jueves, 8 de junio de 2017

Los Grey - Capítulo 29 - Soluciones

Una vez hubo llegado a la oficina, Christian llamó a cada uno de los chicos, al departamento al que pertenecían. Se encontraron en el ascensor.  Teddy intuía para lo que su padre le convocaba a su despacho, y Amie también.  Iba temblorosa y avergonzada.  Teddy se daba cuenta de ello y cogió su mano fuertemente.  Entraron directos, ya que les estaba aguardando en la puerta.  Lo primero que hizo fue fijarse en el rostro de la chica que estaba lívido.  Christian le imponía mucho respeto, y ahora más.


- ¿ Cómo te encuentras - la preguntó - ¿ Quieres tomar algo ?- Ella negó con la cabeza sin levantar la vista del suelo-No sientas pudor delante de mi, Amie, no eres la primera ni tampoco serás la última. Además quién debería avergonzarse es  mi hijo-  Ella con un hilo de voz, replicó
- No señor Grey, ambos deberíamos avergonzarnos. Yo lo siento... - y rompió a llorar en un llanto silencioso
- - No llores Amie, ya no tiene arreglo, ahora lo que hay que solucionar es vuestra situación. ¿  Tus padres lo saben ya ?
- Se lo dije a mi madre.  Mi padre aún no lo sabe.  Mi madre se lo dirá
- Debiste ser tú quién se lo dijera, pero en fin, esa es tu decisión.  Esta noche he estado pensando en la manera de mejor solucionarlo y he encontrado dos opciones: que os caséis y vayáis a vivir a Portland, alquiléis un piso y los dos vayáis a la universidad mientras que Amie pueda.  Por las plazas no hay problema, ya que conozco bastante al rector y me lo facilitaría. Cuando no puedas acudir a clase, seguirás los cursos a distancia como estás haciendo hasta ahora. Pero tú, Teddy, terminarás la carrera. A nuestro cargo corre la manutención de los tres y del piso, eso no es problema, así que no vamos a detenernos en comentar nada..  Cuando  nazca el bebe, Amie seguirá estudiando en casa, y tomaremos a una enfermera para que te ayude con el niño
.

 La otra solución es que Amie siga trabajando aquí y tu Teddy vayas a Portland y los fines de semana regreses a Seattle para ver a tu mujer y a tu hijo. Bien,  vivireís con nosotros o alquilaríamos un apartamento para que viviera Amie y tú cuando vinieras a verlos.  ¿Tenéis alguna otra solución ? Ahora es el momento de exponerla
- Papa, no quiero separarme de ella .  Se que me necesita cerca, así que creo que sera´mejor trasladarnos a Portland
- ¿ Qué opinas Amie? - le peguntó Christian
- Yo... lo que usted disponga
- No hija.  Se trata de vuestra vida, y no  vais a quedar desamparados.  Ni Ana ni yo vamos a consentirlo.  Con lo que penséis iremos a hablar con tus padres y todo se solucionará.

Pero aquella noche fue tomentosa en casa de Amie.  Su padre montó en cólera al haber sido informado por su esposa de la situación de su hija.  No tendría bajo su mismo techo a una cualquiera que se había entregado al primero que se presentó, por muy rico que fuera.  Le hizo empaquetar algo de ropa y la echó de casa, advirtiéndola:

- No aparezcas por aquí, ni él ni su acaudalado padre.  No quiero veros a ninguno.

De nada sirvieron las súplicas de la madre ni el llanto de la muchacha.  La cogió de un brazo y la dejó en la escalera.  Amie se sentía morir y sin saber qué hacer.  Sentada en las escaleras, llamó a Teddy que descompuesto contó a su padre lo ocurrido

- Vamos Teddy, hemos de ir a buscarla.  No consentiré que ni ella ni  mi nieto anden por ahí. Otra vez no
- A qué te refieres  - preguntó Teddy
- Es muy largo de contar, hijo. Ya lo sabrás algún día. Ahora lo más urgente es ir a buscar a la niña, y tratar de hablar con su padre si es que no nos echa escaleras abajo
-Iré yo, papa. En definitiva soy yo el responsable
- No ni hablar.  Eres mi hijo y también responsabilidad mía.  Así que andando.


Por mucho que lo intentaron, Ni Christian ni Teddy, pudieron hablar con su padre, que ni siquiera le abrió la puerta.  A Christian se le partía el corazón cuando vio a la pareja abrazada.   Amie lloraba desconsoladamente refugiada en   Teddy.  Sintió una inmensa ternura por aquella chica, muy joven, que le recordó a su madre biológica, porque algo semejante debió vivir a lo que estaba presenciando.

- Vayálmonos - dijo a los chicos - Mañana trataré de hablar con él.- Teddy levantó de las escaleras a Amie y juto a Christian, emprendieron el regreso a su casa.

Ana y Phoebe, enteradas de todo, les estaban esperando con angustia e incertidumbre.  Al llegar, Ana,  abrazó a la muchacha, que lloró en su regazo con desesperación, mientras Phoebe,  acariciaba su cabeza tratando de calmarla.

- Hija, no llores más. Este disgusto es muy malo para el bebé, y ahora tienes que  cuidarte. Te cuidaremos entre todos.  Eres parte de nuestra familia, y nunca te dejaremos sola.  Tienes que calmarte.   Ven,  acompáñame,  has de tomar alimento y después acostarte.  Ya tengo tu habitación preparada.  Vamos, cielo.


Christian y Teddy, miraban a las tres mujeres con admiración e infinito cariño.  Teddy estaba tranquilo, no les dejarían solos nunca. Abrazó  a su padre, y roto por la emoción, rompió a llorar mientras Chistian le protegía, lo mismo que hizo cuando era pequeño y sufría alguna caida.

- Papá, nunca me he sentido más orgulloso de ti que esta noche. Con el cariño que nos has tratado.  En ningún momento has reprochado nada
- Hijo, tus penas, lo son también nuestras.  ¿Reproches dices?Ya te los hice ayer.  De nada sirve estar machacando constantemente el mismo clavo. Ahora hay, entre todos, que buscar una solución que os venga bien. El resto ya es historia. Anda come algo y luego ve a dormir,
Teddy se dirigió a la cocina para reunirse con Amie, seguido por su padre.  Al entrar en la estancia.  Amie levantó la cabeza y al ver a Christian corrió hacia él, y le dijo:

Gracias señor Grey por todo lo que están haciendo por mi, por nosotros. Si no hubiera sido por ustedes, no sabría lo qué hacer
- Ven aquí Amie- la dijo Christian al tiempo que abria sus brazos en donde se refugió la chica que comenzó a llorar nuevamente
- Shsss, shsss. Vas a ser una hija para nosotros, asi Phoebe tendrá con quién hablar de sus cosas. No tienes que agradecernos nada: vas a traer un Grey a nuestra familia, soy yo el agradecido.  ¡ Ah y no vuelvas a llámame señor Grey, sino Christian. No soy tan viejo.  Todos se calmaron y rieron , más por dar ánimos a la pareja,  que por la salida de Christian.  Y dirigió la mirada hacia Ana que sonría mientras le miraba y asentía con la cabeza satisfecha de la repuesta de su marido.


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