miércoles, 22 de septiembre de 2021

Eros - Capítulo 25 - Lo mejor de si mismos

 Hoy le darán  el alta. En la mansión había un ajetreo desacostumbrado. En los pocos días que distaban desde el anuncio de bajarla a planta hasta dar el alta, Benjamín tuvo un trajín desacostumbrado. Los mismos nervios e impaciencia que sentía le hacían funcionar, pero lo cierto es que a Patrick y a Lissa, les preocupaba el que tuviera un bajón, cuando todo se normalizara.

La sala de la planta baja lo habilitó para que ella pudiera manejarse sin barreras y pudiera desenvolverse por la casa. Encargó la mejor silla de ruedas que hubiera en el mercado. No quería que se sintiera una inútil. Tenía pavor a las depresiones escarmentado  de la que tuvo al dar a luz. Ahora era distinto: se conocían más y mejor. Y sobre todo sabían que se querían con toda su alma y ya nada podría separarles.

Encargó a la floristería que adornasen toda la casa con sus flores preferidas. Todas las habitaciones: oficina , cocina y dormitorios del personal, absolutamente toda la casa, era una explosión de flores, como si la primavera hubiera llegado antes y con antes. Todo se le hacía poco. Había estado a punto de perderla y no quería ni pensar en ello de nuevo, tan sólo para ser mejor esposo y amarla más.

 Nadie le reconocía del cambió tan radical que había dado. No sólo por el accidente, que fue espectacular, sino al casarse con Evelyn. Ya no era el chico alocado, juerguista, mujeriego, que derrochaba el dinero a manos llenas. Había tenido tiempo, mientras ella estuvo en el hospital de trazarse un plan de vida. Lo había madurado y estaba satisfecho con la decisión que había tomado: vivirían en Cheltenham. La casa era amplia. No tenía escaleras o muy pocas. Era alegre y estaba situada en un paisaje tranquilo. 

— Si, es lo ideal. Además ahora por video conferencia estaremos en contacto con Londres cada vez que sea preciso. Decididamente viviremos allí si Evelyn así lo quiere. Frederick, atenderá las cuestiones sociales  a que mi cargo me obliga. Sólo asistiremos a alguna cena muy de tarde en tarde. Yo trabajaré aquí, junto a mi gente. Quiero hundir mis manos en la tierra. Remodelar  los sembrados para que sean más productivos. Tomaremos más empleados para que los arrendatarios no trabajen tanto. Yo aprenderé a ser un buen patrón y estaré en contacto con ellos permanentemente. Evelyn me echará una mano en cuestiones de oficina. Aunque ya lo es, volverá a ser mi mano derecha y mi mejor ayudante. En cuanto la lleve a casa, se lo propondré.

Ese mismo día la dieron el alta, sólo con el mandato de chequearla al cabo de un mes para comprobar que su estado fuera satisfactorio . Además verían de suavizar las escayolas, al menos la del brazo posiblemente se la quitaran. Parecía que las negras sombras que se cernieron sobre ellos, se habían despejado, y vuelto un cielo azul, radiante, maravilloso. Ellos así lo verían, aunque fuese un día nublado, con niebla y lluvia.  El colorido, la luz del sol, la llevaban por dentro y todo lo transformaban.

Ya en la mansión de Londres, Benjamín le propuso el cambio de domicilio, y a ella le satisfizo. Le daba igual el lugar, lo que quería era no separarse de él. Tendrían que hablar, lo sabía. Abriría su corazón de par en par. Le contaría cómo le extrañó durante el tiempo que estuvieron alejados. Y lo que sufrió pensando que otra mujer estuviera ocupando su lugar. Se moría de celos y de arrepentimiento por su alejamiento. Por no haber hablado con calma antes de tomar esa determinación tan drástica. La pareció ideal volver a vivir al campo. La gustaba aquél lugar  aquella casa que tan gratos y extraños recuerdos la traían. Allí empezó todo.

¿ Qué extraños designios les reservaba la vida. Él, chico guapo, con dinero, libre, mujeriego, juerguista. Ella siempre formal sin salirse ni un ápice del buen camino. Sin novio, a pesar de ser bonita, culta, simpática y trabajadora. ¿Se estaba reservando para él? No tenía ni idea; sólo sabía que algo la unió a aquél fantasma que irrumpió en su vida inesperadamente. Que el mismo rechazo que sentía, era motivado por las tremendas ganas de estar cerca de él. Que lo poco o lo mucho que se arreglaba, era por él. Y que el día del evento, creyó por un momento que  se fijaría en ella. Y lo hizo, pero sin embargo no lo dio a demostrar y el daño que la produjo la aparición de aquella ex, la incitó a cometer una locura, que si no hubiera sido por el exceso de alcohol, estaba segura haberlo hecho. Pero el mismo destino que jugaba con ellos, hizo que aquello, no llegara a buen fin, por un simple hecho de caballerosidad. ¿ Qué hubiera ocurrido de haberse acostados juntos? Nada hubiera sido igual. Por lo mismo se hubiera tenido que despedir. Pasaría, en cuanto le viera, la mayor vergüenza del mundo, y seguro que se hubiera reído de su cuerpo, para nada voluptuoso en comparación con las chicas que él acostumbraba a frecuentar. Y sin embargo la eligió a ella. No para salir un día y terminar en un hotel, sino para compartir su vida.

