sábado, 6 de enero de 2018

Entre nubes - Capítulo 10 - El chico nuevo

Se acercaban las navidades.  Tenía que pensar en un regalo para Alyssa.  Quería que fuese especial, este año más que nunca; pensaría en algo que a ella la hiciera ilusión. ¿ Y por qué no un viaje ? Se acercó hasta los kioscos de alguna agencia de viajes y echó un vistazo por encima.  A ambos les vendría bien un cambio de aires.  Salían poco de casa, como no fuera para reunirse por alguna cena con amigos.  No les gustaban mucho las fiestas, y ahora necesitaban estar solos, tranquilamente.  Casi estaban recién casados y después de haber pasado una temporada dura, les apetecía estar juntos, en soledad, y  hacer lo que quisieran.  Sólo rompían esa regla para ir cada fin de semana a casa de los padres de Alexander, pero eso no era una visita rutinaria, ni tampoco obligada.  Les complacía ir, máxime después de los consejos que le diera Evelyn, y que tan buenos resultados habían tenido.

La familia la quería, no como una nuera, sino como una hija, como un miembro más de la familia.  Ella intervenía discretamente en las conversaciones familiares, y a veces se mostraba tan prudente,  que Evelyn le recriminaba que no diera su opinión más abiertamente.  La veía, aún, algo ausente en ocasiones, pero había que darle tiempo al tiempo, y era una buena cosa que se hubiera decidido a trabajar.

Los vuelos eran, por lo regular, tranquilos, sin sobresaltos.  La ruta no era muy larga y en los intermedios, mientras hacían la revisión del aparato, llamaba a Alex, que si no estaba ocupado con alguna visita, dejaba todo para charlar, siquiera unos minutos,  con su mujer.  Notaba que su amor por ella se había reforzado y se sentían más unidos.  Lo compartían todo, aunque también tenían sus discusiones, porque ambos eran personas de fuerte carácter, pero no terminaba el día sin que hubieran aclarado sus diferentes puntos de vista, y por lo general la reconciliación era bastante excitante, con lo cual, tampoco les importaba tener alguna diferencia de criterio porque  les compensaba de los gruñidos que pudieran hacerse.

Llovía cuando aterrizaron en Augusta.  Se notaba que Diciembre se acercaba; hacía frío.  Alex decidió no esperar a su mujer en el despacho, sino salir a su encuentro con un paraguas para que no se mojase mientras atravesaba la pista para entrar en el edificio.  Pasaron diez minutos antes de que las puertas del avión se abrieran y comenzasen a salir los tripulantes.  Ya lo habían hecho los pasajeros y las azafatas revisaban todo por si alguien se hubiera dejado olvidado cualquier cosa.  Todo estaba en orden, dispuesto para que el personal de limpieza se hiciera cargo de ello.

Acababa de incorporarse un chico joven, bastante atractivo que no dejaba de mirar a Alyssa si se le cruzaba en el camino.  Era muy callado,  a penas hablaba, ni siquiera con sus compañeros más próximos.  Era moreno de tez y pelo,  de origen europeo.  Parece ser que había nacido en Portland  y se incorporó a la compañía hacía tan solo un par de meses.  Siempre tenía el gesto huraño, sólo algunas veces mostraba  ráfagas de buen humor, cuando observaba a alguna azafata.  Pero ni siquiera ellas se daban cuenta de la presencia de  Martin Schroeder, que así se llamaba.

Alex salió al encuentro de su mujer por la puerta de personal.  La dió un beso y un ligero abrazo: no les gustaba llamar la atención en público con efusivas demostraciones de amor, eso se quedaba para su intimidad.  Unos ojos de mirada impenetrable, observaba  fijamente la escena entre los esposos.  La desvió,  cuando su compañero le sacudió en la espalda para que se incorporara a la cuadrilla que ya iba camino del avión.

- Anda muchacho. Vayámonos y así terminaremos pronto.  Está pillada.  Ese es su marido y además es el director del aeropuerto y dueño de la línea de aviones que vamos a limpiar.  Así que desecha cualquier ilusión que tuvieras.  Ambos son amables.  Si, son buenos jefes, pero no están a tu altura.  Además hace poco que se han casado y prácticamente están de luna de miel.- le dijo el capataz al ver cómo observaba a la pareja
- ¿ Quién te dice  que tengo interés en ella?  No soy tonto ¿ sabes ? y sé que pica muy alto para mi. Así que cállate y no saques conclusiones equivocadas
- Está bien, está bien. Venga, vamos a trabajar, que el tiempo vuela

  Y sin más emprendieron rumbo a la pista en donde estaba aparcado el avión que debían poner a punto  para el próximo vuelo.  Le llevarían  hasta el hangar para que lo revisaran y lo dejaran en óptimas condiciones. ..  Alexander era muy estricto referente a la seguridad de los vuelos.  Echó una última mirada en la dirección por la que el matrimonio, gastándose bromas,  había salido.

Todos los días hacía las mismas cosas, el mismo trabajo.  Callado siempre, siempre observando, sin dejar traslucir lo que su mente pensaba y en quién pensaba.  Había puesto sus ojos en un imposible y tenía sentimientos encontrados: odiaba y admiraba  al mismo tiempo a una persona.No creía haberse enamorado de ella, pero sí sentía una envidia tremenda de él.  Había conseguido todo lo que se había propuesto: un negocio floreciente, un puesto importante y tenía una mujer preciosa, y se amaban.  Sin embargo él, era un simple mozo de limpieza con aptitudes para la mecánica, pero que no había tenido suerte en la vida.  Debería sentir odio hacia él, sin embargo detestaba a aquella mujer que ignoraba su existencia.

Sus padres eran alemanes que emigraron a Estados Unidos. Se establecieron en Portland, como podrían haberlo hecho en cualquier otro lugar; allí nacieron sus dos hijos Martin y Henrietta.  Fallecieron cuando Martín contaba dieciocho años con una diferencia de dos años, con lo cual se quedaron solos ambos hermanos  Henrietta buscó trabajo en una cafetería, y él consiguió entrar en World Transporter y con ambos sueldos podían vivir moderadamente bien.  Pero él tenía ambiciones, y no se conformaba con ser simplemente un mozo que recoge las miserias de los hombres..

Pasaba el tiempo y nada cambiaba, hasta que un día, en la rutina de la labor que tenía encomendada, alteró su ritmo. Dijo a su capataz:

- Henry, creo que el servicio está algo atascado. Lo revisaré más a fondo.
- Está bien, pero date prisa.  Vamos con el tiempo muy justo
-Enseguida termino, es cuestión de un minuto

Henry siguió con lo suyo, y Martin entró en el servicio, cerrando la puerta tras de sí.  Comenzó a revisar las paredes.  El recinto era pequeño, sin apenas huecos para nada.  Palpó debajo del lavabo, y allí encontró el lugar perfecto.  Sobrepuso el objeto y sonrió levemente. ¿ En qué pensaba? Nadie lo sabía.  Sólo una imagen bailaba constantemente en su cabeza.  Llegado el momento conseguiría lo que durante tanto tiempo había soñado.  Llegaría a ser importante; no importaba el tiempo que tardara en conseguirlo, pero lo lograría.  Recogió su herramienta, echó un vistazo último y salió de allí deprisa, puesto que todos habían terminado y le aguardaban en la puerta.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT
Autora< rosar9494quer
Edición< Marzo 2018
Ilustraciones< Internet

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