viernes, 17 de septiembre de 2021

Eros - Capítulo 20 - Propuesta

 Antes de bajarse del coche, reclinó la cabeza sobre el volante. Pensaba en lo que la diría. Necesitaba una justificación para su presencia allí y en ese momento. Habían pasado más de tres años desde su separación y, en todo ese tiempo nunca se habían reunido para  tratar de arreglar lo que estaban viviendo o definitivamente romperlo de una vez. Se extrañaría de esta repentina reacción. Necesitaba algo por lo que empezar a hablar y decirla todo lo que llevaba escondido dentro de él durante tanto tiempo.

Le daba miedo la reacción de ella. ¿Significaría algo la salida que había presenciado? Si acaso fuera un pretendiente, sería mejor saberlo desde este momento y no albergar falsas esperanzas. Por decisión propia acordaron en su día procurar no verse a la hora de recoger a la niña cada vez que le tocara a él tenerla. La encargada era una enfermera pediatra que había contratado para ella, y mientras él aguardaba en el coche. Querían eludir al máximo su contacto, pues no estaban muy seguros de ellos mismos. Esa era la única justificación que cada uno de ellos se daba.

Si al menos en algún momento se hubieran sentado para tomar un café o simplemente charlar... Pero no habían dado pie para eso. Les había dolido mucho la separación, aunque cada uno de ellos tratara  de disimularlo y, es más, seguir con la vida adelante como si eso hubiera sido un episodio más para vivir. Pero no había sido así. Suponía que ella tendría el mismo estado de ánimo que él. Su corazón se había roto por completo y los últimos girones, los había destrozado ese mismo día en el restaurante. Debían terminar de una vez con esta situación ambigua y dolorosa. Si no lograra lo que ansiaba, tomar otro rumbo, pero no tener constantemente en su cabeza su imagen y su pérdida.

Apretó el botón correspondiente al piso de ella. Evelyn respondió pensando que sería una confusión. Al principio, al escuchar su voz, él dudó un instante en responder. Lo hizo ante la insistencia de ella preguntando quién llamaba. Al fin se decidió. Se lo había jugado todo a una carta. Que fuera lo que Dios o el destino hubiera marcado.

— Abre, por favor. Soy yo. Tenemos que hablar

La chicharra de la puerta al abrirse y darle paso de inmediato sin mediar palabra,  le indicaba que la había alarmado. Debió anticipárselo por teléfono. Cuando llegó al piso requerido, ella le esperaba en la puerta con el rostro demudado:

— Qué pasa? ¿Por qué estás aquí? ¿A qué tanta prisa?

— Perdón no quería  asustarte. No pasa nada. Sólo deseo hablar contigo. Nunca lo hacemos y creo que ha pasado demasiado tiempo. Hemos de hablar. Deseo explicarte algunas cosas, pero no creo que sea oportuno hacerlo en la escalera.

— ¡ Oh! Si me has asustado. Tienes razón pasa.

— ¿Y Kyra?

— Está durmiendo. Ha estado en el parque y ha vuelto muy cansada. En cuanto ha cenado la he metido en la cama. Pero puedes verla, con cuidado, para no despertarla.

— Si, la veré, pero no es a ella a quién he venido a ver, sino a tí.

Ambos se miraron y guardaron silencio. Una pensando:

 —¿Qué será lo que tenga que decirme? El divorcio, seguro. Porque otra cosa... No termino de entender a qué obedece esta visita tan inesperada y fuera de hora. Sólo se me ocurre una: divorcio.¿ Estoy preparada para ello? Significaría perderle para siempre.— Daba vueltas a su cabeza mientras aguardaba que él comenzase a hablar

—¿Has cenado?¿Quieres tomar algo?— le preguntó rompiendo el silencio

— No gracias. No tengo hambre. Si acaso una copa si es que tienes algún licor. Sé que no bebes. O un vaso de agua, me da igual

— Tendrá que ser esto último; cierto no bebo y por tanto no hay alcohol. Una cerveza si que tengo

— Bien, pues una cerveza.

Ambos se daban cuenta de lo que estaban haciendo, demorar el motivo de la visita. Y ambos tenían miedo a lo que saliera de aquella reunión. Él sabía a qué se debía el encuentro. Ella pensando en que la pediría el divorcio. Ambos pensamientos opuestos ¿ cuál sería la respuesta de cada uno?

Le puso la cerveza y se sentó frente a él que nervioso no sabía por dónde y cómo empezar. Pero debía hacerlo rápidamente, porque de lo contrario sería más complicado. Aclaró la voz y comenzó mirándola de frente y a los ojos:

— Creo que ha llegado el momento de que ambos tengamos una conversación clara y rotunda de lo que nos ha pasado y lo que nos está ocurriendo. Hemos sido torpes, muy torpes. Tozudos e idiotas. Hemos desperdiciado este tiempo y todavía no sabemos por qué. Y a esto he venido. Sé que debíamos haberlo hecho hace tiempo, pero creo que ahora, está todo más reposado y será más fácil aclarar la situación.

— Estás dando muchos rodeos y, no me gusta. Deseas el divorcio ¿Verdad?

— ¡ No, en absoluto! No estoy aquí por eso, sino por todo lo contrario. Deseo que volvamos a ser una familia. Te echo muchísimo de menos. Te quiero y deseo que volvamos a estar juntos.

— ¡Vaya! ¿Has necesitado tres años para averiguarlo? Un poco tarde ¿no?