Habían dado lo mejor de sí mismos. Tenían una familia, aún corta, pero preciosa. Sabía que él estaba loco por ella y no se paraba a pensar en el motivo. La daba igual, si a sus ojos era la mujer más hermosa del mundo, mientras fuera  lo que le pareciera a él. Que el amor que sentían rompió todas las barreras. Lo cierto que tardó un poco, pero lo hizo. Y se lo demostró cuando el accidente, al no separarse de ella en ningún momento.

Y ahora estaba organizando de nuevo sus vidas, y estaba disfrutando de ello y también ella, que le dejaba hacer con una sonrisa en sus labios. ¿Dónde estaba aquél Benjamín con quién no se hablaba, que no  se veían y, sin embargo se morían de ganas por estar juntos. Empezarían de nuevo. Habían pasado lo peor de sus primeros años de casados. La experiencia, pero sobre todo el amor que sentían había allanado el camino. Habían vivido una lección muy dura; aprenderían de sus errores, sabiendo que la mejor solución para resolver cualquier  enfado, era ser sincero y hablarlo.

Le veía radiante, feliz, organizando todo para comenzar su nueva vida. Quienes trabajaban para él, nunca le conocían tanta actividad, y el mismo Frederick sonreía más abiertamente al verle ordenar y guiar a todos.

— Está desconocido. Y eso es obra tuya — confesó a Evelyn— No tienes idea de los días tan horrorosos que pasó con tu accidente. Envejeció en pocos días. Te quiere Evelyn, no tengas ninguna duda. Eres sus pies y sus manos, y no te digo su corazón y su cabeza. Es un padre ejemplar cariñoso y os adora a ambas. Y aunque no lo creáis, nosotros, desde fuera, nos preocupaban  vuestras cosas. También respiramos aliviados.  Nos apenó mucho cuando os separasteis. No lo entendíamos nadie, porque nos constaba que te amaba , de lo contrario puedes estar segura, que nunca se hubiera casado contigo. No fuiste una mas de la colección, has sido y serás siempre la única.

Se establecieron en el campo y con ellos Mildred. Les consideraba su familia, y por nada del mundo se separaría de Kyra.



 Como eran sobradamente conocidos, pronto establecieron corriente de amistad con aquellas gentes. A él, le habían visto crecer, así como a sus hermanos. Lloraron con ellos las pérdidas familiares. Ahora trabajarían codo con codo para mejorar la situación de los jornaleros antiguos y de los que se incorporaran de nuevas por la emigración. Les daría, no sólo trabajo, sino también un techo en donde vivir dignamente con sus familias. Haría donaciones en aquellas asociaciones que lo necesitasen.

Él era muy rico y, además, debido a la estructuración que habían llevado a cabo, los beneficios comenzaban a llegar. Por lo tanto, devolvía el bien que recibía.

Pasaron la revisión de ella. La quitaron la escayola y aunque tenía que hacer rehabilitación, poco a poco conseguía más libertad de movimientos. Ella se extrañaba de que él no buscara intimidad. Ya había pasado el tiempo suficiente como para tenerla, que por cierto era bastante. No lo entendía conociendo el carácter fogoso de su marido, pero no dejó que la sombra de la duda la amargase y esa noche, tal y como habían acordado. abordó esa pequeña duda:

— ¿Estás pensando que ya no me gustas? ¿Es eso? Mujer de poca fe. Ni naciendo de nuevo dejaría de amarte. Soy feliz hasta el punto de no podérmelo creer. Casi te pierdo. Creí volverme loco aquella noche. No quiero volver a pasar por ello nunca más


— Pero ya estoy bien. Han pasado los meses ¿No vas a ser mi marido ?

— Es lo que más deseo, pero me da miedo perjudicarte o hacerte daño

— Ya sabes el resultado del chequeo: estoy lista para hacer mi vida normal. Así que cuando estés listo...

— ¿Me lo dices en serio? Pues ahora ¡Ya!

Y al cabo de no se sabe cuantos años transcurridos, seguían amándose con intensidad y a los diez meses, mas o menos, volvían al hospital, pero esta vez para alumbrar otra nueva vida. 

A veces se sentaban juntos, tomados de la mano, sin hablar. No lo necesitaban, sólo con mirarse sabían lo que el otro pensaba. Todos cuantos estaban a su alrededor seguían admirándose del cambio dado a través del tiempo de ese hombre joven, vital, mujeriego, juerguista y enamorado profundamente de su familia. De una familia compuesta de cuatro personas y Mildred. También dos perros, otros dos gatos, gallinas, gansos, un caballo y un amor profundo surgido en aquella casa, en aquella ocasión sorpresiva e inesperada, que selló sus vidas.


                                                      F    I    N

Autoría: 1996rosafermu

Edición: Julio de 2021

Imágenes: Internet

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