jueves, 16 de junio de 2022

Rumor de mar y lluvia en Connemara - Capítulo 17 - Enfrentarse a la verdad


 

                                                 Capítulo 17 - Enfrentarse a la verdad


Y acudió a su trabajo. Kwan ya estaba en su despacho cuando ella llegó.  Habían pactado que todo seguiría como antes, que nada debiera diferenciarse de la relación que tenían antes de descubrir que deseaban estar juntos. Nada debía cambiar y nada cambió. Pero en su interior, Kwan, tenía algo que le mortificaba y deseaba sacarlo fuera cuanto antes.

Al entrar Amy en su departamento, aun no estaban todos quienes conformaban la plantilla, pero sí su segundo, Kang Dae que la recibió con alegría. Estaba impaciente por averiguar qué era lo que había ocurrido para que el programa fallase:

—Iremos paso a paso desde el principio. Seguro que no tiene importancia y en nada habrá variado el resultado final—,dijo para darle ánimos.

Se puso manos a la obra desde su inicio: todo era correcto. Hacía la mitad, descubrió lo que había pasado y el porqué, al llegar a este punto, daba error. Era algo tan simple que nadie lo había visto. Sencillamente al teclear los caracteres: se había pulsado x en lugar de z.

Ni siquiera se había dado cuenta de que toda la plantilla se había incorporado a su puesto de trabajo y la rodeaban discretamente expectantes. Una salva de aplausos coronó su sonrisa al descubrir el error y un alivio recorrió la sección.

—Et voilá— dijo satisfecha por haber averiguado lo que tantos dolores de cabeza les había dado el día anterior

Desde el dintel de la puerta era observada por Kwan. Se mostraba feliz y orgulloso: “esa es mi chica”, exclamó para sus adentros, acercándose a ella lentamente que, rodeada por sus compañeros recibía los parabienes por haberlo averiguado y por la recuperación de su indisposición.  Todos se hicieron a un lado cuando él se acercó.

—Enhorabuena, señorita Callaghan, ha dado con el error que nos hizo sudar gotas de sangre en el día de ayer.

—Gracias señor. Era tan insignificante que era comprensible no se dieran cuenta.

—No merme su valor, señorita. A propósito ¿se encuentra bien?

—Si, muy bien. Ahora mejor. Me tenía preocupada lo ocurrido.

—Bien. Pues ya todo está resuelto. Sigamos con lo nuestro.

¿Seguir con lo nuestro? ¿A qué se refería? Solía hablar en doble sentido. Al despedirse de ella, tendió su mano para estrecharla en señal de agradecimiento y conformidad. Un suave apretón y un guiño de ojo, la hizo comprender que se sentía orgulloso de ella y a lo que se había referido en su despedida.

—Hoy invita la casa al almuerzo — anunció en alta voz—Es lo menos que puedo hacer por el esfuerzo de ayer y para celebrar la recuperación de nuestra gentil Amy.

Las miradas se dirigieron a ella que, sonriendo, escondió la cara entre sus manos sorprendida y a un mismo tiempo avergonzada por el reconocimiento que la estaban haciendo. No era amiga de pompas ni de celebraciones, pero comprendió que sería una oportunidad de estar junto a él sin llamar la atención, en un ambiente distendido y amable a la vista de todos.

El almuerzo fue simpático y olvidaron que lo hacía con el director general. Un hombre joven como la mayoría de ellos pero que se mostraba algo distante algunas veces, guardando las normas. Pero en verdad era una celebración entre colegas y él, en este caso lo fue, porque peleó por averiguar lo sucedido como el que más.

Amy estaba sentada en el centro de la mesa en el restaurante al que la “empresa” había reservado. A un lado estaba Kwan y al otro Kang Dae. Sus miradas no pasaron desapercibidas para Kwan y una punzada de celos, por primera vez sentida en su vida, atenazó su pecho. Lo cierto era que Amy se mostraba igual para todos, incluso hacia él.

Una vez terminada la comida, cada uno de ellos se reintegró a su puesto. Amy estaba repasando una vez más el programa concienzudamente cuando, el interfono de su teléfono hizo brillar la luz roja indicándola que acudiera a su despacho.

Extrañada acudió a su llamada. No creía hubiera ocurrido nada fuera de lo normal, no obstante, estaba intrigada. Tecleó en la puerta suavemente y al otro lado, se escuchó su voz dándole paso:

 

—¡Adelante!

