolso como precaución. Difícilmente volvería a pasarle de nuevo que la lluvia la pillase desprevenida. Aunque no se puede cantar siempre victoria. Río para sí, dirigiéndose a la cafetería.                                                                                                                                                                                                                            DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT
Autora: 1996rosafermu / rosaf9494
Edición: Junio 2022                                                                                                                                                            

No hay comentarios:

Publicar un comentario