miércoles, 28 de junio de 2017

Silencios - Capítulo 8 - Diagnóstico ( Relato corto )

 El médico habló con Robert y le contó sus impresiones y pensaba que no había motivo para alarmarse, pero que para confirmarlo, debía hacerle unas pruebas diagnósticas, y para evitarla molestias, había decidido ingresarla y hacer todas al mismo tiempo.


- No hay ningún motivo, pienso, para la alarma. Pero si he de decirte que me preocupa mucho la depresión que tiene.  La menopausia está llamando a la puerta y esa depresión y el estrés nervioso que padece, podría complicar más las cosas.  La noto muy alterada anímicamente, algo que deduje al separaros , que ese sería el origen.  Pero ha pasado el tiempo, y no mejora en absoluto.  Es más hay veces que se echa a llorar sin saber por qué. Eso es lo que me preocupa. Así que pensé también en consultar con el psiquiatra para que me diera el diagnóstico.  Pero tampoco descartamos que sea alguna anomalía en el cerebro...
- ¿ Te refieres a algo tumoral?
- No lo creo posible, pero tampoco lo descarto.
- ¿ Debo avisar a mis hijos?
Creo que debes esperar hasta   hacerle las pruebas. Si vemos algún indicio  sospechoso, te lo comunicaríamos de inmediato.
- ¿ Puedo pasar la noche aquí con ella?
- No veo porqué no. En definitiva eres su marido, por mucho que diga un papel que ya no estáis casados.
- ¿ Puedo verla ahora?
- Me temo que no.  La bajaron para hacerle un tac, electros, en fin... todo lo que estimen oportuno.
- Está bien. Esperaré en la habitación.

Tardaron horas en volverla a subir. Estaba adormilada. Le habían dado un sedante para que estuviera tranquila y pudiera descansar.  Había sido una mañana larga y pesada.

Robert se sentó junto a ella, y esperó pacientemente a que despertara.En un momento dado, Evelyn giró la cabeza al lado contrario del que estaba sentado Robert.  Por un instante abrió los ojos y paseó la mirada por el entorno, y a Robert le dió la impresión de que estaba despierta, pero no quería verle. No la habló, no hizo ningún movimiento para no perturbarla;  pasados unos instantes, se volvió a quedar dormida.

La entrada súbita de una enfermera, despabiló a Robert que dormitaba en el sillón junto a la cama.  Lo que suponía acababa de confirmarlo la enfermera

- ¿ Has llamado Evelyn ? - le dijo la enfermera mientras tocaba su frente
- Si, por favor, tengo mucha sed
- Enseguida te doy a beber, pero tienes aquí a tu marido, podías habérselo pedido a él
- No.  Estaba dormido y no he querido molestarle
-¡ Qué cosa más absurda !¿ Para que crees que me he quedado contigo?- Evelyn le miró sin decir nada y procedió a beber del vaso que le ofrecía la enfermera.

Hacia mediodía, el médico entró en la habitación para darla el alta y citarla en la consulta diez días después, con el fin de tener todos los resultados de las pruebas efectuadas.  Evelyn se levantó dispuesta a vestirse para irse a su casa. Con voz firme, se dirigió a su marido:

- Te agradecería que salieras de la habitación: voy a vestirme
-¿ Qué ?
- Lo que has oído. Actualmente no tenemos ningún lazo que nos una, y francamente no me apetece quitarme la ropa delante tuya
- ¿ Hasta cuando va a durar ésto? Quieras o no, soy tu marido. Pero no te preocupes,. Esperaré fuera
- No te molestes.  Puedes marcharte.  Tomaré un taxi
- Te llevaré  a casa. Me da lo mismo si te gusta como si no - Y dicho ésto salió de la habitación, no sin sentir infinita tristeza.  Mientras ella se vestía, habló con el médico para pedirle le notificara la hora y el día de la consulta a la que debían acudir para conocer los resultados.
- Mucho me temo, que en vista de nuestra situación, no me diga nada, y yo necesito saber lo que ocurre- le dijo al doctor
- No te preocupes.  Conozco vuestra situación; te tendré informado de todo. Y ahora, tened paciencia y cuidaros

El médico se despidió de Robert y al instante, Evelyn abandonaba la habitación portando el bolsón que había traído. Robert se lo cogió para que ella no lo llevara.  Sólo recibió una fría mirada de Evelyn y un escueto "gracias".  Pero Robert no se daba por vencido.  No quería darse por vencido.  Estaba muy preocupado por ella y además se sentía responsable de todo lo que la ocurriera.  La llevó hasta su casa, pero Evelyn le pidió que no subiera; la dejó en el ascensor mientras veía que se alejaba cada vez más de él.

Y llegó el día en que sabrían los resultados y el diagnóstico a seguir.  No había tumores, pero sí estrés acentuado y depresión posiblemente incrementado por la cercanía de la menopausia. No la recetó medicamentos, sólo tranquilidad y unas vacaciones. Y Robert decidió tomar las riendas aunque ello le costara una discusión con su mujer.  No la dejó en el ascensor como hiciera la vez anterior, sino que se introdujo con ella en él,   decidido a entrar en el apartamento, que hasta ahora  tenía vetado. Una vez dentro, habló con Evelyn muy seriamente:

- Escúchame bien lo que voy a decirte, porque no lo voy a repetir. Nos vamos de vacaciones.  Si has oído bien " nos vamos de vacaciones, tú y yo". Entiendo que no quieras estar conmigo, no te lo impondré, pero si estaré en el mismo hotel que tú, en habitación separada, pero no te perderé de vista ni un momento. Yo me encargo de los billetes y de la reserva del hotel. Ahora sólo dime qué día quieres marchar
- Has debido perder el juicio. Ni lo pienses. No soy una enferma que necesite cuidados intensivos. Y no me voy a suicidar, si es en eso en lo que piensas.  Así que,  ni lo sueñes
- Esta vez no. No te saldrás con la tuya. No voy a meterme en tu vida, podrás hacer lo que quieras, pero estaré cerca.  Todo ésto ha sido culpa mía, y al menos permíteme que cuide de tí.   Por favor.

Ante la insistencia de él y la angustia reflejada en sus ojos, sólo respondió :

- Está bien, pero podremos hacer cada uno de nosotros lo que se nos venga en gana. Si no es así, no aceptaré
- De acuerdo. No diré nada, no me mezclaré en nada si deseas salir con alguien.  Seré invisible, como un fantasma, pero si me necesitas estaré cerca de ti.

En el fondo Evelyn se sentía halagada por su marido, aunque diera a demostrar todo lo contrario. Hablaban por teléfono para informarla del vuelo, del hotel y del día de la partida hacia el lugar por ella elegido.  Robert se sintió aliviado y Evelyn estaba contenta en el fondo, por ser acompañada por Robert. Aún quedaban rescoldos en las brasas.Dos días después, Evelyn volvió a la Galería, a su trabajo diario, a su rutina diaria.

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