—¿Ocurre algo?

—Pase y cierre, por favor

 Observaba su rostro buscando alguna señal de que algo no estaba bien. Kwan salió despacio de su lugar y llegó hasta ella.

—Me moría de ganas de abrazarte. Esta mañana lo hubiera hecho, pero estaban todos delante. Así que ahora…

—Quedamos de acuerdo en seguir con normalidad y esto no lo es

—Sólo es un beso…

—No Kwan, al menos hasta que todo esté arreglado y creo que no lo está.

—No seas tan estricta. El tiempo vuela y pasará pronto el que te queda por permanecer aquí. Voy a solicitar a la Junta que te quedes sine die

—Ni se te ocurra. No quiero estar siempre a escondidas y de tapadillo. Me gusta ir de frente. Por otro lado no entiendo porqué has de andar con tanto secreto. Eres un hombre hecho y derecho y nadie puede oponerse a que tengas una relación

—No es tan sencillo. Mis padres son muy clasistas. Toda la sociedad coreana lo es. Los padres trazan nuestros planes de futuro y son de obligado cumplimiento. Hablaré con ellos, te lo prometo. Pero habrás de tener paciencia.

—Está bien. No tenemos prisa. Pero no deseo estar contigo a hurtadillas. No cometemos ningún delito.

Se despidieron después de besarse. Lejos de tranquilizarse y, aunque ninguno de los dos le dijo nada al otro, algo quedó flotando en el aire que ambos percibieron y no les tranquilizó nada en absoluto.

Al quedarse a solas, Kwan pulsó en su teléfono el número de sus padres. Fue su madre quién atendió la llamada:

—¡Kwan, hijo! ¿Ya estás tranquilo? Papá me contó ayer que teníais un problema serio en el nuevo proyecto.

—Ya está solucionado. No es de eso de lo que deseo hablaros. Quiero que cenemos o comamos juntos, en próximas fechas

—¿Ocurre algo?

—No… No. Pero deseo hablaros de un asunto personal

—¿Fijaréis al fin la fecha de la boda?

Se quedó callado. No pensaba que su madre dedujera que se trataba de su compromiso, aunque en cierta medida, si lo era, pero no con la persona que habían destinado.

—Salimos de viaje y estaremos fuera dos o tres días ¿Puedes esperar? —Añadió la madre

—¿Os vais de viaje?

—Si con unos amigos.

—Está bien. A vuestro regreso hablaremos.

Charlaron durante un rato más de cosas intrascendentes que nada tenían que ver con la situación preocupante de Kwan. Hubiera dado cualquier cosa por solucionarlo esa misma noche. Se temía que montarían en cólera, pero tenía que dar solución y una respuesta a Amy, que estaba ignorante de que él era un hombre comprometido con otra persona que no sería ella. Esos asuntos en Corea son muy importantes y, el paso que iba a dar, rompiendo su promesa, lo era aún más. Conocía de ante mano el resultado de la declaración que haría. Y también imaginaba que Amy no existiría nunca para ellos y, al contrario, Young Mi sería la víctima la agredida en su orgullo, aunque él sabía ciertamente que ella no pensaba en el en ningún momento. Era un paso que, necesariamente debía dar si quería salvar lo suyo con Amy. La situación se había pospuesto hasta que sus padres regresaran. Más angustia añadida. Deseaba con todas sus fuerzas cumplir ese trámite para, al fin tener tranquilidad entre ellos. Aprovechar al máximo el tiempo que les restaba de estar juntos.

¿Debía poner sobre aviso a su prometida? Aunque ella no estuviera enamorada de él, sería un golpe fuerte a su orgullo, romper su compromiso por otra mujer. Si lo hacía saber al mismo tiempo a ella que a los padres de ambos, sería aún más crudo.

—Creo que es lo más acertado. Si, quedaré con ella y, a solas los dos, la explicaré la razón de la ruptura. Al menos, aunque se sienta herida, no será el golpe tan fuerte como decirlo delante de todos.

No quiso dar más vueltas a todo ese engorroso asunto y marcó en su teléfono el de ella. Respondió a la tercera o cuarta llamada. A medida que el teléfono sonaba y tardaba en cogerlo, sus nervios se agolpaban más en su estómago. Reconocía que no era normal todo lo que estaba ocurriendo y que sería extraño a los ojos de todos ellos, pero así había sucedido y no había nada ni nadie que pudiera cambiarlo.

—¿Kwan? ¿Qué pasa?

—Young ¿Cómo estás?

—Bien. Estoy bien ¿Y tú?

—Verás… He de hablar contigo en primer lugar y después con nuestros padres. Lo siento, pero no nos podemos unir en matrimonio

—¿Cómo dices?

—Lo que oyes. Me he enamorado de otra mujer y me es imposible cumplir con la palabra dada.

Se hizo un silencio demasiado pesado. Demasiado largo. No sabía qué decir. Comprendía que la sorpresa era lo que la mantenía desconcertada. Nunca habían hablado de ese tema como no realizable, al contrario, todo estaba atado y bien atado por sus respectivos padres.

— Hemos de hablar largo y tendido. Te lo explicaré todo. Ha sido algo inesperado. No puedo unirme a ti amando a otra mujer, además no lo mereces. Quiero que nos reunamos los dos solos antes de anunciarlo a nuestros padres. ¿Cuándo puede ser?

 El sonido del silencio al haber cortado la comunicación, fue toda la respuesta que recibió. No le sorprendía, es más, sería la reacción lógica de toda mujer que recibe una noticia semejante. Volvió a efectuar una segunda llamada, pero toda respuesta que recibió fue la del mensaje predeterminado: “el teléfono que marca no tiene cobertura o está apagado”.

Debía repetir la llamada, pero no sería ese mismo día. La dejaría que madurase lo anunciado durante la noche y la repetiría al día siguiente. Sería la única oportunidad que tenía de hablar con ella frente a frente sin terceras personas.

Pero aún los malos tragos no habían pasado. Le quedaba contar a Amy todo lo relativo a su compromiso y ruptura. No sabía cómo se lo tomaría. Por lo que la conocía sabía que nada bien. Se sentiría engañada y defraudada. ¿Qué pasaría después? No quería ni siquiera pensar en que le rechazara y, sin embargo, es lo que esperaba. ¿Por qué todo ha de ser tan complicado?

Para hablar con Amy esperaría al fin de semana  en que, tranquilos pudiera explicarla cómo había sucedido todo. La contaría que ese matrimonio había sido concertado por los respectivos padres sin contar con ellos. Sería cuestión de tiempo que pasara lo que al final ocurrió: enamorarse de otra persona. Pero todo sería muy tenso, dado que estaba en juego, no sólo la ruptura del compromiso, sino el orgullo herido de ambos progenitores.

Iban caminando lentamente disfrutando de la noche preciosa que les regalaba Cheonggycheon. Con sus parterres de flores y la luz mortecina en sus orillas.  No estaban solos, sino que varias parejas disfrutaban de esa noche.

Amy le escuchaba en silencio y con la cabeza baja. Kwan no estaba nada tranquilo y no sólo por ella, por él mismo que, a veces, se encasquillaba la hablar. También para él era una situación hartamente engorrosa. Estaba confesando a la mujer que amaba, que había otra con promesa de casamiento.

Se sentiría estafada por su proceder. No debió acercarse a ella si tenía ese compromiso por medio. Ella también había sido engañada por él, por mucho que argumentase que no lo tenía previsto y que se habían comprometido a la fuerza por los padres de ambos.

De repente, Amy cortó sus argumentos. Con voz fría pero muy dolida dijo cortante:

—¿Por qué te acercaste a mi si sabías lo que sucedía? Me has engañado miserablemente. No soy de ese tipo de mujeres ¿Qué esperas? ¿Que te de la razón y te compadezca? Las únicas que merecemos compasión somos esa chica y yo. Tu has resultado un fraude. Lo siento Kwan, pero nuestra relación ha terminado.

Separándose de él, aceleró el paso sin darse cuenta, siquiera, de por dónde iba y hacia dónde tenía que ir. No pensaba en otra cosa más que poner distancia entre ellos. No esperaba esa revelación ni tampoco que estuviera comprometido para unirse en matrimonio. Se trataba de un mal sueño. Esto no podía estar ocurriendo. Pero sí ocurría y lo estaba viviendo.

 

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS / COPYRIGHT

AUTORA: 1996rosafermu / rosaf9494

EDICIÓN:     Junio 2022

fOTOGRAFÍA: iNTERNET

No hay comentarios:

Publicar un comentario