— Tú tampoco te has mostrado muy cercana para hacerlo. Pero no quiero reproches en absoluto. Ambos fuimos torpes y tozudos. Y es lo que ahora quiero aclarar. Te fui fiel, siempre. Pero he de reconocer que me atraía Molly por las especiales circunstancias por las que atravesábamos. Pero nunca, óyelo bien, pensé en acostarme con ella. Te respeté y siempre lo haré. Por eso no entendí tu forma de reaccionar en aquél momento, que me enfadó sobremanera. Pero tuviste una visión de futuro y a día de hoy, sé que en lo único que piensa en ser algo más que una amante ocasional.

— ¿Te das cuenta ahora ?

— No, pero ahora ha sido cuando me he dado cuenta de que estaba a punto de perderte sin remedio. Te he visto en el restaurante con un hombre. Dio la casualidad de que estábamos cenando cuando os vi entrar. Me extrañó que lo hicieras con alguien, aunque tampoco era un delito, puesto que yo también estaba con quién fue el origen de todo. Os espié. Me levanté con un pretexto y os estuve observando desde lejos. Y te vi reír y charlar animadamente y sentí un miedo atroz. Salimos y la dejé en su casa. Los planes eran otros, pero no después de verte. Sólo en casa comencé a imaginar lo que sería vivir de nuevo juntos. Lo que nos habíamos perdido y me juré que hablaría contigo y te explicaría todo lo que tuviera que explicarte. Durante todo este tiempo de nuestra separación, no he sido un monje. Trataba de engañarme a mí mismo, pero en realidad con quién estaba era contigo, pero con el cuerpo de otra.

— Deseo que volvamos a ser lo que fuimos. Sé que tu me quieres y yo también, con todas mis fuerzas. Descolgué el teléfono para llamarte y quedar contigo, pero sabía que no podría dormir y decidí que tenía que hacerlo hoy mismo, de lo contrario me volvería loco por las  dudas.

— ¿No te has parado a pensar que yo también tengo una vida aparte de la tuya? ¿No has pensado que el hombre que me acompañaba fuese algo más que un amigo? ¿Acaso me ves tan insignificante como para encerrarme en casa a lamer mis heridas? Tenemos una hija aún bastante pequeña que está desorientada por cómo se está desenvolviendo su vida, que no entiende. Y es por eso que me he consagrado en cuerpo y alma a ella. Y no, el hombre que me acompañaba es mi jefe. Por cierto, la situación fue muy semejante a otra contigo. Pero tranquilo no voy a casarme con él., Como experiencia ya fue suficiente.

— Eso quiere decir que me rechazas. Que no te amé lo suficiente, siempre a tus ojos, porque a los míos te sigo queriendo y te querré siempre, por muy alejados que estemos. Y no. Ni siquiera pienso que no puedas tener otra relación, al contrario, si estoy aquí es por miedo a que ocurra. 

— Debí hacerte caso, o por lo menos no enfadarme como lo hice porque pensé que estabas cometiendo un error. Lo siento. Lo siento como no tienes idea, porque hemos perdido todo este tiempo. Y nuestro matrimonio, aunque con alguna que otra pelea, fue precioso, nos amábamos y fuimos felices. Yo, muy feliz. Estaba. Estoy loco por tí, pero aceptaré tu negativa, aunque piense que te equivoques.  Comprendo que todo ha sido muy inesperado y has de pensarlo. Hazlo y te pido que cuanto antes me des la respuesta. Y ahora he de irme. Te quiero Evelyn y siempre ha sido así. Tenlo muy en cuenta.

— No sé. He de pensarlo. Si volviéramos a fracasar sería terrible no sólo para nosotros, sino también para Kyra. Dame un plazo en que pueda reflexionar. Ha sido inesperado y aún he de asimilarlo y analizar los pros y los contras. Te llamaré cuando lo tenga decidido

— Es justo. Yo lo tengo más que asimilado, pero entiendo que has de hacer tus propias reflexiones. Lo único que te pido es que no te demores demasiado en la respuesta.  La estaré esperando con ansias.

Ya en la puerta, él se volvió y la besó tan ardientemente, que ella recordó otro tiempo, otros besos nunca olvidados de una época feliz juntos. Sentía la tentación de decirle en ese momento que no se fuera, que comenzaran de nuevo desde ese preciso instante. Que le había querido siempre y que nunca olvidó sus caricias, ni su sonrisa, ni sus primeros encuentros. Pero que también sentía el dolor de  su despedida, cuando ella esperaba que saliera tras ella y no en busca de Molly. Tenía que pensarlo muy bien. Se le veía arrepentido, pero ella también tenía que asimilar la propuesta de la que estaba segura aceptaría. Pero por otra parte, le vendría bien una incógnita . Si aceptaba, debía romper con esas amistades peligrosas, con todas las que tuviera, y sabía que no iba a ser una tarea fácil por parte de ellas, en especial de Molly, pero era su problema. Sabía que todo lo dicho era verdad, de eso no tenía duda, pero se haría de rogar siquiera por una  noche.

— ¿Hasta mañana? — preguntó el algo esperanzado después de no haber sido rechazado

— No lo sé. Posiblemente, pero no te lo aseguro. No me presiones

— Sea. Cuando tu quieras. Adiós.

Se metió en el coche y suspiró profundamente. Había resuelto un escollo y estaba contento, con alegría y esperanza. No le rechazó al besarla. La estrechó fuertemente contra su cuerpo y en ese abrazo puso su alma entera y su mayor esperanza. Aún le seguía amando. Era incapaz de resistirse a sus caricias, lo mismo que él a las de ella. ¿Por qué no lo pensó antes? ¿Por qué el día que rompieron, en lugar de ir cada uno por su lado, no se sentaron uno frente al otro y dirimieron sus dudas y quejas como acababan de hacer. Debieron hacerlo al día siguiente o a los dos días, pero no más tarde. De nada servía pensar en lo que no hicieron. Ahora han de pensar en el futuro con esperanza. Tenían más experiencia y eso les serviría como aviso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario